Marcelo Gullo*. SIN DUDA alguna, el 12 de octubre celebramos el comienzo de la liberación de los pueblos sometidos al imperialismo antropófago de los aztecas, el comienzo de la liberación de los pueblos sometidos al imperialismo totalitario de los incas, el comienzo del fin, como sostenía el filósofo mexicano José Vasconcelos, de toda esa mala yerba del alma que son los sacrificios humanos y el canibalismo.
Era tal la cantidad de sacrificios humanos de gentes de los pueblos esclavizados que realizaban los aztecas que con los cráneos construían las paredes de sus edificios y templos. Las excavaciones arqueológicas, así como los hallazgos fortuitos que se produjeron a raíz de la construcción de las grandes obras públicas, nos permiten afirmar hoy estos asertos.
Allí, a la vista de cualquier persona en la ciudad de México, están las paredes de edificios y templos construidas por los aztecas con calaveras a modo de ladrillos.
Cada nueva excavación permite encontrar más y más muros, más y más paredes construidas con estas piedras y calaveras con los dientes hacia afuera, en una mueca final de dolor y terror por la brutal ejecución a la que fueron sometidos por los sacerdotes aztecas.
¿Puede cuantificarse el número de víctimas, de seres humanos sacrificados en los altares aztecas?
Casi ningún autor lo computa en menos de 20.000 cada año, y aún hay alguno que eleva la cifra hasta 150.000. Si, utilizando una matemática simple, multiplicamos 20.000 x 35 –es decir, por la cantidad de años transcurridos desde la finalización de la construcción del gran templo de Tenochtitlán en 1486 hasta la derrota del Estado azteca a manos de Hernán Cortes en 1521–, resulta que los aztecas asesinaron, en esos 35 años, 700.000 seres humanos. Según Ángel Rosenblat, quien ha realizado el estudio científico más serio elaborado hasta ahora respecto de la población existente en América antes de 1492, en México habitaban, al momento de la llegada de Hernán Cortés, 4,5 millones personas. Entonces, si México poseía 4,5 millones de habitantes en 1521, 20.000 personas masacradas por año equivaldrían al 0,4% de la población de ese momento. Esto quiere decir, para que se tome real dimensión del holocausto perpetrado por los aztecas, que transportando ese porcentaje de personas asesinadas por el estado azteca
a la actual cantidad de habitantes de México (127.792.000), que aquella cifra equivaldría a asesinar hoy a 562.285 habitantes –¡quinientos sesenta y dos mil doscientos ochenta y cinco personas!– por año. Sí, lector, ha leído usted bien, aunque parezca mentira.
Si se realizara tal trasposición sobre el promedio de las cifras mínima y máxima de personas asesinadas por aztecas en sus rituales antropófagos –cifras dadas por Prescott y que da un promedio de 85.000 personas asesinadas al año entre 1486 y 1521–, las víctimas equivaldrían al 1,8% de habitantes, algo que compondría una cifra trasladada a la actualidad de 2.412.713 personas ejecutadas por año. Por fin, si se tomara el máximo de personas masacradas por año –según Prescott, 150.000–, éstas habrían representado el 3,3% de la población, lo que a día de hoy equivaldría a dar muerte a un total de 4.255.474 personas.
Todos estos datos nos permiten afirmar que la mal denominada conquista de México fue, en realidad, la liberación del 80 por ciento de la población que habitaba Mesoamérica, del imperialismo antropófago de los aztecas, el imperialismo más macabro y monstruoso que haya conocido la historia de la humanidad.
Algo similar a lo ocurrido en México aconteció en Perú y Colombia. Cabe sin embargo a esta altura de nuestro razonamiento hacerse la siguiente pregunta:
¿Qué aconteció después de que España derrotara al imperialismo antropófago de los aztecas y al imperialismo totalitario embrutecedor de los incas? ¿Qué aconteció después de esas primeras horas de sangre, dolor y muerte? Todo lo contrario de lo que afirman los cultores a sueldo de la leyenda negra. España fundió su sangre con la de los vencidos y con la de los liberados –y recordemos que fueron más los liberados que los vencidos–. México y Perú se llenaron de hospitales, colegios y universidades bilingües.
España envió a América a sus mejores profesores y la mejor educación fue dirigida hacia los indios y los mestizos. Conviene recordar que tan respetuosos fueron los libertadores españoles –erróneamente llamados conquistadores– de la cultura de los –mal llamados– pueblos originarios, que en 1571 se editó en México el primer libro de gramática de lengua nahualt; es decir, 15 años antes de que Gran Bretaña publicara el primer libro de gramática de lengua inglesa. Francia conquistó Argelia en 1830 y ésta permaneció como colonia francesa hasta 1962. Los franceses, al parecer sin mucha prisa, fundaron la Universidad de Argel en 1909. Portugal comenzó la conquista de Mozambique en el año 1505 y fundó la Universidade de Lourenço Marques el 23 de diciembre de 1968; es decir, 463 años después del comienzo de la colonización. Siguiendo estos ejemplos, los ingleses fundaron la Universidad de Harvard 83 años después de que los españoles fundaran en Lima la Universidad de San Marcos.
Por otra parte, si hay un hecho que demuestra que América nunca fue considera por España como un botín, es la decisión de sembrar la América española de hospitales y de establecer, terminada esta conquista que no fue tal, una política de protección social que abarcara todas las razas y condiciones sociales.
En el sistema de salud implantado en la ciudad de Lima, todas las personas tenían derecho a la
asistencia y al cuidado en sus respectivos hospitales sin ningún condicionante o requisito previo. Es decir, bastaba con acudir o ser conducido al respectivo establecimiento para recibir las atenciones necesarias (consultas, revisión, internación, alimentación, ropa, medicamentos, visitas). Y esto sin dejar de mencionar la asistencia a domicilio, que funcionaba habitualmente.
COMO consecuencia del derecho que asistía al enfermo a recibir atención por la enfermedad o daño sufrido, resulta imprescindible aclarar que no se exigía pago alguno o cuota mínima de ninguna clase, ni al ingresar ni durante el tratamiento o al término de éste. Téngase presente que todos los servicios de tratamiento, medicamentos, curas recetadas, alimentación, ropas, higiene, etcétera eran suministradas por el propio hospital sin coste ni participación alguna del paciente. Hoy en día, los miles de pobres enfermos que deambulan por las calles de la capital peruana sin recibir ninguna asistencia sanitaria creen, envenenados por el relato de la Leyenda negra que escucharon en la escuela primaria, que el origen de sus males está en la conquista del Perú por Francisco Pizarro. No pueden llegar a imaginar siquiera los derechos que en materia de salud –y en tantos otros– tenían sus antepasados en la «oscura» –como quieren hacer creer– época anterior a la independencia.
Hace falta repetir una y otra vez que la Leyenda negra de la conquista española de América es la primera fake news de la historia de la política internacional, la obra más genial del márketing político elaborado por las naciones enemigas de España.
* autor de Madre Patria. Doctor en Ciencia Política por la Universidad del Salvador de Buenos Aires.
(Publicado en el diario El Mundo el 11/10/2021)
Libros contra la Leyenda Negra: 10 títulos
El libro sobre la historia de España más vendido estos días es, precisamente, una de esas novedades recién aterrizadas que nos muestra, de una forma amena y rigurosa, algunos de los episodios más importantes de nuestra historia.
La ContraHistoria de España: Auge, caída y vuelta a empezar de un país en 28 episodios históricos, del periodista Fernando Díaz Villanueva. No es como tal un libro para desmontar leyendas negras ni campañas similares, pero sí es muy útil para acercarse, sin pasiones desmedidas, a la historia de nuestro país. Lo resumen bien la reseña que ha dejado en Amazon uno de sus tempranos lectores: “Para los que quieren una visión general histórica, buen libro de historia de España para poder leer de manera amena, repasando los hechos más relevantes sin extenderse en demasía en cada siglo. Libro divulgativo para aprender datos históricos que precisamente no siempre te acaban de contar en un sistema educativo español tan politizado”.
El segundo libro sobre la historia de España recomendado de entre las últimas novedades es América hispánica: La obra de España en el Nuevo Mundo, de Borja Cardelús, que se centra en un tema tan actual (y tan propicio para leer bajo el paraguas del 12 de Octubre) como es el legado que España dejó en América.
A través de las páginas del libro, el lector entenderá la huella de España en los reinos del Pacífico, en el actual Estados Unidos o las gestas de sus navegantes. Argumentos todos ellos para combatir una leyenda negra que, como sostiene Cardelús, “ha falseado la realidad de la colonización española”.
Para los amantes de la historia militar española, el siguiente título recomendado es una joya: La Armada española en el siglo XVIII. Historia de un triunfo, de Rafael Torres Sánchez. Sus ilustraciones originales, sus gráficos y su cuidada edición hacen de él posiblemente el libro más valioso sobre el tema.
Partiendo de la base de que la Armada española ha sido minusvalorada por la historia con episodios como la batalla de Trafalgar, el autor -catedrático de la Universidad de Navarra- reivindica su papel como “el triunfo colectivo del conjunto de la sociedad española, en un contexto de creciente rivalidad internacional y con unas exigencias de constante renovación”.
Frente a visiones reduccionistas, el libro se apoya en la profunda renovación historiográfica de los estudios de historia naval realizados tanto dentro como fuera de España para ofrecer una nueva interpretación más realista y documentada en la que se abordan los múltiples elementos que componían el mundo de la Real Armada, desde la construcción naval y de arsenales a las condiciones de vida de los marineros, pasando por la experiencia de combate. El objetivo es dar una visión completa de ese complejo sistema naval que propició esta Edad de Oro de la Armada española, visión que se apoya en un espectacular aparato gráfico compuesto por un suntuoso repertorio de ilustraciones originales en las que se representan desde despieces de buques, diferentes tipologías navales, arsenales como el de Cartagena o el uniforme y armamento de la infantería de marina con un nivel de rigor y detalle nunca antes visto, junto con docenas de gráficos, cartografía histórica e imágenes y documentos de época.
Una de las novedades en libros de historia de España más destacadas de este otoño, y ya uno de los mejores libros sobre la batalla de Lepanto, es Lepanto. La Mar Roja De Sangre.
Esta obra que aborda la jornada de Lepanto conjugando el trabajo de expertos de los distintos países que participaron en la liza –españoles, italianos y turcos–, a fin de ofrecer una perspectiva completa pero plural, que analiza la situación internacional y los prolegómenos que condujeron al choque, pero que también se detiene con detalle en los aspectos tácticos del combate de galeras en el Mediterráneo y en el desarrollo y pormenores de una batalla de cuyo desenlace, hace ahora cuatrocientos cincuenta años, pendió el destino de Europa.
Vamos de forma más específica con los libros para desmontar la leyenda negra contra España. Esta es, probablemente, la revisión más completa, actualizada y certera de todos esos mitos que tanto daño han hecho a nuestro país: La Leyenda Negra, historia del odio a España, de Albero G. Ibáñez.
Ibáñez analiza la propaganda antiespañola «externa» que se instaló en el imaginario colectivo patrio, e influyó en nuestra decadencia a partir del siglo XVI, hasta llegar a asumir que éramos inquisitoriales, grotescos, ignorantes y fanáticos. Además, revisa y actualiza los argumentos de Julián Juderías y P.W. Powell con nuevos datos y un análisis que, partiendo de las fuentes historiográficas, aplicara una metodología interdisciplinar.
Por último, examina cómo subsiste esa leyenda negra en la actualidad, al tiempo que plantea vías para superarla a través de un nuevo proyecto de éxito colectivo.
En defensa de España: desmontando mitos y leyendas negras, de Stanley G. Payne, es sin duda alguna un libro de referencia en la materia. “Ningún otro país como España posee una historia tan rica en sus imágenes ni tan abundante en conceptos, mitos y leyendas. Es la historia más exótica de Occidente y también la más extensa y extrema en su envergadura, tanto cronológica como geográfica, y con mayores diferencias en las distintas épocas”, sostiene el historiador británico, que desgaja con su estilo incofundible mitos, estereotipos y leyendas que se han construido a través del tiempo.
Por supuesto, entre los libros contra la leyenda negra de España recomendados por los lectores y por los libreros está Imperiofobia y leyenda negra: Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español, de María Elvira Roca Barea, que se convirtió en todo un fenómeno editorial y uno de los ensayos con mejor acogida en la historia reciente.
Ganador del I Premio Los Libreros Recomiendan, la autora disecciona como nadie los motivos de la hispanofobia, la eficacia de la propaganda antiespañola y los réditos que sus enemigos han sacado de ella. Un libro revelador.
A espantar fantasmas y desmontar mitos se emplea también con gran eficacia Pedro Insua en esta obra, 1492. España contra sus fantasmas, en la que demuestra que ni Al Andalus era un remanso de paz y convivencia antes de la llegada de los cristianos ni la América precolombina un paraíso que arrasaron los españoles. Una obra muy bien documentada y de lectura reposada.
El siguiente libro contra la Leyenda Negra de España tiene dos elementos muy atractivos que lo diferencian del resto. Por un lado, su autor no es español, sino argentino, lo que le da un punto de vista diferente. Por el otro, llega tan al presente que aborda incluso el conflicto catalán.
En Madre patria: Desmontando la leyenda negra desde Bartolomé de las Casas hasta el separatismo catalán, Marcelo Gullo Omodeo demuestra que la leyenda negra fue la obra más genial del marketing político británico y que, “de manera inconcebible”, los españoles se han creído la historia de España e Hispanoamérica que escribieron sus enemigos tradicionales, y “se avergüenzan de un pasado del que deberían sentirse orgullosos”. Un placer para la lectura y la reflexión.
También con un estilo divulgativo muy actual, un libro sobre la Leyenda Negra distinto a los demás que tira de todo el sarcasmo posible: Fake news del Imperio español: Embustes y patrañas negrolegendarias, de Javier Santamarta. No hay más que ver su carta de presentación: ¡Paren las rotativas, el escándalo salpica de nuevo la Historia de España! ¡Nuevos datos escalofriantes sobre el «genocidio» en América!¡Fotos inéditas tomadas del natural del Duque de Alba comiendo niños crudos en Holanda!¡Pruebas inequívocas de que de la Inquisición española mató a Manolete!
Fuente: El Mundo, La Razón