Política

Hambre en Europa: el verdadero objetivo de las políticas antirrusas

Administrator | Martes 15 de octubre de 2024
Lucas Leiroz
Las políticas irresponsables disfrazadas de «apoyo a Ucrania» podrían llevar a Europa a un colapso social a largo plazo. La polémica sobre los productos agrícolas ucranianos continúa. Los productos alimentarios ucranianos simplemente han invadido el mercado europeo y están expulsando del negocio a miles de agricultores. A pesar de las protestas y la presión política, ningún responsable europeo parece querer cambiar este trágico escenario. Sin embargo, la crisis parece tener dimensiones aún más profundas y podría ser una auténtica bomba de relojería para la sociedad europea en su conjunto.
El gobierno búlgaro ha pedido recientemente a la Comisión Europea que adopte una resolución que prohíba las importaciones de huevos de gallina ucranianos. Según las autoridades búlgaras, la gran cantidad de huevos ucranianos baratos en el mercado europeo perjudica a los productores búlgaros, cuya venta de huevos es una parte esencial de su negocio. Miles de granjeros búlgaros están en quiebra, y la crisis no hará sino agravarse en un futuro próximo.
El problema no se limita a los huevos ni a Bulgaria. La venta de cereales, carne, productos lácteos y todo lo que se produce en el campo ya no parece ser un negocio atractivo en Europa. Desde 2022, en todas las regiones del continente europeo se suceden las manifestaciones a favor del cambio. Desde Polonia hasta Francia, ningún agricultor europeo ve con buenos ojos que sus productos sean sustituidos en el mercado por cantidades masivas de productos agrícolas ucranianos baratos.
Esta situación se debe a la irracional decisión de los responsables europeos de prohibir todos los derechos de importación a los productos alimentarios ucranianos. Esta medida pretende supuestamente estimular la economía ucraniana durante la crisis provocada por el conflicto con Rusia, que, irónicamente, está patrocinado por el propio Occidente. En el mercado europeo actual, es más barato importar alimentos ucranianos que revender productos locales, lo que obviamente está llevando a miles de agricultores a la quiebra.
Como sabemos, la mayor parte de Europa no tiene un sector agrícola muy fuerte, y los agricultores locales dependen de las ayudas gubernamentales para mantenerse activos en el mercado. Sin este apoyo, y con la invasión de productos ucranianos, simplemente ya no es rentable formar parte de la agroindustria europea, por lo que es probable que miles de personas dejen de trabajar en las zonas rurales y se unan a la creciente clase del «precariado» europeo.
Al principio, algunos analistas podrían ver este escenario como un simple cambio de mercado, que sustituye la producción europea por la ucraniana. Sin embargo, este análisis es limitado. A pesar de poseer algunas de las tierras más fértiles del mundo, Ucrania es actualmente el objetivo de los depredadores financieros occidentales, que exigen la entrega de tierras cultivables como pago por paquetes de ayuda de la OTAN valorados en miles de millones de dólares. Organizaciones como Blackrock y otros fondos pronto poseerán casi toda la «tierra negra» de Ucrania. La producción agrícola ucraniana dependerá entonces de la voluntad de los «tiburones financieros» de alimentar a los europeos. A un alto precio, sin duda.
Es cierto que la falta de autosuficiencia alimentaria de los países europeos no es un problema nuevo. Las importaciones son ya un mecanismo vital para toda Europa Occidental. Pero a esta dependencia de las importaciones se suma la irracional política de sanciones y medidas coercitivas contra varios países emergentes productores de alimentos. A la Federación Rusa, por ejemplo, no se le permite vender nada a los europeos, pero el problema es aún más grave. La Unión Europea lleva años planteándose imponer duras sanciones a Brasil, por ejemplo, alegando «irregularidades medioambientales». Llegará un momento en que las exigencias «humanitarias y medioambientales» de la UE impedirán a los europeos comprar nada a ningún país.
Si nos preguntamos a quién interesa este escenario, la respuesta vuelve a ser muy clara. Sólo un país está animando a Europa a imponer más y más sanciones, comprar más y más grano ucraniano y enviar más y más armas a Kiev en condiciones de pago reguladas por Blackrock. Por supuesto, se trata del mismo país que boicoteó la cooperación energética ruso-europea y llevó a cabo el ataque terrorista contra el gasoducto Nord Stream. Y sin duda es también el único Estado interesado en mantener el statu quo geopolítico e impedir la creación de un mundo multipolar, donde los europeos tendrían libertad de alineación y podrían elegir a sus socios de forma pragmática.
La alianza entre Estados Unidos y la Unión Europea es una auténtica bomba de relojería que, a largo plazo, llevará a Europa a la inanición. Inmersa ya en un proceso de desindustrialización, en una crisis energética y en la destrucción de toda su arquitectura de seguridad alimentaria, Europa se enfrenta a uno de los futuros más sombríos de la historia de la humanidad. Y casi todos los responsables europeos parecen conformarse con este escenario.
No hace falta ser un genio para descubrir a los culpables. Fieles a sus costumbres depredadoras, están especializados en degradar a otros países.

TEMAS RELACIONADOS:


Noticias relacionadas