Geoestrategia

Los obstáculos que enfrentan el “Corredor de David y el Gran Israel”. Análisis

Administrator | Jueves 16 de enero de 2025
Mohsen Khalif
Los desarrollos políticos en Siria han aumentado la motivación del régimen sionista para avanzar en el antiguo sueño del “Gran Israel”, que abarca territorios desde el Nilo hasta el Éufrates, fue propuesto por Theodor Herzl.
Tras la caída del expresidente siria Bashar al-Asad, Israel ha invadido territorio sirio, ocupando el Golán y las alturas del Jabal al-Sheikh con vistas al este del Líbano, y también ha tomado áreas en Quneitra y Daraa en el sur de Siria. Aunque Israel afirma que estas acciones son para contrarrestar las amenazas de las fuerzas de Resistencia, estas medidas indican que sus intenciones van más allá de la confrontación con la Resistencia.
Los sionistas han mostrado un gran interés en controlar ríos y recursos hídricos en el sur de Siria. Y en el último mes, el régimen sionista ha dominado al menos seis humedales y lagos en el sur de Siria, y si la situación continúa así caótica en Siria, Israel controlará el 30% de los recursos hídricos de Siria y el 40% de los de Jordania.
Este logro permitirá al régimen sionista no solo controlar tierras fértiles en el sur de Siria y crear una zona de amortiguamiento en el norte de Palestina ocupada, sino también ejercer una fuerte presión sobre Ammán y Damasco en el futuro para obtener garantías de que no tomen decisiones en su contra.
Corredor de David
Israel planea crear el “Corredor de David” desde el sur de Siria hacia el noreste del país, con el objetivo de acceder a áreas kurdas y al río Éufrates, mejorando así su posición geopolítica.
Pero esto no es todo. Israel, además, busca alcanzar el río Éufrates a través del “Corredor de David”. En este proyecto ambicioso, los sionistas planean avanzar hacia el norte con la ayuda de bases estadounidenses en la región de Al-Tanf, ubicada en el triángulo fronterizo de Irak, Siria y Jordania, creando un camino seguro hacia el río Éufrates.
Este corredor, además de cumplir con las enseñanzas talmúdicas para los judíos, permitirá al régimen sionista controlar también los recursos hídricos de Irak. Desde una perspectiva geopolítica, esto brindará a los sionistas acceso ilimitado para apoyar a sus aliados kurdos en el este del Éufrates y el norte de Irak, fomentando luchas separatistas en la región.
Además, el régimen sionista podría acceder a los recursos petrolíferos de Siria, el 90% de los cuales se encuentran en el norte del país y al este del Éufrates. También podría acceder por tierra a importantes recursos petrolíferos en la región del Kurdistán iraquí, sin necesidad de utilizar Turquía como intermediario.
“El Gran Israel”
En el marco de este plan, es decir el llamado “Corredor David”, territorios de Egipto, Siria, Irak, Líbano, Kuwait, Arabia Saudí, todas las tierras de Jordania y Palestina se anexarían a los territorios ocupados, y el sueño del “Gran Israel” se haría realidad.
Lo notable es que el llamado “Gran Israel” también incluiría partes de Anatolia en el sureste de Turquía. Independientemente de las interacciones entre Ankara y Tel Aviv, esto representa una “alarma” seria para la soberanía y la sociedad turca.
Por eso, este proyecto ha llamado la atención de los medios turcos. El gobierno turco, que ha jugado un papel importante en la caída de Bashar al-Asad apoyando a los opositores armados, ahora está intentando seriamente combatir a los kurdos del norte de Siria conocidos como las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), debido a este panorama geopolítico.
Este corredor es uno de los primeros pasos para lograr el llamado sueño del “Gran Israel”, sobre el cual Abdul-Malik Badreddin al-Houthi, líder de Ansarolá en Yemen, advirtió en uno de sus discursos. Al-Houthi declaró: “El enemigo sionista tiene un plan llamado Corredor de David... El régimen criminal sueña con llegar al río Éufrates y ahora ve la oportunidad, ya que no enfrenta obstáculos para penetrar en territorio sirio”.
El “Corredor de David”, que acerca a los líderes del régimen sionista al sueño del “Gran Israel”, es un corredor que se crea mediante la ocupación del sur de Siria, las provincias de Daraa, Al-Sweida, Al-Tanf y Deir Ezor, y llega hasta el Éufrates. La región que este régimen pretende para la construcción del Corredor de David cuenta con tierras agrícolas fértiles y abundantes recursos hídricos y petrolíferos.
Obstáculos para crear el “Corredor David”
A pesar de los numerosos esfuerzos del régimen sionista para avanzar en el proyecto del “Gran Israel” a través de la construcción del Corredor de David, este proyecto, y su primer paso, aunque no debe ser subestimado, enfrenta “obstáculos” y “desafíos serios”. A continuación, se abordan los más importantes:
Obstáculos económicos:
La implementación de este corredor requiere la asignación de varios miles de millones de dólares en recursos financieros y económicos. Proveer tales cantidades es actualmente imposible debido a los graves problemas económicos que enfrenta el régimen a causa de la guerra.
Seguridad del corredor:
La construcción de un corredor de varios cientos de kilómetros requiere el establecimiento de bases y fuerzas militares con apoyo aéreo y de defensa para asegurar y controlar el camino. En las condiciones actuales, asignar fuerzas e infraestructuras militares para esta tarea es prácticamente imposible o muy difícil.
Inseguridad de Siria
La situación incierta en Siria es otro desafío. Además de los líderes de Hayat Tahrir al-Sham, nadie en la sociedad siria, ni siquiera entre los grupos armados, ha prometido al régimen israelí que permanecerán en silencio frente a sus acciones de ocupación.
¿Rusia lo impedirá?
Rusia es otro obstáculo en este asunto. Primero, la existencia de tal corredor es un desafío para la influencia de Rusia en la nueva Siria. En segundo lugar, Moscú ha declarado repetidamente que, incluso en el período post-Asad, la unidad e integridad territorial de Siria no deben ser violadas. Por eso, hasta ahora no ha permitido que Turquía realice incluso operaciones limitadas contra los kurdos.
Después de Irak, Libia, Gaza, Líbano y Siria, el Pentágono ataca Yemen
Thierry Meyssan
El Pentágono está enfrascado en una carrera contra el tiempo antes de que Donald Trump inicie su nuevo mandato presidencial. Después de haber destruido Irak, Libia, Gaza, Líbano y Siria, el Pentágono lanza ahora sus fuerzas contra Yemen. Nadie debe dejarse engañar por las apariencias que esconden la realidad. Oficialmente, Israel responde a los tiros de misiles del movimiento yemenita Ansar Allah y Estados Unidos toma represalias por los ataques contra los barcos occidentales. En realidad, la destrucción de Yemen es sólo una nueva etapa en la destrucción sistemática de las instituciones políticas y las estructuras de los Estados en los países del Medio Oriente ampliado. Nadie debe creer lo que nos dicen sobre el carácter supuestamente inevitable del llamado “choque de civilizaciones”. Todo eso es sólo un montaje programado para llevarnos a aceptar lo inaceptable.

Estos dos mapas del Pentágono datan de 2001 y el coronel Ralph Peters los dio a conocer en 2005. Veinte años después, en 2025, estamos viendo la continuación del programa de rediseño del Gran Medio Oriente plasmado en estos mapas.
Desde el 7 de octubre de 2023, hemos venido asistiendo al genocidio desatado contra los palestinos, a una nueva invasión contra Líbano y a otra invasión más contra Siria. Ahora, más exactamente desde hace 2 semanas, la guerra se desplaza hacia Yemen.
Como siempre, los medios de prensa internacionales dividen la información en secuencias separadas y explican cada hecho con factores locales, a veces ciertos y otras veces simplemente falsos. Si nos dejamos enredar con esa mezcolanza no lograremos percibir que todos esos acontecimientos son parte de un plan mucho más amplio y que es imposible vencer en un frente si se ignora hasta dónde se extiende.
Lo que estamos viendo hoy es la tercera etapa de un plan que Donald Rumsfeld, el secretario de Defensa de la administración de George Bush hijo, y el almirante Arthur Cebrowki, elaboraron en el año 2000 [1]. Siguiendo la tradición estadounidense que el general Smedley Butler había resumido en 1933 en su célebre discurso War Is a Racket (“La guerra es una estafa) [2], el Pentágono se ha fijado como misión completar la destrucción de todas las instituciones políticas y las estructuras de los Estados en los países que conforman el «Medio Oriente ampliado» o «Gran Medio Oriente», o sea toda la zona que se extiende desde Argelia hasta Kazajstán, pasando por Somalia pero exceptuando Israel y quizás Marruecos.
En su discurso de 1933, el general estadounidense Smedley Butler explicaba: «He cumplido 33 años y 4 meses de servicio activo y durante todo ese periodo he pasado la mayoría de mi tiempo haciendo el papel de matón para el mundo de los negocios, para Wall Street y para los banqueros. En pocas palabras, yo era un chantajista, un pistolero al servicio del capitalismo. En 1914, ayudé a garantizar la seguridad en México, más exactamente en la ciudad de Tampico, en beneficio de los grupos petroleros estadounidenses. Ayudé a convertir Haití y Cuba en lugares convenientes para que los hombres del National City Bank pudieran ganar dinero. Ayudé a violar media docena de repúblicas de Centroamérica para favorecer los intereses de Wall Street. Entre 1902 y 1912 ayudé a purificar Nicaragua para favorecer los intereses del banco estadounidense Brown Brothers. En 1916, aporté luz en República Dominicana para favorecer los intereses de las compañías azucareras estadounidenses. En 1903, puse Honduras en manos de las compañías fruteras estadounidenses. En China, en 1927, ayudé a que la Standard Oil pudiera hacer sus negocios con tranquilidad.»
Hoy en día, las fuerzas armadas de Estados Unidos, cuya misión no es defender el territorio nacional de Estados Unidos sino defender la versión más oscura del capitalismo –la defensa del territorio nacional estadounidense es cosa de la Guardia Nacional– vienen destruyendo Irak desde 2003, garantizan la destrucción de Libia y de Siria desde 2011, la de Yemen desde 2014 y pronto iniciarán la destrucción de Irán.
El ex secretario de Estado Henry Kissinger resumió todo lo anterior diciendo: «It may be dangerous to be America’s enemy, but to be America’s friend is fatal» (“Quizás sea peligroso ser enemigo de Estados Unidos, pero ser su amigo es fatal”) [3].
Lo mismo dijo el líder libio Muammar el-Kadhafi, en la cumbre de la Liga Árabe de 2008, cuando observó que Estados Unidos no sólo no respeta a sus aliados sino que generalmente los convierte en sus primeras víctimas. Kadhafi citaba entonces como ejemplo el fin del presidente iraquí Saddam Hussein, ex agente de la CIA, ahorcado después de la invasión estadounidense contra Irak, y alertaba claramente a todos los dirigentes árabes presentes en la sala [4]. Pero el propio Kadhafi trató después de ganarse la amistad del presidente estadounidense George Bush hijo y para lograrlo desarmó su país y desmanteló sus centros de investigación nuclear. Por supuesto, Washington le agradeció calurosamente aquel gesto… antes de destruir Libia y lincharlo a él [5].
En 2002, Arabia Saudita estuvo a punto de ser víctima del plan de destrucción [6]. Pero el plan de destrucción del reino de los Saud sólo se ha pospuesto. El Pentágono sigue adelante con su juego siniestro, en el que los Estados del Medio Oriente ampliado son vistos como simples piezas de dominó condenadas a caer una tras otra… sin excepción.
Según el Instituto Internacional de Estocolmo de Estudios para la Paz (SIPRI), referencia mundial en la investigación sobre el comercio mundial de armas, Estados Unidos ha entregado a Israel al menos 22 000 millones de dólares en armamento desde que comenzó la actual masacre contra los palestinos de Gaza. Ese armamento incluye, entre otras cosas, 70 000 toneladas de bombas, o sea el mismo volumen total de bombas que se utilizó para destruir Dresde, Hamburgo y Tokio durante la Segunda Guerra Mundial.
En este momento, se sigue presentando al primer ministro de Israel, Benyamin Netanyahu, como el responsable de la limpieza étnica en marcha en la franja de Gaza. Y es verdad que el propio Netanyahu ha asumido esa responsabilidad, siguiendo la línea que había trazado hace mucho su inspirador, el judío ucraniano Zeev Jabotinsky [7].
Pero en realidad Netanyahu es sólo el ejecutor de la política de Washington. Y también se puede acusar a Netanyahu de aplicar en Líbano el plan de Oded Yinon [8], así como el plan trazado para Siria en el documento “A Clean Break: A New Strategy for Securing the Realm” (“Una ruptura limpia: nueva estrategia para garantizar la seguridad del reino de Israel”) [9]. Todo eso es importante, pero es sólo parte de un gran conjunto.
Se sigue considerando a los británicos responsables de la progresión del sectarismo en el Medio Oriente. Y ciertamente fueron ellos, a través de Lawrence de Arabia, quienes montaron la “Gran Revuelta Árabe” de 1916-1918, que puso en el poder al clan Saud y a la secta de los wahabitas en Arabia Saudita. También es cierto que fueron los británicos quienes, a través de Herbert Samuel, organizaron la otra “Gran Revuelta Árabe”, la de 1936-1939 en la Palestina bajo mandato británico. Es verdad que también fueron los británicos quienes, a través de James Craig, montaron en 2011-2012 la “primavera árabe” que puso en el poder a la Hermandad Musulmana en Egipto. Y son también los británicos quienes se mantienen hoy en la sombra, detrás del yihadista al-Jolani, que ha asumido el poder en Damasco como Ahmad al-Charaa. Pero, el hecho es que los británicos, si bien respaldan sistemáticamente las guerras de Estados Unidos y se las arreglan para sacar provecho de ellas, no son los verdaderos dueños del circo.
Ahora vemos como la guerra se desplaza hacia Yemen, país ya profundamente marcado por las operaciones allí emprendidas desde 2014, con cerca de 400 000 muertos, en términos de víctimas directas o indirectas.
Oficialmente, Israel responde a los lanzamientos de misiles del movimiento yemenita Ansar Allah contra su territorio. También oficialmente, Estados Unidos y Reino Unido responden a los ataques contra buques que transitan por el Mar Rojo. Pero el movimiento yemenita Ansar Allah –los “hutis” que tanto menciona la prensa occidental como «respaldados por Irán»– no hacen otra cosa que tratar de ayudar a los civiles palestinos masacrados en Gaza por el ejército de Israel… algo que todos deberíamos hacer.
En su reunión del 30 de diciembre en Nueva York, el Consejo de Seguridad de la ONU se vio obligado a reconocer lo que debería ser evidente para todos: «Sólo mediante un enfoque unido y coordinado podemos esperar lograr la paz y la seguridad para todos los pueblos de Yemen y de la región.»
Conclusión: todo lo que ha sucedido en el Medio Oriente ampliado es parte de una única guerra que sacude esa región desde hace 23 años.
En este momento, el Pentágono avanza a marcha forzada, sabiendo que Donald Trump vuelve a la Casa Blanca el 20 de enero. Y fue precisamente Donald Trump quien, el 21 de mayo de 2017, en Riad (Arabia Saudita), detuvo la «guerra sin fin», exigiendo a ciertos regímenes árabes que cesaran su apoyo a los grupos terroristas afiliados al Pentágono [10]. Aquella guerra se detuvo hasta que llegó la elección falsificada de 2020.
NOTAS
[1] «La doctrina Rumsfeld-Cebrowski», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 25 de mayo de 2021.
[2] War is a racket, Major-General Smedley Butler, Sacred Truth Publishing.
[3] “A Fatal Friendship?”, The Wall Street Journal, 17 de diciembre de 2010.
[4] El autor de este artículo es testigo directo de esta advertencia de Kadhafi ya que estuvo presente en la sala durante toda la duración de la cumbre de la Liga Árabe de 2008.
[5] El autor de este artículo fue miembro del último gobierno de la Yamahiriya Árabe Libia.
[6] “Taking Saudi out of Arabia”, Powerpoint de Laurent Murawiec (Defense Policy Board, 10 de julio de 2002).
[7] «Cuando el velo se desgarra: las verdades ocultas, de Jabotinsky a Netanyahu», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 23 de enero de 2024.
[8] «Une stratégie pour Israël dans les années 80», por Oded Yinon, traducido al francés por Youssef Aschkar, Kivunim (Israel), Réseau Voltaire, 1º de febrero de 1982; «Del “plan Yinon” a la “Estrategia Yaalon”», por Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada (México), Red Voltaire, 19 de noviembre de 2014.
[9] La autoría del plan “A Clean Break: A New Strategy for Securing the Realm”, Institute for Advanced Strategic and Political Studies (julio de 1996) se atribuyó a sus firmantes, principalmente a Richard Perle y Douglas Feith. Pero, según el propio Douglas Feith, el texto fue redactado en realidad por David Wurmser sin que los firmantes tuviesen la posibilidad de modificarlo. Ver “Credit for Israel Report Clarified”, Douglas Feith, The Washington Post, 16 de septiembre de 2004.
[10] “Donald Trump’s Speech to the Arab Islamic American Summit”, by Donald Trump, Voltaire Network, 21 May 2017. «Donald Trump contra el yihadismo», por Thierry Meyssan, Al-Watan (Siria), Red Voltaire, 23 de mayo de 2017.
Una advertencia a Israel y Estados Unidos: Yemen no es Siria
Mohamed Moqeibel
Desde el lanzamiento de la Operación Inundación de Al-Aqsa en octubre de 2023, las fuerzas armadas de Yemen, alineadas con Ansarallah, han surgido como una fuerza fundamental en el Eje de Resistencia por su apoyo inquebrantable a Gaza.
Los ataques casi diarios con misiles y aviones no tripulados contra Israel, junto con las interrupciones de las rutas comerciales marítimas vinculadas a los intereses de Tel Aviv, han complicado las estrategias tanto del estado ocupante como de su patrocinador, Estados Unidos.
En otra demostración audaz de sus nuevas capacidades militares, Yemen afirmó recientemente haber derribado un avión de combate F-18 de Estados Unidos y frustrado una ofensiva de ese país al atacar al portaaviones USS Harry S. Truman , obligándolo a retirarse a un lugar seguro a más de 1.500 kilómetros de distancia. Esta operación extraordinaria no sólo expuso vulnerabilidades críticas en las defensas navales de Estados Unidos, sino que también mostró la creciente destreza militar de Saná y su inquebrantable desafío.
A la luz de estos acontecimientos, la pregunta sigue siendo: ¿cómo pueden Israel y Estados Unidos abordar el formidable frente abierto por Yemen?
¿Pueden los ataques aéreos disuadir a Yemen?
La coalición estadounidense-británica ha lanzado más de 700 ataques aéreos contra Yemen desde principios de año, supuestamente dirigidos contra lugares de almacenamiento de armas y en represalia a los ataques de las fuerzas yemeníes contra buques de carga vinculados a Israel.
A pesar de estas operaciones, los ataques militares yemeníes no han hecho más que intensificarse, tanto en frecuencia como en potencia de fuego, y han atacado a buques mercantes vinculados con Israel, así como al propio territorio ocupado, con misiles y drones de fabricación nacional, lo que confirma la ineficacia de los ataques aéreos occidentales para lograr sus objetivos previstos.
Israel, que ha recurrido en gran medida a las ofensivas de Estados Unidos y el Reino Unido para evitar una confrontación directa con las Fuerzas Armadas de Yemen (YAF), recientemente recurrió a bombardear la ya debilitada infraestructura civil del país en un intento de salvar las apariencias. Los últimos ataques aéreos israelíes , que tuvieron lugar el 2 de enero, tuvieron como blanco varias provincias yemeníes, además del Aeropuerto Internacional de Saná.
Al comentar sobre los ataques aéreos, el portavoz de Ansarallah, Mohammad Abdul Salam, declaró : “Si el enemigo sionista piensa que sus crímenes impedirán que Yemen apoye a Gaza, es un delirante”.
A pesar de las crecientes esperanzas entre los adversarios de que los ataques aéreos llevados a cabo por Estados Unidos e Israel puedan lograr un avance contra Saná, los hechos apuntan a la imposibilidad de cualquier impacto significativo: entre 2015 y 2023, Yemen ha sido objeto de más de un cuarto de millón de ataques aéreos documentados por la coalición saudí-emiratí respaldada por Estados Unidos, lo que convierte a Yemen en uno de los países más bombardeados de la historia.
Incluso la idea de atacar a los líderes de Ansarallah mediante ataques aéreos, similares a las operaciones de asesinato contra otros líderes de la resistencia en Asia occidental, parece igualmente impráctica.
Yemen no es Siria: una comparación errónea
La idea de reproducir la guerra civil de Siria en Yemen, con la participación de Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y ahora Israel, ha ganado fuerza entre los responsables políticos. El ex ministro de Defensa israelí Avigdor Lieberman criticó la estrategia de Israel, abogando por ataques a instalaciones energéticas que operan bajo la jurisdicción del gobierno de facto en Saná y financiando facciones anti-Ansarallah.
Subrayó la necesidad de colaborar con el gobierno yemení reconocido internacionalmente en Adén, afirmando que “los hutíes deberían estar preocupados por Yemen, no por los ataques a Israel”.
De manera similar, los esfuerzos diplomáticos de Estados Unidos han buscado movilizar a los aliados regionales, y funcionarios estadounidenses se han reunido con líderes yemeníes, saudíes y emiratíes en Riad para discutir estrategias para debilitar a Ansarallah.
Los tambores de guerra resuenan constantemente. Hamid al-Ahmar , un destacado líder del Partido Islah, ha anunciado que la caída de Ansarallah es inminente, basándose en experiencias regionales, en particular en Siria, donde la batalla para derrocar al gobierno fue larga y dura.
El mayor general Saghir bin Aziz , jefe del ejército yemení leal a la coalición saudí-emiratí, también afirma que Yemen se dirige hacia una lucha para poner fin al régimen “hutí”.
Al mismo tiempo, estos acontecimientos coinciden con movilizaciones militares en la costa occidental por parte de fuerzas leales al gobierno con sede en Adén, apoyadas por Estados Unidos.
En respuesta, numerosas tribus yemeníes han declarado su lealtad a Ansarallah y han anunciado la movilización tribal en varias provincias yemeníes para enfrentar cualquier agresión contra Yemen.
A diferencia del anterior gobierno sirio de Bashar al-Assad, Ansarallah ha emergido de años de guerra más fuerte y más cohesionado, desarrollando capacidades militares avanzadas en el campo de batalla, incluyendo convertirse en el primer actor no estatal en desplegar misiles hipersónicos . La capacidad de Ansarallah para amenazar directamente los intereses estadounidenses e israelíes –además de los objetivos saudíes y emiratíes– lo distingue de la dinámica del conflicto sirio.
Los intentos de provocar conflictos internos o montar ofensivas a gran escala en Yemen corren el riesgo de resultar contraproducentes, ya que Ansarallah ha demostrado su capacidad para movilizar el apoyo tribal y lanzar contraataques devastadores.
Los esfuerzos para reunir fuerzas leales al gobierno yemení respaldado por Arabia Saudita, como las lideradas por Tariq Saleh en la costa occidental, enfrentan obstáculos importantes.
La región costera occidental, similar a un Eje Filadelfia estratégico para Yemen, tiene una importancia inmensa.
Su captura podría abrir el camino a ofensivas más amplias, pero las posiciones fortificadas de Ansarallah y su preparación militar hacen que esas ambiciones sean sumamente precarias. A diferencia de Damasco, Saná está protegida por una fuerza popular y curtida en la batalla que ha superado constantemente a sus adversarios.
La perspectiva de Saná sobre la escalada
Para el gobierno de Saná, la creciente participación de Estados Unidos e Israel representa un intento desesperado de desestabilizar el Yemen. Abdul Malik al-Houthi, líder de Ansarallah, calificó estos esfuerzos de “tontos y tontos”, afirmando que las Fuerzas Armadas del Yemen están plenamente preparadas para hacer frente a cualquier escalada.
En un artículo publicado en X, Hussein al-Azzi, una figura política de alto rango, señaló que regiones clave como Marib se inclinan cada vez más hacia Ansarallah debido a la corrupción generalizada dentro de las facciones y áreas rivales. Estos cambios indican la posibilidad de que Ansarallah recupere más territorio con una resistencia mínima.
Las deserciones de las fuerzas alineadas con la coalición complican aún más los cálculos de Estados Unidos e Israel. Más de 100 soldados y oficiales se unieron recientemente a Ansarallah, lo que refleja fracturas internas dentro de la coalición liderada por Occidente.
Mientras tanto, Mohammed Ali al-Houthi, jefe del Comité Supremo Revolucionario, advirtió a Arabia Saudita que “restringiera a los estadounidenses”, amenazando con represalias contra los intereses estadounidenses si la agresión continúa. Afirmó que no habrá líneas rojas si la situación empeora.
De manera similar, el portavoz de Ansarallah, Mohammed al-Bukhaiti, respondió a las amenazas de asesinato israelíes advirtiendo sobre la capacidad de su organización de atacar a líderes estadounidenses, británicos e israelíes con la misma moneda.
“Les afirmamos a los estadounidenses, a los británicos y a la entidad sionista que nosotros, a su vez, tenemos la capacidad y la audacia de atacar a los líderes estadounidenses, británicos e israelíes, ya sean militares o políticos. Si desean convertir esto en una guerra de asesinatos de líderes, entonces les decimos: bienvenidos a ello”.
Un Yemen desafiante reestructura la resistencia
La entrada de Yemen en la guerra con Israel ha redefinido el equilibrio de poder en la región. A pesar de los incesantes ataques aéreos, los bloqueos económicos y el aislamiento diplomático, Ansarallah ha emergido como una fuerza formidable, inquebrantable en su apoyo a Gaza y su resistencia a la intervención extranjera.
Con cada ataque con misiles y aviones no tripulados, Yemen envía un mensaje claro: no se doblegará ante las presiones de las potencias mundiales. A medida que los vientos del conflicto se intensifican, la resistencia de Yemen es un testimonio de su determinación inquebrantable y firme, y marca un nuevo tono para todo el Eje de la Resistencia. Demuestra que las tácticas de resistencia "bien educadas" son ineficaces cuando se lucha contra adversarios crueles y sin ley como Estados Unidos e Israel.
Forjado por años de adversidad, Yemen no sólo está resistiendo: está afirmando su lugar como actor central en el Eje de Resistencia de Asia Occidental, reemplazando a Siria como estado árabe integral en la alianza regional.
Frente a la creciente agresión, la fuerza y ​​la determinación de Yemen lo han convertido en una fuerza que ni Israel, ni Estados Unidos y sus aliados en la región pueden permitirse subestimar.

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