Alexander Dugin
El Octavo Congreso de Tsargrad, celebrado en la Catedral de Cristo Salvador, fue increíble. Es evidente que vivimos en una sociedad donde se está produciendo un cambio ideológico: estamos pasando de la ideología liberal a una ideología propiamente rusa. Y este proceso no puede detenerse, tampoco es una decisión que estén tomando voluntariamente las autoridades: se trata de un proceso lógico que se estaba gestando desde hace mucho tiempo y cuyo ultimátum la historia está haciendo realidad.
La Operación Militar Especial ha cambiado drásticamente el panorama ideológico ruso: la época de los tecnócratas neutrales ha acabado, ahora está comenzando el tiempo de la ideología patriótica. Todo ello va acompañado del nacimiento de un nuevo tipo de funcionarios en todos los ámbitos: gobierno, ministros, lideres, etc. A partir de ahora los funcionarios del Estado se enfrentan cara a cara con la muerte, el dolor, el horror y el alma de los moribundos. Este proceso no puede agotarse en el cumplimiento de los requisitos formales, ya que podría corromperse tranquilamente como trasfondo de una acción en ciernes. Es necesario que se implique en la historia y la historia exige la acción de la subjetividad como elección voluntaria tomada desde el fondo de nuestros corazones. Los que están en el poder tendrán que elegir: o están con la oligarquía o con el pueblo, están del lado de la guerra (tomando partido por ella) o prefieren estar del lado contrario. Ser un tecnócrata neutral implica ponerse del lado “del bando de la oligarquía”, pero si uno quiere cambiar su visión del mundo entonces debe asumir abiertamente la causa rusa y apoyarla abiertamente.
Ahora bien, cada uno deberá decidir cuál es su posición. Se trata de un verdadero corte ideológico: el liberalismo se ha agotado en Rusia y únicamente continúa operando por inercia. La tecnocracia neutral ya no sirve ahora que estamos frente a una guerra frontal con Occidente, la insubordinación de la quinta y la sexta columna, la destrucción provocada por las migraciones, la catástrofe demográfica, la defensa de los valores tradicionales, la proliferación de los valores no tradicionales, etc., es necesario tomar una decisión que sea clara y definitiva. No se trata de un leve susurro, sino de una voz clamorosa. Tendremos que responder a su llamado, seguirla, quizás hasta la muerte, porque el final se acerca ahora que estamos en medio de una guerra. Ser ruso ahora no significa hacer parte de una marca comercial, sino unirse a las filas de la Causa Rusa, construir una verdadera nación y sacrificarlo todo – incluida la propia vida – en aras de alcanzar el poder.
El tiempo de los compromisos y las medias tintas ha llegado a su fin. La elección que hagamos de ahora en adelante tendrá un significado irreversible. El Evangelio nos habla de los trabajadores que llegaron al final de la jornada, mucho más tarde que todos los demás, pero que trabajaron hasta el final: ellos heredaran el Reino de los Cielos. No obstante, quienes lleguen mucho después de que pase este lapso de tiempo estarán condenados. Ahora es la última hora: es el momento de la Causa Rusa. Es hora de hacer todo lo posible por cumplir el juramento de la Patria, la Fe, el Poder y el Pueblo. Lamentablemente, la traición ha sido la norma social, ideológica y psicológica desde finales de 1980: ha dominado el sálvese quien pueda. Pero esa época se acabó. Ahora estamos en otros tiempos. Esta época no es solo antiliberal, sino que además es incompatible con la tecnocracia. Por fin ha llegado el tiempo de la Idea. La Idea Rusa.
La clandestinidad anti occidental en Ucrania
En Ucrania es ahora que la clandestinidad antioccidental se está involucrando realmente. Está formada por la mitad de quienes están directamente a nuestro favor y la otra mitad por quienes están en contra de Occidente y sus títeres. Por supuesto, para salvar a Ucrania, era necesario pensar y levantar un levantamiento antes.
Ahora no podemos garantizar nada, pero apreciaremos todas las hazañas de los participantes en la guerra de liberación nacional contra el régimen colaboracionista de ocupación. Tengan mucho cuidado, hermanos y hermanas. Pero tú mismo sabes todo sobre las atrocidades de estos maníacos.
Comienza la época del verdadero Partizán en Ucrania.
Organícense, destruyan todo lo que puedan destruir y a quien puedan. Esta tierra es suya y seguirá siendo suya cuando abolamos la dictadura de los lacayos de la OTAN. No esperes más, actúa.
Empezamos a movernos cada vez con más decisión. Al mismo tiempo, Rusia se fortalece cada hora y la junta de Kiev se debilita cada hora. Porque luchamos por nosotros mismos y por nuestros objetivos, por nuestra Patria unida, y sus amos utilizan cínicamente a los lacayos pro occidentales como una simple herramienta.
Ucrania es Rusia. Lo más glorioso que tenemos en nuestras manos es nuestro gran Poder.
El camino hacia la Cuarta Teoría Política
Hoy Rusia está cambiando por tercera vez de ideología en los últimos 35 años. Hasta principios de la década de 1990 nuestra sociedad era gobernada por una dictadura marxista-leninista. Esta ideología era formalmente obligatoria (aunque no siempre se seguía al pie de la letra) y sobre ella se construía la política, la economía, la ciencia, la educación y el derecho de nuestro país. Todo era dominado por ella.
Sin embargo, a principios de 1990 se llevó a cabo un golpe ideológico y los liberales occidentalistas (reformistas) tomaron el poder. Fue entonces cuando se instauró una dictadura ideológica de corte liberal y la política, la economía, la ciencia, la educación y el derecho comenzaron a seguir los estándares liberales de Occidente. Es así como el liberalismo fue asumido como la única verdad.
Cuando Putin llegó al poder no abolió la dictadura ideológica liberal que le había precedido, sino que se limitó a exigir únicamente la preservación de la soberanía del Estado (el cual era liberal y occidentalizado). El paradigma liberal se mantuvo, pero haciendo hincapié en la soberanía. Surkov llamó a esto «democracia soberana», aunque la ideología liberal continúo dominando.
Los liberales más radicales reaccionaron de forma agresiva en contra de la política soberana de Putin: algunos – directamente financiados por el dinero del Occidente liberal e instigados por los servicios de seguridad occidentales – empezaron a protestar en contra del gobierno (la llamada quinta columna), mientras que otros no se atrevieron a decirle no a Putin y prefirieron mimetizarse, esconderse y empezaron a sabotear silenciosa y continuamente la política soberana promovida por el gobierno (la sexta columna, los sislibs) (1). El inicio de la Operación Militar Especial (OME) llevó a la destrucción de la quinta columna y el comienzo de la purga de la sexta columna. Algunos sislibs (como Chubais, etc.) se asustaron y huyeron a Israel y Londres. Los más listos prefirieron atrincherarse.
No obstante, la verdadera convulsión ideológica empieza ahora, ya que ha quedado claro que Crimea es nuestra, que nuestras Viejas Tierras han sido recuperadas, que la guerra continuará hasta que alcancemos la Victoria y que la OME no se trata de un fracaso técnico en nuestras relaciones con el Occidente liberal, como algunos han sostenido, sino que se trata de una ruptura irreversible. La dictadura de la ideología liberal ha terminado.
La transición del comunismo al liberalismo fue fácil, porque las metodologías, instrucciones y libros de texto que enseñaban tales ideas podían obtenerse fácilmente de Occidente no solamente gratis, sino también financiados por la CIA, el Departamento de Estado y Soros. La transición del liberalismo a la ideología patriótica rusa será difícil. No podemos volver ni al comunismo (donde, por cierto, nadie quiere ir) ni a la monarquía ortodoxa (donde nadie nos llama y todos han olvidado lo que significa). Tenemos muchos voluntarios, pero ninguna ideología determinada.
Lamentablemente, no existen metodologías, instrucciones ni libros de texto para acceder a esta tercera ideología rusa. Una cosa es cierta: esta ideología no será ni el comunismo ni el liberalismo, pero tampoco será el fascismo, pues estamos luchando contra el fascismo en Ucrania. Por lo tanto, necesitamos volver nuestros ojos hacia nuestras raíces, hacia nuestro pasado preoccidental, el cual es la base de nuestra identidad rusa, pero proyectada de forma innovadora y creativa hacia el futuro. Una especie de futurismo imperial patriótico ruso.
Nuestro fundamento será la defensa de los valores tradicionales, la educación histórica, el mundo multipolar y la tesis de Rusia como Estado-Civilización. Tales ideas no se corresponden con el comunismo, el liberalismo o el fascismo, sino con la Cuarta Teoría Política. Es precisamente esta transformación ideológica la que se está produciendo ahora. La desliberalización radical, la ruptura de la dictadura liberal, pero sin caer en la trampa del comunismo o del nacionalismo (fascismo). Al fin y al cabo, estas últimas no son sino doctrinas políticas occidentales pertenecientes a la modernidad europea. Por lo tanto, no son rusas ni en su forma ni en su significado. En estos momentos solo necesitamos lo ruso y únicamente lo ruso. Este giro es inevitable y no depende ni de la arbitrariedad ni de las autoridades ni de grupos ideológicos. La Rusia soberana debe tener una ideología soberana. Tal premisa no puede discutirse, sino que debe ser aprobada como los primeros decretos lanzados por los bolcheviques o la privatización que se produjo en 1990.
Notas del Traductor:
En ruso сис-ли́б (sis-lib) es una contracción de las palabras системный (sistémico) y либерал (liberal), lo cual puede traducirse como liberales sistémicos o del sistema.
Anexo: Los filósofos rusos piden la descolonización de nuestra mente
Occidente se ha autoproclamado como la civilización por excelencia e intenta imponer sus valores sobre el resto del mundo. Sin embargo, Rusia al ser un país con una historia milenaria alternativa a la occidental desempeña una especie de contrapeso a favor de las distintas civilizaciones que existen en el mundo multipolar actual. Lo anterior es la conclusión a la que llegaron los participantes de la mesa redonda «Civilización-Rusia: papel histórico e imagen del futuro» del Instituto de Expertos en la Investigación Social.
Vladimir Shapovalov, miembro de la junta directiva de la Asociación Rusa de Ciencias Políticas, responsable de varios proyectos de la EISI, declaro en el foro que: «La concertación y la cooperación son un principio fundamental dentro del Estado-civilización ruso. Rusia es una potencia milenaria que ha pasado por crisis y auges, habiendo desarrollado principios fundamentales como la unidad y diversidad de los pueblos que habitan nuestro país, el carácter abierto de la sociedad rusa, la unidad del poder y la sociedad, del poder secular y espiritual, la unidad de los pueblos y los estamentos conforme a un principio variado extremadamente complejo».
Según Shapovalov Rusia desempeña un papel clave en el desarrollo histórico mundial: «Este papel consiste no sólo en logros culturales, científicos y tecnológicos, que son de los más importantes a nivel mundial, sino también de la importancia de la lengua rusa, así como en la contribución que Rusia ha hecho a la creación del sistema de seguridad mundial y de las normas del derecho internacional».
Sin embargo, Occidente se autoproclamó como «la única civilización existente», dice el filósofo Alexander Dugin, «y, en este sentido, todo lo que han aportado Rusia, el islam o China se percibe como una especie de imitación, viendo a estas civilizaciones como provincias minúsculas que se rebelan contra el imperio global. De hecho, ellos consideran que Occidente es la única forma de comprender el mundo».
Dugin explica que la cultura occidental actual ya no tiene nada que ver con la cultura occidental clásica. Aunque esta última tampoco puede considerarse como un estándar para todas las civilizaciones. «Es aquí donde debe comenzar nuestro giro civilizacional hacia nosotros mismos y la construcción de un mundo multipolar. Hay que devolver sus derechos a la episteme rusa, que ahora debemos introducir en todas las disciplinas de las humanidades. Es necesario construir un mundo rusocéntrico en el que se reconozca la existencia de otros mundos y donde no pretendamos imponernos o sustituir a nadie».
Dugin dice: «Ahora luchamos contra el nazismo ucraniano y nos oponemos al Occidente colectivo, pero nuestro principal enemigo es nuestra conciencia, porque nuestra educación, nuestra ciencia, nuestro sistema político… todo está construido sobre los principios del universalismo occidental. Nuestra tarea es descolonizar la conciencia rusa».
Dusan Prorokovic, investigador del Instituto de Política y Economía Internacionales de Belgrado y ex diputado de la Asamblea Nacional serbia, comentó que Rusia es capaz de crear una alternativa a los valores occidentales y preservar los valores tradicionales en todo el mundo: «En los países ortodoxos de los Balcanes la influencia de Occidente es muy fuerte. Las estructuras formales de nuestros Estados se encuentran bajo ocupación y tienen una soberanía limitada».
Prorokovic agregó lo siguiente: «El papel de Rusia en los Balcanes es muy importante. El neoliberalismo posmoderno aboga por desmantelar los valores tradicionales y transformarnos. Se están desmantelando los Estados, la religión, la familia e incluso el concepto de hombre. Sólo Rusia puede oponerse a ello».
Vardan Baghdasaryan, profesor del Departamento de Políticas Públicas de la Universidad Estatal de Moscú, recordó las palabras de «nuestro adversario», el asesor especial del Secretario General de la ONU para la reducción de la pobreza, Jeffrey Sachs: «Pusimos a una Rusia enferma en la mesa de operaciones, le abrimos el pecho y resultó tener una anatomía diferente».
Según Baghdasaryan, el concepto de Estado-civilización implica la prohibición de extrapolar principios de una civilización a otra: «De ello se deduce que nuestra soberanía se basa en la identidad y los valores. Además, el enfoque civilizatorio estudia constantes. La historia rusa es comprensible únicamente como una civilización: la antigua Rus, el zarismo moscovita, el Imperio ruso, la Unión Soviética, la resurrección de la actual Rusia… todo ello constituye la esencia de Rusia. Rusia es un arca que une a todos».
Oleg Matveichev, vicepresidente del Comité de Política de Información, Tecnologías de la Información y Comunicaciones de la Duma Estatal, declaró: «Cuando Rusia enarboló la bandera de los valores tradicionales, distintas naciones y representantes culturales empezaron a unirse en torno a ella. Muchos han empezado a buscar contactos con nosotros desde África, América Latina, Asia y otras regiones. Estos países no pueden desafiar a Occidente solos».
El diputado concluyó: «Vemos que el mundo entero está conmocionado por el lugar al que el llamado Occidente intenta llevarlos. Es importante que nuestras humanidades, filósofos, científicos e investigadores averigüen con qué poder y voluntad podemos desempeñar el papel de vínculo entre las diferentes civilizaciones y reivindicar un universalismo nuevo. Este universalismo debe permitir el dialogo y no subordinar a los demás».