Este mes de mayo del año 2021, es el mes en que el pueblo palestino conmemora la Nakba (la catástrofe, en árabe) dando cuenta con ello, al inicio de un proceso de expulsión, expolio, ocupación y colonización de su territorio a manos del sionismo.
Pablo Jofré Leal
Pablo Jofré Leal
Este mes de mayo del año 2021, es el mes en que el pueblo palestino conmemora la Nakba (la catástrofe, en árabe) dando cuenta con ello, al inicio de un proceso de expulsión, expolio, ocupación y colonización de su territorio a manos del sionismo.
Y hablo de proceso, porque no se trata de un hecho aislado, puntual, circunscrito al 14 de mayo del año 1948, cuando los colonos sionistas extranjeros asentados en Palestina, desde el inicio de su colonización a fines del siglo XIX, y además con el apoyo obsequioso de las potencias vencedoras de ese entonces; concretó el nacimiento de una entidad, que llamó Israel y que se formalizó unas pocas horas antes del fin del Mandato Británico.
Es un proceso, porque concatena hechos, fenómenos, decisiones, acciones encaminadas como fin último a exterminar al pueblo palestino como lo ha hecho el régimen israelí en estos 73 años. Una copia fiel de las políticas que el Tercer Reich aplicó contra los pueblos que ocupaba, masacrando su población, agrupándolos en campos de concentración, dándole legalidad a lo que indudablemente era contrario al derecho internacional. Por ello, suelo denominar la ideología de esta entidad israelí como nacionalsionismo.
Ese día 14 de mayo, que marca el nacimiento en el año 1948 de este engendro político que llaman Israel, significa, sobre todo, la Nakba para cientos de miles de palestinos. Pero no es que ese día comenzará la violencia contra los palestinos. Los antecedentes de crímenes de odio, racismo, afanes de conquista, de acceder a aquello que no era suyo, tuvieron, como actores principales, a los grupos paramilitares (antecedentes del ejército sionista), bandas armadas terroristas como Irgun, Haganá, Lehi, que mediante el llamado Plan Dalet –letra D en hebreo– (1) habían iniciado, mucho antes de la resolución N.º 181 de diciembre del año 1947 (que recomendó la partición de Palestina entre un estado sionista y uno palestino) acciones de genocidio contra la población nativa palestina. Operaciones que implicaron destrucción de aldeas, expulsión de su población, estableciendo, por ende, un desarrollo de la política de sionización de palestina, que el día 14 de mayo del año 1948 lo comenzó a visibilizar bajo el nombre de Israel y que no ha detenido su curso criminal hasta el día de hoy.
Tengamos presente que esa Resolución N.º 181 sólo fue aceptada, lógicamente, por el sionismo como lo señala lo señala el historiador israelí Simha Flapan “como parte de una maniobra táctica, destinada a impedir la creación del Estado Palestino y comenzar el proceso de expansión de los territorios asignados al sionismo por las Naciones Unidas”.
Reitero que el concepto usado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en la Resolución Nº 181 fue el de recomendar. No habla de determinar, ni establecer, obligar o que fuese una resolución vinculante. Esto es fundamental, pues precisamente, la falsificación de la historia por parte del sionismo ha influido para que se ocupen estos últimos conceptos, para así sostener que Israel, sólo llevó a efecto lo determinado por este órgano internacional (2).
Israel, este mes sagrado de Ramadán que finalizó el día 13 de mayo ha mostrado a ojos del mundo que es una entidad falsaria en origen, pero también cubierta por un manto de ficción y mitos respecto a que se trata de una creación internacional donde el judaísmo es su centro. El sionismo no tiene religión, la utiliza, es parte de su herramienta de dominio, es componente esencial de esta política criminal de aparentar que existe una fusión entre creencia y nacionalismo, cuando la realidad y la racionalidad indican que no se puede apelar a divinidades al mismo tiempo que se asesina, se tortura, se encarcela, construye muros de apartheid, crea campos de concentración, encarcela a miles de habitantes de Palestina, hombres, mujeres e incluso niños, que de un total de 7000 prisioneros en las mazmorras sionistas, 168 de ellos menores de 16 años.
En referencias anteriores a este Día de la Nakba, de amargo recuerdo para millones de palestinos, sea aquellos en el transtierro o bajo la bota del sionismo en la Palestina histórica y aquella ocupada a partir del año 1967 – y cuya idea mantengo aún con mayor fuerza – es que en 73 años de la Nakba, Israel ha confirmado con creces que nos encontramos ante una ideología del mal. Ante la mayor entidad terrorista del mundo. Una catástrofe para el pueblo palestino, que ha sido catalizada por la acción del terrorismo sionista, pletórico de furor homicida, que implicó la expulsión de sus tierras ancestrales de centenares de miles de palestinos, a manos de fuerzas sionistas, que aplicaron la política aprendida de las hordas nacionalsocialistas.
Esto es, arrasar pueblos, ladeas, casas, cultivos, expulsando habitantes palestinos de Al-Quds para instalar colonos sionistas. Fue la expresión brutal pero eficiente de los aprendices de las técnicas del Tercer Reich. Alumnos ejemplares, que saciaron su sed homicida con un pueblo pacífico, cuyo gran pecado no fue haber impedido con fuerza, desde el inicio, la presencia colonialista de los judíos sionistas europeos, que comenzaron a llegar en tropel, en hatajos ambiciosos a tierras palestinas” (3).
Este mes mayo del año 2021 nos encuentra, nuevamente, con la sed de sangre que suele sacudir al sionismo. Sobre todo si su dirigencia política y militar está en una crisis de gobernabilidad y su primer ministro procesado por fraude, corrupción y tráfico de influencia. En ese panorama, donde se suma la imposibilidad de formar gobierno por falta de mayorías estables, el sionismo, el extremismo que representa este régimen, encuentra cauce de salida a esa crisis atacando a los palestinos en el mes de ramadán. Presionando a su población, desalojando a las familias de barrios, como el Silwan, Sheij Yarrah donde han vivido generaciones de sus miembros y así instalar colonos extremistas, que están consolidando este proceso de una sucesiva sionización que ya la han hecho en la Palestina Histórica y que pretenden concretarlo en toda Al-Quds y el resto del territorio de Cisjordania.
Es un plan macabro, que además cuenta con el beneplácito y la bendición de la administración del gobierno estadounidense presidido por el demócrata Joe Biden, quien declaró, en noviembre del año 2016 en la reunión anual del Congreso Mundial Judío celebrado en Nueva York “soy sionista, pero para esto no hace falta ser judío” dando así su prueba de lealtad a esta ideología infecta. Un Estados Unidos renuente incluso para ser parte de una reunión del Consejo de Seguridad, que recién el domingo 16 de mayo se reunirá.
Un mes de mayo, que nos encuentra nuevamente con las hordas sionistas a las puertas del territorio de la Franja de Gaza (bloqueada por tierra, mar y aire desde el año 2006) bombardeando a sus hombres, mujeres y niños. 220 muertos al cierre de este artículo. Entre ellos 100 mujeres y niños. Sólo el hecho de asesinar a niños debería obligar a la ONU, Unicef, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas Para los Derechos Humanos, la Liga Árabe, la Unión Europea a levantar su voz y exigir un castigo ejemplar al sionismo. Exigir que se lleve a sus mandos militares y políticos a la Corte Penal Internacional (CPI). Exigir, que se aplique el capítulo VII de la Carta de la ONU, pues Israel es una amenaza a la paz. Sancionar, bloquear a ese régimen. Pero, sólo la resistencia palestina está dando muestras de dignidad, con respuestas en la medida de sus posibilidades asestando golpes a puestos militares, centros económicos y otros objetivos que han ocasionado gran daño al ocupante y que al decir de los ruegos de los creyentes, dios mediante, implique ocasionarle la mayor cantidad de bajas entre muertos y heridos. Destrucción de su material bélico, infraestructura energética, militar.
Es un enfrentamiento desequilibrado en todas las formas: tecnología poder de fuego, pero donde las fuerzas palestinas han mostrado un coraje, una valentía y dignidad que son las que la conducirán finalmente a la victoria. El sionismo pagará caro sus crímenes. Tendrán que llorar sus muertos y seguir sumándolos, que puede ser el único elemento que los detenga. El sionismo sólo entiende con la respuesta que implique una cantidad tal de muertos y heridos, que tengan que pedir socorro de los organismos internacionales, como lo hicieron en la guerra del año 2006 contra Hezbolá, donde fueron derrotados en forma aplastante. Reitero cada vez que hay que recordar la Nakba que la defino como como un acto deliberado, un proceso sistemático de usurpación, saqueo y crimen, que sentó las bases para conformar una entidad ficticia en la Palestina histórica. La Nakba es la expresión que el sionismo no ceja en su empeño de exterminar a la población palestina. Invisibilizarla, robar su historia, robar su cultura, su gastronomía, usurpar su vestuario. Un sionismo que no tiene una historia que mostrar y que necesita sustraerla de un pueblo milenario como es el palestino. Un sionismo ajeno a Asia Occidental, antisemita, antidemocrático.
Un sionismo que ha logrado crear una sociedad mayoritariamente obcecada, fanática – donde aún resisten algunos núcleos de judíos con dignidad no sometidos por esta ideología extraña a su propia creencia - Nakba es el recuerdo permanente que somos todos palestinos en Gaza y la ribera occidental, en los campamentos en Siria, el Líbano y en tierras tan lejanas como Chile. La Nakba es el recordatorio que la autodeterminación y el retorno son los objetivos prioritarios del pueblo palestino y eso se defiende con valentía, dignidad como lo está demostrando hoy el pueblo gazatí y a lo largo de estos 73 años el conjunto de su población (4).
Plan Dalet surgido en las filas del extremismo de los líderes de colonos extranjeros de creencia judía, tras la Resolución N.º 181 de diciembre de 1947 donde planificó la “protección” de lo que consideraban serían sus futuras fronteras, tras el proceso de limpieza étnica, expulsión, exterminio de la población palestina, destrucción de villas y urbanizaciones palestinas. Este plan fue implementado, bajo el silencio obsequioso de Gran Bretaña, que aún ejercía el mandato sobre Palestina, por las fuerzas paramilitares Irgún, Haganah, Lehi. Estos terroristas, en el mes de marzo del año 1947 comenzarían sus ataques para así garantizar el control de aquellas áreas que supuestamente el plan de partición les otorgaría. La masacre de Deir Yassin, es un ejemplo de estos actos extremistas, que meses antes de la proclamación de la entidad sionista, ya habían comenzado la limpieza étnica en Palestina. Masacre unida a una política de terror utilizando medios de comunicación como las radios, llamando a la población palestina a abandonar sus hogares so pena de sufrir el destino de sus hermanos de Deir Yassin, como sucedió también en Ein Al Zeitune. Entre el 13 de marzo al 15 de mayo de 1947 dos centenares de villas palestinas (en la denominada Palestina histórica, aquella ocupada desde el año 1948 por el sionismo) fueron desalojadas por los extremistas de las bandas de colonos terroristas de creencia judía. Las ciudades de Tabariyyah, Haifa, Safat, Beisan, Jaffa y Akka cayeron en manos de este ávido extremismo, que ocupó suelo palestino aún antes de la llamada guerra del año 1948 y antes que cualquier soldado árabe haya pisado Palestina, para enfrentar al bandidaje ocupante y colonizador. Prueba clara de la falsificación histórica y los mitos fundacionales construidos por el sionismo.
1. https://segundopaso.es/news/683/Virus-Sion-48-Inmune-a-Advertencias-y-Resoluciones-Parte-II
2. https://undocs.org/es/A/RES/181(II)
3. https://radio.uchile.cl/2019/05/16/el-dia-de-la-nakba-y-la-resistencia-palestina/