Autora: Stella Rimington
Categoría: Ficción Temática (Seguridad)
Barcelona: Ediciones B (2009)
375 páginas
La desmitificación de James Bond
Cuando la escritora y ex directora del Security Service británico (los servicios de seguridad interna conocidos como MI5)), Stella Rimington presentó en España su primera novela, “La invisible”, que se publicó en Londres en 2004 y en la que imagina una trama sobre posibles ataques de terroristas islámicos en su país, manifestó: “Desde el momento en que empecé a pensar en escribir una novela de espionaje, supe que mi protagonista iba a ser una mujer. En cierto modo, era una respuesta a otros libros del género donde los hombres son casi siempre los personajes principales, a los James Bond o George Smiley”.
Rimington resaltó también que se sentía “muy identificada” con la agente Liz Carlyle, una especie de alter ego de la autora, que ocupa en la ficción uno de los puestos que ella misma desempeñó en los servicios secretos británicos, donde permaneció durante casi 30 años, “ no todos como directora”.
La heroína de la saga de suspense que Stella Rimington inicia con esta primera obra de ficción, “La invisible”, cobra la forma de una joven agente de inteligencia, de edad situada en la treintena, que apenas logra conciliar su vida laboral y privada, sufriendo como cualquier londinense las incomodidades del metro cuando acude a su oficina del Millbank, a orillas del Támesis. Una criatura común, muy alejada del estereotipado James Bond, y encargada nada menos que de neutralizar una amenaza terrorista en el Reino Unido, que rompe los moldes del género.
Rimington dice de la agente Liz Carlyle, su sosias en la ficción, que la dibujó “a partir de mi propia experiencia y la de otras mujeres que trabajan en el MI-5, aunque Liz es una agente moderna, que se desenvuelve en un ambiente muy distinto al que yo encontré al ingresar en la agencia en los años sesenta, cuando las mujeres éramos consideradas de segunda clase. Aun así, todavía debe reafirmarse frente a sus colegas del sexo opuesto y la tendencia de éstos al paternalismo”. Lo cierto es que la autora favorece ese empeño atribuyendo al personaje unas cualidades profesionales rayanas en la perfección.
El título “La invisible” alude a la condición de los terroristas que constituyen la mayor pesadilla para los responsables de seguridad: ser originarios del país objetivo y poder pasar desapercibidos con plena libertad de movimientos. La trama incluye obviamente escenas de acción, pero el trabajo de la agente Carlyle para desactivar el riesgo de un atentado se apoya sobre todo en la recopilación y análisis de datos. Una labor paciente, poco atractiva y mucho menos reconocida que las hazañas de los espías identificados en el imaginario popular, pero que para la autora-espía es clave en la lucha antiterrorista.
“La invisible” es el primer thriller de una saga, todos ellos con Liz Carlyle como protagonista, escritos “para contrarrestar las acciones del agente 007”, advierte la autora. Y añade: “Carlyle es un personaje mucho más realista y las medidas y acciones que toma responden más a actos reflexivos y a su intuición que a la mera acción grandilocuente y poco creíble de Bond”.
Durante diez años, la agente Carlyle supo manejarse dentro de los servicios secretos, un mundo eminentemente masculino. Pero, atrapada en la narración de Remington, deberá encauzar una operación que pondrá a prueba toda su experiencia, su inteligencia y sus conocimientos profesionales. El análisis de la información de que dispone hace que la amenaza tome forma. Incluso parece posible que pueda conocer el punto de entrada del “invisible”. Aunque no consigue averiguar cuál será su objetivo. Cada hora que pasa es crucial para el desenlace, y la intuición de la joven Carlyle y su capacidad para ponerse en la piel de sus enemigos, son sus únicas bazas. ¿Eso será suficiente? ¿Conseguirá evitar el desastre…?
Todo ello, mostrando, además, la rivalidad existente entre el MI5 y el Secret Intelligence Service (MI6), o servicio de inteligencia exterior, al estilo clásico de lo que sucede en otros países del entorno occidental.
Si alguien puede hablar con propiedad sobre lo que hoy acontece en el mundo de los espías y sobre la verosimilitud de la agente Carlyle, es precisamente su creadora, Stella Rimington. Ella fue la primera mujer encargada de dirigir la agencia de seguridad interna británica, más conocida como MI-5, entre 1992 y 1996. También fue la primera persona al frente del MI-5 de la que el gobierno británico reveló su nombre en el momento del nombramiento, con fotografía incluida.
Una nueva política aperturista propició su designación al frente del MI-5, que por primera vez en la historia publicó un libro blanco (1993) revelando detalles sobre sus actividades, operaciones y deberes. Rimington defendía la nueva política de los servicios secretos británicos afirmando: “La era de la guerra fría obligaba al secretismo pero, tras la caída del muro de Berlín, se hizo importante explicar las nuevas amenazas que afrontaba el país, buscar un rostro público, un mejor entendimiento sobre quiénes somos y qué hacemos, para demostrar que no existe colisión entre los servicios secretos y la democracia. Ello nos ha permitido obtener mayor información del público y facilitado el reclutamiento de personal”.
El mismo revuelo generado con su designación para dirigir el MI-5, se produjo también con la publicación de sus memorias (“Open Secret”, Ed. Hutchinson, 2001) años después de abandonar el cargo. Rimington sólo obtuvo el plácet de la agencia para sacarlas a la luz una vez eliminada toda referencia a sus fuerzas de élite, las SAS. Ella misma aclaró que “no aportaba ningún dato sobre sus operaciones secretas, pero el Ejército temía que abriera la vía para que alguno de sus soldados escribiera su propio libro explicando esas tácticas”.
Aquella polémica autobiografía fue desplazada por la ficción, género que hasta la publicación de “La invisible” en España se ha concretado en cuatro libros de la serie de la agente Liz Carlyle, con la principal ambición del entretenimiento. Su protagonista irá ganado puestos en la agencia, replicando la singladura real de su creadora.
Auque el libro se publicó casi tres años antes de los atentados en el Metro de Londres, la autora no considera que su libro haya adelantado acontecimientos. En este sentido, tampoco ha dejado de ironizar: “Yo hablaba entonces de una amenaza que ya se conocía y además, no creo que diese ideas a ningún terrorista, no me los imagino leyendo mis ‘thrillers’, la verdad”.
La realidad es que, en “La invisible”, Rimington describe con inteligencia, perspicacia y minuciosidad, su antiguo ambiente de trabajo, creando una tensión narrativa creciente. El tono que utiliza en su trepidante thriller es real, con los personajes y matices adecuados, que ella conoce bien como ex espía de altos vuelos. En definitiva, nos ofrece una novela de suspense y espionaje que le abrió una ya reconocida segunda carrera como escritora. Con ella entró por derecho propio en el club de los Graham Greene y John Le Carré, entre otros, quienes en su juventud también fueron reclutados por los servicios secretos, que luego abandonaron para dedicarse, con notable éxito, a narrarnos aventuras y peripecias del mundo del espionaje.
Redacción
Perfil de la autora:
Abandonó su trabajo en los archivos nacionales del Reino Unido al final de los años sesenta para acompañar a su marido cuando fue destacado a la India en un puesto diplomático. Allí aceptó una colaboración a tiempo parcial con los servicios de inteligencia británicos, iniciando así una carrera impensable que, con el tiempo, acabaría convirtiéndola en la primera mujer puesta al frente del Security Service (MI5).
Tras más de veinte años ocupando distintos puestos en las tres ramas del MI5 (contraespionaje, contrasubversión y antiterrorismo), el gobierno presidido por el conservador John Major la designó en 1992 para dirigir dicho servicio, cargo en el que se mantuvo hasta 1996.
En los primeros meses de su nuevo cometido, Rimington orquestó una campaña de comunicación para “abrir” su departamento e incrementar su “transparencia”, que fue muy discutida. Además de ser la primera mujer puesta al frente del MI5, ella misma quiso ser también su primer mando responsable conocido públicamente: esto supuso un giro en la imagen y el protagonismo del MI5 (de eficacia no comprobada), que sin embargo produjo más de un titular periodístico inconveniente para ella y para su departamento.
Después de abandonar los servicios secretos, Rimington permaneció fiel a su “política de apertura”, publicando unas extensas memorias, quizás demasiado generosas en su franqueza (“Open Secret”, Ed. Hutchinson, 2001). De hecho, los propios servicios secretos británicos la forzaron a suprimir del texto original algunos pasajes ciertamente inoportunos protagonizados por los SAS, sus fuerzas de élite.