El general desaprovechado para liderar la transición militar
JOSÉ VEGA RODRÍGUEZ nació el 19 de diciembre de 1913 en Ceuta, en el seno de una familia con tradición militar. Su abuelo fue contralmirante de la Armada y su padre, Antonio Vega Montes de Oca, un conocido militar que participó en el levantamiento del general Sanjurjo en 1932 con la graduación de teniente coronel.
Tras la detención de su padre por aquel suceso, José Vega decidió ingresar ese mismo año en la Guardia Civil con el empleo mínimo de guardia segundo, al objeto de ayudar en la precaria economía familiar del momento. Después de prestar servicio en aquella benemérita institución durante cuatro años y de preparar su oposición con medios escasos y grandes esfuerzos, en 1936 ingresó en la Academia Militar de Infantería.
Al estallar la guerra civil, se alistó de inmediato en las tropas nacionales, participando en la contienda como alférez y teniente, destinado primero en el Regimiento de Infantería de Cádiz nº 33, hasta abril de 1937, y después en el III Tabor del Grupo de Fuerzas Indígenas de Larache nº 4.
Ya con el empleo de capitán, durante la II Guerra Mundial se desplazó al frente ruso como voluntario en la llamada “División Azul” (encuadrada en la 250 División del Ejército alemán), mandando la II Compañía del Batallón de Reserva. Durante aquella campaña, en 1948 logró el ascenso a comandante por méritos de guerra.
Diplomado de Estado Mayor del Ejército de Tierra y del Aire, ascendió a general de brigada en 1966 y a general de división en 1970. Hasta esos empleos, ocupó, entre otros destinos de importancia, el de coronel-jefe del Tercio Sahariano “Alejandro Farnesio” IV de la Legión, la jefatura de Estado Mayor de la VII Región Militar, la de Tropas de Gran Canaria (con el cargo paralelo de gobernador militar de la provincia) y la de Tenerife, así como el gobierno militar de Ifni. También ejerció la enseñanza en el Centro de Instrucción de la Guardia Civil, en la Escuela de Estado Mayor del Ejército y en la Escuela Superior del Ejército, de la que llegó a ser director.
José Vega ascendió a teniente general el 21 de febrero de 1973, empleo con el que fue nombrado presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar, ocupando dicho cargo hasta el 17 de mayo de 1974, fecha en la que fue designado director general de la Guardia Civil. En esa responsabilidad se mantuvo hasta el 10 de octubre de 1975, dándose la circunstancia excepcional de que, habiendo ingresado en el Cuerpo en 1932 como guardia de menor rango, 42 años después alcanzaba su cúpula de mando.
El 11 de octubre de 1975 fue puesto al frente de la VII Región Militar con sede en Valladolid, siendo designado a continuación capitán general de la I Región Militar (Madrid). Ocupando ese destino, el Consejo de Ministros celebrado el 13 de enero de 1977 le nombró jefe del primer Estado Mayor del Ejército (JEME) que se integraría dentro de la nueva estructura militar de la Junta de Jefes de Estado Mayor (JUJEM), creada a tenor del Real Decreto-Ley 11/1977, de 8 de febrero.
Tras mantener fuertes desavenencias con Gutiérrez Mellado, en aquel momento Vicepresidente Primero del Gobierno y Ministro de Defensa, el teniente general Vega Rodríguez presentó su dimisión como JEME el 17 de mayo de 1978, marcando distancias con la política gubernamental de nombramientos militares, en efecto poco respetuosa con las trayectorias profesionales de los miembros del generalato, y también con el recorte de las funciones de la JUJEM afloradas con el Real Decreto 836/1978 de Presidencia del Gobierno, de 27 de marzo, que desarrollaba el Real Decreto-Ley 11/1977 creador de aquel organismo.
En su origen, la JUJEM, integrada por los jefes de Estado Mayor de los tres Ejércitos, dependía políticamente del presidente del Gobierno y gozaba de autonomía a la hora de instrumentar las directrices que recibiese de política militar. Pero el posterior Decreto de Presidencia inspirado por Gutiérrez Mellado vino a matizar la situación, estableciendo que “las funciones de relación y dependencia que respecto a la Junta de Jefes de Estado Mayor confiere al presidente del Gobierno el real decreto-ley citado [el de creación de la JUJEM] y demás normas legales vigentes, se ejercitarán por delegación por el ministro de Defensa, salvo las que el presidente del Gobierno expresamente se reserve”.
La disposición en cuestión establecía también que “la Junta de Jefes de Estado Mayor, con sus organismos auxiliares de mando y trabajo se adscribirá, a efectos administrativos, al Ministerio de Defensa”. Además incluía una disposición final que atribuía al propio ministro de Defensa la facultad de su desarrollo.
Vega Rodríguez entendió entonces que el Ministerio de Defensa condicionaba en exceso las funciones de la JUJEM y de los jefes de Estado Mayor situados en la cúpula del mando militar en cada uno de los tres Ejércitos, limitando su autonomía de forma inadmisible, incluido el capítulo de nombramientos profesionales por debajo de su línea de mando. La realidad es que, en ese aspecto, Gutiérrez Mellado no estuvo acertado en la forma de distinguir entre el mando político-administrativo de las Fuerzas Armadas, sin duda encarnado por el ministro de Defensa, y el mando militar de la JUJEM, posibilitando de hecho todo el abuso de injerencias que en ese estricto ámbito iría aflorando más tarde de forma creciente.
A pesar de aquellas discrepancias, que fueron precedidas de algunas otras dentro de lo que el teniente general Vega Rodríguez entendía como “exceso de la sumisión militar”, el Gobierno le nombró presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar, cargo que ya había ostentado entre 1973 y 1974, antes de ser designado director general de la Guardia Civil. En su toma de posesión, el 18 de septiembre de 1978, el propio Gutiérrez Mellado le impuso el collar que le distinguía como cabeza visible del alto organismo.
El 19 de diciembre de 1979, al cumplir la edad de 66 años, pasó de forma reglamentaria al entonces denominado Grupo “B”, cesando en esa fecha como presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar y siendo nombrado entonces vocal del Consejo Superior del Ejército. Finalmente, concluyó su carrera militar pasando a la situación de reserva el 19 de diciembre de 1983.
Fallecido en Madrid el 30 de mayo de 1992, el teniente general Vega Rodríguez, gran soldado, hombre profundamente militar y de austeridad extraordinaria, y con un arraigado sentido de la democracia, quizás hubiera sido, antes que Gutiérrez Mellado, el perfecto líder de la Transición en el ámbito militar, y mucho más cerca que él de la emblemática figura del general Manuel Cassola. Dos anécdotas serían bien significativas al respecto.
La primera se produjo en enero de 1977 durante la celebración de la Pascua Militar. En su discurso como capitán general de la I Región Militar, pocos días antes de ser nombrado JEME, citó con gran objetividad y sin el menor complejo a los generales de las fuerzas republicanas Enrique Líster y Juan Modesto Guilloto (conocido por Juan Modesto), lo que, como es de suponer, incomodó a sus compañeros más reaccionarios.
La segunda tuvo lugar el año siguiente, cuando, siendo todavía JEME, conoció el borrador del texto de las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas preparado por la Comisión encargada de su redacción, que presidía el general Martínez de Galinsoga, y que terminarían siendo sancionadas de forma apresurada como Ley 85/1978, de 28 de diciembre, con contenidos claramente inconstitucionales. En aquella presentación, celebrada en sesión plenaria de la citada comisión el 3 de mayo de 1978, los presentes se quedaron estupefactos cuando el máximo mando directo de todos ellos, el teniente general que había combatido de forma heroica en dos cruentas guerras, preguntó, en concordancia con su personal talante liberal, si en su trabajo se había teniendo en cuenta o no la Declaración Universal de Derechos Humanos al limitar el ejercicio de los derechos y deberes de los militares…
Ya con motivo de la muerte de Franco, al serle solicitada opinión pública sobre su figura, declararía de forma concisa y ponderada: “Destacaría del Generalísimo su austeridad, su sencillez y su elevadísima moral; siempre sentí hacia él verdadero respeto y admiración. A nivel personal, al igual que políticamente, creo que tuvo sus errores y sus aciertos”.
Como antiguo JEME, el 21 de mayo de 1999 fue ascendido al empleo de general de Ejército con carácter honorífico y a título póstumo, de acuerdo con lo establecido en la Ley 17/1999, de régimen del personal de las Fuerzas Armadas.
Casado con María de los Ángeles Guillén, fue padre de dos hijos y una hija. Uno de sus hijos falleció en un accidente de tráfico, tragedia que le fue de difícil superación, y el otro siguió la tradición militar de la familia en el Arma de Infantería.
FJM (Actualizado 05/09/2011)