Trump contra el Estado profundo: ¿cambiaría el expresidente la política exterior estadounidense?
John Miles
En la última década se produjo un cambio radical en la forma de abordar las cuestiones de política exterior. El expresidente Donald Trump habló con especial descaro sobre temas que se suponía que estaban fuera del debate político en Washington, como la tensa relación de EEUU con Rusia y el papel del país como autoproclamado "Policía del mundo".
Las élites del establishment de la política exterior estadounidense llevan los últimos años intentando volver a meter al genio en la botella, regresando a una época cuando no se especulaba y comentaba abiertamente sobre las prerrogativas del "Estado profundo", pero la influencia de la candidatura de Trump y de su tumultuoso paso por la Casa Blanca se sigue notando años después.
El exdiplomático ucraniano, Andrii Telizhenko, sugirió que es más probable que Trump trace un rumbo diferente en la política exterior estadounidense a través de sus relaciones con líderes extranjeros como el primer ministro húngaro, Viktor Orban.
"Es más probable que sea independiente de la situación", indicó a Sputnik Telizhenko sobre el expresidente.
"Por lo que veo, tiene un camino claro sobre un acuerdo de paz y creo que esa fue la razón por la que el primer ministro Orban de Hungría estuvo viajando por el mundo. Tenía el plan de paz de Trump en el bolsillo y por eso mantuvo reuniones con el presidente [ruso, Vladímir] Putin, Xi Jinping de China, y luego básicamente regresó a Washington [y] se reunió con Trump casi inmediatamente después de la convención de la OTAN y habló con Zelenski en este viaje", aseguró.
"Creo que eso es lo que Trump estaba tratando de impulsar a través de Orban en este momento - reunir a todo el mundo en el escenario mundial, entender lo que piensan y poner las cosas [en marcha]", enfatizó.
Mientras la vicepresidenta Kamala Harris consolida su posición como aparente heredera demócrata del presidente Biden, han surgido especulaciones sobre la posible política exterior de su administración y en qué se diferenciaría de la de un segundo mandato de Trump.
"Todo el mundo lo veía venir", comentó Telizhenko la decisión de Biden de poner fin a su candidatura a la reelección el 21 de julio en medio de la preocupación por su edad y su agudeza mental.
"El Estado profundo en el Partido Demócrata lo usó y usó sus problemas dentro de su familia [con] su hijo Hunter para mantenerlo en su lugar, para usarlo a él y a su salud para mantener a Estados Unidos en su lugar, para traer esta guerra con Rusia (...). Ya no le necesitan. Por eso hicieron el cambio de un pato cojo por otro pato cojo que va a ser totalmente controlable", señaló.
Los republicanos suelen alegar que el apoyo del presidente Biden a Kiev está influido por los lazos financieros de su hijo con el país como antiguo miembro del consejo de la problemática empresa energética ucraniana Burisma. Otros sugieren que simplemente es demasiado mayor para llevar a cabo la tarea de supervisar asuntos complejos de política exterior.
Harris, que fue fiscal general del estado de California antes de ocupar un escaño de cuatro años en el Senado de Estados Unidos, es conocida por su relativa falta de experiencia formal en política exterior. Algunos comentaristas se han fijado en su defensa de la política de inmigración bajo la presidencia de Biden para intentar descifrar su visión más amplia de los asuntos mundiales. Otros expertos afirman que inicialmente se apoyaría en el equipo de política exterior de Biden, mientras que otros sugieren que mantendría el firme apoyo de su predecesor a Volodímir Zelenski, que gobierna Ucrania sin mandato electoral desde que finalizó su mandato en mayo.
Biden suele ser considerado un neoconservador, término utilizado para describir una política exterior estadounidense musculosa que tradicionalmente ha encontrado el favor de los dos principales partidos políticos de Estados Unidos. Su promesa de restaurar un enfoque más tradicional de los asuntos internacionales queda quizá mejor ejemplificada por su confianza en figuras como el secretario de Estado, Antony Blinken, y la exsubsecretaria de Estado para Asuntos Políticos, Victoria Nuland.
Nuland ocupó uno u otro cargo en la administración de todos los presidentes estadounidenses desde Bill Clinton, a excepción de los cuatro años de Trump en la Casa Blanca. Nuland provocó la ira del Gobierno ruso y de otros observadores por su abierto apoyo a los disturbios en Ucrania que condujeron a la dimisión forzada del expresidente Víktor Yanukóvich en 2014.
Telizhenko advirtió que Trump se enfrentaría a la oposición contra cualquier intento de cambiar de rumbo sobre Ucrania por parte de personas que rodean al exsecretario de Estado y director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) Mike Pompeo.
"Veo que esa tensión está ocurriendo ahora mismo", declaró, advirtiendo de que los intereses neoconservadores dentro del Partido Republicano presionarían a favor de una política exterior militarista.
La aparente división en el seno del Partido Republicano quedó patente durante su reciente convención en Milwaukee, con figuras de línea dura como Pompeo y antintervencionistas como el periodista Tucker Carlson.
Carlson provocó desconcierto durante su anterior etapa en Fox News al alegar la influencia encubierta de Estados Unidos en el cambio de régimen de Ucrania en 2014, rompiendo un poderoso tabú al hablar abiertamente de los métodos de las "revoluciones de colores" respaldadas por la CIA.
Telizhenko afirmó que el futuro de Ucrania debería ser decidido únicamente por los ucranianos, sin la interferencia de quienes desean utilizar Kiev como "ariete" contra los adversarios percibidos por Estados Unidos.
"Quiero un acuerdo de paz en Ucrania. Quiero un cambio de gobierno. Quiero una Ucrania libre de la OTAN. Y eso es lo que creo que busca mucha gente, incluso en Estados Unidos, porque es la única salida para la situación ucraniana en estos momentos", expresó.
"Nosotros tenemos que decidir qué hacer a continuación, no alguien en Washington o Bruselas, y espero que Trump lo entienda", concluyó.
"No es progresista, es militarista": Harris podría continuar la política neoconservadora de Biden
Kamala Harris siempre ha sido una ardiente partidaria del militarismo estadounidense, reza el editor de la revista 'CovertAction', Jeremy Kuzmarov. El experto comenta a Sputnik el historial de apoyo al país y la visión de la política exterior de la recién estrenada candidata demócrata a la presidencia.
"Debemos estar con Israel", declaró la entonces senadora por California Kamala Harris en medio de fuertes aplausos en la conferencia política de 2017 del Comité Americano-Israelí de Asuntos Públicos (AIPAC, por sus siglas en inglés). "Nuestra relación en materia de defensa es fundamental para ambas naciones. Por eso apoyo el compromiso de Estados Unidos de proporcionar a Israel 38.000 millones de dólares en ayuda militar durante la próxima década", indicó.
El respaldo de EEUU a su aliado en Oriente Medio es cada vez más controvertido, a medida que el número oficial de muertos durante su operación militar en la Franja de Gaza se acerca a los 40.000. Activistas demócratas montaron una campaña para conseguir cientos de miles de votos "no comprometidos" durante las primarias del partido a principios de 2024 como protesta por el respaldo del presidente Joe Biden a Israel, mientras que algunas figuras conservadoras, como el comentarista Tucker Carlson, también han cuestionado el apoyo continuo de Washington.
Pero la relación entre Estados Unidos e Israel sigue siendo una cuestión de fe para la gran mayoría de los legisladores, señala Jeremy Kuzmarov.
"Se trata de una forma de subvertir la democracia, porque se sabía desde hace tiempo que Joe Biden estaba delicado de salud y, sin embargo, continuó en la carrera", apunta el periodista sobre el controvertido proceso por el que el Partido Demócrata confirmó a Harris como candidata.
"Podría haberse retirado en diciembre o enero, lo que permitiría un proceso de primarias abierto. Entonces la población podría elegir realmente al candidato que quisiera. Probablemente, sería un candidato popular con muchas posibilidades de derrotar a Donald Trump. Pero lo que hemos visto en los últimos años es que la jerarquía del Partido Demócrata no quiere unas primarias abiertas. No valoran la democracia a pesar de su retórica", argumenta el editor de la revista.
El proceso de nominación presidencial del Partido Demócrata se vio sacudido durante dos ciclos sucesivos por la candidatura insurgente del senador de Vermont Bernie Sanders en 2016 y 2020. El autoproclamado socialista democrático criticó abiertamente la dirección del partido desde la década de 1990, durante la cual ha trazado un rumbo económico neoliberal cada vez más favorable a las empresas.
Los críticos opinan que una decisión del Tribunal Supremo de 2010, que anuló gran parte de la ley de financiación de campañas de EEUU, hizo que los partidos dependieran aún más del apoyo de donantes ricos e intereses corporativos. Los líderes demócratas respondieron apoyando a candidatos fiscalmente conservadores, tanto a nivel estatal como nacional.
"Quieren seleccionar a candidatos de tipo corporativo y unas primarias abiertas darían lugar a la probabilidad de que surgiera alguien con las opiniones del candidato popular Bernie Sanders. (...) Las primarias en los dos últimos ciclos fueron claramente amañadas contra Bernie Sanders que, independientemente de sus defectos, representaba a un candidato más progresista y democrático que promovía políticas que desafiarían el poder corporativo y que eran populares entre enormes sectores del electorado, incluyendo cosas como Medicare para todos", señala.
"La jerarquía demócrata está ligada a los grandes intereses corporativos, y no quieren que surja un candidato del tipo de Sanders, un candidato genuinamente popular. Así que [Harris] puede ser la sucesora, o alguien como ella, y no va a haber voto, ni primarias", lamenta Kuzmarov.
El periodista comparó el moderno proceso de primarias de los demócratas con la selección por parte del grupo de poder del partido de Harry Truman como compañero de fórmula del expresidente Franklin Roosevel en las elecciones de 1944. Los líderes del partido insistieron en Truman frente al más progresista Henry Wallace. Truman se convirtió en presidente cuando Roosevelt murió, menos de tres meses después de su toma de posesión al año siguiente.
El giro neoliberal del Partido Demócrata ha coincidido con una asertiva política exterior estadounidense y Kuzmarov argumenta que ambos grandes partidos están "bastante alineados" en la política relativa a Israel, que según él "lleva a cabo gran parte del trabajo sucio de EEUU en Oriente Medio".
"[Harris] está vinculada al ala del partido de Biden-Clinton, que es el ala proimperio y proguerra. Cuando era candidata en las últimas primarias, había una candidata pacifista, Tulsi Gabbard, que era muy progresista en sus opiniones sobre política exterior, y Kamala Harris utilizó tácticas de provocación contra Gabbard y la acusó de simpatizar con Putin, con Asad y ese tipo de cosas, cuando Gabbard abogaba por la paz y la diplomacia", aclara.
Kuzmarov recuerda que la vicepresidenta respaldó la política de Biden con respecto a Ucrania, donde han proporcionado miles de millones en armamento, y que EEUU está construyendo nuevas bases militares en Filipinas como parte de la estrategia para hacer frente a China.
"No debemos olvidar que se trata de dólares de los contribuyentes, miles de millones de dólares de nuestros contribuyentes se destinan a estas políticas exteriores militaristas e imperialistas. Y ese no es dinero que se destina a donde se necesita aquí dentro del país, incluyendo el plan de Sanders de Medicare para todos, que es lo que muchos estadounidenses quieren. Así que Harris no es progresista en ningún sentido, es militarista", concluye.
EEUU y la posibilidad de un conflicto interno: "Ha habido un aumento de focos rojos"
Daniel García
Desde que simpatizantes republicanos tomaron el Congreso de Estados Unidos en enero de 2021 para impedir la investidura de Joe Biden, han crecido los temores por un posible estallido social interno en el país norteamericano. "Va a haber una revolución en este país", dijo el político Robert F. Kennedy Jr. hace unos días.
El proceso electoral que vive Estados Unidos avivó la polarización social en una nación donde demócratas y republicanos tienen discursos e ideas prácticamente contrarias que, aunque con diferentes matices, reflejan que la sociedad estadounidense está lejos de la unidad.
El reciente intento de asesinato al candidato presidencial republicano Donald Trump azuzó todavía más el clima de tensión, al grado de que Robert F. Kennedy Jr., candidato independiente a la presidencia de Estados Unidos, llamó la atención sobre una posible "revolución".
"Va a haber una revolución en este país. La cuestión es si será impulsada por el idealismo o secuestrada por fuerzas oscuras y regresivas. La elección es nuestra", escribió el sobrino del expresidente John F. Kennedy en su cuenta de X.
Según él, la lucha por el poder en Washington se ha convertido en una lucha de clases entre las élites y el pueblo, pues ya ha ido más allá del enfrentamiento entre demócratas y republicanos.
"Declaraciones [como las de Kennedy] hacen referencia a la polarización de la sociedad estadounidense y a la división que existe en estos momentos. El origen de esa división data de muchos años atrás", dijo en entrevista con Sputnik Juan Daniel Garay Saldaña, maestro en estudios México-Estados Unidos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El fantasma de la guerra civil
La posibilidad de una revolución en Estados Unidos no es una idea ni un temor nuevo, aunque su presencia en la conversación pública.
En 2022 fueron publicados dos libros que abordan el tema: The Next Civil War, de Stephen Marche, y How Civil Wars Start: And How to Stop Them, de Barbara Walters. La cultura pop no es la excepción: en 2024 fue estrenada la película Civil War, en la que en un futuro cercano Estados Unidos está sumido en una cruenta guerra civil donde los rebeldes quieren arrebatar el control al presidente.
Recientemente, un par de encuestas preguntaron a los ciudadanos si consideran factible el estallido de una guerra civil en Estados Unidos. El resultado: casi la mitad de los encuestados creen que sí es factible un evento de tales magnitudes.
De acuerdo con una encuesta realizada en mayo de 2024 por Marist National Poll, el 47% de los estadounidenses cree que es probable que se produzca otra guerra civil en Estados Unidos a lo largo de su vida. El 52% considera que esa hipótesis es poco o nada probable.
"Más de160 años después del comienzo de la Guerra Civil, casi la mitad de los estadounidenses creen que es muy probable o probable que se produzca una segunda guerra civil", se lee en el reporte.
Otro estudio de opinión publicado también en mayo por Rasmussen Reports revela que el 41% de los votantes considera probable que Estados Unidos sufra una segunda guerra civil en los próximos cinco años, mientras que el 49% cree que es poco probable.
Además, el 37% de los encuestados dijo que una derrota de Donald Trump en las elecciones del 5 de noviembre próximo haría más probable el estallido de un conflicto interno.
Elecciones presidenciales, un foco rojo
Una investigación del Departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad de Delaware publicada en 2022, sostiene que el principal escenario en el que podría presentarse un conflicto interno en Estados Unidos es un resultado impugnado en las elecciones presidenciales de 2024.
"En este caso, existe un riesgo muy serio de que el resultado sean enfrentamientos violentos y posteriores atentados terroristas que alcancen la intensidad de una guerra civil", destaca la investigación, titulada ¿Se dirige Estados Unidos hacia una guerra civil?
"Creo que es muy difícil que ocurra [en estos momentos]. Sin embargo, la polarización social, la violencia y todo este tipo de cultura sí ha llevado a un aumento de focos rojos en términos de tensión social en Estados Unidos", dijo a Sputnik Irving Rico, maestro en Estudios en Relaciones Internacionales de la UNAM.
Una encuesta publicada en 2022 por Pew Research encontró un crecimiento en las hostilidades partidistas entre la población que simpatiza con el Partido Demócrata y con el Partido Republicano, porque cada vez simpatizantes de ambas fuerzas políticas ven de forma negativa no solo al partido contrario, sino a sus seguidores.
"Hay una gran división social y política en estos momentos, hay una crisis de las instituciones y una violencia generalizada ante el surgimiento de grupos radicales, no solamente de la derecha, sino de la propia izquierda estadounidense", comenta Garay Saldaña.
Los meses del conflicto entre Israel y Palestina, los múltiples juicios al expresidente Donald Trump y el inicio de la temporada de elecciones presidenciales llevaron a que disminuyera la unidad entre los estadounidenses, de acuerdo con el Índice de Unidad Vanderbilt, que muestra que Estados Unidos continúa su tendencia hacia una mayor polarización, terminando 2023 con una caída de alrededor de 10 puntos porcentuales desde el comienzo del año.
Los riesgos a nivel internacional
Un hipotético estallido de un conflicto interno en Estados Unidos no solo afectaría a los habitantes de ese país, si no que, según los expertos, podría trastocar a los aliados de Washington alrededor del mundo y a sus vecinos geográficos.
"Estados Unidos sigue siendo el principal arquitecto del ordenamiento geopolítico mundial como lo conocemos. Si aparece una crisis de esta naturaleza intestina, supondría un cisma muy fuerte en todo el ordenamiento liberal que, valga decirlo también, está en crisis", observa Rico.