En algunos países del mundo, especialmente de África y de Asia, la diferencia entre la vida y la muerta está en tener un coche que funcione. Un coche te permite desde huir de mafias, piratas, terroristas y salteadores de caminos hasta pasar por encima de barricadas que nos hayan puesto en el camino o atravesar desiertos.
Iván Mingo
Iván Mingo
En algunos países del mundo, especialmente de África y de Asia, la diferencia entre la vida y la muerta está en tener un coche que funcione. Un coche te permite desde huir de mafias, piratas, terroristas y salteadores de caminos hasta pasar por encima de barricadas que nos hayan puesto en el camino o atravesar desiertos.
Es por ello que a día de hoy en África no existe un automóvil más valorado que los Toyota, pero no los híbridos actuales, sino los vetustos Toyota analógicos con un motor diésel que jamás falla y siempre arranca y con una mecánica muy sencilla, lo que permite arreglarlo en cualquier taller de barrio. Sin olvidar que pueden funcionar con el combustible de baja calidad que suele haber en estos países.
La Cruz Roja, la ONU...
Cientos de organizaciones humanitarias y ejércitos de pacificación, como la Cruz Roja, Manos Unidas o la ONU, necesitan de este tipo de vehículos para llevar a cabo sus misiones de ayuda y asistencia. Es en este contexto en el que Toyota mantiene en funcionamiento un pequeño y desconocido taller en Gibraltar desde donde cubre esta demanda.
Conocido como Toyota Gibraltar Stockholdings, su funcionamiento y actividad se ha mantenido en el más completo anonimato durante décadas, un tiempo en el que no eran pocos los que se cuestionaban de dónde salían este tipo de vehículos de operaciones especiales que luego vemos en los informativos prestando servicio en los conflictos más importantes del mundo.
Ucrania, Afganistan...
Pese a que en Ucrania ya operan cientos de unidades, su última y más reciente aparición estelar tuvo lugar en la guerra contra el Daesh en Afganistán, donde los integristas aparecían a menudo subidos a pick up de Toyota preparados en Gibraltar que habían sido arrebatados a las fuerzas internacionales de pacificación, pues en ningún caso Toyota realiza operaciones si existe la más mínima duda de que el envío puede acabar en las manos equivocadas.
Land Cruiser y Hilux son, lógicamente, las principales estrellas de sus transformaciones. Unas transformaciones que pueden ser infinitas en cuanto a opciones, desde conversiones en ambulancias, hasta vehículos de transporte de tropas cubiertos con una lona, servicios de emergencia en general... cualquier cosa excepto transformaciones con fines bélicos.
A la carta con peros
El catálogo de accesorios es sencillamente inacabable, incluye desde protecciones, cabestrantes, protecciones anti barricada, neumáticos reforzados, blindajes especiales (sobre los que la marca no ofrece la más mínima información), emisoras de radiofrecuencia, GPS, depósitos dobles de combustible...
La firma escucha cualquier petición excepto una, todos los coches deben ser de color blanco inmaculado código 058.
Los vehículos llegan en barco hasta el Peñón de Gibraltar, donde son almacenados hasta pasar por este pequeño taller subterráneo. Un verdadero búnker en el que los vehículos permanecen el tiempo estricto y necesario para la transformación, inmediatamente después son transportados de nuevo en barco hasta el lugar desde donde ha llegado el pedido, pues como es lógico sólo trabajan a la carta, con una capacidad de producción de unos 650 vehículos al mes.
La empresa ofrece además servicios adicionales como cursos de mecánica y conducción en el lugar del conflicto, para que los conductores finales de los mismos sean capaces de sacarles todo el partido.
La única opción
Hace unos años marcas como Nissan o Mitsubishi ofrecían alternativas válidas, con modelos como el Patrol o el Montero, pero a día de hoy Toyota es la única marca del mundo que mantiene activa la fabricación de este tipo de vehículos, construidos a partir de Land Cruiser 70, una versión que a día de hoy en Europa ya consideramos clásica, pues tiene más de 40 años.
Gibraltar es un emplazamiento perfecto para esta misión tanto por su emplazamiento geográfico como por su política de emisiones al margen de la UE y fiscalidad.
Aunque parezca mentira, la empresa tiene capacidad de almacenar en el peñón hasta 1.000 vehículos, tras un proceso de transformación que puede durar unas 100 horas.
Fuente: El Debate