Opinión

Leóntiev, un pensador en la encrucijada

Administrator | Lunes 26 de febrero de 2024
Andrey Zvorykin
Konstantin Nikolaevich Leóntiev (1831-1891) fue uno de los pensadores rusos más influyentes en la segunda mitad del siglo XIX. Sus opiniones influyeron en filósofos y pensadores como V.S. Solovyov (1), N.A. Berdiaev (2) y P.A. Florenski (3), por lo que estudiar sus obras y puntos de vista es de sumo interés para comprender la historia de la sociología y la ciencia política rusa. Igualmente, sus ideas geopolíticas deben ser vistas como una especie de transición entre los primeros eslavófilos y los posteriores eurasiáticos. El objetivo de este artículo es presentar las opiniones de Leóntiev sobre la multiplicidad de civilizaciones, las peculiaridades del desarrollo europeo, la particularidad de la historia rusa y la relación entre Rusia y otros pueblos eslavo (un punto clave que marca la ruptura entre las ideas de Leóntiev y los eslavófilos) así como su papel en la transición de las ideas eslavófilas a las ideas eurasiáticas. La principal fuente para abordar este tema es la obra Bizantinismo y eslavismo escrita en 1875 por Leóntiev (4), a la cual le siguió una serie de artículos dedicados a este asunto que analizaremos para comprender la relación de las ideas de Leóntiev con respecto a las de sus predecesores. Además, es importante tener en cuenta que el libro de Danilevski, Rusia y Europa (5), es extremadamente importante a la hora de comprender las ideas geopolíticas del primero.
Leóntiev y Danilevski
Si queremos comprender a Leóntiev es necesario situarlo en la historia del pensamiento ruso de su época. Es algo especialmente importante y posteriormente argumentaré el por qué, pero por ahora debemos decir que las ideas de Leontiev son una especie de continuación de los eslavófilos, especialmente porque sus obras fueron muy influidas por uno de los más importantes representantes de este movimiento: Nikolai Yakovlevich Danilevski, que era un contemporáneo de Leóntiev. La obra más importante de Danilevski es Rusia y Europa (6), la cual fue publicada en 1869, sólo 7 años antes de Bizantinismo y eslavismo (7). Según Danilevski la humanidad no ha estado y jamás ha sido un todo unificado, sino que, al contrario, las diversas sociedades que han aparecido a lo largo del tiempo han sido el resultado de diferentes civilizaciones a las cuales el denomina como tipos histórico-culturales. Danilevski distingue un total de 10 tipos histórico-culturales: egipcios, chinos, caldeos, indios, judíos, griegos, romanos, árabes y romano-germánicos. De la misma manera en que los botánicos comparan las hojas de las plantas Danilevski compara las diferentes civilizaciones afirmando que cada una pasa por ciclos de nacimiento, crecimiento que dan como resultado su floración y finalmente su muerte que sirve como abono para que nuevos tipos histórico-culturales nazcan. Según Danilevski, Rusia apenas se encuentra en su primera fase de desarrollo como civilización independiente y aún debe recorrer un largo camino para revelar al resto del mundo su verdadero tipo histórico-cultural, algo que únicamente ocurrirá en el momento en que derrote a la civilización romano-germánica (la cual, dice Danilevski, se encuentra en su fase de decadencia) y logre unificar al resto del mundo eslavo. Leóntiev retoma las ideas de Danilevski de la pluralidad de tipos histórico-culturales (término que sigue utilizándose actualmente) cada uno de los cuales atraviesa por diversas fases de desarrollo. Sin embargo, realiza una serie de críticas que nos permite decir que no es un eslavófilo “ortodoxo”, diferenciándose profundamente de ellos.
El desarrollo de las civilizaciones según Leóntiev
Leóntiev sostiene que el desarrollo de cada civilización empieza con un tipo histórico-cultural preciso que, en la medida en que se va expandiendo, absorbe en su interior a los pueblos y culturas vecinos, pasando de ese modo de una forma simple a un estado complejo. Ejemplos de este proceso lo podemos observar en la Hélade tras sus guerras contra Persia y anteriormente en las Guerras del Peloponeso, la transformación de Persia durante el Reino de los Partos o Roma desde las Guerras Púnicas hasta los Antoninos. Cuando se producen estas transformaciones las civilizaciones, con tal de mantener su coherencia interna, comienzan a interpretarse a sí mismas mediante la creación de una cultura única y desarrollando una forma de pensamiento religioso, filosófico y científico. Es precisamente en esta etapa de creciente complejidad que las civilizaciones crean una imagen externa que dejan por herencia, en mayor o menor medida, a las formas político-estatales e histórico-culturales que luego aparecerán en el futuro y que ocuparan su lugar. Este proceso se da debido a que, una vez creada una síntesis exitosa de todos sus componentes, las civilizaciones se unifican y comienza a simplificarse o descomponerse: la simplificación termina por reemplazar a la complejidad y la igualación termina por sustituir a la singularidad, finalmente la materia termina por derrocar a la forma. En este último estadio las sociedades comienzan a preocuparse por la felicidad personal de cada uno de sus miembros, lo que debilita a los defensores en contra de los enemigos exteriores y finalmente lleva al colapso de las potencias más seniles. Es aquí donde debemos prestar atención a dos puntos muy importantes señalados por Leóntiev:
  • En primer lugar, existen casos dentro de la historia de las civilizaciones donde una civilización conquistada por otra termina resurgiendo de sus cenizas e incluso sobrevive a sus conquistadores. Leontiev señala como ejemplo de este caso a Persia que sobrevivió a la conquista de Alejandro Magno, pues Macedonia, encontrándose en una fase temprana de su desarrollo no fue capaz de crear una síntesis propia. Una vez que el imperio de Alejandro logró derrotar a los aqueménides terminó por sucumbir ante la influencia de persa que era mucho más fuerte que la griega. Esto llevó a un resurgimiento de la civilización persa una vez colapsó el poder macedónico en la forma del Reino de los Partos y luego del poder Sasánida, el cual se extendió hasta el siglo XII. El mismo helenismo acabó por ser influido por el mundo persa, algo que se puede observar incluso en la época bizantina.
  • En segundo lugar, la unificación de una civilización no conlleva necesariamente su decadencia y muerte, ya que puede impulsar su expansión y absorción de otros elementos complejos, esto sucedió con la civilización romana que, según Leóntiev, experimento tres expansiones y síntesis sucesivas antes de finalmente dejar de existir parcialmente: el Imperio Romano de Occidente se convirtió en la base material que dio nacimiento al tipo romano-germánico, mientras que el Imperio Romano de Oriente siguió existiendo, dando nacimiento a un nuevo tipo, el bizantino.
  • Leóntiev sostiene que una civilización dura al menos 1200 años, plazo que más o menos duró el Estado romano antes de dar nacimiento al mundo bizantino. Sin embargo, Leontiev considera dos tipos atípicos como importantes excepciones: Egipto y China, cuya excesiva larga duración está conectada a los cambios de dinastías (siendo estas dinastías probablemente diferentes civilizaciones que suceden a las anteriores) y al hecho de que no tenían enemigos capaces de destruirlas y suplantarlas. Es de este modo que Leontiev niega el progreso – entendido como un movimiento hacia adelante que desarrolla la civilización – como un bien absoluto, ya que cree que este deseo de progresar contribuye a la desintegración del tipo histórico-cultural, terminando en la unificación y simplificación excesiva que lleva a la decadencia o la muerte.
    Peculiaridades de la historia de Europa y su destino
    Leontiev dedica gran parte de su obra a estudiar el tipo histórico-cultural, comparándolo bastante con los Estados de la Antigüedad: “Había más variedad, más lirismo, más conciencia, más razón y más pasión en la vida europea que en la vida de otros mundos históricos desaparecidos anteriormente. El número de monumentos arquitectónicos de primera, de personajes famosos, de sacerdotes, monjes, guerreros, gobernantes, artistas y poetas era sin duda mayor, al igual que la magnitud de sus guerras, la profundidad de su filosofía, su riqueza, el inaudito celo por su religión (como, por ejemplo, frente a la heleno-romana), siendo su aristocracia mucho más preparada que la romana, sus monarquías individuales mucho más sólidas (hereditarias) que la romana y, en general, los mismos principios que formaban la base de la estatalidad europea eran mucho más complejos que las del mundo antiguo” (8). Leontiev considera el momento de coronación de Carlomagno como emperador la época de nacimiento de la civilización europea. Es a partir de aquí, dice, que se produce la separación definitiva de Europa Occidental de la herencia romana (representada en ese entonces por la emperatriz bizantina Irene), evento que finalmente llevó a la división del cristianismo en una religión ortodoxa (primero bizantina y luego rusa) y otra católica (europea). Carlomagno fue coronado por el Papa León III de Roma, ya que en un primer momento los Pontífices romanos tuvieron mucho que ver con la unificación de la historia europea, jugando un papel muy parecido al de los emperadores bizantinos. Los normandos también jugaron un rol en la unificación de Europa, siendo ellos los que a sangre y fuego terminaron por hacer que Gran Bretaña se uniera al resto del continente. A pesar de ser un pueblo pagano, los lideres normandos terminaron por convertirse al cristianismo, pero sus campañas dejaron profundas cicatrices que terminaron por alimentar la división entre protestantes y católicos en toda Europa.
    La etapa de florecimiento complejo de la historia europea se produce durante el Renacimiento, la Cuarta Cruzada y la llegada de refugiados bizantinos a Occidente después de la caída de Constantinopla que trajeron consigo muchas de sus ideas, las cuales se superpusieron al desarrollo europeo y crearon una increíble síntesis cultural que empujaría a la civilización europea a alcanzar logros sin precedentes en términos científicos y geográficos. Sin embargo, fue este momento de síntesis el que marco, al mismo tiempo, el comienzo de su declive. Mientras que los antiguos tipos histórico-culturales desconocían las razones de su propia destrucción, Europa forjó conscientemente las armas que la harían desaparecer. Según Leóntiev la causa de la destrucción de Europa no era otra que el liberalismo nacido del espíritu protestante. El liberalismo promovía la famosa Tríada de 1789 que se resumía en la frase: Libertad, Igualdad, Fraternidad. Es precisamente al apoyarse en esos principios que la civilización europea comenzó su descenso consciente a la simplificación, destruyendo sus estamentos y dando nacimiento a Estados-nación idénticos entre sí que eliminaron por completo la vida social jerárquica basada en una religión. De ahora en adelante la política se extiende al conjunto de la población, se produce el sufragio universal igualitario y finalmente termina por llegarse a la muerte. Leóntiev sostiene que el socialismo no es más que una continuación del liberalismo después de estudiar a los dos teóricos socialistas más importantes de su época: Proudhon y Marx. Mientras que Proudhon se adhiere en líneas generales a la simplificación e igualación universal en términos estatales, termina por conservar el orden antiguo en la familia. Proudhon considera que el mundo venidero estará compuesto por una serie de federaciones libres e independientes en cada una de las cuales reinará un patriarca: el varón junto con sus sirvientes – esposa e hijos –. En cambio, Marx aboga por la creación de un Estado fuerte y todopoderoso que terminará emancipando gradualmente a toda la sociedad. Según Leóntiev, ambos predicen únicamente etapas de la futura civilización europea, quedando totalmente cautivos de viejos ideales. No obstante, Leóntiev predice acertadamente el rumbo que seguirá el liberalismo de izquierdas europeo: tras sangrientas guerras continentales, Europa terminará por formar una federación de Estados que buscará liberalizar lo más posible la sociedad. Dicha federación de Estados europeos será la última etapa de la historia de ese continente, la cual comenzó en el siglo IX y durará hasta el siglo XXI, cumpliéndose con ello los 1200 años de existencia de su tipo histórico-cultural.
    Rusia según Leontiev: el bizantinismo
    Cuando describe a la civilización rusa Leóntiev recurre a los eslavófilos, considerándola una civilización diferente a la europea y dándole mucha importancia a la religión ortodoxa en Rusia, siendo esta última heredera de la cultura y la historia de Bizancio. Sin embargo, existen muchos otros aspectos del tipo histórico-cultural ruso en los cuales no coincide con los eslavófilos. Por ejemplo, Leóntiev dice en Bizantinismo y eslavismo que la historia rusa comienza con el bautismo de San Vladimir (988), por lo que Rusia ya es una civilización antigua con al menos 900 años de historia y no apenas naciente como sostenían los eslavófilos. Además, Konstantin Leóntiev sostiene que la influencia corrosiva de las ideas liberales, las cuales se extendían rápidamente por Europa del Este, eran la mayor amenaza para Rusia. Con tal de evitar que el tipo histórico-cultural ruso termine por diluirse en una futura Federación de Europa, Leóntiev llama a fortalecer la estructura estatal rusa que, según él, es de carácter bizantino. El bizantinismo comenzó a influir fuertemente en Rusia desde su creación. Mientras que en Europa el legado bizantino terminó por entrar en contacto con un tipo histórico-cultural muy desarrollado y dio origen a una compleja síntesis civilizacional, en la antigua Rusia el bizantinismo llegó a una tierra vacía tanto en términos ideológicos como culturales, convirtiéndose en los cimientos que dieron nacimiento al futuro Estado ruso. De allí que, según Leontiev, en la civilización rusa terminó predominando una monarquía hereditaria absoluta que era servida por una nobleza, algo que difería fuertemente de las instituciones romanas y europeas.
    La monarquía rusa tiene su origen en las ideas romanas sobre la divinidad, y posteriormente co-divinidad, de los Cesares. En Roma la formación del cesarismo fue un proceso histórico muy largo que se dio debido a la pugna entre el poder imperial, el cual luego se volvió dictatorial, en contra del Senado romano, mientras que en Europa el poder real era el resultado de que un caudillo germánico exitoso terminaba por convertirse en el rey de un país, siendo el primero entre iguales entre varios señores feudales. Sin embargo, el poder supremo le pertenecía a los Pontífices romanos como representantes de la Iglesia. En Bizancio, por el contrario, prevaleció la idea del Cesaropapismo, mientras que en Europa existió el Papocesarismo. Rusia adoptó de la ortodoxia bizantina la idea de que el emperador es el vicario de Cristo en la tierra. Ya Yaroslav el Savio era llamado Zar (César) de las tierras rusas y reclamaba una autoridad absoluta por encima de los rusos de a pie e incluso de los príncipes de la estirpe de los Rúrikovich. Esto determinó las diferencias entre la nobleza rusa, por un lado, y la aristocracia europea, por el otro. La aristocracia europea nace de la sujeción de la nobleza a príncipes germánicos mucho más poderosos, pero cualitativamente iguales. Este orden dio nacimiento a un complejo sistema de jerarquías al interior del feudalismo europeo el cual moldeo la geopolítica misma de ese continente, caracterizada por un bajo nivel de centralización que fue destruido por los Estados-nación durante sus procesos de unificación – ya que veían al sistema feudal como un obstáculo para ellos –, esta destrucción es considerada por Leóntiev como el principio de la decadencia de Europa. Por el contrario, la nobleza rusa siempre se percibió a sí misma como servidora del Zar y lo mismo se aplica al pueblo llano. Mientras que los señores feudales europeos se jactaban de la antigüedad de su familia la nobleza rusa consideraba que sus méritos se reducían al servicio que sus familias habían bridado a sus soberanos, algo que queda confirmado por el sistema de méstnichestvo (n.d.t., en la historia rusa, el méstnichestvo era un sistema feudal jerárquico que funcionó desde el siglo XV al XVII. La palabra deriva del ruso “mesto”, lugar. Se desarrolló alrededor de un concepto: el boyardo que estimara que sus orígenes eran más antiguos y sus servicios al zar más valiosos, podía reclamar un mayor cargo en el estado. Esto a menudo condujo a disputas entre los nobles sobre sus ancestros y los servicios que habían prestado al monarca).
    El período de complejidad floreciente de Rusia comenzó con el reinado de Pedro el Grande, momento en que los rusos se abrieron a la influencia europea y que tuvo un impacto similar a la asimilación de la influencia bizantina por Europa un par de siglos antes. Gracias a los cambios que Occidente introdujo en Rusia esta última fue capaz de crear un poderoso imperio autónomo (idea que claramente difiere de los eslavófilos que veían negativamente las reformas de Pedro el Grande) (9). Sin embargo, la Europa de finales del siglo XIX seguía avanzando hacia su decadencia y amenazaba con arrastrar a Rusia con ella. Si Rusia deseaba salvarse de ese destino tenía que abrazar el bizantinismo, decía Leóntiev. Curiosamente, entre las recomendaciones que hacia Leontiev se encontraba la creación de un Estado socialista de carácter totalitario (10) que preservara la monarquía absoluta y la servidumbre de la nobleza, razón por la cual es considero por muchos investigadores como una especie de predecesor del estalinismo.
    Rusia y los eslavos
    Las opiniones de Leóntiev sobre los pueblos eslavos también difieren significativamente de las ideas de los eslavófilos, especialmente de las expresadas por Danilevski, quien proponía una alianza de Rusia con los eslavos occidentales y meridionales como el medio para alcanzar la grandeza política. En Bizantinismo y eslavismo Leóntiev no solo se muestra escéptico frente a esta propuesta, sino que analiza la trayectoria histórica de los pueblos eslavos y demuestra que no solo ellos difieren significativamente entre sí, sino que además son muy diferentes a los rusos. Leóntiev dice: “El eslavismo es y no es”. El paneslavismo de su época estaba obsesionado con la liberación de los pueblos eslavos de los Balcanes y Europa central, pero Leóntiev considera tales ideas como una copia de los nacionalismos europeos que empujarían a Rusia a aliarse con Francia, la potencia más progresista de la Europa de su época, y enemistarse con Alemania, la columna vertebral del conservadurismo europeo. Leóntiev profetiza que tal política llevaría al colapso del Reich alemán y al debilitamiento de Rusia. Los pueblos eslavos, sostiene, no se encuentran unidos a Rusia ni por una historia, cultura o incluso una religión común, ellos jamás le agradecerán a los rusos por la libertad que estos les han dado y debido a que carecen de una aristocracia endógena terminarán por ser gobernados por intelectuales fascinados por las ideas occidentales que, inmediatamente después de que Rusia los libere, le darán la espalda a los rusos como sucedió, por ejemplo, con Bulgaria. Cuando Leóntiev escribe Bizantinismo y eslavismo Bulgaria todavía formaba parte del Imperio Otomano, pero poco después de la guerra ruso-turca de 1877-1878 Bulgaria se independizó y rompió sus relaciones con Rusia (11). Leóntiev consideraba que la liberación de los pueblos eslavos era un enorme error geopolítico y prefería que los rusos siguieran una política mucho más equilibrada y realista que no estuviera orientado por el eslavismo, sino por los intereses de Rusia.
    Conclusión: Leóntiev como pensador de la encrucijada
    Resumiendo, las ideas de Konstantin Nikolaevich Leontiev son una especie de replanteamiento crítico de los clásicos eslavófilos. Si estos últimos señalaron las particularidades de la estatalidad rusa y llegaron a la conclusión de que existían muchas civilizaciones o, tipos histórico-culturales como los denomina Danilevski (12), que se desarrollan como organismos vivos autónomos, entonces Leóntiev intento extraer de esas ideas las conclusiones geopolíticas fundamentales para Rusia, especialmente el hecho de que la civilización rusa debía rechazar el paneslavismo en favor de una visión geopolítica realista que le diera más importancia “al suelo que a la sangre”. Este principio fue retomado y defendido posteriormente por los eurasiáticos (13). Además, Leóntiev hizo importantes contribuciones a la teoría de las civilizaciones de Danilevski, introduciendo la idea de alternancia entre la complejidad y la simplicidad en la historia de los tipos histórico-culturales, especialmente en sus momentos de expansión espacial. Es interesante señalar que en la descripción de la alternancia Leóntiev parece retomar el método dialectico de Hegel (14), cuyas obras también tuvieron una influencia significativa en los eslavófilos (15). También resulta sorprendente que en sus obras Leóntiev predijera varios acontecimientos mundiales como la destrucción del Reich alemán debido a la alianza entre Francia y Rusia, el debilitamiento de Rusia debido a ese conflicto y el peligro de las decadentes ideas liberales, el colapso de la dinastía Obrenovic en Serbia, la ruptura entre Bulgaria y Rusia e incluso el estalinismo (con la formación de una monarquía socialista absoluta) o el nacimiento de la OTAN y la Unión Europea gracias a la unificación de los estados europeos por medio de una federación construida sobre las ideas liberales de izquierda.
    Por otro lado, Leontiev estaba claramente comprometido con la idea de que la civilización rusa únicamente procedía de Bizancio, incluso considerando el comienzo de la misma a partir del Bautismo de San Vladimir, ya que este periodo de la historia de Rusia es equiparable al periodo de la historia europea que va desde el bautismo de Clodoveo hasta la coronación de Carlomagno, que él consideraba como una especie de prehistoria. Este tema volvería a ser estudiado por los eurasiáticos que llegaron a la conclusión de que la historia de la unificación cultural rusa sólo comenzó con la Batalla de los Hielos en 1242 (N.S. Trubetskoi) (16) o la Batalla de Kulikovo en 1380 (L.N. Gumilev) (17). La civilización rusa como tipo histórico-cultural autónomo surge en la época de dominio mongol, la cual dotó al Estado ruso de una identidad e historia totalmente distinta a la europea. Los eurasiáticos consideraban que este modelo turanio-mongol fue el que determinó los contornos de la geografía rusa, al igual que muchas de sus particularidades políticas que Leóntiev consideraba como heredadas del bizantinismo, en especial la monarquía absoluta y la nobleza servil.
    Notas:
  • Соловьёв В. С. Леонтьев, Константин Николаевич // Энциклопедический словарь Брокгауза и Ефрона : в 86 т. (82 т. и 4 доп.). — СПб., 1896. — Т. XVIIa. — С. 562—564.
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  • Россия и Европа : взгляд на культурные и политические отношения славянского мира к германо-романскому / Н. Я. Данилевский. — Издание 5-е, с посмертными примечаниями, статьей К. Н. Бестужева-Рюмина и указателями предметов и имен. -С.-Петербург : Издание Н. Страхова, 1895. -XLII, 629 с.
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  • Генов Г. Българската външна политика през Балканската война. – Ваньо Недков, 2005.
  • Россия и Европа : взгляд на культурные и политические отношения славянского мира к германо-романскому / Н. Я. Данилевский. — Издание 5-е, с посмертными примечаниями, статьей К. Н. Бестужева-Рюмина и указателями предметов и имен. -С.-Петербург : Издание Н. Страхова, 1895. -XLII, 629 с.
  • Трубецкой Н.С. Взгляд на русскую историю не с Запада, а с Востока // Наследие Чингисхана. М. : Эксмо, 2019. С. 15–88.
  • Г. В. Ф. Гегель. Философия права. Академия наук СССР. Институт философии. Из-во «Мысль», Москва — 1990 г. – 231 с.
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  • Гумилёв Л. Н. От Руси до России / Гумилёв Лев Николаевич. — М. : ДИ-ДИК, 1997. — 560с. — (Сер.альм.«Сочинения Л. Н. Гумилёва»/Сост. А. И. Куркчи ; Вып.4).
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