Los acontecimientos de los que hemos sido testigos en los últimos años han sido los síntomas de que el orden establecido tras la caída de la Unión Soviética, la globalización capitalista y los valores del cosmopolitismo pijoprogre, empezaba a resquebrajarse.
Estos últimos días nos han traído la toma de posesión de Donald Trump como 45 presidente de los EEUU. No sabemos que hará Trump en el futuro, ni si realmente podrá hacer muchas de las cosas que ha prometido, ni siquiera podemos asegurar que pueda acabar su mandato si continúa enfrentándose al Establishment oligárquico norteamericano.
Pero la histeria, rabia y odio que ha provocado en los voceros del sistema dominante… ha sido impagable. Enfrentarse a cara de perro a los predicadores de los medios de comunicación que solo obedecen a sus amos, despreciando el sentir verdadero de los pueblos, ha sido un espectáculo luminoso, una señal que nos enseña el camino a los demás. Provocar el pánico y la desazón a los burócratas de Bruselas y la OTAN, de la Merkel y de eso que todavía gobierna en Francia, es un chute de alegría para todos los que sufrimos a diario las decisiones de esa chusma. Preocupar a tanto economista liberal, siervos de “los mercados” y palanganeros de los poderes financieros de la cloaca liberal es dejar en evidencia que las contradicciones internas del sistema capitalista siguen estando presentes y lo vergonzoso que es que tenga que ser un gobernante multimillonario y nacionalista quien tenga que provocarlo. ¿Y la ira levantada en las capillas políticas pijoprogres? Sí, todas esas que estuvieron calladitas mientras Obama masacraba a siete pueblo pobres a lo largo del mundo… han roto su silencio y tocan a rebato AHORA para detener “el fascismo” en la Casa Blanca. Jocoso ¿verdad?
Todo esto nos lleva a una terrible conclusión. El crimen de Trump, como antes el de Putin o Assad, de Ahmanideyad o Gadaffi, de Chávez o Lukashenko, de Milosevic o de Correa, es que es se ha salido del carril que el poder impone a las castas políticas para oprimir a los pueblos. Salirse de la impostura global, del universalismo de los mercados, del cosmopolitismo como relato dominante, apelar a la soberanía, a la independencia, a la identidad, a la diferencia,… es inconsentible para el Establishment dominante en todo el mundo. Es que todos esos tipos son unos subversivos, unos seres peligrosos, porque son “políticamente incorrectos”.
A veces es muy difícil argumentar lo obvio. Y lo obvio es que la IDEOLOGÍA DOMINANTE ES LA IDEOLOGÍA DE LA CLASE DOMINANTE. Y todos sabemos cual es la clase dominante en la globalización capitalista.
El primer paso de los oprimidos contra esa clase dominante es destrozar, deslegitimar, reírse a mandibula abierta de esa ideología dominante, de ese discurso políticamente correcto que se expresa de forma peligrosísima en la praxis en la actuación represiva del poder, en la acción de jueces repugnantemente vendidos, en el asesinato social por parte de medios de comunicación, en el adiestramiento salvaje en las escuelas, en la endogamia universitaria, en la corrupción y nepotismo de la clase política y en la acción expoliadora de los detentadores del capital financiero.
Bajo el soft-totalistarismo de la modernidad agonizante, solo hay un único espacio de libertad: la de ser políticamente incorrecto. Es duro porque a todo lo anterior hay que sumar la acción moralizante (porque hasta la superioridad moral han comprado) de curas laicos y con sotana, de predicadores y juntaletras de los medios y hasta la del vecino que le mirará como un bicho raro o un ser despreciable. Pero no importa. La libertad es más valiosa que las excomuniones sociales. Que se vayan a tomar por c…. Seamos libres, valientes para decir lo que pensamos aunque sea criticable o equivocado. Porque lo que está en juego en estos momentos no son unas ideas progresistas o conservadoras, de derechas o de izquierdas, democráticas o autoritarias. Lo que está en juego es la propia libertad, es la soberanía de los pueblos para construir su destino, es la paz y el futuro. Lo demás ya lo discutiremos libremente.
Ahora, en los tiempos convulsos que se avecinan, solo podemos ser políticamente incorrectos. Sin miedo y decididos a desenmascarar tanta estulticia, estupidez y monserga con las que nos intoxican a diario desde los púlpitos alimentados con “diamantes de sangre”.
Ya basta de idiotizarnos (solo hay que recordar en estos días ese «calendaria» feminista de 2017 de la Universidad de Granada, en el que se altera el género de los meses del año: «Enera, febrera, marza...»). Ya está bien de encarcelar a un humorista francés porque no gusta a los poderosos lobbies sionistas y tener que soportar a un líbelo como Charlie Hebdo burlándose de los muertos y las víctimas de atentados terroristas o catástrofes naturales. Hay que pararles los pies ya. Los tiempos están cambiando y esta vez no parece que sean muy favorables a los que en su soberbia habitual habían pretendido que la Historia se había acabado, una soberbia que les impedía ver que los que están acabados son ellos.
Y alerta, camaradas… más pronto que tarde, las ratas empezarán a cambiar de bando.
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