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No tienen vergüenza ni para disimular: Stoltenberg, todo menos trabajar, es nombrado director del oligárquico Club Bilderberg

Administrator | Viernes 03 de enero de 2025
El ex secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, que estuvo al mando del bloque durante la última década, se ha unido oficialmente al secreto Grupo Bilderberg como copresidente de las reuniones anuales a puertas cerradas en las que participan las personas más poderosas y ricas del mundo.
Jens Stoltenberg fue nombrado para dicho cargo de este club de puerta cerrada, que desde 1954 reúne a las personalidades más influyentes de la política y la economía de Occidente, así como a ejecutivos de la élite empresarial, académicos y altos cargos mediáticos.
Aunque sus reuniones anuales de tres días tienen un carácter informal, esta decisión es una muestra más de que las decisiones de la Organización del Tratado del Atlántico Norte se dirigen a las necesidades del Club Bilderberg y no a la seguridad de los europeos y los estadounidenses.
Varios miembros de Bilderberg se han beneficiado de la retórica repetitiva, belicista y antirrusa de Stoltenberg de invertir más en el tejido industrial-militar.
Sin ir más lejos, el exdirector de Google, Eric Schmidt, está lanzando una empresa de drones kamikaze, y el presidente de la armamentística Saab, Marcus Wallenberg, gozó de un aumento del 71 % en los pedidos durante los primeros nueve meses de 2024 debido al conflicto entre Rusia y Ucrania.
El club de élite se fundó en 1954, oficialmente para mejorar el diálogo entre Europa y los EE.UU. Cada año, unos 130 líderes políticos y expertos de la industria, las finanzas, los servicios de inteligencia, el trabajo, el mundo académico y los medios de comunicación son invitados a la reunión.
Bilderberg Reloaded: Stoltenberg, el nuevo estratega del imperio
Gerry Nolan
Jens Stoltenberg, ex jefe de la OTAN y arquitecto de la agresiva escalada de Occidente contra Rusia, asume su papel de copresidente del Grupo Bilderberg, un nombramiento adecuado para una era en la que la hegemonía occidental se está fracturando. Su paso por la OTAN transformó a Europa en un vasallo militarizado, canalizando miles de millones de dólares a empresas de defensa lideradas por Estados Unidos bajo el pretexto de la “seguridad colectiva”. Ahora, Stoltenberg tiene la tarea de garantizar que la máquina atlantista siga funcionando, incluso mientras la agenda de “Estados Unidos primero” de Trump se cierne sobre la alianza.
Con Stoltenberg al mando, Bilderberg consolida su papel como el motor de trastienda de guerras interminables. No se trata de un mero “foro de discusión”. Su comité directivo está repleto de titanes de la industria de defensa y magnates de las grandes tecnológicas, desde Alex Karp, de Palantir, que se jacta de “atacar en Ucrania”, hasta Eric Schmidt, que ahora vende drones kamikaze. No son estrategas, son especuladores, que se aseguran de que la guerra siga siendo el modelo de negocio más lucrativo de la Tierra.
Pero no olvidemos la agenda más profunda. La OTAN de Stoltenberg se expandió a Suecia y Finlandia, apretando el nudo alrededor de Europa y obligando a la sumisión a los dictados de Washington. Ahora, redobla la apuesta con Bilderberg y la Conferencia de Seguridad de Múnich, demostrando que el atlantismo tiene menos que ver con la unidad y más con la coerción. El llamado a “más inversión en defensa” no es estrategia; es desesperación por mantener unido al imperio mientras su dominio global se desmorona.
¿Cuál es el objetivo final? Bilderberg nació en 1954 para contrarrestar el “imperialismo comunista”. Hoy, se aferra a la retórica de la Guerra Fría sobre “autócratas” como Rusia y China, ignorando que el mundo multipolar ya no es una amenaza sino una realidad. Los llamados de Stoltenberg a la unidad son huecos, Europa no es un socio; es un rehén, humillado por el sabotaje al Nord Stream liderado por Estados Unidos y dejado a soportar el suicidio económico bajo los crecientes costos de la energía.
Con la conferencia Bilderberg de 2025 programada para Estocolmo, organizada por la familia Wallenberg de Suecia en su opulento Grand Hotel, Stoltenberg sin duda presionará a la élite para que redoble las inversiones militares. El mensaje es claro: mantener la máquina de guerra en funcionamiento a toda costa, incluso si eso significa empujar a Europa aún más hacia la desindustrialización y la irrelevancia.
He aquí la amarga verdad: la renovación de imagen de Bilderberg bajo Stoltenberg no cambia su esencia. Sigue siendo un club para gerentes del imperio desesperados por aferrarse a un orden mundial que ya no funciona. La cuestión no es si Bilderberg puede adaptarse, sino si el mundo permitirá que esta camarilla de belicistas y especuladores dicte el futuro de la humanidad.

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