El 17 de octubre de 1945 fue el lanzamiento al poder de Juan Domingo Perón, tres veces presidente, cuyos principios devinieron en un movimiento que lo trascendió luego de su muerte en 1974. Sputnik habló de su legado con el secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur de Argentina, Daniel Filmus, y con el senador oficialista Jorge Taiana.
Francisco Lucotti
Francisco Lucotti
El 17 de octubre de 1945 fue el lanzamiento al poder de Juan Domingo Perón, tres veces presidente, cuyos principios devinieron en un movimiento que lo trascendió luego de su muerte en 1974. Sputnik habló de su legado con el secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur de Argentina, Daniel Filmus, y con el senador oficialista Jorge Taiana.
Para el peronismo, el Día de la Lealtad, celebrado cada 17 de octubre, no solo es una fecha para recordar aquella mitológica movilización obrera de 1945 que catapultó como dirigente político a su fundador, el expresidente Juan Domingo Perón (1946-1955 / 1973-1974), sino también una oportunidad para demostrar la unidad entre sus simpatizantes, a pesar de las diferencias, y la vigencia de su legado, en la militancia política y su representación pública.
"Representa muchas cosas esta fecha, en lo personal porque he vivido muchos 17 de octubre en diversas circunstancias. Quisiera recordar las palabras de Perón, quien dijo que interpretaba ese encuentro y movilización como el renacimiento de la conciencia de los trabajadores sobre sus derechos, su aspiración a la justicia social, a la soberanía política y la independencia económica, y ese es el significado profundo", dijo a Sputnik Jorge Taiana, senador y excanciller (2005-2010).
El peronismo está lejos de ser un ente monolítico, se trata de una fuerza donde coexisten disidencias, muchas veces enfrentadas, contradictorias, y eso tiene que ver con su historia, que está intrínsecamente ligada a la del país. Perón fue militar de carrera, nacionalista y católico, que llegó a la Presidencia gracias al apoyo popular de la clase trabajadora y enfrentado con los intereses de los estratos sociales altos y medios.
"La lealtad tiene un ida y vuelta, hay que separar la idea de lealtad de la de obsecuencia. Lealtad significa responder a los reclamos y, a partir de esas demandas y conquista de derechos, ofrecer participación política a actores que estaban marginados", dijo a Sputnik Daniel Filmus, secretario de Malvinas, excongresista y exministro de Educación.
El movimiento, también conocido como justicialismo, ha tenido una amplitud ideológica extraordinaria en estos 75 años, con momentos de violentas tensiones internas tan grandes como las contiendas con sus opositores, y con períodos en los que pareció perder su esencia durante el apogeo del neoliberalismo en la década de 1990.
Su actualidad y omnipresencia en el escenario político argentino solo se puede explicar por la capacidad de adaptación y pragmatismo de sus referentes y, principalmente, por la fortaleza de los ideales sobre los que se fundamenta: la redistribución de la riqueza, la ampliación de derechos, la defensa del mercado interno y la resistencia a las presiones de grupos de poder hegemónicos, incluidas las grandes potencias extranjeras y las corporaciones multinacionales.
El gen peronista
"El peronismo sigue con la misma vigencia que en 1945, con formas nuevas y adaptándose a la situación global y de Argentina pero enarbolando las mismas banderas, que por supuesto tienen contenidos muy diferentes a los que tenían en aquel momento, pero el pueblo no lo olvida", comentó Filmus.
Durante sus primeros dos mandatos, Perón propuso las máximas de justicia social, independencia económica y soberanía política, que definieron políticas de un Estado de bienestar, el desarrollo de la industrial local y el proteccionismo, consecuente con una impronta nacionalista. La figura de la primera dama, Evita, corporizó la lucha de los sectores vulnerables hasta su muerte en 1952.
Después del derrocamiento de Perón en 1955, a cargo de la oposición conservadora militar y la oligarquía terrateniente e industrial, el peronismo y sus símbolos fueron prohibidos y sus simpatizantes perseguidos, algunos fusilados en la clandestinidad, como narró el periodista Rodolfo Walsh en la obra cumbre de la literatura de no ficción Operación Masacre. El ensañamiento del antiperonismo se manifestó en su forma más grotesca en el secuestro y desaparición del cadáver de Evita.
La llamada Resistencia Peronista realizó actos de sabotaje en fábricas que originaron los primeros esbozos de lo que durante la década del 1970 se manifestó abiertamente como las corrientes de izquierda revolucionaria, principalmente en la agrupación guerrillera Montoneros.
Durante los 18 años de exilio de Perón en España, entre 1955 y 1973, hubo en Argentina intentos de restitución democrática fallidos, presidencias que no llegaron a término, con las que el peronismo articuló subrepticiamente, seguidos de golpes de Estado que instauraron regímenes militares de facto, en los que la persecución política a la oposición y toda organización de trabajadores generó un clima de violencia contenida.
Mientras que el propio Perón, el empresariado afín y los sectores del sindicalismo burocrático representaban el ala conservadora dentro del peronismo, que rechazaba toda vinculación del movimiento con el marxismo, las nuevas generaciones de jóvenes de clase media, inspirados en la Revolución Cubana (1953-1959) y el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo y los llamados "curas villeros", comprendieron las corrientes de izquierda radical.
El regreso de la democracia y la vuelta de Perón al país, en 1973, desnudaron la virulencia entre las facciones. El 20 de junio de ese año, una violenta disputa de poder en el acto de bienvenida al expresidente, conocida como la Masacre de Ezeiza, en la que murieron 13 personas y hubo 300 heridos, significó la ruptura entre el peronismo de derecha y las juventudes de izquierda, que perdieron el respaldo del líder y regresaron a la clandestinidad.
Perón murió el 1 de julio de 1974, meses después de haber sido electo presidente en un tercer mandato, y fue reemplazado por su viuda y vicepresidenta, María Estela Martínez, conocida como Isabel Perón, aunque el comando del Gobierno quedó a cargo del expolicía José López Rega, mano derecha del general y ministro de Bienestar Social.
Peronismo(s) pos-Perón
La inestabilidad política abrió una época de represión ilegal y desaparición forzada de personas a cargo de la Triple A, la Alianza Anticomunista Argentina, un grupo parapolicial creado por la cúpula de poder para exterminar lo que denominaban la "infiltración marxista".
Nuevamente, el antiperonismo y la oligarquía eligieron el camino de la irrupción antidemocrática cuando en 1976 un nuevo golpe de Estado tomó las riendas del poder político y se instauró la última dictadura cívico-militar. El terrorismo de Estado sistemático produjo 30.000 desaparecidos, el secuestro de niños y la violación absoluta de los derechos humanos.
Con el retorno de la democracia, en 1983, el peronismo perdió sorpresivamente las elecciones presidenciales pero demostró su dominio político en la mayor parte de las provincias, algo que no ha cambiado desde entonces.
El movimiento regresó al Poder Ejecutivo con la llegada a la presidencia de Carlos Menem (1989-1990), quien instauró en el país un modelo económico neoliberal, promotor del libre mercado y la inversión extranjera directa, así como la reducción del Estado a través de la privatización de empresas públicas y la desregulación de la competencia.
El peronismo volvió al Gobierno después de 13 años en un contexto externo de finalización de la Guerra Fría y caída del muro de Berlín, y de una crisis económica interna extrema, revueltas sociales e inestabilidad política como consecuencia de un proceso descontrolado de aumento de precios conocido como hiperinflación, que llegó casi al 80%.
Durante la década menemista, la fuerza logró mostrarse superficialmente como bloque, sin ostentar las contradicciones de los 70, aunque sectores del sindicalismo y organizaciones sociales y de derechos humanos demostraron su rechazo al modelo.
Tras 10 años de un Gobierno que triplicó la deuda externa, implantó la bomba de tiempo fiscal que fue la equiparación del peso al dólar y descapitalizó el Estado con la pérdida de sus activos y el despilfarro por corrupción, el justicialismo perdió las elecciones en 1999.
Pero regresará al poder bajo la tutela de Eduardo Duhalde, quien ejerció como presidente interino entre enero de 2002 y mayo de 2003, luego de la acefalía que provocará la crisis de 2001. En 2003 asumió el también peronista Néstor Kirchner (2003-2007), quien dio un giro ideológico de 180 grados.
El kirchnerismo, que continuó con las presidencias de Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015), reinstaló el discurso estatista y redistribucionista traicionado durante los 90, conducido por aquellos jóvenes peronistas del 70 y nuevas generaciones de militantes.
"En cada elección, los candidatos peronistas cuando se manifiestan unidos siempre ganan y cuando no, también. La mayoría del pueblo sigue pensando que aquellas ideas que Perón y Evita llevaron adelante, y que después Néstor y Cristina pusieron en la práctica son las que nos pueden permitir una sociedad más justa y un país más soberano e independiente", concluyó Filmus.
Sin perder protagonismo, el movimiento volvió a fragmentarse entre las corrientes conservadora y progresista, que fue una de las razones del triunfo electoral de la alianza antiperonista Cambiemos, que llevó al poder a Mauricio Macri (2015-2019).
Hoy, el peronismo, este movimiento popular creado desde sus orígenes como plataforma política de bases nacionalistas y laboristas, de reivindicación obrera y sindical, está encarnado en su signo mayoritario en Argentina en el Frente de Todos, coalición gobernante desde diciembre de 2019, que incluye principalmente a las corrientes progresistas y de centro-izquierda, aunque aliado a los peronismos provinciales, de orientación más conservadora.
"El sentimiento sigue vigente con más fuerza que nunca porque todos sabemos que estamos atravesando un momento difícil y tenemos que defender los derechos y reconquistar una justicia social y un bienestar económico que hoy no está al alcance de muchísimos argentinos", cerró Taiana.
Día de la Lealtad: la fecha que marcó un antes y un después en la política argentina
Lucía Barrios
El 17 de octubre no es un día como cualquier otro para Argentina. Hace 75 años, la política de ese país sufrió un revés muy grande: a partir de una histórica movilización obrera que pedía la liberación de Juan Domingo Perón (1946-1955), nació el movimiento político más importante, que genera las pasiones y rechazos más grandes: el peronismo.
Definido por algunos como la representación de la justicia social y por otros como el representante del fascismo en Argentina, a partir del 17 de octubre de 1945 el peronismo asumió el protagonismo de la política del país hasta hoy: el actual presidente, Alberto Fernández, no duda en catalogarse como peronista.
Desde aquel entonces han circulado muchas versiones de ese amplio movimiento político argentino, que ha sabido sobrevivir al paso del tiempo.
"El 17 de octubre es el día fundacional del peronismo, donde una gigantesca manifestación popular da el apoyo a Perón para lograr su liberación. Es un momento de quiebre en la historia de nuestro país, en la que nace el movimiento político más importante", dijo a Sputnik el historiador y docente de la estatal Universidad Nacional de San Martín, Juan Francisco Martínez.
Por su parte, la historiadora y profesora de la Universidad de Buenos Aires, Julia Rosemberg, dijo a Sputnik profundo que se entramó entre Perón y el pueblo", agregó.
Antes del 17 de octubre de 1945, Perón ejercía, desde 1943, como secretario de Trabajo y Previsión hasta que fue preso, lo que motivó el enojo de las masas.
"Ese día los trabajadores salieron a las calles, tomaron la Plaza de Mayo, en una gigantesca movilización nunca antes vista en el país, y lograron la liberación de Perón y la convocatoria a elecciones. Desde ese momento Perón se convierte en la figura central de la política argentina, llegando a la presidencia", dijo Martínez.
¿Qué es el peronismo?
Ambos historiadores dicen que esta es una pregunta "muy difícil" de contestar. Martínez señaló que históricamente hubo una "incomprensión muy grande" de lo que fue el peronismo. Explicó que, desde los inicios, sectores de derecha y de izquierda lo vieron como una versión local del fascismo.
"Este es un mito que sigue muy presente en sectores del antiperonismo. Por tanto, es muy difícil definirlo, hay una interpretación muy negativa, que todavía está presente", agregó.
Sin embargo, el historiador lo definió como un "movimiento amplio, multisectorial y policlasista". Durante la época de Perón se buscó un desarrollo nacional, autónomo, industrial, con una perspectiva de integración regional latinoamericana, afirmó.
"Hay tres banderas centrales del peronismo: la idea de independencia económica, la justicia social y la soberanía política. Impulsó una gran transformación social, una gigantesca ampliación de derechos. Significó una gran reforma social y económica. También tuvo un elemento importante en términos de ampliación de soberanía frente a las potencias extranjeras como son Inglaterra y EEUU", explicó.
Por su parte, Rosemberg consideró que es un movimiento político que congrega a las masas y que ha sentado las bases para un modelo de país que hace 75 años está en pugna con otro pensamiento "más liberal y conservador" dentro de la sociedad argentina.
Presente
Por otro lado, Rosemberg afirmó que el peronismo sigue estando tan presente, que el actual Gobierno está basado en ese movimiento. Incluso señaló que los gobiernos de Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015) también lo reflejaron.
"El gobierno de Mauricio Macri (2015-2019) representaba el otro modelo de país, asociado a una política conservadora, al modelo neoliberal. El kirchnerismo y el Gobierno de Alberto Fernández disputan ese modelo de producción. No creo que el kirchnerismo haya opacado al peronismo; al contrario, lo ha reactualizado. El kirchnerismo es la forma que el peronismo encontró de tener lugar en el siglo XXI", reflexionó.
En la misma sintonía, Martínez señaló que con el ascenso de Néstor Kirchner al poder se "recuperó el peronismo", ya que muchos jóvenes volvieron a identificarse con ese movimiento político después de un proceso, iniciado en los años 90, en el que la sociedad argentina tenía un "gran desinterés por la política".
Consultado sobre si Alberto Fernández es peronista, consideró que sí lo es, pero señaló que al ser presidente de una gran coalición, como es el Frente de Todos, está expuesto a "grandes tensiones".
"Dentro de la coalición de Gobierno hay muchas tensiones. Alberto Fernández podría ser considerado como peronista, pero está al frente de una gran coalición que lo lleva a tener políticas ambivalentes", reflexionó.