Larry C. Johnson
En un orden internacional legítimo basado en normas, todas las naciones serían tratadas por igual. Lamentablemente, no vivimos en ese mundo. Estados Unidos establece las normas y se espera que el resto del mundo las respete o sufra las consecuencias de desobedecerlas. La CPI se desacreditó a sí misma hace más de un año cuando acusó a Vladimir Putin de tráfico de niños. Estos cargos se presentaron como parte de una campaña más amplia dirigida por Estados Unidos para aislar y castigar a Rusia. Al permitir que la utilizaran como peón político, la credibilidad de la CPI quedó destruida. Aunque la acusación y la emisión de órdenes de arresto contra Bibi Netanyahu y Yoav Gallant se basan en crímenes reales, las probabilidades de que alguno de ellos sea llevado alguna vez ante la CPI para ser juzgado son remotas.
La reacción histérica de Estados Unidos ante la acción de la CPI, con los senadores Tom Cotton y Lindsey Graham amenazando con castigar a cualquier país que intentara hacer cumplir las órdenes de arresto, reforzó la realidad de que la clase política de Estados Unidos es rehén de Israel. De ahora en adelante, cualquier otra acción de la CPI contra alguien de un país donde Estados Unidos quiere que se castigue a un líder, probablemente será ignorada. El Tío Sam no tiene ninguna credibilidad para dar lecciones a otros países sobre derechos humanos cuando es tan arrogante al negarse a reconocer la abrumadora evidencia de la campaña genocida de Israel contra los palestinos.
Me vi obligado a ver la repugnante actuación de Netanyahu, que afirmó ser víctima del antisemitismo. El hombre no tiene vergüenza. Mantengo mi comentario, comparándolo con Adolf Eichmann. Aunque las víctimas de Eichmann eclipsaron a las que Netanyahu es responsable de matar y mutilar, los despiadados ataques a civiles por parte del ejército israelí bajo las órdenes de Netanyahu justifican la comparación. Y los asesinatos también continúan en el Líbano, mientras la fuerza aérea israelí destruye edificios de apartamentos en Beirut.
Libaneses desplazados por la guerra israelí prometen regresar a sus hogares
Hiba Morad
Miles de familias del sur del Líbano, el Valle de Bekaa y los suburbios del sur de Beirut se han visto obligadas en los últimos meses a abandonar sus hogares y pertenencias debido a los bombardeos israelíes.
Muchos de ellos, quienes hablaron exclusivamente con el sitio web de Press TV, expresaron su deseo y anhelo de regresar a sus raíces cuando se declare el alto el fuego y se restablezca la calma.
Hablando desde un albergue de refugiados en Siria, que espera sea la “morada final” en su viaje de desplazamiento junto a su familia, Rayhana dijo que no puede esperar para reunirse con su tierra natal.
“Tan pronto como se logre una tregua, mi familia, amigos, vecinos y yo, como miles de otros, regresaremos de inmediato, incluso si tenemos que instalar tiendas sobre los escombros o cerca de nuestras casas dañadas”, señaló.
Israel lanzó un asalto terrestre y masivos ataques aéreos contra Líbano a finales de septiembre, tras un año de intercambios de fuego a lo largo de la frontera libanesa, en paralelo con la guerra genocida contra los palestinos en Gaza, lo que provocó que más de un millón de ciudadanos libaneses se desplazaran dentro y fuera del país.
La agresión israelí continúa de manera extensa contra diversas regiones del país árabe, destruyendo decenas de miles de viviendas, hogares, tiendas, centros médicos y centros comerciales, causando la muerte de al menos 3520 personas e hiriendo a más de 15 000.
Futuro incierto, pero regreso seguro
La mujer de 30 años, quien trabajaba como traductora e investigadora antes de que estallara la actual guerra, afirmó que ella y su familia esperan con ansias la tregua para regresar a su hogar en Baalbek.
“Nuestro viaje de desplazamiento ha sido tan amargo, mudándonos de un lugar a otro, tratando de buscar refugio de los misiles israelíes que matan civiles y destruyen edificios que eran ‘el dulce hogar’ de miles, intentando forzar a la gente a volverse contra la Resistencia en Líbano”, indicó Rayhana.
“No había bombas; no había combatientes, ¡a menos que confundan a los niños, mujeres y hombres con combatientes o bombas!”, adujo.
Hablando con el sitio web de Press TV, su voz se mostró cargada de emoción mientras intentaba describir vívidamente la experiencia desgarradora que ha vivido en los últimos meses, desde Líbano hasta Siria.
“Ver con tus propios ojos cómo los misiles golpean las casas vecinas que se derrumban en segundos, los vidrios de tu casa estallando por la onda de choque de los bombardeos, los gritos de tus hijos, sobrinos y sobrinas, es como una película que sigue reproduciéndose en mi cabeza”, explicó.
Muchas de las advertencias israelíes sobre los bombardeos de ciertos edificios fueron falsas, y de manera astuta impactaron casas o edificios civiles, matando e hiriendo a cientos, especialmente a niños y mujeres.
“Dejamos nuestra casa para ir a un lugar supuestamente más seguro; la casa de un familiar fuera de la zona amenazada en Baalbek, pero luego tuvimos que irnos nuevamente debido a los bombardeos indiscriminados en la zona”, remarcó.
“Me preocupaba tanto que los niños pudieran sufrir efectos traumáticos a largo plazo que nos mudamos de inmediato a la casa de otro familiar un poco más lejos”, apostilló.
Rayhana le contó al sitio web de Press TV que dejar el lugar donde creció “no fue nada fácil”.
Decenas de miles de personas han huido de Baalbek, la ciudad más grande del este del Líbano, ante la agresión militar israelí y las órdenes de evacuación en toda la ciudad desde el 1 de noviembre.
Se cree que la ciudad oriental es una antigua ciudad fenicia y alberga algunas de las ruinas romanas mejor conservadas del mundo, además de un templo que fue designado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco (Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) en 1984.
“Salir corriendo del lugar con lo mínimo que habíamos recogido y dejando atrás todos los recuerdos, la vida que habíamos establecido allí con todos sus momentos amargos y dulces fue duro”, manifestó.
“Salimos hacia un futuro incierto y, finalmente, nos vimos obligados a abandonar toda la zona y buscar refugio en Siria, pero mantenemos la esperanza y seguimos aferrados a nuestra tierra y nuestro hogar, y no importa cuán difícil sea, regresaremos y reconstruiremos todo el país”, remarcó.
Promesa de regresar
A unos 28 kilómetros al suroeste de Baalbek, en el pueblo de Tamnine al-Tahta, Ali, Abed, Hala, Tahani y Husein se vieron de repente cubiertos por bloques de cemento y polvo, pero no escucharon nada, según contó Husein al sitio web de Press TV.
“No escuchamos nada, solo vimos mucho polvo y bloques de cemento y escombros por todas partes, y nos sentimos débiles”, apuntó, describiendo el horror por el que han pasado.
Israel eligió bombardear al azar su casa en la oleada de ataques destinados a presionar a la población y volcarla contra la resistencia.
“Nosotros estábamos heridos, no teníamos bombas ni armas. Estábamos sentados en casa viendo la televisión cuando los aviones de guerra israelíes decidieron atacar, y milagrosamente sobrevivimos al ataque, pero mi hermana fue martirizada”, relató Husein a Press TV.
Cuando le preguntaron si está dispuesto a regresar a su ciudad natal, Husein respondió afirmativamente y aseguró que nada lo detendrá de regresar, excepto la muerte.
Tahani fue martirizada, mientras que los demás miembros de la familia resultaron heridos.
Su cuñada Mirna le expresó al sitio web de Press TV que Tahani tenía una sonrisa inolvidable y era una persona cariñosa y atenta. Había sufrido de polio desde su niñez y no podía caminar.
“Era una persona activa e influyente, siempre esparciendo buenas vibras. Todos la querían”, anotó Mirna.
Mirna y su esposo acababan de salir para revisar a sus hijos, que habían pasado las últimas dos semanas en casa de unos familiares fuera del pueblo, cuando ocurrió el ataque aéreo.
La partera y madre de tres hijos le dijo a Press TV que tan pronto como termine la guerra, todos regresarán a reconstruir sus casas.
“Nadie puede obligarnos a abandonar nuestra tierra para siempre. Somos el pueblo y los dueños de esta tierra, y tenemos todo el derecho de vivir en paz aquí”, apuntó.
Más determinados a reconstruir
Mientras tanto, un médico libanés le dijo a Press TV que, en medio de la limpieza étnica de Israel y los intentos de destruir el sur del Líbano, el Valle de Bekaa y Dahiya, y convertir barrios enteros en montones de escombros, los residentes de estas áreas dicen que regresarán tan pronto como se declare el alto el fuego.
Imran Riza, el Coordinador Especial Adjunto de la ONU y Coordinador Residente y Humanitario para Líbano [UNSCOL], ha advertido que la situación de la vida en Líbano sigue siendo sombría, destacando un nivel “alarmante” de sufrimiento humano y graves consecuencias humanitarias debido a la carnicería israelí en curso.
Sin embargo, según la Dra. Sara, pediatra en Beirut, a pesar de toda la matanza, destrucción y crisis humanitaria, “nada obligará a los libaneses a abandonar su país o su tierra”.
“En 2006, nuestra casa fue bombardeada y destruida. En esta guerra también perdimos la casa, pero eso no es importante. Duele perder el lugar que contenía todos nuestros recuerdos, los álbumes de fotos de mis hijos, los sentimientos nostálgicos de perder todos los souvenirs que compramos en nuestros viajes por Europa y el mundo, pero no las paredes ni el edificio en sí. Lo reconstruiremos como lo hicimos en 2006; reconstruiremos mil veces y no abandonaremos nuestra tierra ni nuestras creencias”, comentó a Press TV.
“Si de verdad sentimos algo de tristeza es por el asesinato de Seyed Hasan Nasralá. Pero el enemigo debe saber que matarlo solo nos hizo más decididos a continuar la lucha y más firmes en cuanto a regresar a nuestros hogares”.
El 27 de septiembre, Israel lanzó toneladas de bombas perforadoras de búnker fabricadas en EE.UU. sobre el suburbio sur de Beirut, Dahiye, lo que llevó al asesinato del líder de Hezbolá, Seyed Hasan Nasralá, y sus asociados.
Mostrando imágenes del edificio que consistía en 44 apartamentos, con 44 historias familiares diferentes, recuerdos y sueños, la Dra. Sara, que ha estado ejerciendo su profesión como médica, dijo que cientos de pacientes desplazados con los que se reunió expresaron la misma resiliencia y el deseo de regresar tan pronto como termine la guerra.
“Todos somos parte de la sociedad de resistencia y no nos arrepentimos en absoluto de ser parte de ella. Estamos defendiendo nuestra tierra frente a Israel, una entidad ilegal que ha ocupado Palestina y nos tiene a nosotros como próximos en su lista de ‘tierras prometidas’”, afirmó.
Volverá a florecer
En el sur del Líbano, el frente más duro de todos en la extensa guerra israelí contra Líbano, Fatima le contó a Press TV que la muerte rodeaba a ella y su familia, y que milagrosamente pudieron salir después de dos días de bombardeos constantes en Bint Jbeil.
“Israel empezó a bombardear frenéticamente las ciudades del sur, podíamos oír el sonido de los misiles silbando, cada vez más agudos, seguidos del sonido de nuestros vecinos pidiendo ayuda desde debajo de los escombros”, recordó.
La estudiante universitaria que había terminado recientemente sus estudios y buscaba un futuro brillante tuvo que huir bajo una lluvia de misiles que caían a ambos lados del camino, hasta llegar al hospital de Bint Jbeil, donde ella, su hermano, su tío y sus primos lograron llegar a salvo.
“Mi tío acababa de regresar de su sesión de diálisis renal, los bombardeos se intensificaban, y cada vez que un misil silbaba pensábamos que era nuestro turno de ascender al cielo. Pasamos un día y una noche enteros bajo el bombardeo israelí y no había forma de salir o intentar huir. La mejor opción fue quedarnos dentro, en el pasillo, juntos, hasta que el bombardeo aminorara o se detuviera”, relató a Press TV.
“Al día siguiente, mi tío se estaba cansando, mirando su oxímetro, que bajaba a un nivel alarmante”, recalcó, añadiendo: “Fue entonces cuando decidimos salir de la casa, pero al abrir la puerta no vimos nada más que polvo blanco espeso. Tuvimos que esperar de nuevo e intentar, finalmente huyendo del área”.
Fatima indicó que estaba conmocionada al ver su vecindario destruido, y señaló que fue “tan surrealista que no pude reaccionar ni mostrar ninguna emoción en ese momento”.
La ingeniera libanesa puso de manifiesto que fueron de las personas afortunadas que sobrevivieron y lograron huir del área. Sin embargo, a pesar de la experiencia traumática, lo único que quiere hacer es regresar a Bint Jbeil.
“No estoy dispuesta a ceder ni un grano de arena de mi patria. Volveré a pesar de todo y reconstruiré nuestro país mano a mano con el resto de mis hermanos y hermanas”, afirmó.
“Israel se equivoca al pensar que siquiera pensaremos en irnos o rendirnos. Permaneceremos mientras estemos vivos, y nuestros hijos y nietos vivirán en las bonitas casas que reconstruiremos. El Líbano, con su gente y su resistencia, volverá a florecer”.