Thierry Meyssan
En Polonia, país que hasta ahora actuó como el más fiel aliado de Ucrania, acaban de darse cuenta súbitamente de la verdadera naturaleza de los dirigentes de Kiev. El escandaloso homenaje del parlamento de Canadá al SS Yaroslav Hunka parece haber sido la clásica gota que hace desbordar el vaso. Toda la clase política condena ahora a los nacionalistas integristas ucranianos, los litigios se acumulan y todo esto sucede mientras que la mayoría republicana de la Cámara de Representantes de Estados Unidos parece cada vez más deseosa de distanciarse del conflicto ucraniano.
Polonia se halla actualmente bajo el gobierno del partido conservador Derecho y Justicia (PiS), formación política profundamente contraria a la Unión Europea, no sólo como proyecto de entidad supranacional sino también en cuanto a la unidad misma del continente.
Es importante recordar que, a lo largo de la Historia, Polonia desapareció como país en 4 ocasiones. Sus poderosos vecinos rusos y alemanes se repartieron a menudo el territorio polaco. Debido a ese recuerdo, los polacos no desean una unidad continental que en varias ocasiones los hizo desaparecer como nación y, por el contrario, recuerdan con nostalgia la época en que ellos mismos se afirmaron, en alianza con Lituania.
Por esa razón, los polacos promueven una tercera vía, entre Moscú y Berlín, el «prometeísmo», que liberaría a Polonia de las influencias alemanas y rusas para que el país se desarrolle junto a sus vecinos del centro de Europa. En eso consiste el proyecto «Intermarium», denominado desde 2016 «Iniciativa de los 3 Mares», que uniría en una confederación todos los Estados con costas en el Báltico, el Mar Negro y el Mediterráneo. Partiendo del principio que, a los ojos de Polonia, la «Iniciativa de los 3 Mares» estaría llamada a ocupar el lugar de la Unión Europea, resulta evidente que los polacos no pueden contar a largo plazo con la UE. Así que Polonia prefiere apostar por Estados Unidos como nuevo aliado por tratarse de una gran potencia… geográficamente lejana y, por lo tanto, no peligrosa.
Esa alianza entre Polonia y Estados Unidos se puso de manifiesto durante la guerra contra Irak. Polonia se lanzó de lleno en ese conflicto, por fidelidad hacia su nuevo aliado. Incluso compró aviones de combate estadounidenses con los fondos que la Unión Europea ponía a su disposición para que elevara su economía nacional al nivel que exigía Bruselas.
La desconfianza de los polacos hacia los rusos no debe hacernos olvidar la desconfianza que también sienten hacia los alemanes. La semana pasada, el canciller alemán, Olaf Scholz, trató de inmiscuirse en la campaña electoral polaca afirmando que todavía se mantiene la venta de visas polacas. En Varsovia, Piotr Wawryk, ministro adjunto de Relaciones Exteriores, ya había dimitido cuando se reveló que su administración vendía visas polacas a 5 000 euros. Pero la nueva acusación del canciller alemán parece destinada principalmente a cuestionar la gestión del gobierno del PiS, así que el ministro polaco de Exteriores, Zbigniew Rau, no vaciló en recordar a Alemania, en términos bastante duros, su obligación de respetar el principio de soberanía de los Estados.
Si bien la mayoría de los polacos apoya el nacionalismo del PiS, la oposición está organizada alrededor de la Plataforma Cívica del ex presidente del Consejo Europeo Donald Tusk. Durante su infancia, Tusk jugó con la ahora ex canciller alemana Angela Merkel. Las familias de Tusk y de Merkel se conocían y eran de los privilegiados que podían viajar en los países del bloque del este. Esperando derrotar al PiS este año, Donald Tusk se hizo eco de las acusaciones de la Unión Europea contra el gobierno de Mateusz Morawiecki y contra la concepción de la libertad del PiS. Pero los acontecimientos más recientes no lo favorecen a él ni a la Unión Europea.
Al principio de la intervención rusa en Ucrania, Polonia se declaró solidaria de Kiev porque Washington llamaba sus aliados a movilizarse contra Rusia. El gobierno polaco dio así asilo a 1,5 millones de ucranianos e integró a Ucrania, país ex soviético, en la «Iniciativa de los 3 mares». Pero, como otros aliados de Kiev, Polonia no sabía lo que realmente estaba sucediendo en Ucrania. Históricamente, los polacos recordaban que los nacionalistas integristas ucranianos habían luchado del lado de los nazis y que, bajo las órdenes del Reich, habían liquidado al menos 120 000 polacos. A pesar de ello, a raíz de la disolución de la URSS, Polonia ya había aceptado la llegada de numerosos ucranianos como trabajadores inmigrantes. En otras palabras, Polonia echó a un lado aquellos recuerdos sangrientos para recibir a las mujeres y niños de sus vecinos pobres.
El gobierno del PiS prohibió entonces, calificándola de «propaganda rusa», toda crítica contraria a la Ucrania de Volodimir Zelenski. Desde el inicio de la intervención, el Consejo de Defensa de Polonia prohibió a los proveedores de internet permitir el acceso a nuestro sitio web, Voltairenet.org, y a los artículos de Red Voltaire. Aplicada a nivel nacional, esa censura militar impidió a la clase dirigente polaca entender quiénes eran realmente los individuos que componían el gobierno del presidente ucraniano Volodimir Zelenski. Polonia se convirtió en el principal aliado de Kiev, sólo después de Estados Unidos.
El 22 de septiembre de 2023, la Cámara de los Comunes de Canadá, recibió al presidente Volodimir Zelenski, quien debía pronunciar un solemne discurso ante los diputados. Inmediatamente después de las palabras de Zelenski, el presidente de la Cámara, Anthony Rota, presentó a una persona del público como «un veterano ucranio-canadiense de la Segunda Guerra Mundial que luchó por la independencia de Ucrania contra los rusos» y agregó que aquel hombre era a la vez «un héroe ucraniano, un héroe canadiense», un miembro de la «1ª División ucraniana». De pie, el primer ministro, Justin Trudeau, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski, los diputados canadienses y el público invitado ovacionaron largamente al “veterano”.
Inmediatamente, asociaciones judías emitieron enérgicas protestas. ¿Por qué? ¡Porque la «1ª División ucraniana» es la División “Galizien” de las Waffen SS! Después de 3 días de polémica, Anthony Rota presentó sus excusas a las asociaciones judías y finalmente dimitió.
Pero el embajador de Polonia en Canadá, Witold Dzielski, exigió además excusas canadienses por el insulto a la memoria de los 120 000 polacos masacrados por los nacionalistas integristas ucranianos. Y desde Varsovia, el ministro de Educación de Polonia, Przemyslaw Czarnek, anunció que su país solicitará a Canadá la extradición del “veterano” de las Waffen SS.
En definitiva, todo el globo de Kiev se desinfló de golpe ante los ojos de los polacos. Como señaló Beata Szydlo, ex primera ministro del PiS y actualmente diputada en el Parlamento Europeo, el problema no reside en la ignorancia de Anthony Rota sino en la actitud del presidente ucraniano Volodimir Zelenski y de la viceprimer ministro canadiense, Chrystia Freeland, quien participó en la redacción de una Enciclopedia de Ucrania. Zelenski y la señora Chrystia Freeland no pueden alegar ignorancia sobre la siniestra notoriedad de la «1ª División ucraniana». Pero ninguno de ellos sintió la menor inquietud ni creyó necesario hacer saber al primer ministro Justin Trudeau lo que estaba sucediendo. Al contrario, aplaudieron con el mayor entusiasmo al veterano de las SS.
Dicho sea de paso, el “héroe ucraniano” no era miembro de las tropas de combate de las SS sino de una unidad de represalias, cuya misión consistía específicamente en asesinar a las poblaciones que oponían resistencia al III Reich.
¿Cómo se podría entonces olvidar que en las dos batallas más importantes de la guerra de Ucrania, las de Mariupol y Bajmut, las fuerzas de Kiev han estado precisamente bajo las órdenes del líder militar de los nacionalistas integristas, Andriy Biletsky, quien se hace llamar el «Fuhrer Blanco». Por cierto, hace apenas un mes, el presidente ucraniano Zelenski se hizo filmar en compañía de Biletsky.
Ahora, los polacos se dan cuenta de que actuaron precipitadamente al otorgar a Ucrania el estatus de observador en el seno de la «Iniciativa de los 3 Mares». Vuelve a ponerse de manifiesto el hecho que, a pesar de ser judío, Zelenski se apoya en los «asesinos de judíos», según la expresión del general israelí Benny Gantz.
El incidente canadiense tiene lugar precisamente en momentos en que los agricultores polacos denuncian la competencias desleal de la industria alimentaria ucranio-estadounidense. Tres transnacionales estadounidenses del sector –Cargill, Dupont y Monsanto– han adquirido una cuarta parte del territorio ucraniano y están inundando la Unión Europea con sus cereales y pollos, a precios contra los cuales es imposible competir. Esas transnacionales estadounidenses no pagan las semillas OGM, el Departamento de Estado se las proporciona gratuitamente. Consciente de que sus productos no corresponden a las normas vigentes en la Unión Europea, la Comisión Europea inicialmente prohibió su importación… pero acabó por plegarse a las presiones de Estados Unidos. Ahora, 3 Estados miembros de la Unión Europea –entre ellos Polonia– han adoptado disposiciones nacionales para prohibirlos en sus territorios. En respuesta, el presidente ucraniano Zelenski anunció, tratándose de 3 Estados miembros de la UE, que Ucrania recurrirá a la Organización Mundial del Comercio (OMC).
La agricultura es la primera fuente de ingresos de Polonia. En plena campaña electoral de las elecciones legislativas polacas, la cuestión de las importaciones ucranianas se ha convertido en importante tema de debate. Esto favorece al partido de derecha Confederación y, en aras de conservar el poder, el PiS podría verse obligado ha establecer una alianza con esa formación. El ministro de Agricultura ya se dirigió directamente a los ucranianos señalando que iniciar un proceso contra Polonia en la OMC perjudicaría gravemente las relaciones entre los dos países.
Al mismo tiempo, la población polaca ya comienza dar muestras de exasperación ante el constante flujo de refugiados ucranianos. El presidente polaco, Andrzej Duda, ha mencionado un posible cese de la ayuda a ese refugiados y comparó Ucrania con una persona que se ahoga y que, al debatirse desesperadamente, se convierte en un peligro para quien trate de salvarla.
como colofón, Kiev acaba de arremeter contra el único Estado que Polonia ve con el mayor de los respetos: el Vaticano. En los últimos días, Kiev criticó en los más duros términos las declaraciones del papa Francisco sobre la cultura rusa.
Por su parte, el gobierno del PiS ha decidido sacar nuevamente a la luz el incidente de Przewodow. El 15 de noviembre de 2022, la caída de misiles en esa localidad polaca provocó la muerte de 2 personas y destruyó instalaciones agrícolas. Inicialmente, se afirmó que Rusia era responsable del incidente. Pero, temiendo que una reacción de Polonia desatara una tercera guerra mundial, Estados Unidos reveló que los misiles no eran rusos sino ucranianos y se optó por enterrar el asunto. Pero, precisamente ahora, la comisión investigadora polaca acaba de publicar su informe, donde corrobora lo que anunciaba Washington: los misiles caídos en Przewodow no eran rusos sino ucranianos.
El incidente del SS homenajeado en el parlamento canadiense sigue sin resolverse –las familias de los eslovacos y de los eslovenos asesinados por la división SS “Galizien” tampoco han obtenido excusas canadienses. Pero la cólera de Polonia contra Kiev no dejará de tener consecuencias. En primer lugar, porque Polonia se había convertido en la principal vía de tránsito de la ayuda material militar que Occidente envía a Ucrania. Pero también porque la disputa entre Varsovia y Kiev también tendrá repercusiones en los Estados bálticos, principalmente en Lituania.