El viernes fue un día trascendental en el “proceso soberanista”: los últimos mohicanos de la “república catalana” habían organizado “columnas”, hablaban de “batalla” y de “lucha” querían convertir a Cataluña en “ingobernable” y el hashtag que lanzaron fue #TombemElRègimen; en su delirio ultrancista declararon la “huelga general”.
Una semana antes, nosotros mismos, en este blog calificamos todas estas actitudes de sectarias y numantinas, propias de un radicalismo infantil. Todo venía a cuento de que, en una de las estupideces a las que tan habituado nos tiene el okupa de la Moncloa, el copión de tesis doctorales, celebró el Consejo de Ministros en la Lonja de Barcelona y se sacó la foto con el troglodita que dirige la Generalitat, ni él mismo sabe para qué. Lo que ocurrió vale la pena meditarlo porque indica, una vez más, que no hay nadie en el timón y que el “barco”, esto es el Estado, está dirigido por grumetes obtusos como el del chiste aquel: “Capitán viene un barco por la derecha”. Y el capitán: “¡Se dice por babor!”. “Por babor capitán, viene un barco por la derecha”… grumetes que, en definitiva, ni siquiera han aprendido lo esencial para la navegación. Imposible tomarse en serio lo ocurrido en Barcelona.
¿Qué esperaba el okupa de la Moncloa viniendo a Barcelona? El consejo de ministros aprobó dos tipos de medidas:
Pero la actitud de la Generalitat ante todo esto ha sido igualmente grotesca. Se preguntaba la portavoz del gobierno autonómico “¿Qué hay del “eje mediterráneo”, o del traspaso de aeropuertos y ferrocarriles? ¿y de inversiones en infraestructuras?” ¡En plena crisis independentista no cerrada, Kim-il-Torra aspira a que el gobierno del Estado invierta en infraestructuras estratégicas como “el eje mediterráneo”! como si aquí no pasara nada y como si fuera una obligación recompensar actos de rebeldía.
Sánchez ha dado unos pocos milloncejos que servirán a la Generalitat para pagar unos meses los sueldos de los funcionarios, cubrir el déficit de los medios de comunicación que siguen manteniendo viva la llama del independentismo, repartir subvenciones entre los amiguetes y poco más. El comunicado final de la “cumbre de los lerdos” ha sido significativo: la palabra “constitución” se sustituía por “seguridad jurídica”, se habla de “diálogo” pero no se indican ni los límites, ni los temas de diálogo y todo se pospone para después de navidades…
Lo realmente terrible en este momento, es que ni Kim-il-Torra, ni el okupa de la Moncloa, tienen “hoja de ruta” ni para nada. Cada uno teme que moverse de sus posiciones erosione definitivamente su opción electoral. Pero que vayan con cuidado: el socialismo ha desaparecido en Italia, remite en Alemania, apenas tiene poder en ningún país europeo, en Francia no sabe-no contesta, y en España está dando muestras de senectud desde el final del felipismo. Que vaya con cuidado Sánchez porque, de momento él ha sido responsable de la pérdida de Andalucía y ni siquiera ha averiguado los motivos. A la vuelta de un lustro puede encontrarse con que ese amasijo de tendencias, cada vez más inconexas y de tensiones internas por cuestiones autonómicas se le deshace entre las manos y la sigla centenaria entra en el basurero de la historia. Y en cuanto al independentismo, antes o después, su electorado empezará a pensar que alguien les ha estafado (de hecho, muchos ya lo están pensando).
En cuanto a las CUP-CDR, al menos han tenido el valor de reconocer que la “movilización” de ayer fue un fiasco. ¿Y Puigdemont? sigue en Waterloo y le va a resultar muy difícil volver, porque la acusación que pesa contra él, desde anteayer de haber “desviado” 9.000.000 de euros para el 1-O, va a tener pesadas implicaciones personales. La devolución de la cantidad desviada, multa multimillonaria y demás…
Por la mañana, no más de 1.000 -algunos rebajan la cifra a 500- miembros de las “columnas” del CDR-CUP fueron caneados, arriba y abajo, por los Mossos. La frase que le dijo uno de ellos al tontorrón que tenía delante y que le instigaba a que defendiera la “república” pasará a la antología del “procés”: “La república catalana no existe, idiota”. Imposible ser más claro. Luego, por la tarde, vino la actual manifestación independentista: de compromiso, 40.000 personas según la Guardia Urbana. ¿Oradores? Sigue la broma: Marta Torrecillas… ¿quién es? Una que denunció “tocamientos” de la policía nacional. En fin… Y al frente de la manifestación, la pancarta de la ANC: “Tombem el régim”, belicosa, pero, detrás, las letras de “Freedom” y “Peace” tranquilizaban a la audiencia mundial.
No se ha producido el muerto que muchos temíamos. Así que hay que felicitarse de que todo haya quedado como el encuentro de un par de nulidades políticas, la CUP haya entendido que su fracaso cierra una etapa y sea evidente que el movimiento independentista remite (¡y de qué manera!). Lo peor no es que un proyecto político fracase: lo peor es haber partido sin meditar suficientemente si era o no viable y, mucho peor todavía, que, a estas alturas, no reconozca que ha fracasado, sino que opte por la larga agonía. Y aquí hay dos agonías superpuestas: la del proyecto independentista y la del socialismo español.
¿Próxima etapa? Los juicios contra los independentistas presos… Si Michel Ende hubiera escrito ahora La Historia Interminable, la habría situado en la Cataluña del “procés”.
Ernest Milá