Existen cuatro muros construidos por cuatro presidentes de EEUU —dos demócratas y dos republicanos— con México. De los 1.488 km edificados hasta hoy en la frontera común de 3.200 km, tres muros comportan significados geopolíticos diferentes. El cuarto, el 'de la secesión' de Trump en Texas con el río Bravo, enmarca su virtual separación de EEUU.
Alfredo Jalife-Rahme
Alfredo Jalife-Rahme
Existen cuatro muros construidos por cuatro presidentes de EEUU —dos demócratas y dos republicanos— con México. De los 1.488 km edificados hasta hoy en la frontera común de 3.200 km, tres muros comportan significados geopolíticos diferentes. El cuarto, el 'de la secesión' de Trump en Texas con el río Bravo, enmarca su virtual separación de EEUU.
A los pocos días de que asumiera su cargo, Joe Biden anunció que detendría la construcción del muro sin llegar a prometer que no proseguirá la misma tónica que sus cuatro antecesores ni que demolerá los 1.488 km edificados diacrónicamente por Bill Clinton, George Bush, Barack Obama y Donald Trump.
El muro ignominioso de EEUU fue iniciado por Bill Clinton en 1994. De los cuatro muros iniciados hace 27 años, sus significados geopolíticos reflejan los momentos bélicos de EEUU en el planeta y se adaptan al exponencial crecimiento geodemográfico de los mexicanos, que no latinos, quienes son segregados obscenamente por la Oficina del Censo de EEUU. Ello sin contar la complicidad entreguista y supina de cuatro presidentes neoliberales mexicanos: dos del PRI, Zedillo y Peña, y dos del PAN, Fox y Calderón. Aceptaron sin chistar las discriminativas edificaciones.
Hace 27 años, el demócrata Clinton, impuesto por la banca de Wall Street para impulsar la hoy fallida globalización financiera, inauguró los 100 km del muro.
El republicano George Bush erigió 781 km, que desglosaré más abajo, y luego Obama —galardonado con un espurio Premio Nobel de la Paz por sus múltiples guerras en el Oriente Medio y que hoy opera su tercer mandato tras el trono de Biden—, construyó 222 km, mientras instigaba el contrabando masivo de armas que abastecen a los cárteles mexicanos de la droga con el operativo Rápido y Furioso bajo la complicidad del panista Calderón.
Los cuatro presidentes neoliberales mexicanos —que llegaron al poder en circunstancias aberrantes: asesinatos, fraudes, reformas a la constitución...— son reflejo de la voluntad o permisividad de los presidentes estadounidenses.
En particular, el panista Fox —que sufrió un tremendo fracaso con el Plan Puebla Panamá— contribuyó al desastre de la reforma migratoria debido al boicot de su polémico e infatuado canciller Castañeda Gutman, instrumento de George Soros en México, con su alucinante Enchilada completa.
A unos días de abandonar el poder, y en medio de un tsunami de líos exageradamente politizados —desde la derrota de dos escaños senatoriales republicanos en Georgia, que le dio el control del Senado a los demócratas, pasando por la grotesca toma del Capitolio, hasta el fallido segundo impeachment—, Trump fue a visitar lo que yo denomino su muro de la secesión construido en la transfrontera de Texas con México.
De la frontera total de EEUU con México, solamente el río Bravo —denominado río Grande por los geógrafos irredentistas de EEUU— representa 2.092 km, es decir, el 65,4% del total, quedando 1.126 km meramente terrestres, es decir, el 34,6%.
Se deduce que la transfrontera de EEUU con México es primordialmente fluvial, lo cual se acentúa en forma dramática con la frontera fluvial del Bravo.
Su caudal marca la frontera natural del Estado de Texas, que colinda con cuatro estados transfronterizos de México: Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas.
El estado petrolero de Texas —que colisiona con el estado verde de California— representa el segundo PIB de EEUU. Si fuera un país, sería la décima potencia mundial, y California sería la quinta.
Texas es el segundo estado de EEUU más extenso después de Alaska y el más poblado después de California: mide 695.662 kilómetros cuadrados. Así que es un poco menor que Marruecos y ligeramente mayor que Afganistán.
A mi juicio, la población mexicana está subrepresentada demográfica y políticamente en Texas, donde sería ya su mayoría etnodemográfica.
Según el Departamento de Transporte de Texas, el estado de la estrella solitaria (lone star en inglés) ostenta una frontera compartida con México de 2.018 km —con 28 puentes internacionales—, y donde el saliente presidente Trump erigió su muro de la secesión de 386 km.
Se pudiera incluso aseverar que la principal frontera de México es más con Texas (2.018 km) que con el resto de EEUU: es decir, Texas ostenta el 63% del total transfronterizo con México.
Es evidente que la interconectividad geoeconómica de Texas con México tuvo un efecto multiplicador con el anterior TLCAN y con el reciente T-MEC, sin contar la vigilancia del importante puesto militar de Fort Worth.
Curiosamente, Bush, en medio de sus guerras permanentes bajo la cobertura del montaje hollywoodense del 11-S —que prohijaron la tiránica Acta Patriótica y su fantasmagórica Seguridad del Hogar—, edificó un muro de 781 km en la frontera con México. No solamente el doble del muro de la secesión de Trump, ¡sino también el 52,5% del total acumulado con los otros tres muros!
?Destaca que el expresidente Bush tenga su residencia en Texas, en Prairie Chapel Ranch (Crawford), mientras Trump vive en su club privado de Mar-a-Lago, en Florida.
Resalta también que George Bush, hijo mayor del exgobernador de Florida, Jeb, y la mexicana Columba Garnica Gallo, sea el Comisionado de la Oficina General Catastral de Texas.
Si los muros debieran llevar nombres —en similitud al muro de Adriano del 128 a.C. en Bretaña, que marcaba el limes del Imperio romano—, los 4 muros integrales e integrados de EEUU con México deberían conocerse como el muro de George Bush, que representa la mitad del muro acumulado de 1.488 km y el doble del muro de la secesión de Trump.
El magnate construyó 386 km, es decir, 25,9% del total en Texas: hoy feudo republicano, donde descolgó 38 votos del Colegio Electoral y la mayoría del voto mexicano, que no latino.
El legislador texano Kyle Biedermann entabló el 8 de diciembre de 2020 una moción que permitiría a los texanos votar en un referéndum el retorno a su estatuto como país independiente, ya que el "Gobierno federal está fuera de control y no representa los valores de los texanos".
Ahora, el 28 de enero, el mismo legislador Kyle Biedermann introdujo la Enmienda Camaral 1359 para separar a Texas de la federación: el Acta de Referéndum para la Independencia de Texas que sería votada en el mes de noviembre de 2021, un año después de las polémicas elecciones de hace casi tres meses.
El acta contempla la creación del Comité de Independencia de Texas, conformado por el vicegobernador, el líder de la Cámara Legislativa del estado y otros legisladores estatales con la tarea de formular una estrategia formal para la independencia en 2026.
?Si la enmienda de marras es aprobada, los texanos tendrán el derecho de aprobar o rechazar la independencia de Texas, el famoso Texit, en la elección general del 2 de noviembre de este año, según The Texan.
¿La geodemografía es el destino?
No faltan los pletóricos partidarios de Trump en Texas, quienes aduzcan que el Texit y los nacionalistas texanos se inspiran en el Brexit.
Jared Kushner, yerno talmúdico de Trump, tenía pactado construir un "quinto muro" con el malhadado y vilipendiado canciller mexicano Videgaray —quien regaló el petróleo de México a Obama— en Tapachula (Chiapas), frontera con Guatemala, para detener el masivo flujo migratorio proveniente de Centroamérica y que es patrocinado por el megaespeculador globalista George Soros en su ubicua guerra sin cuartel contra el secesionista Trump.