Geoestrategia

La línea roja de Vladimir Putin contra el asalto imperialista

Administrator | Miércoles 29 de mayo de 2024
Simone Monticchio
La asunción por el presidente Vladimir Putin de su quinto mandato presidencial, respaldada por un enorme consenso popular, reafirmó una vez más el liderazgo de Rusia como potencia con proyección global y su centralidad dentro del bloque de países multipolares, enviando un mensaje claro y contundente a los angloamericanos y a sus satélites en el Occidente colectivo.
La Federación Rusa no acepta en modo alguno, ningún tipo de amenaza a su integridad territorial, preserva sus valores ancestrales y mantiene relaciones diplomáticas con la mayoría de los países del mundo, sin excluir un diálogo fructífero también con los países del bloque occidental en condiciones de plena igualdad. En el marco de estos conceptos ideológicos y líneas guías externados en el discurso de la toma de posesión presidencial del mandatario ruso, que se debería analizar la recién decisión en fecha 6 de mayo 2024, de llevar a cabo ejercicios nucleares tácticos conjunto entre los países de la Unión, ósea Rusia y Bielorrusia como respuesta a las amenazas de la OTAN.
La situación de escalada bélica en el teatro de operaciones militares ucraniano está inextricablemente ligada al colapso del mundo globalista unipolar euro-atlantista, que expresa un desesperado intento de mantener una irrisoria hegemonía mundial desacreditando y atacando cualquier intento de transición hacia una nueva reconfiguración del actual sistema de relaciones internacionales, el multipolarismo. Esta teorización practica representa actualmente la única alternativa viable e igualitaria para poder apaciguar las crecientes tensiones globales y desarrollar un sistema de intercambio económico igualitario e inclusivo que toma en cuenta la especificidad político-cultural de los distintos actores globales.
El conflicto que se desarrolla desde hace más de una década en el territorio de la antigua República Socialista Soviética de Ucrania, que comenzó tras el destronamiento del presidente electo Yanukovic con el golpe de Estado organizado por el aparato diplomático-militar estadounidense hábil en explotar la carta de las diferencias interétnicas, retomando un guión ya ampliamente utilizado para desmantelar la Yugoslavia socialista, y que desembocó en una sangrienta guerra civil, en el genocidio de las poblaciones rusófonas y tuve como corolario el inicio de la operación especial, representa solo el frente más caliente y peligroso de una serie de tensiones geopolíticas que estallan con fragor.
El contundente retorno a la escena global de la Federación Rusa como superpotencia militar, encabezada por el Presidente Putin, el poderoso ascenso económico y tecnológico de la República Popular China, y el surgimiento de un mosaico de distintos países acomunados bajo la inquebrantable voluntad de forjar su propio destino como pueblos, liberándose del juego neocolonial y del sometimiento del Norte global, son los elementos propulsores hacia la desintegración del polo oligárquico transnacional angloamericano.
La respuesta de un Imperio agonizante y autorreferencial, receloso de una aparente superioridad moral que se moldeó sobre teorizaciones anacrónicas, herencia de su historia piratesca de pillajes y saqueos indiscriminados de recursos naturales ajenos, se exterioriza en una peligrosa agresividad belicista sin precedentes. Un conjunto irregular de doctrinas geopolíticas, revisadas y subordinadas a los intereses transnacionales egoístas del mundo unipolar, todavía actúan como fuerza impulsora de la política exterior del bloque de la OTAN: la Doctrina Monroe y la idea del “patio trasero”en América Latina, el control de Hearthland rescatado de la Teoría de Mackinder, la hegemonía dentro de las instituciones financieras originadas en Bretton Woods, los “protectorados monetarios” el Franco CEFA y el Euro, la centralidad del dólar en el sistema de intercambio internacional, el proyecto fracasado del “Nuevo Siglo Americano” del PNAC sistematizado por los neocons. William Kristol y Robert Kagan que miraban a redibujar el mapa del Próximo Oriente y además el cerco estratégico de contención a las fronteras sino-rusa con la extensión del teatro de operación estratégica de la OTAN en el Indo-Pacifico alimentan una amenaza permanente a realidades estatales autónomas y soberanas.
La fluidez de la situación actual, sujeta a cambios imprevisibles e inciertos, es el resultado de una planificación estratégica ineficaz y quimérica, resultado de los intentos inadecuados de las potencias marítimas mercantilistas de detener el reloj de la historia fosilizando un ciclo histórico, el de la unipolaridad, que inexorablemente gira hacia su conclusión. En los últimos diez años, el Occidente colectivo ha desesperadamente intentado parar y restar importancia al nuevo paradigma diplomático multidimensional que surgió para contrarrestar las constantes violaciones del derecho internacional que han comenzado en los años noventa en Somalia, Yugoslavia y en la primera guerra iraquí, la inaptitud y el inmovilismo de las Naciones Unidas, y todas las tristes séquelas de las operaciones camuflada bajo el lema de la “exportación de democracia” que han plagado de sangre el próximo Oriente en una improbable guerra al terrorismo en el apogeo de los frustrados sueños neo imperialistas norte-americanos.
El “Intelligence” y los centros operativos del Pentágono con sus ganglios y sus dispares ramas, que se superponen y fusionan con las finanzas especulativas, las multinacionales y los aparatos de contraespionaje de los países satélites han desplegado una serie de maniobras complejas y articuladas que se pueden resumir en la directiva conceptual de “guerra hibrida”, como explicó en 2013, un año después de ser nombrado jefe de Estado mayor de la Defensa, el general Valeri Gerasimov en su publicación, el controvertido ensayo titulado «El valor de la ciencia en la anticipación», en la revista Voyenno Promyshlennyy Kurier, de amplia difusión entre la comunidad militar rusa.
Este trabajo, que pasó bastante desapercibido entre los analistas de Defensa occidentales hasta los sucesos de Crimea de 2014, exponía su punto de vista sobre el entorno de seguridad de la posguerra fría. Para ello, repasaba las principales lecciones identificadas de las grandes crisis y conflictos acontecidos desde 1991(año de disolución del Pacto de Varsovia) como la guerra del Golfo, la guerra contra el Terror o la invasión de Georgia, pero también los ciber-incidentes de Estonia, las revueltas llamadas Primaveras Árabes o la intervención aliada en Libia bajo la controvertida doctrina de «responsabilidad de proteger», para especular sobre los conflictos futuros y alertar de la creciente importancia de las herramientas no militares en la gestión de las crisis.
El artículo comenzaba afirmando que «...las “reglas de la guerra" han cambiado. El valor de los medios no militares para lograr los fines políticos y estratégicos no solo se ha incrementado, sino que en algunos casos excede la efectividad de las armas». Sin embargo, uno de los pasajes más controvertidos hace referencia a las Primaveras Árabes, consideradas por muchos teóricos militares rusos como casos de guerra híbrida provocados o iniciados por Occidente. Además, entendiendo la intervención internacional en Libia como el paradigma de guerra del siglo XXI, Gerasimov argumentaba lo siguiente: «...las medidas políticas, económicas, informativas, humanitarias y no militares se han empleado junto con el potencial de protesta popular. Todo ello ha sido apoyado por medios militares de carácter clandestino realizando actividades informativas y operaciones especiales. El empleo abierto de unidades militares (a menudo bajo la apariencia de fuerzas de mantenimiento de la paz y gestión de crisis) se ha realizado en cierto momento con el objetivo de contribuir al logro de la situación deseada en el conflicto...».
Además, refiriéndose implícitamente a la transformación militar estadounidense, el general Gerasimov exponía que el incremento de la modularidad, movilidad, interconexión en red y conciencia situacional de las fuerzas no solo permitía combatir en todo el espectro y evitar los choques frontales, sino que también «...se han generalizado las acciones asimétricas, integradas estas con capacidades de ataque global [el concepto de global strike está presente en la doctrina del Pentágono desde el auge de la Revolución en los Asuntos Militares (RMA)] contratistas militares privados y un amplio abanico de elementos no militares del poder nacional que pueden suponer un serio reto para la Federación Rusa...».
Para continuar sobre la RMA, Gerasimov exponía una idea recurrente en el pensamiento militar ruso desde mediados de los 90: que internet había revolucionado el espacio informativo y había abierto infinitas posibilidades para degradar tanto la capacidad militar como erosionar el liderazgo político y la opinión pública del adversario. Así, alertó de que «...en el norte de África se han empleado las tecnologías de la información [en este caso, redes sociales y sistemas de mensajería] para influir sobre el Estado y la población. Debemos perfeccionar nuestras actividades en el espacio informativo, incluyendo la defensa de nuestros propios objetivos».
Las mismas técnicas de agresión, mencionadas en el artículo precedente, hacia países independientes y soberanos, que siguen su propio camino de emancipación en aplicación del Principio clásico del derecho internacional, consagrado en el artículo 2.7. de la Carta de las Naciones Unidas, que consiste en que ningún país puede intervenir en los asuntos internos de otros Estados, se multiplicaron en una miríada de ocasiones en distintas áreas planetaria, intentando golpear aliados y países ideológicamente afines a Rusia y China. Campanas de denigración mediática, chantaje monetario-especulativo, rupturas y/o amenazas de interrupción de relaciones diplomáticas, sanciones y embargos económicos, congelamiento y sustracción de activos financieros depositados en el exterior, infiltración de Organizaciones no Gubernamentales para alentar manifestaciones de protestas, financiaciones de opositores y partidos políticos, fomento del terrorismo, invio de mercenarios y paramilitares representan el “modus operandi” para acarear el mayor daño posible y desarzonar lideres políticos legítimamente elegidos a través de libres elecciones.
Se pueden mencionar, sin ninguna pretensión exhaustiva los casos de la Republica Bolivariana de Venezuela con el lacayo de Estados Unidos el títere Juan Guaido autoproclamado nuevo presidente y la tensión actual con la fronteriza Guyana controlada de facto por el consorcio petrolero Chervon Group, el derrocamiento del Presidente de Bolivia Evo Morales y la brutal represión a sus seguidores, el apresamiento del Presidente José Pedro Castillo Terrones en Perú, los focos de tensiones en Hong Kong con el movimiento de los paraguas financiado por el M16 británico y el constante suministro de armamentos y instructores por parte de EE.UU hacia Taiwán así desestimando la política de una sola China; en Oriente Próximo se registran las agresiones con bombardeos a la Siria del presidente Bashar Háfez al-Ássad, el recién bombardeo a los edificios consulares iraní en Damasco que se suman al homicidio del general Qasem Soleimani bajo la administración Trump. Además, cabe señalar la tentativa de desestabilización de Serbia sufragados internamente por ONG europeas y el avivamiento de conflictos de interétnicos en la República Serbia de Krajina, así como en Moldavia y Transnistria.
En ese escenario belicista enmarcado en la estrategia de los think thank anglo-americanos, que paulatinamente deja las apariencias de guerra encubierta y de propaganda para tomar un carácter revanchista con sabor de finales del siglo XIX, pregonando en “extrema ratio” una posible opción militar con directa participación de los ejércitos regulares de la alianza atlántica, resulta esencial el análisis de un documento publicado el 24 de abril de 2019 por parte de la Rand Corporation, asesoría táctica del Pentagono “Sobre-extender y desequilibrar a Rusia”, Evaluación del impacto de las opciones que imponen costos.
El contendió esboza las pautas a seguir para lograr debilitar Rusia y posiblemente provocar un colapso de las instituciones y estructuras financieras del país, que es definido un peligroso competidor en muchos sectores claves por EE. UU; usando termines muy semejantes al los que son perfilados en el nuevo concepto estratégico de la OTAN en la cumbre de agosto 2022 en Madrid, donde Rusia y China son individuados como amenazas subversivas de él Orden Mundial. El trabajo se basa en el concepto de competencia estratégica a largo plazo desarrollado durante la Guerra Fría, parte del cual se originó en RAND. Un informe fundamental de la RAND de 1972 postulaba que Estados Unidos necesitaba cambiar su pensamiento estratégico de intentar mantenerse por delante de la Unión Soviética en todas las dimensiones y tratar de controlar la competencia y canalizarla hacia áreas de ventaja estadounidense. Si este cambio pudiera realizarse con éxito, concluía el informe, Estados Unidos podría incitar a la Unión Soviética a trasladar sus recursos limitados a áreas que representaran una amenaza menor. El nuevo informe aplica este concepto a la Rusia actual. Un equipo de expertos de RAND desarrolló opciones económicas, geopolíticas, ideológicas, informativas y militares y las evaluó cualitativamente en términos de su probabilidad de éxito en la ampliación de Rusia, sus beneficios y sus riesgos y costos. Podemos destacar rápidamente: la expansión de la producción energética estadounidense para ejercer presión sobre la economía rusa, lo que podría limitar su presupuesto gubernamental y, por extensión, el gasto ruso en defensa. La imposición de sanciones comerciales y financieras integrales y multilaterales más profundas también con el objetivo de degradar la economía rusa, y al mismo tiempo aumentar la capacidad de Europa para importar gas de proveedores distintos de Rusia. Además, mas notable es el bosquejo de las formas de infiltración y tentativas de fragmentar los estados que pertenecieron a la Unión Soviética engendrando caos y desequilibro en las proximidades territoriales de la Federación y hasta en el interior.
Se propone la suministración de más “ayuda letal”, con armas militares de largo alcance y asesoramiento militar continuado a Ucrania, una práctica en ninguna manera novedosa, dado que se llevó a cabo casi de inmediato en los años noventa, después la disolución de la Unión Soviética y aprovechando la debilidad de la Federación Rusa. Fulgido ejemplo fue la Carta de Asociación Estratégica entre EE. UU y Ucrania firmada en el ano 2008; en la cual se preveía la apertura de laboratorios de armas biológicas y la colaboración conjunta en materia de misiles. En el ano 2008 la cumbre OTAN de Bucarest anunciaba la futura membresía de Georgia y Ucrania al bloque atlantista.
Se promueve la liberalización en Bielorrusia, a través una tentativa de revolución de colores, que fue sofocada por el presidente Lukashenko, se sugiere reducir la influencia rusa en Asia Central y promover el terrorismo en el Cáucaso Meridional; en esa tesitura podemos mencionar los disturbios en Kazakstán y la reanudación del conflicto en el Nagorno-Karabaj en el cual fueron notables las interferencias atlantistas en los dos bandos, con visitas diplomáticas en Azerbaiyán y Armenia de distinguidos políticos europeos. El descaro y el cinismo de los analistas norte-americanos, se extiende hasta el punto de declarar la voluntad de fomentar protestas internas y otras resistencias no violentas a través de “el caballo de troya” de ONG y promocionar en redes sociales el boicot masivo de las elecciones presidenciales rusas.
La actual contienda ruso-ucraniana es una guerra existencial para la Federación Rusa, que toca sus fronteras y amenaza su integridad; pero también es un conflicto fratricida entre dos pueblos inextricablemente unidos por raíces etnolingüísticas comunes desde hace siglos. El significado y la importancia conceptual van más allá de los meros cálculos geopolíticos, tocando aspectos íntimos del alma secular rusa, ya que el primer núcleo fundacional de la civilización eslava, la Rus de Kiev, fue una entidad monárquica medieval de los eslavos orientales que surgió hacia finales del siglo IX y representa el nacimiento histórico de la nación dirigida por el presidente Vladimir Putin. El intento de absorción del Estado ucraniano en la entidad supranacional híbrida que representa la Unión Europea y el vasallaje de sus clases dirigentes, hetero-dirigidas por Washington, pretenden privar a la Federación Rusa de sus raíces, humillándola repetidamente tanto diplomáticamente, los acuerdos de Minsk 1 y Minsk 2, nunca implementados; cuanto éticamente con la prohibición de la Iglesia Ortodoxa Rusa y de las celebraciones por la victoria sobre el nazi-fascismo.
A pesar de la reiteración de su voluntad de no entrar en un abierto conflicto mundial con el eje atlántico, la paciencia estratégica de la Federación Rusa se va rápidamente terminando especularmente a la escalada militar-diplomática mediática de la OTAN. En este sentido, el comienzo de los ejercicios con la tríada nuclear: misiles de superficies con cabezas nucleares Iskander, bombarderos estratégicos Tupolev 160 con misiles de largo alcance y los submarinos nucleares, tiene una función exclusivamente disuasoria para intentar frenar mediante acciones demostrativas, cualquier burde aventurerismo castrense por parte de las cleptocracias anglo-europeas. La orden de alerta máxima y plena disposición para el combate emitida por el Consejo de Seguridad de la Federación es un acta de “diplomacia-militar” estratégica que quiere contrarrestar y prevenir una mayor implicación del personal de los países de la OTAN en el teatro de la guerra tras las últimas delirantes declaraciones del presidente francés Macron, con él envió de un contingente inicial de 150 hombres de la Legión Extranjera, encuadrados en el Tercer Grupo de Infantería en Donbas.
A pesar de la creciente agresividad del bloque de la OTAN, que ha organizado anualmente "juegos de guerra", simulacros de una confrontación abierta con la Federación, ésta última siempre se ha mantenido cauta y ha adoptado una política de máxima transparencia y apertura hacia la comunidad internacional en relación a las maniobras militares celebradas dentro el territorio nacional y/o en concierto con sus aliados. En 2017 se llevaron a cabo por la primera vez las maniobras conjuntas rus-bielorrusas “Zapad” que querían simular una escalada convencional y (potencialmente) nuclear, cuyos altos costos deberían disuadir a los altos mandos de las fuerzas armadas occidentales de implementar cualquier opción militar contra los dos países. El simulacro “Zapad” se repetía también en el año 2021, donde se asistió a la representación de Kazajstán (50 hombres) y a una inesperada presencia india, que contrasta con la decisión china de no participar, ni siquiera a nivel simbólico.
La mayor preocupación de la comunidad internacional debería ser la obstinada incapacidad de encontrar una solución pacífica a este foco de beligerancia en el corazón de Europa. En las cancillerías europeas y transatlánticas han saltado las alarmas y se han vertido ríos de tinta para denunciar “ubi et orbi” la política neo-zarista del putinismo, después de la decisión soberana de ensayar ejercicios militares con las armas nucleares tácticas, no queriendo o no pudiendo interpretar el mensaje disuasivo enviado por parte de Moscú: Hasta aquí y no más, ¡no pasaran! La línea roja esta trazada y bien definida, Rusia responderá con contundencia pudiendo llegar a usar todo el arsenal incluido el atómico si una abierta intervención de los países OTAN amenazan su existencia.
La doctrina militar rusa no ha variado, se ha quedado esencialmente firme, guiada por el binomio de transparencia y abertura, en los últimos anos no ha hecho ningún misterio de los avances tecnológicos logrados en el sector militar y aéreo espacial. La Federación Rusia ha repetidamente grabado todas las pruebas efectuadas con sus armas mas modernas, ha invitado militares de la OTAN en los polígonos de ensayo y en rueda de prensa ha repetidamente aclarado que el desarrollo armamentístico tenía una función disuasoria y necesaria dada las amenazantes políticas imperialistas de la anglo-esfera. El único cambio significativo es el contexto geopolítico actual y el progreso de las operaciones militares, después de dos años de conflicto de alta intensidad, y en esta coyuntura que la decisión de ejercicios con armas tácticas nucleares parece un nuevo intento desesperado de volver a sentar a los antiguos socios europeos y estadounidenses en la mesa de negociaciones o al menos de limitar el conflicto únicamente al territorio ucraniano.
El Occidente colectivo se ha atrincherado detrás de posiciones irreconciliables con los intereses vitales del mundo ruso, reiterando la necesidad de derrotar al ejército ruso en el campo y tratando así de asestar un duro golpe al proyecto multipolar en imparable crecimiento. La supuesta superioridad moral del bloque de países del G7, amplificada por la incesante propaganda de los medios de comunicación, se traduce muy a menudo en un verdadero derecho exclusivo a la impunidad y en un abierto desprecio de las normas del derecho internacional público, como en el actual conflicto paralelo israelí-palestino. El teatro de los sonámbulos volverá a levantar su telón en fecha 15 y 16 en Bürgenstock, Suiza, donde se celebrará una surrealista conferencia de paz unidireccional, con la probable exclusión de uno de los dos actores de la contienda ósea la Federación Rusa; y en la que se dará pomposamente rienda suelta a un ejercicio retórico vacío invocando normas de del derecho internacionales y la sacralidad de la legitima defensa como norma de ius cogens. Formulas absolutamente desvinculadas de la realidad objetiva, dadas las repetidas violaciones de la ley internacional por parte de los anglo-europeos que controlan totalmente al presidente ucraniano, reducido a una mera marioneta de un Estado con soberanía inexistente.
Parafraseando al senador estadounidense Hiram Johnson quien en 1917 dijo "Cuando estalla la guerra, la primera víctima es la verdad", estos oscuros paralelismos con el primer conflicto bélico se repiten cíclicamente en la actualidad, donde el sistema especulativo financiero globalista está muriendo, y el fondo de inversión Black Rock, que ha financiado al Estado neonazi ucraniano en los últimos años mediante la compra de tierras cultivables y actividades productivas, es el verdadero “deus ex machina” que mueve las filas de la política de la Alianza Atlántica, obsesionado por la posibilidad concreta de pérdidas millonarias.
La locura inherente al inconsciente colectivo europeo se puede resumir magistralmente en el documento presentado por Mario Draghi, hombre de Goldman Sachs y posible nuevo comisario europeo, cuya candidatura cuenta con el apoyo del presidente Emmanuel Macron, del comisario saliente Von der Layden y de Chrystia Freeland, ex ministra de Finanzas canadiense, miembro destacado de la Sociedad Abierta de Soros e hija de un colaborador nazi ucraniano. “La Hoja de Ruta de la Nueva Eu” presentado por el banquero de origen italiana, mira a enterrar totalmente la soberanía residual estatal de los países miembros y generar un plan de cambio radical con un giro hacia una economía de guerra. Ondeando obsesivamente como banderas amenazantes: una posible invasión de Europa por parte de Rusia, un islamismo radical resultante de los conflictos en Oriente Medio y el nuevo imperialismo chino del presidente Xi Jing Ping, el objetivo es la nacionalización y centralización de los bienes de utilidad pública en los siguientes sectores: tecnología, industria, producción de armamento y atención sanitaria. Los impuestos al consumo, las tasas de los contribuyentes e incluso los ahorros de los ciudadanos europeos se canalizarán hacia este fondo único europeo de carácter híbrido público-privado. El Leviatán europeo guiado a distancia por parte de los padrones universales anglo-americanos se prepara a su autodestrucción?
¿No son la manifiesta inferioridad técnico-militar y la desaceleración económica occidental una advertencia suficiente para detener esta carrera inexorable hacia el precipicio? Los analistas militares y los think tanks atlantistas ignoran los ocho modelos de misiles nucleares presentes y en funcionamiento en el ejército ruso. ¿Qué esconden las previsiones de riesgo contenidas en las declaraciones del analista de Defensa estadounidense Michael Kopfman, que advierte de una cifra cercana a los 80-90 millones de muertes en Occidente en caso de un conflicto abierto entre la Alianza y Rusia?
Una respuesta definitiva a estas preguntas sólo estará disponible en los próximos meses, a lo largo de los cuales se pueden abrir nuevos e inesperados escenarios tras las elecciones europeas de junio y las presidenciales en Estados Unidos, con un probable regreso contundente de Donald Trump en la casa blanca. El punto de partida en la actualidad se basa en las premisas de una superioridad militar de la Federación Rusa, en su poder de disuasión y en la imposibilidad de que la OTAN, en una guerra convencional, doblegue a este Estado, baluarte del multipolarismo, a sus deseos.
El arsenal nuclear ruso es el más adelantado y moderno entre todos los países contemporáneos, se compone esencialmente de ochos distintos modelos. Entre los cuales podemos destacar: la “bomba del Zar” el arma de destrucción total de Rusia tres-mil ochocientas veces más poderosa que una bomba atómica, cincuenta más que la OTAN y quinientos cuarenta y nueve mas los misiles de largo alcance, misiles balísticos intercontinentales que tiene la Federación de Rusia por encima de 549 veces mas de EE UU y 50 veces mas que la OTAN. Además, hay las bombas hipersónicas, ciento de veces superiores a las bombas usadas en Hiroshima y Nagasaki. Los misiles Satán I y el Satán II, apodado SARMAT que, desde el abril 2022, tiene un alcance de seis mil kilómetros, con pruebas efectuadas en el cosmódromo de Plesek al noroeste del país donde llegó hasta la otra punta del territorio. El misil tiene una masa de 208 toneladas, una longitud de 35,4 metros, un diámetro de 3 metros y un alcance ilimitado que supera los 18.000 kilómetros con una velocidad veinte veces a la del sonido, 25.000 kilómetros por hora y tiene un subsistema inercial guiado.
El SATAN II o conocido como SARMAT, tiene la posibilidad de hasta diez cargas atómicas, y cada carga útil de diez toneladas, capacidades de no ser detectado, propulsión muy corta que permite apagar todos los motores para evitar la atención de los sensores de infrarrojos de el escudo antimisiles que tiene tanto EE. UU cuanto Canadá y por ende permitiría que cada una de sus ojivas podría dirigirse a distintos puntos a dentro del territorio norte-americano. El precedente directo del misil SARMAT II era el 36M o SARMAT I capaz de acarear diez ojivas nucleares al mismo tiempo, de un megatón cada una con un alcance de 11.000 kilómetros con cobertura planetaria y precisión de 500 metros; tiene un sistema guiado inercial y hay mas de 46 misiles de 210 toneladas cada uno en distintos silos de Rusia. El Zircon es otra maravilla de la tecnología puntera de la Federación, capaz de volar nueve veces a la capacidad del sonido, 11.000 kilómetros a la hora, de corto alcance mil kilómetros, muy difícil de detectar y derribar, acarea una ojiva de entre 300 y 400 kilos con lanzamiento posible desde cualquier parte de los buques desplegados de la flota rusa en cualquier mar y/o océanos. Ulterior tipología de misil es el SS19- Estilete (definición OTAN) en Rusia conocido como UR/100M fue desarrollado en los años 70/75 y actualizado, consta con distintos vehículos de reentrada, rayo de acción de 11.000 kilómetros, más de 100 toneladas, propulsión a 12 etapa. Los otros misiles serian el Gulava y el Sineva que se pueden movilizar desde submarinos en el Mar de Barents, a cien kilómetros de la frontera de Noruega y Finlandia, con submarinos de la clase Delta y de la clase Borei con la capacidad de lanzar misiles intercontinentales con ojivas nucleares. Los submarinos de la clase Delta IV tienen hasta 16 lanzadores de misiles nucleares Sineva, misiles propulsados por combustibles líquidos capaz de acarear desde 4 hasta 10 vehículos de reentrada con carga nucleares, peso de 40 toneladas, diámetro 1,9 y alcance de 8300 kilómetros. Los submarinos de clase Borei pueden acarear entre 10 y 20 vehículos Gulava es la joya de la corona de la flota rusa, diseño del instituto de tecnología térmica de Moscú, cada vehículo es cargado con una ojiva nuclear con alcance de 8000 kilómetros. Los últimos dos modelos de armas son los Topol M y los Iskander, el RT20M Topol fabricado en los años 80 y actualizado, tienen un alcance de 11000 kilómetros con velocidad máxima 26.400 y capaz de llevar desde tres hasta seis ojivas nucleares con potencia de 150/250 kilotones. El Iskander una de las armas mas utilizadas actualmente en el conflicto en Ucrania, se puede equipar el vector con carga explosiva, termo-bárica y nuclear. Ese armamento representa la actual pesadilla que incumbe sobre el territorio europeo, resultado de la disolución del Pacto de Varsovia, la ruptura del equilibrio estratégico y de la extensión de la OTAN que en violación de cualquier promesa brindada al presidente Gorbachov; la Organización del Pacto Atlántico ha cuadriplicado el número de miembros de su coalición, alcanzando actualmente la notable cifra de treinta y dos países. Las actuales maniobras ordenadas por parte del presidente Vladimir Putin son un recordatorio de la potencia armamentística soviética y una invitación a las contrapartes a cambiar totalmente el rumbo de su política exterior ante que las consecuencias sean perjudiciales y la situación se vuelve totalmente incontrolable. En espera de la respuesta occidental queda claro que la Federación Rusa, en el recuerdo de las múltiples agresiones recibidas a lo largo de la historia y todavía en corso, no se va a doblegar a ningún chantaje de los imperialistas globalistas.
A la solidez granítica de la Federación Rusa, tanto en su interior como en su proyección exterior, con sus estrechos aliados en apoyo de su razón de Estado, se contrapone un Europa débil, confusa, sin brújula, que podría transformarse en víctima sacrificial de sus propios amos americanos, que paralelamente y unilateralmente están planeando un posible ataque directo con el riesgo de enormes pérdidas humanas entre los ciudadanos del continente europeo.
Estados Unidos lanza claras señales de no aceptar una derrota estratégica frente a Rusia, con el riesgo de perder billones de dólares invertidos en el golpe de estado de Euromaidan, en sobornos y prestamos a las elites ucranianas, en las adquisiciones de tierras cultivables por parte de sus transnacionales y contractos sellados para reconstruir el país en un escenario post-bellico. Los centros de mando norte-americanos son bastante cociente del avasallador poderío militar ruso y de su superioridad, admitiendo implícitamente su fracaso en la nueva carrera armamentística tecnológica post guerra-fría, las posibilidades de un ataque estratégico contra Rusia son mínimas y por ende actualmente están llevando a cabo dos tipos de dinámicas en paralelo. La primera es intentar desgastar Rusia, creando focos de conflictos en la periferia del mundo ruso, desde el Báltico hasta el Cáucaso como abiertamente planteado en el documento estratégico de la Rand Corporation y la otra opción final y resolutiva seria representada por un ataque directo a dentro el territorio de la Federación aun sin el consentimiento de sus socios-satélites.
El Pentágono baraja dos alternativas viables, debido a la inferioridad balística, acercándose con uno de dos los submarinos americanos furtivos de la clase “Sea-Wolf”, aun su señal sea localizable por los sistemas radares rusos y disparando uno de los misiles LRM de Lockheed Martin en contra los centros operativos de mando militar ruso y/o usar el bombardero estratégico B21 Raiders y el X37. El X37 también conocido como vehículo de prueba orbital OTV, es una nave espacial robótica reutilizable de EE.UU. construida por Boenig, es impulsada a el espacio por un vehículo de lanzamiento que luego vuelve a reentrar en la atmosfera terrestre aterrizando como una nave espacial. El X37 es una operación de la oficina de capacitación rápida de las fuerzas aéreas en colaboración con la fuerza espacial de EE.UU., comenzó como un proyecto de la NASA en 1999 ante de ser transferido al departamento de Defensa en 2004.
La actividad principal de ese aéreo es calificada como un secreto de estado, no obstante, la prensa internacional como “The Guardian” y “Daily Press” lo han calificado como un satélite espía con capacidad de transportar armas nucleares, detector de radiaciones y avión orbital para espiar a la Republica Popular China. El artefacto sin tripulación volando hasta la velocidad de 2000 kilómetros por hora llegando hasta a la órbita terrestre baja, quedándose en vuelo por un máximo de 900 días. El B 21 Raider es un bombardero estratégico estadunidense desarrollado por la compañía Northrop Grumman, como parte del programa “long range strike bomber” será un bombardero estratégico furtivo de largo alcance para la USAIF capaz de transportar armas nucleares que debería substituir al bombardero B2 Espirit y al Boing B52 Stratofortress.
En pleno desarrollo del conflicto en Ucrania, las fuerzas aéreas de EE. UU han llevado a cabo diversos simulacros de ataque directo al territorio de la Federación Rusa, el primer intento fue con el proyecto X37 que fue contrarrestado por el Ministerio de Defensa ruso pudiendo parar una eventual amenaza y derribar el vehículo con el sistema de defensa anti-aereo SS 500 Prometeus, en una reproducción cuentística sobre ordenadores militares. La nueva táctica ideada por el gobierno estadounidense prevé como punta de lanza para descabezar la fuerza de reacción rusa, un ataque de pulso electrónico y contextualmente un bombardeo nuclear por parte de distintos aviones B21 Raider sobre diversos puntos llave de la Federación, aprovechando el efecto sorpresa dado que no se conocen las huellas digitales de este avión que debería poder penetrar las defensas de alerta temprana radares de la Federación Rusa.
La ulterior información que se filtró indica también la ruta del Mar Ártico como preferencial y la posibilidad de un anterior ataque en otros puntos del inmenso territorio ruso como diversivo disuasorio de los sistemas de alerta temprana, para sucesivamente golpear con submarinos y aviones convencionales. La estrategia es desglosada en distintas publicaciones militares, a saber, “Military Watch”, “The National Interest” y “2045” en el cual los analistas del Pentágono que encarnan el área mas dura y belicistas, conocidos como “los halcones” minimizan en 80 millones de muertos en Occidente los “danos colaterales” de un conflicto abierto entre superpotencias, concientizando la población civil a tomar ese hipotético riesgo, criminales psicópatas de pura cepa.
La contra estrategia de Rusia ante el total sinsentido y desvergüenza del Estado profundo americano, consistiría en un ataque preventivo para desmantelar militarmente a los adversarios, y con razón esta posibilidad fue recientemente incorporada en la doctrina militar rusa. Un ataque preventivo de la Federación encontraría sus contrincantes totalmente desprevenidos, con los avances tecnológicos en los últimos anos el Ministerio de Defensa logró clonar el sistema GPS, tanto es así que la señal rusa es de mas calidad que la original y además ha creado una serie de satélites que pueden apagar la fuente original de la transmisión; la Federación Rusa podría apagar contextualmente los sistemas GPS y el sistema secundario de radio-balizas utilizados previamente por los aviones civiles y militares. Una modalidad de ataque como la descripta naturalmente tendría como efectos que larga zonas del territorio europeo se quedarían sin electricidad y fuerza motriz, pero en ningún caso la Federación Rusia contempla un ataque a población civil como se viene repitiendo a diario en los medios de comunicaciones occidentales y seria la ultima ratio para preservar el mundo de la destrucción nuclear mutua.
Un ulterior punto de interrogación seria la detección previa de las intenciones maquiavélicas de ataque norteamericano y/o OTAN con el consiguiente derecho a reaccionar de la Federación Rusa, como se desarrollaría ese escenario. La legislación militar rusa en vigor, a la luz de los ataques a las infraestructuras civiles como el puente de Kerch en Crimea y del oleoducto Nord Stream, fue reinterpretada para eludir aplicar de una manera mas ortodoxa el contenido de la misma, salvaguardando todavía posibilidades de dialogo con la contraparte occidental. La actual legislación militar, strictu sensu, obliga tanto a la destrucción de las unidades militares intervinientes como de las bases de donde han salidos esas unidades, como también los centros de mando y los centros de decisiones políticas, estos cuatros objetivos son puntos focales y por ende deberían ser totalmente destruidos. En el caso que un tribunal militar resolvería que la OTAN estaría atacando abiertamente la Federación Rusa, esta última tendría la obligación como indicado por ley militar, a riesgo si incumplida de una prevaricación sobre la legislación castrense, de atacar a todo lo que es infraestructura de la OTAN.
El gobierno ruso a pesar de contundentes pruebas fidedigna de una directa implicación del bloque occidental a través el envió de armas, consejeros militares y tropas camufladas bajo el lema omnicomprensivo de “voluntarios extranjeros” en el territorios ucranianos en disputa, ha evitado a toda costa sobreactuar con el fin de no cerrar definitivamente una salida diplomática a una espinosa situación, que con el paso de las semanas por irresponsabilidad formal del mando de Kiev se va encauzando hacia un callejón sin salida. Los seguidores del Imperio anglo-británico han interpretado como una señal de debilidad las múltiples aperturas al diálogo y la paciencia férrea de la cancillería rusa, saboteando todas las rondas diplomáticas celebradas durante el inicio del conflicto, con una llamativa intervención del líder conservador Boris Johnson, que voló a Estambul para impedir un acuerdo preliminar que pudiera poner fin a las hostilidades, como denunciaron varios diplomáticos turcos presentes durante las negociaciones.
Los vasallos europeos del decadente Imperio, han vaciado sus arsenales para engordar con ganancias la maquinaria bélica de muerte estadounidense, dominada por transnacionales privadas cuyo único fin es el lucro a costa de sangre y lágrimas humanas, sacrificando la dignidad y la vida de sus propios ciudadanos, en un macabro juego desde el cual de ninguna manera podrán salir ganadores. El contexto geopolítico global está sufriendo sobresaltos y cambios radicales, debido al fin de un ciclo de dominio unipolar y la consolidación de un modelo de libertad multipolar, a pesar de esa consideración las secuelas y consecuencias de esta colisión; resultan difíciles de descifrar, sin esperar los resultados de las disputas electorales en los próximos meses venideros.
Los ejercicios nucleares y el despliegue muscular del arsenal atómico ruso han lanzado una advertencia extrema, las razones de la fuerza serán respondidas con una fuerza aún mayor, la prevaricación y el abuso serán respondidos trazando una línea de acero más allá de la cual el Occidente globalista podría implosionar, relegándose para siempre al olvido de la historia. La solución diplomática aún está débilmente abierta y sobre la mesa, y el único camino es aceptar una reducción del papel que han tenido las antiguas grandes potencias euroatlánticas y una plena conciencia de que la estabilidad planetaria puede venir también de su lenta inserción en el mecanismo de la multipolaridad, desmantelando instituciones hegemónicas que han sembrado las semillas del odio y la intolerancia desde siglos pasados.
El tiempo pasa inexorablemente y manecillas del reloj de la historia corren salvajemente hacia un futuro a tintas blanco-oscuras, pero en este momento la mayoría de los pueblos de la tierra, consciente de su misión existencial, han tomado con determinación la decisión soberana de vivir en paz, defendiendo su identidad cultural milenaria. La desintegración de las cadenas del juego opresivo de la élite financiera especulativa alumbrará el nuevo camino de la humanidad, en el cual surgen prometedores horizontes de esperanza desde los Andes hasta los Urales pasando por el corazón vivo de África. Cualquier decisión perversa de los amos universales de ultramar siempre encontrará huestes de camaradas que con su lucha inquebrantables detendrán sus intenciones genocidas. Porque como decía Berthold Brech: “«Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles»

TEMAS RELACIONADOS:


Noticias relacionadas