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Nayib Bukele, el carismático político de la 'mano dura' que volverá a gobernar El Salvador

Administrator | Lunes 05 de febrero de 2024
Un inmenso mural de campaña en una fachada de San Salvador con el rostro de Nayib Bukele, reelecto este domingo por una mayoría aplastante, lleva un lema que le va como anillo al dedo: "Paso a paso".
Así es como este político de 42 años, declaradamente populista y difícil de encasillar políticamente, ha ido convenciendo a los salvadoreños de que a cambio de darles seguridad en las calles con su mediática política de mano dura contra la violencia pandillera, le dieran carta blanca para concentrar todo el poder en su puño.
Eso incluye un régimen de excepción que dura ya casi dos años y con el que ha puesto tras las rejas a más de 70.000 personas, acusadas de pertenecer a las maras. Con eso, El Salvador pasó a convertirse en uno de los países más seguros de América y él en el líder más popular de la región latinoamericana, según el Latinobarómetro de 2023.
Su victoria, más que augurada en los sondeos, le convierte en el primer presidente en ser reelegido desde la llegada de la democracia en 1992 al país más pequeño de Centroamérica, de poco más de seis millones de habitantes.
Bukele, tras abandonar sus estudios de derecho, se puso al frente de la empresa de publicidad fundada por su padre, un negocio que le llevó a dominar el arte de la propaganda política a través de las redes sociales y que proveía servicios al gobierno del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), la antigua guerrilla de izquierda que gobernó el país entre 2009 y 2019.
Fue con ese partido que entró en política, primero como alcalde del municipio de Nuevo Cuscatlán (2012-2015) y luego de San Salvador (2015-2018), donde destacó entre otras cosas por la pacificación del decaído centro de la ciudad.
Su idilio con el FMLN terminó pronto, cuando fue expulsado en 2017 tras ser culpado de promover la división en el partido por sus discrepancias con la cúpula del partido izquierdista.
Pero en esa época él ya tenía ambiciones presidenciales. Fundó su partido actual, Nuevas Ideas (NI), con el que no pudo postularse a los comicios de 2019 debido a maniobras opositoras.
Finalmente, con el aval de su popularidad, concurrió y ganó en primera vuelta con el centroderechista Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), una escisión del derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena).
Con esa victoria, terminó con el bipartidismo con el que Arena y el FMLN se habían repartido el poder desde 1992, cuando se firmó el acuerdo de paz tras 12 años de guerra civil.
"Un poco medicina amarga"
Bukele asumió la presidencia como el presidente 'millenial' más joven de América Latina, dispuesto a sacar del pozo a un país azotado por la violencia de las 'maras', la corrupción y la pobreza.
"Nuestro país es como un niño enfermo. Nos toca ahora a todos cuidarlo, nos toca a todos ahora tomar un poco de medicina amarga", advirtió entonces en su toma de posesión ante miles de salvadoreños.
Y se puso manos a la obra. Aunque él no lo aceptó nunca, la prensa sostiene que empezó negociando la reducción del índice de homicidios y futuro apoyo electoral con las tres principales pandillas del país, Mara Salvatrucha-13, Barrio 18 Revolucionarios y Barrio 18 Sureños, a cambio de beneficios carcelarios y otras prebendas.
Nueve meses después de subir al poder, en febrero de 2020, protagonizó un hecho que dio la vuelta al mundo: arropado por el pueblo, irrumpió en la Asamblea con militares y policías fuertemente armados y se sentó en el sillón de la presidencia para presionar a sus los legisladores para que aprobaran un crédito de 109 millones de dólares para financiar su plan de seguridad 'Control Territorial'.
Con la mayoría calificada en la Asamblea, ya podía hacer y deshacer a su antojo: destituyó al fiscal general y a los cinco magistrados de la Sala de lo Constitucional y los sustituyó por figuras afines, lo que desató acusaciones de que estaba emprendiendo una deriva autoritaria.
Su nueva hegemonía le dejó vía libre para reformar las leyes electorales para optar a un nuevo mandato, destituir a más figuras que le eran incómodas o incluso convertir a El Salvador en el primer país en adoptar el bitcóin como moneda oficial, junto al dólar estadounidense. Quiso hacer del país el epicentro mundial de las criptomonedas e incluso proyectó la "Bitcoin City", jamás concretada.
"La guerra total" contra las maras
Pero el año más decisivo de su mandato fue 2022. Tras una escalada con 87 muertes violentas en una semana, le declaró en marzo "la guerra total" a las pandillas, que durante décadas sembraron un régimen de terror y extorsión en buena parte del país.
A partir de ahí fue decretado el estado de excepción, prorrogado 14 veces, que suspende garantías constitucionales y permite entre otras cosas detenciones provisionales sin límites o la intervención de las telecomunicaciones sin el aval de un juez.
"No estamos combatiendo a angelitos, estamos combatiendo al mismo demonio", dijo en una ocasión.
¿Un modelo a imitar?
Lo cierto es que las maneras de Bukele causan furor en otros países de Latinoamérica, una región terriblemente azotada por la violencia del narcotráfico y el crimen organizado, que está extendiendo su tentáculos por todo el continente.
En muchos países hay sed de paz, de poder andar por las calles sin miedo. Uno de ellos es Ecuador, que lleva un desempeño contrario al de El Salvador: en pocos años, la nación andina ha dejado de ser una de las más seguras de la región.
El año pasado, el gobierno de Bukele afirmó la apertura de una oficina en Haití para ayudar a reducir los altos índices de violencia pandillera. Políticos de países como Argentina, Chile o Perú lo han elogiado.
Hace poco, el presidente libertario argentino, Javier Milei, dijo de Bukele que es "alguien que a pesar de la adversidad logró llevar a cabo su programa de gobierno". Otros, sin embargo, como el venezolano Nicolás Maduro o el colombiano Gustavo Petro han arremetido contra sus métodos.
"Queremos ser sus amigos, sus aliados, sus socios, lo que no vamos a ser es sus lacayos"
El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, emitió un mensaje desde el Palacio Nacional, en el centro de San Salvador, en donde miles de personas se dieron cita para festejar su eventual reelección en el cargo.
Durante su discurso, Bukele destacó el tema de la seguridad y sentenció que su gobierno está a punto de acabar con las pandillas que durante décadas azotaron al país.
"Literalmente pasamos de ser el país más inseguro del mundo a ser el país más seguro de todo el hemisferio occidental, el país más seguro del continente americano", sentenció el mandatario.
Nayib Bukele recordó que su estrategia de seguridad ha sido cuestionada por organismos garantes de los derechos humanos como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización de los Estados Americanos (OEA); sin embargo, cuestionó los intereses detrás de dichas críticas.
"¿Por qué debemos morir nosotros y nuestros hijos para que ustedes estén contentos con su falsa democracia que no respetan ustedes ni en sus propios países?", cuestionó el mandatario.
Ante una plaza abarrotada, Bukele pidió a los organismos, países y periodistas que han señalado a su Gobierno creer en el pueblo salvadoreño, que este 4 de febrero salió a las urnas y, de acuerdo con los resultados preliminares, dio una amplia ventaja a Bukele.
"No me crean a mí, yo solo soy un político, solo soy un funcionario, créanle al pueblo salvadoreño", dijo el presidente, quien una vez oficializado su triunfo gobernará el país por otros cinco años.
El mandatario aseveró que su Gobierno está dispuesto a estrechar sus lazos comerciales con todos los países del mundo; sin embargo, dejó en claro que la nación centroamericana es libre y demócrata, por lo que no se someterá a los intereses de ningún otro gobierno.
"Queremos ser sus amigos, sus aliados, sus socios, lo que no vamos a ser es sus lacayos", sentenció.

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