Opinión

Otto Rahn: una vida en busca del Grial

Administrator | Domingo 03 de noviembre de 2024
Dmitry Moiseev
El último Minnesinger
La leyenda del Grial, que según la versión cristiana generalmente aceptada fue la copa de la que bebió Jesucristo en la Última Cena y en la que José de Arimatea recogió después su sangre tras la crucifixión de Jesús en la cruz, es una eterna fuente de inspiración para todo aquel que se interese por las leyendas caballerescas medievales y encuentre en ella un significado especial. Para los cristianos, el Grial es uno de los «Instrumentos de la Pasión» (Arma Christi), los instrumentos del martirio de Jesús, junto con la Cruz, los Clavos, la Corona de Espinas y otros. Para quienes no estén familiarizados con tal interpretación de este símbolo legendario, vale la pena decir que desde la Edad Media europea han existido otras interpretaciones imbuidas de un profundo significado esotérico.
Al hablar de esta leyenda en la obra El misterio del Grial (1937), el tradicionalista italiano Julius Evola (1898-1974) señala: «La historia del Grial en su conjunto tiene un carácter sobrenatural, secreto e iniciático». En el mismo lugar, cita la frase del poeta francés de los siglos XII-XIII Robert de Boron: «Los mortales ordinarios nunca han estado en los orígenes de la gran historia del Grial» (Unque retreite este n'avoit - la grant estoire dou Graal - par nul homme qui fust mortal).
Evola señala que «la piedra que cayó del cielo era una esmeralda que adornaba la frente de Lucifer. Un ángel fiel cortó una parte de ella y así apareció el Grial. Fue entregado a Adán antes de que fuera expulsado del Jardín del Edén. Seth, el hijo de Adán, regresó al paraíso terrenal durante un tiempo y se llevó el Grial con él. Otras personas llevaron el Grial a Montségur, una fortaleza en los Pirineos, que fue asediada por los ejércitos de Lucifer para devolverle el Grial y ponerlo de nuevo en la corona de su líder, de la que se había caído; sin embargo, se creía que el Grial había sido salvado por los caballeros que lo escondieron dentro de una montaña».
El Grial, ¿una copa o una piedra?
Para Otto Wilhelm Rahn (1904-1939), medievalista alemán inspirado por la historia del Grial, la versión no cristiana de la leyenda fue la principal inspiración de su corta, apasionada y extremadamente productiva vida. Su lectura de la leyenda del Grial, a la que están dedicados sus dos libros, es excepcionalmente original; ofrece una idea completamente insólita de esta leyenda, radicalmente distinta de la popular, de la que se desprende toda una consistente enseñanza espiritual, inspirada en el largo estudio de Rahn sobre la caballería cátara y la tragedia de la Cruzada Albigense (1209-1229), que tuvo como consecuencia el genocidio de la civilización occitana por los cristianos y la destrucción de sus enseñanzas espirituales originales. Como parte de esta serie de cuatro artículos para Arktos Journal, examinaremos la leyenda del Grial a través del prisma de la mirada clara de Otto Rahn y resumiremos brevemente su visión de la enseñanza espiritual cátara, tradicional de las tierras de Provenza.
Otto Rahn nació el 18 de febrero de 1904 en la ciudad alemana de Michelstadt, en la tierra de Hesse, en el centro de Alemania, cerca de la cordillera de Odenwald. El ambiente de la infancia del futuro escritor estaba impregnado de leyendas de caballería medieval: tanto su padre, Karl, como su madre, Clara, introdujeron al niño en las historias de Lohengrin, Sigfrido y Parsifal. Esto influyó mucho en la visión del mundo de Rahn, que más tarde escribió: «Mis antepasados eran paganos y mis abuelos herejes».
En 1910, el pequeño Otto fue a la escuela y luego ingresó en la Universidad Justus Liebig de Giessen, una de las más antiguas de Alemania, donde estudió Derecho, Filosofía Alemana, Historia y Filología. Se licenció en filología e historia en 1924 con una tesis titulada Investigación del maestro Kyot de Wolfram von Eschenbach. Decidió continuar sus estudios en la Ruprecht-Karls-Universität de Heidelberg y en la Albert-Ludwigs-Universität de Friburgo, pero pronto cambió de opinión sobre seguir por la senda académica y decidió centrarse en el trabajo literario. Al mismo tiempo, el deterioro de la situación económica en Alemania y en todo el mundo obligó a Rahn a realizar diversos trabajos para sobrevivir. Tradujo textos, escribió guiones para películas y trabajó como vendedor ambulante. Al mismo tiempo, su principal interés seguía siendo la espiritualidad cátara de Provenza, devastada por los católicos: Rahn se sentía atraído por aquellas tierras y estaba esperando una excusa conveniente para comenzar su propia investigación original de esta historia, que le obsesionaba desde la infancia.
¿Quién, además de sus padres y su profesor universitario de Teología, el barón von Gall, que dedicó una parte importante de su vida al estudio de la tragedia cátara, y los genios alemanes Goethe (1749-1832) y Novalis (1772-1801), a los que el propio escritor se refiere, definió la visión del mundo de Otto Rahn y su formación? Christopher Jones señala que, en 1844, año del aniversario número 600 de la caída de Montségur, el tema cátaro se estaba haciendo extremadamente popular en Europa. Se consideraba a los cátaros como los primeros anticatólicos y anticlericales, siendo esta perspectiva la que atrojo cada vez más atención sobre su drama. Cabe destacar obras fundamentales de este periodo, como la Historia de los albigenses (1872) de Napoléon Peyrat en dos volúmenes y Ensayos sobre la historia de las sectas medievales (1890) de Ignaz von Döllinger. Además, las opiniones de Rahn estaban obviamente influidas por el historiador de la religión francés Joseph Ernest Renan, autor de La vida de Jesús (1863), que provocó la furia de la Iglesia católica.
Tras años de estudio, en 1928, Rahn visitó París, donde conoció a Maurice Magre (1877-1941), poeta y escritor francés de creencias budistas, con quien el medievalista alemán compartía un interés común por las enseñanzas cátaras. Posteriormente, Magre escribiría los libros La sangre de Toulouse (1931) y El tesoro de los albigenses (1938), inspirados en la historia del catarismo. Con la ayuda de Magre, Rahn conoce a Miriam de Pujol-Murat, una condesa francesa que se consideraba descendiente de la legendaria Esclarmonde de Foix, guardiana del Grial y chatelaine de Montségur. Posteriormente, Miriam se convirtió en una de las patrocinadoras de la investigación de Rahn. También fue miembro del grupo ocultista Les Polaires, que buscaba rastros del legendario Christian Rosenkreutz.
En 1931 Rahn visitó Ginebra, tras lo cual comenzó por fin su propia investigación sobre la saga del Grial en los Pirineos franceses. Su compañero de viaje fue el escritor suizo Paul-Alexis Ladame (1909-2000), quien, al igual que Rahn, se consideraba heredero de una antigua familia cátara. Ladame relató posteriormente muchos recuerdos de sus aventuras y las de Rahn, y en su última obra, sobre la que llama la atención el traductor al inglés de Rahn, Christopher Jones, cita el adagio cátaro: «Dentro de 700 años, cuando el laurel vuelva a reverdecer» (Al cap de set cent ans, lo laurel verdejara), las últimas palabras del último Perfectus cátaro, Guilhem de Bélibaste, antes de ser quemado vivo. También se les unió Antonin Gadal (1871-1962), místico francés, historiador del catarismo y especialista en espeleología (exploración de cuevas). Gadal instó a Rahn a prestar especial atención al papel del castillo de Montségur. Durante dos años, Rahn y sus amigos viajaron a Languedoc, Provenza y los Pirineos, tras lo cual, en mayo de 1932, fue expulsado de Francia bajo sospecha de espiar para Alemania. A su regreso a Alemania, el 13 de diciembre de 1933, se afilió a la Unión Alemana de Escritores.
El material recopilado fue suficiente para escribir un libro, del que la editorial Urban de Friburgo de Brisgovia publicó 5.000 ejemplares en 1934: La cruzada contra el Grial: La lucha entre los cátaros, los templarios y la Iglesia de Roma. Aproximadamente el mismo número de ejemplares del libro se vendieron en Francia tras la traducción del texto al francés.
Rahn comienza este texto reconstruyendo detalladamente el espíritu de la Provenza medieval, hablando a su lector de los trovadores, su cultura y su lengua: «La Poesía era la voz melodiosa de la caballería; su gracioso lenguaje, el «provenzal», primogénito entre los idiomas neolatinos, pero entretejido, cual polícroma alfombra, de retazos ibéricos, griegos, celtas, góticos y árabes». En cuanto a la poesía occitana, el historiador alemán recurre al romance inacabado del poeta medieval francés Chrétien de Troyes Perceval, Historia del Grial, así como a su versión alemana, Parzival, de Wolfram von Eschenbach, estableciendo paralelismos entre los acontecimientos de su novela y las circunstancias históricas del hundimiento de la cultura provenzal.
Reflexionando sobre la fe cátara, escribe: «Los cátaros sentían que nuestra tierra no era su patria. La comparaban con una prisión que un arquitecto, falto de experiencia, hubiera construido con materiales de baja calidad. Eran conscientes de que su verdadera patria se encontraba allende las estrellas. «Aquél Arriba», decían, ha sido construido por el Espíritu, que es Amor: que no es ni odio ni guerra, sino vida; que no es ni enfermedad ni muerte, sino… Dios. En el principio era el Espíritu. En él estaba la Palabra, y ellos eran Dios. Así como dentro de nosotros existen dos mundos que se combaten: el espíritu, que está pronto, y la carne, que es flaca, así también en el universo hay dos principios de acción: el Sí y el No, el Bien y el Mal».
Rahn pasa al mito griego del Vellocino de Oro, sobre los Argonautas, así como a los relatos sobre Hércules y sus trabajos, luego a las leyendas celtas, tras lo cual expone la idea que desarrolló sobre la «fe de los Puros», o, dicho de otro modo, sobre las auténticas creencias del pueblo provenzal: «La Iglesia de Amor (Minne) occitana se componía de perfectos y de creyentes o imperfectos. Los creyentes no estaban obligados a las reglas severas según las cuales vivían los Perfectos, en su condición de «Puros». Podían actuar como bien les pluguiera: casarse, dedicarse a los negocios, componer canciones de Minne, hacer la guerra; en resumen, vivir como entonces se vivía en Occitania. El nombre de cátaro en realidad estaba reservado a quienes, después de un tiempo de preparación exactamente delimitado y a través de una acción sacramental (el consolamentum, consolación), de la que más adelante hablaremos, habían sido iniciados en los misterios esotéricos de la Iglesia de Amor».
Rahn llama la atención sobre el hecho de que «los Puros» tenían su propia metafísica, que difería significativamente de los dogmas cristianos. En La cruzada contra el Grial describe brevemente sus principios: “En el principio existía Dios, el Eterno, el Insondable, el que tiene mil nombres y, sin embargo, es el que es: «¡Dios!». En el principio, la Palabra, el Logos, estaba con Dios. Su Padre es Dios, su Madre el Espíritu, que está en Dios. La Palabra es Dios. En el principio existía también el Espíritu. Él es el Amor con el que Dios emitió la Palabra que se hizo Vida y Luz. El Espíritu es Amor. El Espíritu es Dios. El Amor es Dios. El Amor es más resplandeciente que el sol y más brillante que las piedras preciosas más valiosas…”
Según Rahn, el concepto cátaro de Dios como Espíritu está estrechamente vinculado a las creencias precristianas de griegos y celtas. También, siguiendo a Maurice Magre, detecta algunas influencias budistas: “Uno de los símbolos del Espíritu, que es Dios —símbolo tomado del budismo por los cátaros—, era la Mani, piedra preciosa que, con sus fulgores, ilumina el mundo y hace olvidar todo deseo terrenal. La Mani es el emblema de la ley budista que disipa la noche del error. En el Nepal y en el Tíbet se la considera como el símbolo del amor al prójimo: de la dhyanibodhissattva Avalokitecvara o Padmapani”.
Poco a poco, Rahn llega a la convicción de que lo que Wolfram von Eschenbach describió en su famoso romance caballeresco es un relato cifrado de los acontecimientos de la cruzada contra los albigenses, que en la visión de Rahn aparece como un intento de capturar el Grial. Tras haber descrito detalladamente en La cruzada contra el Grial las circunstancias históricas de esta tragedia de Provenza, Rahn formula una pregunta clave y le da inmediatamente respuesta: “¿Qué pasa con el Grial, la Mani occitana? Según una leyenda pirenaica, el Grial se aleja tanto más de este mundo, tanto más se eleva hacia el cielo, cuanto que la humanidad se haga indigna de él. Tal vez los puros de Occitania custodien el Grial en una de las estrellas que circundan, como una aureola, Montségur, el Gólgota de Occitania. El Grial simbolizaba el anhelo del paraíso, en el que el ser humano era imagen, y no caricatura, de Dios, imagen que puede contemplarse cuando se ama al prójimo como a sí mismo. Héroes caballerescos, poetas orantes, sacerdotes poetas, mujeres puras, fueron en otro tiempo los guardianes de este símbolo”.
Las investigaciones poéticas de Otto Rahn no parecían reportarle la popularidad necesaria para que pudiera permitirse el lujo de olvidarse de los asuntos mundanos rutinarios. Sin embargo, un día, pasando de nuevo por dificultades económicas, el escritor recibe un misterioso telegrama anónimo que contiene una oferta para pagarle 1.000 Reichsmarks al mes por escribir una continuación de La cruzada contra el Grial. La carta sólo contenía la dirección: Berlín, Prinz-Albrecht-Straße 7. Respondiendo al interés de un misterioso patrocinador, el medievalista alemán descubrió que el remitente era Heinrich Himmler en persona, el Reichsführer de las SS y uno de los hombres más poderosos de la Alemania nacionalsocialista. Himmler informó a Rahn de que estaba muy impresionado por su libro y le invitó a continuar sus investigaciones bajo su patrocinio. Rahn entró en contacto con el «mago de la corte» de Himmler, Karl Maria Wiligut (Weisthor), y comenzó a trabajar en la Oficina Principal de Raza y Asentamiento de las SS (Rasse und Siedlungshauptamt, RuSHA).
El 12 de marzo de 1936, Rahn fue aceptado en el rango de oficial de Unterscharführer. Se convirtió en miembro de la Allgemeine-SS, con el número 276 208. Parecía que el futuro del científico alemán estaba despejado: con semejante patrocinio en la Alemania de entonces, era posible resolver cualquier problema. Rahn continuó sus investigaciones, dio conferencias públicas y habló en la radio, pero rápidamente cayó en desgracia. Siguió manteniendo relaciones con opositores abiertos al régimen como Adolf Friese; en general, no le gustaba el rumbo que estaba tomando el Estado nazi. En particular, escribió: «Hay mucho dolor en mi país. Es imposible para una persona tolerante y liberal como yo vivir en lo que se ha convertido mi país natal».
En 1937, la editorial Schwarzhäupter-Verlag de Leipzig publicó el segundo y último libro de Rahn, La corte de Lucifer: Un viaje a los buenos espíritus de Europa. Si La cruzada contra el Grial era más bien un estudio histórico, aunque con digresiones y reflexiones filosóficas, La corte de Lucifer es una posición espiritual articulada sobre las creencias neo-cátaras de Otto Rahn. El libro está concebido en forma de diario de viaje de un escritor que se desplaza a lugares relacionados con la visión que desarrolla: Provenza, Italia, Alemania, Suiza e Islandia. «Ahora la imagen que vi espiritualmente puede ser observada, comprendida y amada por otros», escribe Rahn inspiradamente en el prefacio de su obra. Allí expone detalladamente sus enseñanzas sobre el Grial. Hablando de Adelaida, la madre de Raymond-Roger Trencavel, vizconde de Carcasona, Rahn escribe: «Adelaida y su hijo se consagraron a la herejía. Rechazaron la cruz como Símbolo de Salud. El Grial era, según mis nuevos conocimientos, el símbolo de la creencia herética. Tal como tantas veces Wolfram von Eschenbach lo proclama, fue depositado en la tierra por los Puros. Con éstos daba por entendido que aludía a los cátaros, ya que cátaro significa puro». A continuación, Rahn detalla su visión del código espiritual occitano que cree haber desentrañado: “Yo sostengo lo que ya destaqué en su momento y en el sur de Francia: como el propio Wolfram expone, las verdaderas leyendas del Grial y de Parzival llegaron de la Provenza a tierra alemana; Wolfram utilizó un poema herético provenzal como modelo a seguir para su poema épico; con su garante de verosimilitud de la fuente, Kyot de Provenza, el trovador Guiot de Provenza había alabado a herejes caballerescos y a señores principales heréticos; el castillo del Grial Mountsalvatsche tuvo su ejemplo en el castillo pirenaico Montségur, el país del Grial terre de salvatsche, fue la zona del Tabor pirenaico. Y quizá fue el Grial aquel Tesoro de la Iglesia, al que cuatro puros heréticos salvaron del amenazado castillo Montségur en la región de las cuevas del Sabarthés. No ese Grial que el falseamiento eclesiástico ha hecho cáliz de la Pasión de Jesús de Nazaret, sino una piedra caída de la corona de Lucifer, la que otorga comida y bebida y confiere no tener que perecer a aquellos que son dignos de su vista”.
Basándose en el excelente trabajo filológico que realizó con el occitano y el alemán, Rahn hace una serie de afirmaciones audaces, según las cuales el Parzival de Wolfram von Eschenbach aparece como Raymond-Roger Trencavel, su madre Adelaida es la Herzeloyde de Wolfram, el Grial es un símbolo de la fe de los cátaros, su conocimiento llegó a Alemania desde Provenza, Montségur es el castillo del Grial Munsalvat, y su chatelaine Esclarmonde de Foix es la Repanse de Schoie de Parzival, «la única que puede llevar el Grial en sus manos». Por último, «nque Roma haya destruido los escritos de los cátaros, nosotros poseemos, de todas maneras, el Parzival, de Wolfram, un poema sin lugar a dudas dictado por la cataridad». El resultado de esta visión, cuidadosa y poéticamente presentada por Otto Rahn, fue un concepto espiritual integral, que seguiremos considerando en detalle en nuestros próximos artículos para Arktos Journal. Mientras tanto, volvamos a la biografía de Rahn.
La Corte de Lucifer hizo fue aplaudida por Himmler, quien encargó personalmente 100 ejemplares del libro para sí e incluso regaló uno a Hitler. A pesar de ello, las dificultades en la relación entre Otto Rahn y el régimen nacionalsocialista fueron en aumento. El problema para las autoridades nacionalsocialistas y las SS era también la homosexualidad de Rahn, que, tras la dispersión de las SA y el asesinato de Ernst Röhm en 1934, era tratada con extrema intolerancia en Alemania, y otro hecho fue que Rahn ignoró la petición de las SS, fechada el 24 de enero de 1938, de confirmar su origen ario, lo que un mes más tarde se convirtió en el motivo del informe redactado por Karl Wolff. A pesar de que el 11 de septiembre de 1938 Rahn fue ascendido al rango de Obersturmführer, las SS estaban obviamente descontentas con él.
Del 23 de noviembre al 21 de diciembre de 1937 Rahn sirvió en el campo de concentración de Dachau: para los oficiales de las SS se trataba de una medida disciplinaria a la que eran sometidos por determinadas faltas. El motivo oficial en el caso de Rahn fue el incumplimiento de la promesa de abstenerse del alcohol durante dos años. A finales de 1938, tras un caso de falta de voluntad para cumplir las leyes raciales, Rahn pasó dos meses más en otro campo de concentración – Buchenwald – también como castigo por mala conducta.
Anticipándose a la guerra, Otto Rahn estaba sumido en la confusión. Soñaba con unir Alemania y Francia bajo la religión neocátara que había reconstruido; a principios de 1939 era evidente que este sueño no se haría realidad. El 28 de febrero de 1939 Otto Ran presentó un informe sobre su despido de las SS.
El 13 de marzo de 1939, casi en el aniversario de la caída de Montségur, Rahn desapareció en el Wilderkaiser, cerca de Zoll, en el Tirol. Este día es considerado la fecha de su muerte; Rahn murió congelado en las montañas. No se sabe si fue un suicidio, según el espíritu del ritual cátaro de la endura, o un accidente. Cuatro días después de su muerte, el 17 de marzo de 1939, Rahn fue relevado de su cargo en las filas de las SS. Karl Rittersbacher dijo posteriormente: «El tránsito de su alma, en eterna búsqueda de una nueva y deseada espiritualidad que no pudo encontrar en la Tierra, me recuerda como si un benévolo ángel de la muerte le hubiera traído el consolamentum».
Otro epitafio adecuado para la muerte de Otto Rahn puede ser una cita del místico medieval alemán Meister Eckhart, que Rahn cita en La corte de Lucifer: «El hombre justo no sirve a Dios ni a las criaturas. Permanece tan firme en la justicia que, por el contrario, no toma en consideración las penas del infierno ni las alegrías del cielo. El hombre justo toma tan en serio la justicia que si Dios no fuese justo no daría ni un comino por él. El hombre no debe temer a Dios. Dios es un Dios del presente. No hay que buscarlo o pensarlo fuera de sí, sino tomarlo como mi propio yo y como que está en mí. La verdad es, por lo tanto, noble, y ¡si Dios quisiera hacer caso omiso de la verdad, yo querría aferrarme a la verdad y dejar a Dios!»
La misteriosa muerte de Otto Rahn, sobre la que existen muchas versiones, incluso teorías conspirativas, marcó el final de su camino terrenal. Cuando cada uno de nosotros se va, lo único que sigue siendo importante es lo que conseguimos hacer en nuestra encarnación actual, la que vivimos. Tras haber pasado 35 años en este mundo, Otto Rahn había sido capaz de formular una enseñanza espiritual completa – el neocatarismo – cuidadosamente derivada de antiguas sagas, leyendas, largos años de estudios e investigaciones de campo, así como un enfoque original de la historia del Grial. Nuestras próximas publicaciones para Arktos Journal estarán dedicadas al examen del modelo esotérico y filosófico de Rahn.

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