(...) Quienes conocieron bien a José Ignacio San Martín o trabajaron a sus órdenes, siempre reconocieron su gran preparación profesional y su ejemplar ejercicio del mando. Y no deja de ser curioso el hecho de que, bajo su dirección, el SECED se conformara como un auténtico vivero de altos mandos militares, a pesar de su reducido tamaño y en modo nada comparable con lo que en ese mismo sentido han representado las instituciones homólogas que le sucedieron. De hecho, como se ha precisado ya en la introducción de este apunte biográfico, muchos de sus jóvenes oficiales, terminarían alcanzando el generalato...
Una carrera militar solvente truncada por el golpismo
JOSÉ IGNACIO SAN MARTÍN, hijo de militar, nació el 26 de junio de 1924 en San Sebastián y falleció en Madrid, en el Hospital Central de la Defensa, el 6 de junio de 2004, próximo a cumplir los 80 años de edad. Estuvo casado y fue padre de seis hijos, dos de los cuales continuaron la tradición familiar castrense.
Ingresó en la Academia General Militar en septiembre de 1942, trasladándose a continuación a la Academia de Artillería de Segovia para alcanzar el empleo de teniente del Arma en 1946, formando parte de su I Promoción de posguerra.
En 1960 se diplomó en Estado Mayor del Ejército, con el número uno de su promoción, y en Estado Mayor de la Armada, ampliando su formación profesional con la licenciatura en Ciencias Económicas. También cursó estudios complementarios en el Instituto de Ciencias Económicas de París.
En su condición de economista sindical por oposición, desempeñó, entre otros, los cargos de jefe del Departamento de Estudios del Sindicato Nacional de Frutas, director del Gabinete Técnico del Sindicato Nacional del Metal y secretario general y asesor económico del Grupo Sindical de Fabricantes de Automóviles.
Entre 1952 y 1956 San Martín estuvo destinado en París como enlace del Alto Estado Mayor con el “Service de Documentation Extérieure et de Contre-Espionnage” (SDECE). Esta experiencia, junto con su continuidad en el Alto Estado Mayor, su formación extra-militar y su prestigio como profesor de la Escuela de Estado Mayor del Ejército, le llevaron a alcanzar gran notoriedad política, cuando, a raíz de los disturbios estudiantiles franceses de mayo de 1968 y siendo comandante, fue designado para poner en marcha una unidad tentativa de inteligencia “departamental”, adscrita inicialmente al Ministerio de Educación y Ciencia y después al de Gobernación. Volcada durante un breve periodo de tiempo al ámbito estudiantil, su atención se amplió de inmediato al sector eclesiástico y a otros entornos políticos, sindicales y culturales, dando origen a un servicio de Información/Inteligencia más consistente denominado Organización Contrasubversiva Nacional (OCN).
Aquel incipiente “servicio secreto”, se terminaría convirtiendo en el Servicio Central de Documentación (SECED), constituido por el Decreto 511/1972, de 3 de marzo, con rango de Dirección General dependiente de la Presidencia del Gobierno. San Martín permanecería al frente del SECED hasta el 19 de enero de 1974, cuando tras el asesinato de Carrero Blanco, acaecido el 20 de diciembre de 1973, fue sustituido por el comandante Juan Valverde. Un poco antes, en enero de 1973, había ascendido a teniente coronel.
Tras su cese como director del SECED, y sin encontrar un destino militar a su conveniencia, San Martín fue nombrado director general de Tráfico por Manuel Fraga, cuando éste ocupó la Vicepresidencia para Interior y Gobernación del primer Gobierno preconstitucional de la monarquía, en diciembre de 1975. Un cargo de fugaz ocupación, que dejó a los pocos meses para reincorporarse definitivamente a la vida castrense.
Durante la denominada “Marcha Verde” marroquí sobre los territorios del Sahara español (noviembre de 1975) estuvo al frente del Grupo de Artillería ATP XII, trasladándose después al Estado Mayor de la antigua División de Caballería “Jarama”. En octubre de 1979 accedió a la jefatura del Estado Mayor de la División Acorazada “Brunete”, destino desde el que participó activamente en el intento golpista del 23 de febrero de 1981. Ese mismo año, el entonces coronel San Martín fue procesado por su participación directa en aquel intento de desestabilización democrática. El Tribunal del Consejo Supremo de Justicia Militar que juzgó los hechos, presidido por el teniente general Gómez de Salazar, le condenó a la pena de tres años y un día de prisión como autor de un delito consumado de conspiración para la rebelión militar, sentencia ampliada a diez años por el Tribunal Supremo el 22 de abril de 1983.
Entre las declaraciones realizadas por José Ignacio San Martín durante el juicio del 23-F (Causa 2/1981), destacan las siguientes:
San Martín quedó acogido a libertad condicional el 27 de junio de 1986, tras haber cumplido más de las tres cuartas partes de su condena de forma sucesiva en las prisiones militares de Alcalá de Henares (Madrid), el Castillo de la Palma (Ferrol) y Santa Catalina (Cádiz). Durante su encarcelamiento publicó un libro autobiográfico y escasamente revelador ya citado, "Servicio Especial", anunciando en su solapa la preparación de otra obra sobre la génesis y desarrollo del 23-F con el título tentativo "La transición inacabada", que había sido utilizado por Federico Silva Muñoz en 1980. La realidad es que ese segundo libro, titulado finalmente "Apuntes de un condenado por el 23-F" (Espasa Calpe, 2006), terminaría siendo póstumo y tan decepcionante como el primero.
Quienes conocieron bien a José Ignacio San Martín o trabajaron a sus órdenes, siempre reconocieron su gran preparación profesional y su ejemplar ejercicio del mando. Y no deja de ser curioso el hecho de que, bajo su dirección, el SECED se conformara como un auténtico vivero de altos mandos militares, a pesar de su reducido tamaño y en modo nada comparable con lo que en ese mismo sentido han representado las instituciones homólogas que le sucedieron. De hecho, como se ha precisado ya en la introducción de este apunte biográfico, muchos de sus jóvenes oficiales, terminarían alcanzando el generalato.
San Martín fue distinguido con diversas condecoraciones civiles y militares, entre las que destacan la Encomienda de la Orden de Alfonso X el Sabio, la de Cisneros, la del Yugo y las Flechas y la Gran Cruz de Isabel la Católica. También fue nombrado caballero de la Legión de Honor francesa.
Su solvente carrera militar quedó destruida, en efecto, por los deplorables acontecimientos del 23-F, a pesar de la digna posición que adoptó en el juicio correspondiente.
FJM (Actualizado 05/09/2011)
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