Hace una década, el 31 de marzo de 2011, la vida de millones de libios cambió para siempre. Aquel día una coalición de países occidentales empezó a bombardear el territorio libio, lo que aceleró la derrota de las fuerzas leales a Muamar Gadafi en la guerra civil. Sin embargo, la alianza dejó al país en la debacle total.
Denis Lukyanov
Denis Lukyanov
Hace una década, el 31 de marzo de 2011, la vida de millones de libios cambió para siempre. Aquel día una coalición de países occidentales empezó a bombardear el territorio libio, lo que aceleró la derrota de las fuerzas leales a Muamar Gadafi en la guerra civil. Sin embargo, la alianza dejó al país en la debacle total.
La Libia de Muamar Gadafi fue un Estado próspero con altos niveles de educación, igualdad económica y uno de los mejores sistemas sanitarios en toda África. Los habitantes del país gozaban de tranquilidad y estabilidad, pero la tormenta geopolítica en el mundo árabe trajo consigo cambios inesperados a la yamahiriya —el nombre oficial de la forma del Estado en Libia durante el gobierno de Gadafi—.
En febrero de 2011 en diferentes partes de Libia tuvieron lugar manifestaciones de protesta inspiradas por la primavera árabe. Al principio, las protestas se limitaron a la ciudad de Bengazi, pero en cuestión de días se propagaron por todo el país.
Se considera que el detonante de las protestas en Libia fue la detención de un jurista, pero algunos expertos no están de acuerdo con esta versión.
Hoy muchos analistas consideran que la causa real detrás la revolución en Libia fue el conflicto entre diferentes tribus. Gadafi provenía de una tribu de la región libia de Tripolitania y permaneció en el poder durante más de 40 años, lo que no era del agrado de los miembros de otras facciones tribales. Por eso cuando surgió la oportunidad de derrocarlo, sus enemigos aprovecharon el momento.
Cuando las fuerzas leales a Gadafi usaron armas de fuego contra las manifestantes, las protestas se convirtieron en combates urbanos. Los opositores trataron de establecer el control sobre la capital, Trípoli, pero el Ejército gubernamental repelió el ataque con tanques y artillería. Para el 18 de marzo de 2011 las fuerzas de Gadafi ya estaban a punto de poner fin a la rebelión.
Cuando el Ejército gubernamental se acercó a Bengazi, el 'corazón' de la oposición libia, la coalición internacional intervino y cambió drásticamente el curso del conflicto armado. Bajo el pretexto de la necesidad de proteger a la población civil y sin permiso de la ONU, varias potencias occidentales empezaron a bombardear Libia. Gadafi y sus fuerzas no fueron capaces de resistir.
El inicio de la tormenta
La propuesta de crear la llamada zona de exclusión fue hecha por el entonces vice embajador libio ante la ONU, Ibrahim Dabbashi. Este individuo, quien pasó muchos años en Nueva York y estaba muy lejos de entender las realidades de su país de origen tanto como la voluntad de su pueblo, anunció ante toda la comunidad internacional que su pueblo había llamado a Gadafi a renunciar.
Una semana después de que Dabbashi presentó su iniciativa sobre la zona de exclusión aérea, el entonces primer ministro británico David Cameron sugirió precisamente lo mismo. Los preparativos tardaron poco menos de un mes y el 19 de marzo las primeras bombas occidentales cayeron sobre Libia.
La resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU, que fue aprobada el 17 de marzo, solo contemplaba la creación de la zona de exclusión aérea y la protección de los civiles libios. Pero las potencias occidentales hicieron su propia interpretación del documento y atacaron blancos militares terrestres en el país africano.
El cerebro de la operación, el Pentágono, envió una numerosa agrupación naval a las costas de Libia. Los estadounidenses también enviaron sus aviones de ataque y bombarderos a la región. Además, el Reino Unido, Italia y más de una decena de países enviaron sus fuerzas al litoral libio.
Otro país que jugó un importante papel en la operación fue Francia, que envió su portaviones a la zona del conflicto.
Los aviones franceses atacaron los vehículos blindados del Ejército gubernamental libio cerca de Bengazi, mientras que las agrupaciones navales de EEUU y el Reino Unido lanzaron más de un centenar de misiles contra blancos de las fuerzas leales a Gadafi en otras partes de Libia.
Los militares galos ni siquiera justificaron sus bombardeos en la necesidad de proteger a los civiles, sino que dijeron que lo hicieron para proteger Bengazi de las fuerzas de Gadafi. Durante la operación, los aviones franceses también atacaron los convoyes militares libios en varias ocasiones.
Occidente ajusta cuentas con Gadafi
La creación de la zona de exclusión aérea fue en esencia una farsa, porque las fuerzas de Gadafi casi no utilizaron aviones en sus operaciones contra los opositores. Los principales equipos de combate que utilizaron fueron los tanques. Occidente simplemente usó la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU para justificar la presencia de sus aeronaves en el espacio aéreo de Libia.
Las fuerzas leales a Gadafi no fueron rivales para la aviación moderna de la coalición internacional. Su defensa antiaérea era muy vieja y no fue capaz de derribar a los aviones extranjeros.
Las relaciones entre Gadafi y los líderes de los países occidentales eran bastante tensas. Cuando surgió la oportunidad de aniquilarlo, hicieron todos los esfuerzos para deshacerse de él. Tras el golpe de Estado libio de 1969 que llevó a Gadafi al poder, Trípoli tuvo un gran número de discrepancias con Europa y Estados Unidos.
En particular, Washington acusó a Gadafi de apoyar el terrorismo internacional. París, por su parte, guardaba rencor por la invasión libia en Chad —entre 1978 y 1987—, su antigua colonia a la que ayudó durante esa guerra. Londres nunca perdonó a Gadafi por su ayuda a los independentistas de Irlanda del Norte. Además, EEUU quería tener a Libia bajo su control debido a sus enormes recursos minerales y petroleros.
Gadafi se negó a renunciar a su cargo, prometió luchar "hasta la última gota de sangre" y prefirió morir "como un mártir".
En mayo de 2011 la OTAN lanzó una operación aérea contra la capital libia y en varias ocasiones atacaron la residencia de Gadafi, pero no lograron matarlo. Para septiembre de 2011 Gadafi había sido rodeado en su ciudad natal, Sirte, situada en el norte del país. Los opositores tomaron el control sobre la localidad y capturaron al mandatario el 20 de octubre de 2011.
Gadafi ni siquiera fue juzgado ni condenado. Los rebeldes lo torturaron hasta la muerte justo en el lugar donde fue encontrado. Poco después, el 31 de octubre, la OTAN anunció el fin de la operación en Libia.
Rusia estuvo entonces demasiado lejos para ayudar a la Libia de Gadafi. Los diplomáticos rusos no vetaron la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la OTAN porque esta no contemplaba bombardeos. En cualquier caso, la coalición internacional ya había decidido bombardear Libia, incluso sin el permiso de las Naciones Unidas como ya lo había hecho en 1999 contra Yugoslavia.
Hoy Libia es un país en ruinas y los responsables de llevar la 'democracia' al país norteafricano siguen impunes.