Opinión

80 años del gran misterio de la IIGM: ¿quién fue el verdadero culpable de Pearl Harbor?

Elespiadigital | Jueves 09 de diciembre de 2021

Unas pocas líneas bastaron para avivar el fuego. El 25 de noviembre de 1941, el Secretario de Guerra Henry L. Stimson hizo en su diario personal la siguiente apreciación: «Ha sacado a relucir el hecho de que era probable que nos atacaran el próximo lunes». No se citaba de forma explícita al presidente norteamericano. Tampoco hacía falta...

Manuel P. Villatoro

 



Manuel P. Villatoro

Unas pocas líneas bastaron para avivar el fuego. El 25 de noviembre de 1941, el Secretario de Guerra Henry L. Stimson hizo en su diario personal la siguiente apreciación: «Ha sacado a relucir el hecho de que era probable que nos atacaran el próximo lunes». No se citaba de forma explícita al presidente norteamericano. Tampoco hacía falta...

Esa anécdota es una de las presuntas evidencias que los amantes de la conspiración enarbolan para aseverar que el presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt conocía con nombres y apellidos el lugar en el que se iba a producir el golpe de mano más doloroso de la historia contra los Estados Unidos, el bombardeo de Pearl Harbor del 7 de diciembre, y que no hizo nada para evitarlo.

Desde entonces, ocho décadas después del tan famoso como triste 'Día de la Infamia', la conspiración ha sobrevolado una y otra vez la Casa Blanca. Y vaya usted a saber el tiempo que durará y cuántas investigaciones serán necesarias para que el enigma se difumine por fin. Las preguntas son obligadas: ¿ocultó Roosevelt información clave a sus fuerzas armadas sobre el bombardeo de Pearl Harbor para entrar de una vez en la Segunda Guerra Mundial en ayuda de Gran Bretaña?, ¿sabía que se iba a producir el ataque, pero desconocía el lugar exacto?, ¿hizo cargar a sus oficiales con las culpas? Muchas intrigas para las que no hay respuestas taxativas, aunque sí indicios por aquí y por allá según los diferentes expertos a los que se acuda.

La versión más extendida es la que ofreció en 1962 la historiadora Roberta Wohlstetter. En 'Pearl Harbor: Advertencia y decisión', la analista desveló hasta quince señales de que el imperio del sol naciente pergeñaba un bombardeo contra la base de Hawái; cada una de ellas, más clara que la anterior. Sin embargo, todas se diluyeron en la Casa Blanca por una mezcla de desidia y excesiva confianza. Quizá, porque el gabinete del presidente estaba convencido de que la verdadera amenaza se hallaba en la Alemania nazi. Sin embargo, nueve investigaciones oficiales llevadas a cabo por el Congreso de los Estados Unidos no han conseguido eliminar esta duda eterna de la mente de la sociedad. Y eso, a pesar de que se cargó contra nombres propios.

Por su parte, Robert Citino, del Museo Nacional de la Segunda Guerra Mundial de Orleans, negó durante una entrevista en 2016 la teoría de la conspiración: «A Roosevelt le tomó totalmente por sorpresa. No hay evidencias de que los japoneses fueran a atacar Pearl Harbor». Aunque admite que el presidente asfixió la economía nipona –embargó sus exportaciones y congeló sus activos en bancos norteamericanos– y prestó ayuda a China, está convencido de que no se imaginaba lo que iba a acontecer. «No le interesaba. Las sanciones son mejores que la guerra. Al menos, si tienes tiempo para dejar que se apliquen y si hay un político sensato al otro lado. En norteamericano se equivocó a la hora de evaluar a los japoneses, pensaba que no atacarían», completa.

Investigar Pearl Harbor

Hugo A. Cañete, fundador del Grupo de Estudios de Historia Militar e investigador de la Segunda Guerra Mundial, se halla también entre los que opina que es difícil que Estados Unidos permitiera el ataque contra Pearl Harbor. Aunque tampoco puede olvidarse de las advertencias que recibió el presidente a través de sus servicios secretos, que fueron centenares. Entre ellas, un mensaje codificado en el que se informaba de un golpe de mano contra un enclave norteamericano. Tampoco deja de lado la desidia de los oficiales al mando de la base: Husband E. Kimmel por parte de la armada y Walter C. Short en el caso de las fuerzas terrestres y aéreas. Hoy, nos resuelve muchas dudas.

-¿Recibió Roosevelt mensajes de que se iba a producir el ataque a Pearl Harbor?

Sí, pero solo en parte y de manera descoordinada. Una de las causas más importantes por las que no se pudo evitar el ataque a Pearl Harbor fue la deficiente organización y coordinación de las distintas agencias de inteligencia. La tecnología con que contaban estas agencias era la más avanzada de su tiempo y recibía el nombre de Magic, similar a la tecnología británica de Ultra. A través de sus sistemas electrónicos habían logrado romper todos los códigos japoneses y podían descifrar y leer todo el tráfico nipón, incluido el militar y el diplomático. Sin embargo, esas agencias trabajaban de modo independiente, sin ningún tipo de coordinación y sin ningún ente superior que se encargase de recopilar, filtrar y poner en común la información recopilada por dichas agencias.

-¿Cuántas agencias podían haber evitado el desastre?

Por un lado, estaba el Servicio de Inteligencia de Transmisiones (SIS) del Ejército, por otro, la célebre Inteligencia de Señales o SigInt, y la Marina de Estados Unidos tenía su propia agencia conocida como OP-20-G. Además, el aparato de contrainteligencia era responsabilidad del FBI. No hay evidencia ninguna de que estas agencias se coordinasen o cooperasen entre sí, y eso que el SIS y la OP-20-G estaban en Washington a una manzana de distancia. La OP-20 tenía acceso casi ilimitado al tráfico naval de radio japonés, llamado código Naranja. Por su parte, el SIS había roto el código diplomático, de nombre en código Púrpura.

De cara a informar a la Casa Blanca tampoco hubo ninguna entidad que recibiese y filtrase la información de relevancia para la presidencia. Por pueril que parezca, los servicios de inteligencia del Ejército y de la Marina acordaron turnarse para informar al presidente: la Marina lo informaría los meses pares y el Ejército los impares, renunciando así a la unidad de información. Esta desconfianza o nula cooperación sería una de las semillas del desastre.

-¿Hubo indicios reales de que se iba a producir un ataque?

En este punto hay que ser muy precisos porque a toro pasado todos sabemos lo que sucedió, pero, si nos ponemos en las circunstancias de 1941, lo único que se sabía cierto tras el decreto del embargo de petróleo del verano de 1941 a Japón por parte de Estados Unidos, Gran Bretaña y Holanda, era la alta probabilidad de que Japón fuese a la guerra. Lo que se desconocía era el lugar donde lo haría. Las máquinas de descifrado norteamericanas trabajaban sin descanso tratando de encontrar el lugar del ataque. Todo apuntaba a que se produciría en el Pacífico sur y el sudeste asiático, por la necesidad que tenía Japón de apoderarse de las reservas de petróleo holandesas. Y, de hecho, ahí es donde se produjo el ataque principal. El ataque a Pearl Harbor sería para los japoneses una operación secundaria, un mero ataque de flanco para que sus operaciones en el Pacífico sur no se viesen molestadas por la flota norteamericana.

Es de sobra conocido que el presidente Roosevelt recibió con antelación de las agencias de inteligencia el mensaje del gobierno japonés a su embajador, Nomura, en Washington en 14 partes, descifrándose la última en la madrugada anterior al ataque. Sin embargo, las agencias de inteligencia recopilaron información sensible sobre Pearl Harbor que, de haber sido puesta en común, habría alertado a los norteamericanos sobre el interés japonés en Pearl Harbor, algo hasta entonces poco esperado pese a que se habían enviado mensajes a todas las bases del Pacífico para que estuviesen en alerta.

-¿El más claro...?

El primer indicio lo detectó el FBI por dos vías diferentes, pero su director, Edgar Hoover, nunca informó del asunto. Los servicios de inteligencia británicos le habían enviado a Washington desde Lisboa a un agente doble reclutado por el MI5 tras ser descubierto en Inglaterra. Se trataba de Dusan Popov, un agente alemán de la Abwehr, que era conocido como Triciclo por los británicos y como Iván por los alemanes.

Al comunicar Popov a la Abwehr que tenía la posibilidad de viajar a Estados Unidos, los alemanes le facilitaron un microfilm con un cuestionario (entregado por el embajador japonés en Alemania y originado por el ataque inglés a la base de Tarento) en el que una sección completa estaba dedicada a Pearl Harbor con preguntas como, '¿Cuál es el progreso de la draga a la entrada de la laguna hacia el este y el sur de Pearl Harbor?'.

Popov visitó a Hoover a finales de agosto de 1941, tres meses antes del ataque. Pero este desconfió de él y, lejos de hacerle caso, lo expulsó del edificio. Y lo peor es que ni siquiera se molestó en informar de este cuestionario al Departamento de Estado o a la Marina. Además, el director de la estación del FBI en Hawái había interceptado el mismo cuestionario en manos del Cónsul general japonés en las islas. Estas dos coincidencias nunca se pusieron en común en el seno del FBI y nunca se comunicaron a ningún otro organismo.

Lo peor era que la Marina había interceptado el mismo cuestionario en unos mensajes llamados J-19 y PA-K2. La información de ambas fuentes era casi idéntica. Esto indica que los estadounidenses recibieron el mismo cuestionario sobre las instalaciones de Pearl Harbor por tres vías diferentes y esa preciosa información se perdió por no haber sido puesta en común o por no existir un organismo superior de inteligencia que se encargase de recopilar, coordinar y filtrar el material de las distintas agencias.

-Hubo un mensaje dividido en 14 partes que también podría haber evitado el ataque...

Sí. Las 14 partes del mensaje a la embajada japonesa con las instrucciones para la declaración de guerra enviadas a lo largo del 6 de diciembre fueron leídas por los norteamericanos en la misma mañana del 7, hora de Washington. El último en leerlas fue el general Marshall, que no pudo ser encontrado hasta las 11 de la mañana, apenas tres horas antes del ataque. A las 13:00 horas (07:00 horas en Pearl Harbor), Nomura debía comunicar al presidente Roosevelt la declaración de guerra coincidiendo con el ataque a Pearl Harbor.

El general Marshall y el almirante Stark consensuaron un mensaje de alerta a todas las bases del Pacífico que decía: 'Los japoneses entregarán hoy a las 13:00 horas de Washington lo que parece ser un ultimátum. También tienen órdenes de destruir su máquina de cifrado de inmediato. Lo que pueda significar la hora citada lo desconocemos, pero pónganse en alerta y actúen en consecuencia'.

Sin embargo, este mensaje se recibió en Hawái en pleno ataque a Pearl Harbor. Se había perdido un tiempo precioso y se pagaron las consecuencias a nivel estratégico y operacional. Los estadounidenses habían tenido muchas piezas del puzle, recopiladas por el FBI, el SIS, el SigInt y la OP-20 para haber sospechado del ataque a Pearl Harbor con meses de antelación. La respuesta con el mensaje de alerta a las bases del Pacífico del último día logró coordinarse en el último momento y ya fue tarde para Pearl Harbor. Hubo una gran cantidad de oportunidades perdidas, inteligencia ignorada y torpeza burocrática.

-¿Cómo es posible que no se tuviera en cuenta Pearl Harbor?

Entre otras cosas, por una razón psicológica. La base estaba demasiado lejos de Japón o de cualquier otro enemigo, y estaba bien defendida. El fondo del fondeadero tenía poca profundidad y no admitía un ataque con torpedos. Pero los norteamericanos estaban equivocados. Para su desgracia, lo que había sido cierto en 1939 ya no lo era en 1941. El 11 de noviembre de 1940, la Marina Real británica sorprendió a la flota italiana en Tarento. Torpedos especiales y aviones biplanos anticuados lanzados desde portaaviones neutralizaron a la flota italiana en un ataque nocturno. La Marina norteamericana no prestó atención a este suceso, los japoneses sí. Según un miembro del estado mayor naval japonés: 'Tarento hizo posible Pearl Harbor'.

Fue el estudio de la operación en Tarento lo que hizo descubrir a los japoneses que los torpedos cargados en aviones podían se modificados para que saliesen a la superficie tras entrar en contacto con el agua. Lo que era imposible hasta entonces, un ataque con torpedos en aguas poco profundas, se hizo posible. Esa información había estado también a disposición de los norteamericanos. No tuvieron más que preguntarles a sus primos británicos para recibir todos los detalles, pero no lo hicieron. Además, explicaba las preguntas del cuestionario de Popov, del cuestionario del Cónsul japonés en Hawái y de los mensajes J-19 y PA-K2 descifrados por la Marina.

-Kimmel estaba convencido de que el ataque se produciría en Midway. Años después, afirmó que no se le había dado información alguna. ¿Qué hay de verdad en ello?

Un ataque japonés en Midway tenía poco sentido para desencadenar la guerra. No había un objetivo inmediato que se alcanzase con él. Ni acceso a las materias primas del ataque principal, ni neutralización de la flota norteamericana en Midway. Sí es cierto que Kimmel había enviado los portaaviones a Guam y Midway con material para reforzar ambos archipiélagos, razón de que no estuviesen en puerto el 7 de diciembre.

-Short, su homólogo en las unidades terrestres y fuerza aérea, cargó directamente contra Roosevelt

El general Short es quizá el que menos culpa tenga de lo sucedido en Pearl Harbor, pudiéndosele acusar únicamente de negligencia por no tener a sus tropas en estado de alerta. Ni siquiera Kimmel compartió con él la información que le suministraba la Marina. Su decisión de agrupar los aviones estuvo encaminada a neutralizar la única amenaza que contemplaba posible con la información de que disponía: el sabotaje.

-¿Qué culpa cree que tuvieron ambos en el ataque?, ¿cómo fueron las investigaciones posteriores en los EEUU?

A nivel táctico y, en lo que se refiere a la base de Pearl Harbor, el 27 de noviembre llegó una alerta enviada a todas las bases del Pacífico. En realidad, llegaron dos por vías distintas, una del Ejército al general Short y otra de la Marina al almirante Kimmel. A ese grado llegaba la descoordinación y la independencia de acción norteamericanas.

La advertencia decía literalmente: 'La organización y despliegue de las fuerzas navales japonesas indica una expedición anfibia contra las Filipinas o la península de Kra (Tailandia) o Borneo. En ningún momento se cita Pearl Harbor, la atención del momento estaba donde se produjo realmente el ataque principal japonés'. La defensa de Hawái, y por tanto de Pearl Harbor, era una responsabilidad compartida.

-Habla de descoordinación entre la Marina y el Ejército...

La Marina, con el Mando de la flota del Pacifico, almirante Kimmel, era responsable de la armada, de sus operaciones en el Pacífico y de su fondeadero. Por su parte, el Ejército, teniente general Short, era responsable de la seguridad terrestre y aérea de todas las islas hawaianas, de la defensa contra una invasión y de evitar el sabotaje. Pero como ya hemos comentado, la Marina y el Ejército no trabajaban conjuntamente en 1941. Eran organizaciones totalmente independientes y la relación entre ambos comandantes y sus estados mayores fue distante.

La Marina veía a Short y a sus fuerzas como una mera guarnición de tropas. No había estado mayor conjunto ni elementos de enlace entre sus servicios de inteligencia basados en la isla. La flota del Pacifico seguía una política deliberada de no compartir las intercepciones de inteligencia con el Ejército. Por ejemplo, ni Kimmel ni su estado mayor pasaron al Ejército la última alerta japonesa para la guerra, los mensajes descifrados llamados 'Winds Code' de alerta a sus misiones diplomáticas. Así que estamos en Hawái con un mando dividido, sin enlaces, reacio a compartir información vital de inteligencia y con la relajación típica de tiempos de paz a todos los niveles.

-¿Hubo otros factores para que la base de Pearl Harbor no estuviese prevenida?

Sí. Activar una alarma general no era algo fácil para la Marina. El mantenimiento de los barcos en puerto era responsabilidad de los capitanes y tenían un problema con las familias de los marineros que se quejaban de que sus maridos hacían demasiado trabajo extra innecesario en los barcos. El Ejército tampoco se quedaba atrás. Decidió que no disponía de suficientes especialistas para poder operar los sistemas de vigilancia por radar durante más de tres horas al día. Además, como medida contra el sabotaje, el general Short decidió reunir todos los aviones del aeródromo de Hickham ala con ala para ser mejor vigilados contra posibles saboteadores.

El último mensaje de alerta, enviado apenas tres horas antes del ataque y que daba libertad de acción a los comandantes militares de las bases del Pacífico, no llegó a Hawái a tiempo y esa responsabilidad a nivel estratégico y operacional no es atribuible a Short y Kimmel. Sin embargo, ambos fueron responsables de una negligencia a nivel táctico: no haber tomado unas mínimas precauciones. Visto el deterioro de la situación general en el Pacífico, deberían de haber puesto a las fuerzas de Hawái en estado de alerta por lo que pudiese suceder. Esa medida hubiese neutralizado o evitado en cierto grado la sorpresa japonesa.

-¿Cuántas investigaciones ha habido sobre el desastre de Pearl Harbor?

Ha habido no menos de seis investigaciones del desastre de Pearl Harbor, aunque solo una, la última, parece haber tenido acceso a toda la información disponible. Estas fueron:

La Comisión Roberts de 1941 (juez de la corte suprema).

La investigación Hart (1944) (almirante).

La Junta del Ejército de Pearl Harbor (1944).

La investigación del Tribunal de la Marina (1944).

La investigación del Congreso (1945-46).

La investigación Clausen (1945).

De todas ellas, solo la investigación que incluyó la documentación de la ultra secreta Magic, a cargo del coronel Clausen, tuvo acceso a todas las pruebas disponibles. El oficial recompuso todo el rompecabezas en 1945 después de una profunda labor de investigación de todo el tráfico secreto de inteligencia. Descubrió que los interrogados sabían más de lo que admitieron a los miembros de las distintas comisiones de investigación, la mayoría de los cuales no tenían autorización para acceder a documentación del Sigint y por tanto podían ser fácilmente engañados.

-¿De quién fue la responsabilidad entonces?

La responsabilidad del ataque a Pearl Harbor fue una negligencia a todos los niveles: estratégico, operacional y táctico. Estratégico porque hubo un problema de primer nivel con la gestión de la información de inteligencia recopilada, que incluía pistas de un posible ataque a Pearl Harbor. Operacional porque la coordinación entre Ejército y Marina era casi nula y no hubo cauces rápidos y seguros para hacer llegar el último mensaje de alarma. Y táctico porque los comandantes de Hawái no dispusieron una mínima salvaguarda de la base poniéndola en estado de alerta, lo que podía haber permitido la detección por radar de las formaciones japonesas, el despegue de los aviones norteamericanos y la maniobra y salida de puerto de la flota en el puerto.

-¿Cuál fue la respuesta de Roosevelt?

De forma literal, cuando acabó de leer la catorceava parte del mensaje del gobierno japonés al embajador Namura a primeras horas de la mañana del 7 de diciembre, hora de Washington, exclamó: 'Esto es la guerra'. Luego los jefes del Ejército y la Marina, Marshall y Stark, consensuaron un mensaje común de alerta a todas las bases del Pacífico, pero por una extraordinaria peripecia, que demuestra también la precariedad de las comunicaciones secretas estadounidenses (de San Francisco a Hawái fue enviado por telegrama ordinario), llegó a Pearl Harbor una vez comenzado el ataque.

-¿Era Roosvelt un verdadero 'aislacionista', o creía en la necesidad de entrar en la guerra?

Probablemente lo fuese en un principio, pero para entonces era consciente de que tarde o temprano acabaría entrando en la guerra. Churchill llevaba asediado más de dos años y la batalla del Atlántico estaba en su punto álgido. Ya había habido conversaciones entre los dos presidentes y en octubre de 1941 se había activado el Cuarto Protocolo, por el que se ponía en marcha el Programa de Préstamo y Arriendo y la ayuda a la Unión Soviética, sin duda pasos anteriores a Pearl Harbor encaminados a entrar en la guerra. Otra cosa es que los japoneses, primero, con un ataque, y Hitler después, sin necesidad, unos días más tarde, se lo pusiesen en bandeja.

Fuente: ABC