Alexander Bovdunov
Hace unos días 500 activistas judíos de la organización JewishVoiceforРеасе fueron detenidos en los Estados Unidor por tomar uno de los edificios del Capitolio, así lo anuncio la misma organización que impulsó la protesta y que ha dado mucho de que hablar en las últimas semanas. Las protestas se llevaron a cabo el 18 de octubre frente al Cannon Building, el edificio más antiguo del Congreso de los Estados Unidos, debido a los bombardeos contra la Franja de Gaza. Los participantes de la protestan llevaban camisetas que decían “Not in ourname (No en nuestro nombre) y muchos vestían prendas típicas de los judíos religiosos como el talit, la kipá y el tefilín (la caja en la que se lleva los textos de la Torá que se atan en la frente o en las manos). Formalmente, esta toma del edificio del Congreso por 10.000 personas tenía un carácter laico y se oponía a la opresión de los palestinos, pero lo interesante era que quienes protestaban eran en su mayoría judíos de izquierdas. Tradicionalmente, la izquierda en todo el mundo siempre ha estado del lado de Palestina, un ejemplo típico es la organización Voz Judía del Mundo, que jamás ha ocultado su orientación “izquierdista”, siendo Noam Chomsky uno de sus fundadores. Claro, ¿por qué los socialistas e internacionalistas judíos no apoyarían a un pueblo oprimido? Pero estos izquierdistas llevaban kipá y su organización esta constituida exclusivamente por judíos, además de tener un consejo de rabinos interesados en el estudio de la Cábala. Por lo que la explicación de este movimiento es un tanto más complicado, especialmente si tenemos en cuenta una frase cabalística que explica su dinámica: “Tikún Olam”, “reparar el mundo”. Estas dos palabras hebreas se han convertido en una especie de contraseña para los judíos pro-palestinos liberales e izquierdistas de los Estados Unidos. También explican los fundamentos teológicos del sionismo contra los cuales lucha el movimiento Voz Judía del Mundo o los judíos ortodoxos que, como sus hermanos de izquierda, no aceptan la existencia del Estado de Israel.
Los recolectores de la luz
El cabalista judío Isaac Luria desarrolló a mediados del siglo XVI un concepto metafísico muy original con el cual explicaba la creación del mundo mediante la “comprensión” de Dios. Luria sostenía que en el vacío existían unos “recipientes” que contenían en su interior los diez sefirots de los que hablaba la Cábala, es decir, la luz divina. Sin embargo, estos recipientes fueron incapaces de contener la luz divina y se rompieron, derramando por todo el mundo su contenido que acabó siendo tomado por “cascaras vacías”. Con tal de recuperar la luz vertida, la Shejiná, la presencia de Dios, el pueblo judío fue enviado a habitar un mundo lleno de entidades y naciones demoníacas (goyim) con la misión de reunir los fragmentos de luz dispersos en él y de este modo restaurar el estado paradisíaco y prístino del mundo, “tikúnolam”. Una vez cumplida esta misión llegará el fin del mundo, la Shejiná volverá a su lugar (sefiraMalkut, el “reino”) y vendrá el Mashíaj (Mesías), el verdadero rey de Israel. La Cábala Luriana explica la expulsión del pueblo judío de Palestina desde una perspectiva metafísica muy elevada, pues considera que los judíos no solo abandonaron Palestina como una forma de expiar sus pecados ante Dios, tal y como sostenía el Talmud, mientras esperaban pasivamente por la llegada del Mesías. En realidad, los judíos están llamados a recolectar la luz divina esparcida por el mundo y esta misión merece la espera y la ardua tarea que tienen por delante. Sin embargo, algunos judíos no se contentaron con la espera. Ya en la segunda mitad del siglo XVII, Shabtai Tzvi, un judío nacido en Esmirna, se declaró el Mesías y dirigió un movimiento al que se unieron miles de judíos en el Levante y Europa. Shabtai Tzvi les prometió que el sultán turco les daría Palestina desde donde él, proclamado el Mashíaj, gobernaría el mundo. Pero Tzvi no obtuvo Palestina, sino que fue enviado a prisión y después se convirtió al Islam bajo amenaza de muerte. Claro, Tzvi no fue el primer falso Mesías que ha aparecido entre los judíos, pero sus acciones fueron las primeras en ser justificadas a la luz de la Cábala Luriana por Natán de Gaza, amigo de Tzvi, que sostenía que este había cometido un “pecado sagrado” con la intención de descender a los infiernos y convertirse en el rey de los demonios con tal de recoger la luz divina que se encontraba en el fondo de la creación, “tikúnolam”.
Por su parte, otros seguidores del falso Mesías Shabtai Tzvi creían que sus acciones debían repetirse, pues la luz divina debía ser encontrada igualmente entre los musulmanes y cristianos, por lo que era necesario ir hacia ellos y cometer el “pecado sagrado” para que la santidad de los judíos (pues los judíos son siempre santos) alcance su plenitud y la luz sea reunida una vez destruidos los reinos y credos de los paganos, solo así el Mashíaj volverá. Estas ideas eran sostenidas, por ejemplo, por Jacob Frank, un seguidor europeo de los sabatianos que en 1759 se convirtió al catolicismo en la ciudad austriaca de Lemberg. Después de su bautismo dijo: “He venido a Polonia para destruir todas las religiones y leyes”. GershomSholem, uno de los más importantes investigadores de la mística judía, investigó detalladamente como los seguidores de Frank pasaron rápidamente de las palabras a los hechos siendo muchos de ellos los líderes de los movimientos revolucionarios europeos e influyendo fuertemente en la Haskalá, la ilustración judía, o en el judaísmo liberal de cuño reformista. Dentro de los sabatianos existían dos corrientes: la primera justificaba el descenso a los infiernos y el trato con los “goyim” con tal de recoger la luz divina (el poder místico, el conocimiento y los valores derramados por el mundo) para restaurar la armonía del mundo y de ese modo construir el paraíso en la tierra. La segunda corriente sostenía que, si el Mashíaj no llegaba, entonces los judíos debían convertirse en el Mashíaj o preparar su llegada, por lo que la espera del Mesías puede ser activa. Paralelamente, apareció un movimiento místico judío conocido como el jasidismo en la Podolia del siglo XVIII y que tomó un camino muy diferente. Para el jasidismo Isaac Luria también era una autoridad, pero interpretaban la recolección de la luz divina de un modo distinto, como un proceso interior y místico en que el maestro espiritual se convertía en el polo de la presencia divina en el mundo, tzadik (el justo), siendo ese su papel central.
El “tikúnolam” para el sionismo religioso
Pero solo fue durante el siglo XX que el concepto de “tikúnolam” – reparación del mundo – dejó de ser un concepto meramente cabalístico para volverse un concepto político. Los primeros en adoptarlo fueron los sionistas, en especial a partir de 1920 cuando el fundador del Gran Rabinato de Israel, el rabino Abraham Isaac Kook, declaró que la restauración del Estado de Israel debía servir al cumplimiento del “tikúnolam”. El rabino Kook interpretó la Cábala Luriana del siguiente modo: la esencia del judaísmo es el diálogo entre el hombre y Dios que nace del mismo monoteísmo judío (1). Además, este diálogo tiene dos niveles, uno individual y otro nacional, el judaísmo desarrolló la idea del diálogo entre Dios y el pueblo de Israel antes de la destrucción del Segundo Templo, mientras que el cristianismo y el Islam desarrollaron la idea del diálogo entre el hombre y Dios. Las chispas de la luz judía – el monoteísmo – se esparcieron por toda la humanidad y los judíos ahora están dispersos por todo el mundo. La creación del Estado de Israel es el medio para reunir estas chispas y restaurar o curar el mundo – “tikúnolam” – primero restaurando el diálogo entre Israel con Dios, con un Estado autónomo y un nuevo Templo, y luego mediante la reunión del resto de las naciones en torno a Israel. Después de esto, según la lógica de la escatología judía, el mundo llegará a su fin. Algunas ramas radicales del sionismo religioso abogan abiertamente por la restauración del Templo de Jerusalén, destruido hace dos mil años por los romanos. Estas organizaciones creen que solo mediante la restauración del Templo de Salomón será posible que el diálogo entre Israel y Dios vuelva a existir. Por lo tanto, el Domo de la Roca, junto con todas las mezquitas de Al-Aqsa, veneradas por los musulmanes, deben ser destruidas con tal de limpiar cualquier inmundicia que todavía queda en Tierra Santa. Con tal de reconstruir el Tercer Templo es necesario sacrificar “una vaca roja perfecta, sin defecto, y que no haya todavía llevado el yugo sobre si” (Números, 19, 2), las cuales son criadas por protestantes radicales estadounidenses en Nebraska y Texas, ya que estos creen que la reconstrucción del Tercer Templo provocará el fin del mundo cuando los musulmanes, judíos y rusos desaten una guerra por la Tierra Santa y desencadenando el ascenso (rapto) de los hijos de Dios (2).
La “reparación del mundo” vista desde la izquierda
Los judíos liberales estadounidenses interpretaron el “tikúnolam” de forma muy diferente. Por ejemplo, el educador judío Alexander Dushkin identificaba el “servicio social” y la promoción de los ideales democráticos con el “tikúnolam”. El “tikúnolam”, decía, “obliga al judío como hijo de Dios y operario del Todopoderoso a llevar a cabo la tarea permanente de reordenar el mundo”. El rabino Abraham Feldman, uno de los representantes más importantes del judaísmo liberal estadounidenses, dijo en 1949 que “el establecimiento del reino de Dios pasa por la justicia social, que no es otra cosa que el reino de Dios en la tierra” (3). El rabino Feldman sostenía que la aparición del Estado de Israel facilitó la llegada del reino de Dios. No obstante, los judíos “ilustrados” más radicales no estaban de acuerdo con él y durante la década de 1980 muchos judíos de izquierda estadounidenses decidieron fundar el movimiento Nueva Agenda Judía que afirmaba: “Somos judíos que creemos firmemente que el auténtico judaísmo solo puede darse prestando seria atención y siendo coherentes con el tikúnolam (el ordenamiento justo de las relaciones humanas con el mundo físico-espiritual)” (4). Un orden justo de las relaciones humanas exige la creación de un Estado palestino, la protección del medio ambiente, la defensa de los derechos de las minorías sexuales, etc. Uno de los representantes de esta corriente, el rabino Michael Lerner, es cercano al Partido Demócrata y publica la revista Tikkun (5). Tanto los liberales de izquierda como los sionistas religiosos, aunque enemigos entre sí, tienen muchos puntos en común. Unos creen, como anteriormente lo hacían los sabatianos, que la espera del Mashíaj debe ser activa y que el pueblo judío debe transformar el mundo como si fuera un Mashíaj colectivo para llevar a cabo el “tikúnolam”. El principal desacuerdo entre las diferentes corrientes del judaísmo radica en qué es la luz divina, dónde reunirla – si solamente entre los judíos o entre otras naciones – y quién establecerá el reino del Mesías – si este será un reino global liberal de izquierda basado en la “justicia” o si el Estado-nación judío se alzará sobre el resto de las naciones –.
La interpretación de los judíos ortodoxos
Sin embargo, existen judíos creyentes que sostienen que todas las anteriores corrientes se han apresurado a proclamar tales ideales. Estos judíos son conocidos como judíos ultraortodoxos y técnicamente se encuentran del lado de los judíos liberales que protestan contra Israel. Pero los judíos ultraortodoxos lo hacen por razones diferentes. Por ejemplo, la organización judía ultraortodoxa NatureiKarta (Los Guardianes de la Ciudad) se opone al Estado de Israel no porque este sea o no “justo” con los palestinos, sino porque tal Estado no debería existir en absoluto ya que los sionistas cometieron el mismo pecado de Shabtai Tzvi: el pecado de orgullo y arrogancia donde los hombres se equiparán con Dios, además de regresar a la Tierra Santa antes de la venida del Mashíaj con tal de “presionar” a Dios. Pero con su prisa no desencadenarán la llegada del Mashíaj sino la ira de Dios. Los líderes de NatureiKarta dicen que los sionistas han violado los tres mandamientos del Talmud que prohíben rebelarse contra los pueblos del mundo, no provocar el fin del mundo y no regresar a la Tierra Santa. Otra comunidad religiosa mucho más numerosa que NatureiKarta, aunque menos famosa, Satmar (judíos jasídicos que reciben su nombre de la ciudad de Satu Mare, en la actual Rumanía) sostienen ideas similares. Satmaresta compuesta por 100.000 miembros, convirtiéndola en la comunidad jasídica más grande del mundo (6), más que otra organización jasídica famosa como Lubavitch, que tiene al menos 20.000 miembros. Muchos miembros de Satmar viven en los Estados Unidos y se dedican al negocio de diamantes, contando con grandes recursos y bastante dinero, además de estar prohibida en el Estado de Israel. A comienzos del siglo pasado, el fundador de esta comunidad, el rabino Yoel Teitelbaum sostuvo que los sionistas habían violado los mandamientos del Talmud al revelarse contra las autoridades no judías e intentar conquistar la tierra de Israel por la fuerza. Para el movimiento Satmar incluso aunque vivas en Israel no debes obedecer al Estado. Por ejemplo, sus integrantes no toman en sus manos shekels. Los más radicales entre ellos incluso dicen que la destrucción del Estado de Israel abrirá el camino para la llegada del verdadero Mashíaj (7). Para esta organización la Cábala Luriana y el “tikúnolam” son muy importantes, pero no como conceptos políticos sino como parte de su espiritualidad interna (8). Aunque saben que Isaac Luria enseñó que mientras las chispas de luz divina no sean reunidas el Mashíaj jamás llegará.
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Las protestas de una parte de la comunidad judía contra las acciones de Israel e incluso contra la existencia del mismo Estado de Israel demuestran que no existe una “judería mundial” monolítica como proclaman los antisemitas. Existen muchas divergencias entre los mismos judíos no solo al nivel de la política sino también de la metafísica y el significado de la existencia del mismo pueblo judío. Todos aseguran que al pueblo judío se le ha confiado una misión muy especial relacionada de algún modo con ponerle fin a la historia del mundo y el establecimiento de un mundo mesiánico. Sin embargo, no hay un acuerdo sobre qué medios usar para cumplirla, dónde cumplirla y cómo buscar la luz perdida de los sefirots. Paradójicamente, es en esta dificultad donde subyace la fuerza del pueblo judío. Hace un siglo los astros de la geopolítica mundial se alinearon de tal manera que gracias al apoyo del imperio británico y los Estados Unidos un grupo de judíos sionistas logró cumplir sus cometidos. No obstante, incluso aunque Israel desaparezca del mapa mundial debido al declive de los Estados Unidos, los judíos seguirán existiendo, y algunos de ellos, con sombreros y abrigos largos, y otros con kipás hippies y banderas multicolores, dirán: “¡Les advertimos que esto pasaría!”
Notas: