Opinión

El círculo hermenéutico de la victoria rusa

Administrator | Viernes 06 de septiembre de 2024
Alexander Dugin
Existe un concepto filosófico conocido como el círculo hermenéutico. Este concepto se remonta a las ideas de Schleiermacher, Dilthey y, posteriormente, a los desarrollos realizados por Heidegger y Gadamer. El elemento central de este concepto es que la cognición presupone el conocimiento tanto del todo como de las partes, pero inicialmente quienes analizan no conocen ninguno de estas dos. Además, es imposible conocer la parte sin el todo y el todo no existe sin las partes (de lo contrario, ¿por qué es un todo y es un todo relativo a qué?). Este aparente callejón sin salida se resuelve de la siguiente manera. Comenzamos aproximándonos al tema y nos hacemos una idea de la parte y del todo. Usemos el ejemplo de dos manchas de Rorschach. Empezamos con cuidado estudiándolas y sin sacar conclusiones precipitadas o relacionarlas entre sí. Luego las comenzamos a relacionar la una con la otra, una y otra vez, hasta que, influyéndose mutuamente y encontrando los parecidos entre ambas, adquieren contornos más claros. Este es el círculo hermenéutico, los movimientos circulares repetitivos en torno a un núcleo para describir la estructura tanto de la periferia como del centro. Es decir, tanto el todo como la parte son conocidos en el proceso de su correlación circular, pasando de la aproximación a la claridad.
Heidegger utilizó este método repetidamente, planteando la misma pregunta ad infinitum y girando en torno al centro siempre esquivo y la periferia siempre borrosa.
Hay que tener cuidado al intentar formalizar este método. Resulta bastante fácil pasar por alto el sutil movimiento filosófico que permite captar lo que es el todo y lo que es la parte. La hermenéutica se basa en Aristóteles y está profundamente relacionada con la fenomenología (como descubrió Dilthey cuando conoció las ideas de Husserl). Si interpretamos el todo y la parte fuera de la ontología aristotélica (por ejemplo, mediante el atomismo o el materialismo) esta realidad resulta incomprensible. Por lo tanto, la práctica hermenéutica requiere una cultura filosófica especial. Apliquemos este principio del círculo hermenéutico a la Victoria. La victoria en la guerra que estamos librando contra Occidente en Ucrania es, al mismo tiempo, un fin y un medio. La exclusividad del significado de la Victoria en la historia rusa nos hace considerar la actual estatalidad rusa como una herramienta, como un método. Es decir, la actual Federación de Rusia es una parte de la Victoria, su condición. La Victoria es donde comienza el futuro. El pasado y el presente son sólo prolegómenos del futuro. Volvamos a Aristóteles: la causa principal es la causa final, causa finalis. La victoria en Ucrania es la entelequia de la historia política rusa, es el objetivo para el cual sirvió todo lo demás. De Vladimir I el Sol Rojo a la Victoria, de Kiev a Kiev.
La Victoria es más que la Federación de Rusia en su totalidad, porque la Victoria es la esencia de Rusia. La Federación de Rusia es sólo una parte de la Victoria. La Victoria es el todo. Es el destino y el final, el triunfo.
Para lograr la Victoria, es necesario que la Federación de Rusia se transforme y eso está ocurriendo ahora. Y está ocurriendo tanto de una forma correcta como incorrecta. Es correcta cuando vemos la Victoria como un objetivo y un todo, siendo la propia Federación de Rusia un medio y una parte, como un momento separado de nuestra historia política. Es incorrecta cuando creemos que la Federación de Rusia es un todo y absolutizamos el statu quo, poniendo entre paréntesis la totalidad de la historia rusa. Un momento de la historia política se infla desorbitadamente y eclipsa el ser de Rusia (el todo). Al pasar del mal al bien, la Victoria se acerca a nosotros. La acercamos a nosotros. Esta es la hermenéutica de la guerra.
El derecho significa reconstruir el Estado para la Victoria, es decir, cuando deja de ser una parte y se convierte en el todo; el Estado, por el contrario, debe dejar de ser el todo y un fin en sí mismo para convertirse en un medio y un camino hacia la Victoria, entonces dará nacimiento a algo nuevo: el Estado Victorioso y, en ese momento, ganaremos.
Además, se producirá un nuevo giro hermenéutico. La Victoria será el fundamento de un nuevo Estado ruso. Sólo una nueva Rusia puede ganar y es ella la que nacerá tras la Victoria. La misma Victoria se convertirá en parte del futuro, en un momento del todo. La nueva estatalidad será un fenómeno aún más integral, un nuevo núcleo y centro absoluto.
En otras palabras, la Victoria es un puente entre el pasado (incluido el presente que se deteriora y retrocede rápidamente) y el futuro. Y cuanto más se realice la Victoria, más rusos seremos.
La Federación de Rusia no es la totalidad de Rusia, sino una parte de Rusia que existe en el tiempo y en el espacio. La Victoria en Ucrania debería convertir la parte en el todo, para hacer de Rusia Rusia en el pleno sentido del término. Y no se trata sólo de territorios, población, estrategia y geopolítica. Se trata del círculo hermenéutico de toda la historia rusa. Esta es la solución al problema metafísico del destino ruso.

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