Por Miguel Gómez
Por Miguel Gómez
Con frecuencia las poblaciones no suelen identificar las diferencias entre los conceptos económicos de capitalismo y economía de mercado, lo que impide analizar con claridad la naturaleza intrínseca del sistema capitalista en cuestión. Un error que sería propiciado por largas horas de lectura de literatura marxista, que en sentido hegeliano, no sería otra cosa que la antítesis o reacción al sistema creado, pero no el análisis concienzudo del capitalismo desde fuera del mismo sistema.
Desde un punto de vista de la historia económica, el advenimiento del capitalismo tendría lugar con la llegada de las revoluciones burguesas y liberales del siglo XVIII ocurridas en Estados Unidos (Guerra de la Independencia) y Francia (Toma de la Bastilla), que terminarían con el denominado “Antiguo Régimen” y su forma de economía denominada mercantilismo. Aunque desde una mentalidad marxista de lucha de clases y materialismo histórico, ambos sistemas puedan parecer lo mismo, realmente no lo son. Mientras que para las economías precapitalistas, ya hablemos de feudalismo o mercantilismo, el dinero y el crecimiento no es el fin, para el nuevo sistema económico sí lo es atendiendo a la etimología de la propia palabra “capitalismo”, cuyo sufijo nos indica una de las características esenciales del sistema: el progreso indefinido. En este caso del capital.
El Antiguo Régimen es al mercantilismo lo que el Liberalismo al capitalismo
Tras la invención de la imprenta por Gutenberg, la circunnavegación del Cabo de Hornos por Vasco Gama y el descubrimiento de América por Cristóbal Colón, Europa rompía con centurias de aislamiento económico. Una situación que propició la llegada del Renacimiento marcado con la aparición del neoplatonismo y el fideísmo, dos nuevos paradigmas filosóficos que vendrían a oponerse al sistema escolástico dominante en Europa hasta la fecha. Un hecho que se tradujo en primar lo inductivo sobre deductivo, lo cuantitativo sobre lo cualitativo, así como la imposición del antropocentrismo frente al teocentrismo medieval.
Si nos fijamos en estas ideas de la nueva edad moderna, ya desde estas tempranas fechas de principios del siglo XVI podremos vislumbrar gran parte de las ideas primigenias que darán lugar al nacimiento del sistema liberal (en lo filosófico) y capitalista (en lo económico) siglos después. Por un lado encontramos, como hemos dicho, el método inductivo de hacer las cosas más pequeñas para entender el todo, que si bien es un método de investigación perfectamente válido, no sería el único a sabiendas de que muchas veces el conjunto supera a cada una de las partes (holismo). Por otro lado, se constata un nuevo extremismo humanista que llegaría a poner en duda la misma existencia de Dios, dotando a este nuevo hombre del derecho de explotación de la naturaleza para crear una nueva Atlántida (Francis Bacon), que vendría a ser el Reino de los Cielos traído a la tierra por la Razón, el nuevo Dios.
Lógicamente, esta nueva visión del mundo tuvo la oposición de otro paradigma científico, económico, cultural y religioso de la época, representado por el Imperio Español y el humanismo cristiano. Un paradigma que en muchas ocasiones resaltó por encima de la otra visión del mundo en liza, pero que la propaganda del sistema imperante nos impide conocer. En este sentido todos sabemos hoy en día de las trágicas vidas de personas de la talla de Galileo Galilei o de Giordano Bruno, el primero por defender la teoría acertada heliocéntrica de Copérnico (enunciada por primera vez por Aristarco de Samos) y el segundo por apoyar la teoría discutible de la existencia de extraterrestres. Pero nadie parece conocer que el propio Galileo Galilei afirmaba que los cometas eran ilusiones ópticas, o que las mareas eran producidas por el movimiento del planeta tierra y no por la fuerza gravitatoria lunar, tal y como sostenían científicos jesuitas de entonces, que junto a la Academia económica de Salamanca, el arte barroco (continuador del portentoso gótico) y la Reforma Católica (mal llamada contrarreforma por sus adversarios), representaban el otro paradigma que no logró imponerse.
A través de los siglos XVI y XVII, XVIII y XIX, lo que vendría a ser el nuevo sistema liberal y capitalista, fue desarrollándose filosóficamente, científicamente, económicamente y religiosamente bajo el régimen absolutista de la época, como veremos a continuación.
En el plano de la filosofía, el sistema se desarrolló a partir del pensamiento racionalista insular (Gran Bretaña) y continental, dos visiones del mundo opuestas pero que se complementarán definitivamente con Immanuel Kant. Aparte de las objeciones a la validez de los sentidos o los juicios a priori, la síntesis kantiana aceptará lo que apareciera con René Descartes y que el filósofo Laureano Luna ha venido a denominar el “Yo puro”. Un concepto, por otra parte, que ha dado lugar al “yoísmo”, que no viene a ser otra cosa que la moderna ideología liberal, en la que un ser abstracto y fantasmagórico persigue liberarse de todos aquellas determinaciones que no ha elegido voluntariamente.
Al analizar el desarrollo del sistema capitalista desde un punto de vista científico, la figura clave a señalar sería la de Isaac Newton y la Teoría de la Gravitación Universal, que marcaría el comienzo de la idea del maquinismo que alumbraría la máquina de vapor y las revoluciones industriales. Igual de importancia en el desarrollo del sistema tendrían las personas de Francis Bacon, en cuanto a la idea del dominio de la naturaleza por parte del hombre (como ya dijimos), James Clark Maxwel, por la unificación de los campos magnéticos y eléctricos en uno solo (que marcaría el supuesto triunfo del inductismo y la Razón), así como Jean Baptiste Lamarck, por su teoría del progresismo biológico.
En lo que respecta al campo de la psicología, dentro del sistema ideológico liberal y económicamente capitalista, se ha impuesto el cognitivismo que presupone que no existirían condicionamientos innatos, tal y como señala uno de los máximos axiomas de la ideología liberal, la teoría del buen salvaje de Jean Jacques Rosseau. En menor medida también habría tenido una especial importancia dentro del sistema, la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud. Si bien el éxito de esta teoría no se debería a su reconocimiento implícito de impulsos innatos, sino a su carácter antirrepresivo que culpabiliza a la sociedad de diferentes males que aquejan al individuo, lo que ha supuesto que esta teoría cuente con un relativo éxito entre todos aquellos colectivos que apoyan la llamada ideología de género.
En cuanto al desarrollo del capitalismo desde un prisma religioso, la Guerra de los 30 años y la Paz de Westfalia marcarían el principio del fin del dominio español en Europa y el triunfo de los principios religiosos calvinistas que despenalizarían la usura y verían como positivo el afán lucro personal (el lucro de un individuo acabaría beneficiando al conjunto de la población). Así mismo, la cosmovisión calvinista abandonaba el sentido de justicia social, ya que la riqueza o la pobreza tenían una explicación providencial que no requería de ser corregida.
Tradicionalmente, desde la propaganda del sistema actual, se ha venido sosteniendo que la reforma protestante permitió la separación de la Religión y la Ciencia, lo que justificaría las diferencias económicas y los distintos índices de desarrollo de los estados de la Europa de hoy. Una hipótesis que queda descartada teniendo en cuenta los datos empíricos que demuestran que la Santa Inquisición mató a 3000 personas en varios siglos, mientras que la Alemania protestante quemó a 50.000 “brujas” en pocos años, por no hablar que el propio Calvino asesinó a Miguel Servet por sostener que la sangre circulaba a través del cuerpo. Por lo tanto, si hoy existen tales diferencias entre el norte y el sur de Europa, más bien habría que buscar sus causas en condicionamientos más geopolíticos que religiosos. No hay más que ver como las Provincias Unidas e Inglaterra intentaban estrangular el comercio en el puerto de Amberes (que daban al Imperio Español tantas ganancias como las minas de plata de Potosí), para darse cuenta de que los factores geopolíticos y geoeconómicos primaron sobre cualquier otro.
No obstante, si hay una figura clave para el capitalismo, esa es la de su padre fundador Adam Smith, el escritor que a partir de su obra cumbre “La Riqueza de la Naciones”, marcaría el comienzo de la teoría económica capitalista y la del estudio de la economía como una ciencia autónoma de la ciencia política. Igualmente se considerarían padres fundadores del capitalismo Tomas Malthus o David Ricardo, el cual tendría gran influencia en las obras de Karl Marx.
LOS LÍMITES DEL CAPITALISMO
Los límites científicos
A finales del siglo XIX y durante el XX, la visión de la ciencia en occidente cambia al comprobarse que el Universo no es una máquina de precisión absoluta. Ello se constatará en:
Lógicamente, ante esta realidad palmaria, el sistema ha intentado explicar esta situación reinventándose a sí mismo. Para esta tarea ha contado con la inestimable ayuda del divulgador científico Stephen Hawking, quien introdujera el concepto de azar en la cosmología, evitando así dar lugar a otras formas de pensamiento alternativo. La idea no es nueva, en el siglo XIX, tras constatarse el error de las teorías evolutivas de Lamarck (algo que quedaría comprobado tras la aparición de las Leyes de Mendel), Charles Darwin introdujo los conceptos de selección natural y azar, lo que permitió reformular las teorías evolutivas, dando lugar al nacimiento del darwinismo social por parte de Herbert Spencer.
Otra estratagema utilizada por el sistema en estos tiempos modernos para reinventarse, es la de utilizar la inclusión de la estadística en el estudio científico como una muestra de “libertad ante el absoluto” o “matemáticas de la libertad”, lo que supuestamente vendría a ser una victoria de lo liberal sobre lo totalitario.
Pero pese a la aparición de charlatanes de todo tipo, cada vez se hace más complicado eludir la realidad que determina la insuficiencia del discurso racional para explicar el mundo circundante. Nadie duda de que la nueva física está aportando conocimiento positivo (pese a que nos hablen de azar y de ausencia del absoluto), lo que preocupa seriamente en el sistema es la limitación de la Razón humana para su entendimiento. Así mismo, asusta en ese mismo sistema la puesta en duda del dogma de fe del progreso, una ilusión que muchos divulgadores lo tienen como una verdad preconcebida y que, como hemos dicho, invalida la termodinámica.
En lo que respecta a la teoría del buen salvaje de Rosseau, los últimos descubrimientos antropológicos la están poniendo seriamente en duda. Una situación que debe inquietar sin duda en el sistema, pues si se concibe el humano como un ser social por naturaleza desde los albores de los tiempos, se estaría socavando el individualismo sobre el que se asienta el sistema liberal y capitalista.
Pero si hay una ciencia que pone en duda la naturaleza del sistema vigente, esa es la etología del premio Nobel Konrad Lorenz. La prueba de esta afirmación nos la da uno de sus discípulos, Eibl Eibesfeldt, que demuestra en sus estudios la ausencia de roles culturales, lo que invalida la ideología de género promulgada por el sistema como una verdad absoluta que no necesita de su demostración. En este sentido, Eibesfeldt, en una de sus obras nos da cuenta de la experimentación que llevó a cabo Spiro en un Kibutz, en el que los fundadores implementaron programas de educación colectivos e igualitarios que pretendían “emancipar a la mujer” y cambiar los roles “culturales” entre “géneros”. Los resultados mostraron que las mujeres nacidas en el Kibutz y educadas en ese peculiar sistema pedagógico, se volvían a vestir como mujeres, a casarse(antes apenas se había tolerado) y se apartaban de sus vidas profesionales para cuidar de sus hijos, una circunstancia que demostraba la existencia de patrones preculturales y no individualistas, mal que le pese al sistema.
En la actualidad, estudios similares llevados a cabo con monos Rhesus han demostrado la tesis anteriormente descrita. En un conjunto de estudios realizados entre los años 2002 y 2008, monos machos a los que se daba la opción de elegir juguetes, preferían jugar con vehículos mientras que las hembras elegían las muñecas.
Los límites ecológicos
El ideal liberal y capitalista del dominio humano sobre la naturaleza, está poniendo en peligro la supervivencia del propio hombre sobre la tierra. Los estudios presuponen que la temperatura puede subir un promedio de 3 grados Celsius para el año 2100, lo que sin ningún género de dudas producirá la desaparición de países enteros bajo las aguas, así como de la eliminación de multitud de seres vivos y ecosistemas. Sin duda todo un desastre ecológico que parece de difícil solución. Es cierto que muchas veces se alarma en exceso sobre las consecuencias del calentamiento global (algo que denota lucha por los recursos energéticos), pero no es menos cierto que resulta ingenuo el pensar que el hombre no influye en el clima y que todo es fruto de la actividad solar (que también pudiera afectar).
Por otro lado, la teoría del pico del petróleo y la teoría del decrecimiento, vienen a constatar que los recursos energéticos son finitos y que la economía es altamente dependiente de la oferta y la demanda de estos recursos. Igualmente, la teoría de Olduvai prevalece el crecimiento demográfico cualitativo al cuantitativo, lo que ataca directamente a la línea de flotación del sistema y hace que los defensores de esta teoría sean erróneamente acusados como neomalthusianos.
Entre finales del año 2015 y principios del 2016, hemos sido testigos de un brusco descenso del precio del petróleo, lo que ha llevado afirmar a ciertos gurús económicos del sistema que la teoría del pico del petróleo y el decrecimiento eran erróneas. Nada más lejos de la realidad, el hundimiento del precio del petróleo se debe a:
Límites económicos
La existencia del propio sistema capitalista, lleva aparejado la aparición de crisis periódicas de sobreproducción y de deuda, siendo la actual de carácter sistémico.
Al día de hoy encontramos varias escuelas dentro del capitalismo, las cuales tienes más o menos razón dependiendo del contexto económico del momento. La Escuela Keynesiana, por ejemplo, aboga por la emisión y puesta en circulación de dinero que tiende a reactivar el consumo interno, devaluando la moneda, lo que aumenta las exportaciones y, por lo tanto, hace crecer la producción y la creación de empleo. Esta teoría económica fue implementada con un éxito relativo tras la depresión que siguió al Crack del 29 en Estados Unidos. Hablamos de éxito relativo porque fue la II guerra mundial, y la destrucción por aquélla generada, lo que terminó definitivamente con la crisis desatada.
Frente a la teoría económica keynesiana, se encuentran los defensores de la Escuela Austriaca. Éstos abogan por la fijación del patrón oro, la libre fluctuación del mercado, así como la mínima intervención del Estado y la eliminación de los bancos centrales. Entre ellos se diferencian entre minarquistas (que creen en un Estado mínimo) y anarcocapitalistas (los que no creen en ninguna forma de Estado).
Los seguidores de la Escuela Austriaca, son partidarios de la bajada de impuestos para crear empleo e indican con acierto que las sucesivas emisiones de dinero empobrecen a la gente, pues devalúan sus ahorros y retribuciones. No obstante, los defensores de esta teoría sostienen ingenuamente que erradicarán la corrupción mediante la implementación de medidas educativas. Haciendo paralelismos con el socialismo, los austriacos vendrían a representar a los liberales utópicos que devienen en keynesianos o monetaristas una vez que aplican sus teorías en la realidad.
Por último encontramos la escuela de Chicago de Milton Friedman, que siendo contrarios al proteccionismo a diferencia de los keynesianos, son hostiles a la fijación del patrón oro y partidarios de que la FED controle la emisión de dinero. La explicación es que la FED podría haber mitigado la Gran Depresión aumentando cantidad de dinero circundante, aunque lo que realmente se esconde detrás de esta teoría es la dictadura económica que Estados Unidos impone al resto del mundo. Siendo el dólar la moneda de transacción mundial, a Estados Unidos le da igual cuanto crezca la deuda. Con aumentar la fabricación de dólares, puede obtener cualquier bien o servicio mundial.
Sea como fuere, lo que queda claro de todo esto, es que toda teoría económica acaba estando supeditada a los intereses de los estados o de grupos financieros, lo cual demuestra que la economía no es una ciencia independiente de la política.
EL TRANSHUMANISMO COMO HUIDA DEL SISTEMA HACIA DELANTE
Los límites de la Razón, el hombre social por naturaleza, la existencia de patrones preculturales, crisis de la idea del progreso indefinido, holismo, etc..…, están llevando al sistema y a sus acólitos a un camino sin salida que se complementa con la muerte del espíritu (del Yo), que en estos días no pasa de ser un conjunto de materia que ha tomado conciencia tal y como podría haber afirmado Hume. Ante esta realidad, el sistema parece abandonar poco a poco el humanismo secular y limitado, para adentrarse en un viaje sin retorno hacia el transhumanismo y la civilización Cyborg, tal y como ha sido denunciado por Alexander Dugin.
Fuente: Katehon