Política

Revolución Islámica y su impacto en la resistencia global contra el imperialismo y el sionismo

Administrator | Domingo 16 de febrero de 2025
Humaira Ahad
Una enorme cartelera en un vecindario exclusivo de Teherán anuncia el 46.º aniversario de la Revolución Islámica. Sin embargo, lo que hace intrigante este cartel es su ubicación: se erige en un distrito nombrado en honor al icono sudafricano de la lucha contra el apartheid, Nelson Mandela.
Este simbólico nombre del bulevar ofrece una visión del camino ideológico que adoptó la República Islámica de Irán bajo el liderazgo del Imam Jomeini (que descanse en paz) después de 1979.
El propio Mandela reconoció frecuentemente que el Imam Jomeini, el fundador de la República Islámica, fue una fuente de inspiración en su propio camino hacia la libertad.
La influencia de esta gran revolución, que marcó el fin de la dictadura del Pahlavi respaldada por Occidente, no se detuvo en sus fronteras. Se extendió por todo el mundo, dejando su huella en los movimientos de liberación en diversas partes del planeta.
Para muchas naciones oprimidas, la Revolución Islámica de 1979 se convirtió en algo más que un evento histórico. Fue un faro de desafío, encendiendo las llamas de la resistencia contra la tiranía y la injusticia.
En su núcleo, había un mensaje poderoso: una ruptura total con la dominación neocolonial y la explotación implacable del mundo por parte de las potencias imperiales occidentales.
Tras ella, los sentimientos antimperialistas crecieron, ganando impulso como nunca antes. Irán se posicionó a la vanguardia de una campaña global para defender los derechos de los oprimidos y desfavorecidos, haciéndose eco de las voces de los oprimidos.
“Esta revolución perturbó el tranquilo sueño de los colonizadores. El pueblo demostró que puede determinar su propio destino sin depender del Este ni del Oeste”, comentó el historiador británico-estadounidense Bernard Lewis, resumido el cambio sísmico que introdujo en los asuntos internacionales.
En su corazón, la Revolución defendió un principio inquebrantable: la República Islámica se opone a todo opresor y se solidariza con todo oprimido, promoviendo una cultura de resistencia y viéndola como un camino legítimo y digno hacia la consecución de los derechos de las naciones contra la arrogancia global.
Mensaje de la Revolución a nivel mundial
Con el triunfo de la Revolución Islámica en Irán, el Imam Jomeini dejó claro que la esencia de la Revolución radicaba en la búsqueda de la libertad libre del yugo de la dominación occidental.
Para defender la justicia social y a los oprimidos, “exportar la revolución” emergió como una doctrina definitoria de la era posterior a 1979. Pero esta exportación no se trataba de conquista territorial, sino de un movimiento basado en corrientes ideológicas más profundas: el antiimperialismo, la resistencia contra la hegemonía global y el empoderamiento de los marginados.
“Irán ha demostrado que los pueblos pueden resistir incluso a los regímenes represivos más sofisticados. El impacto de este discurso fue evidente en levantamientos como la Primavera Árabe, donde la juventud árabe, inspirada por las luchas de Irán, desafió la corrupción y dependencia de sus gobiernos”, comentó Noam Chomsky, el reconocido intelectual estadounidense.
Para el Imam Jomeini, exportar la revolución significaba algo mucho mayor que la expansión geográfica: era un llamado al despertar sociopolítico de las naciones.
“¡Que todas las naciones despierten, que todos los gobiernos despierten! Liberaros de este dilema, de esta dominación que os ha atrapado. Mientras vuestros recursos son saqueados, vivís en la pobreza. Levantaos y reclamad vuestra dignidad”, declaró.
Clarificando la verdadera esencia de la exportación de la revolución, recalcó célebremente:
“Cuando decimos que queremos exportar la revolución, queremos decir difundir el mismo espíritu, la misma espiritualidad y los mismos principios que florecieron en Irán. No deseamos blandir espadas ni levantar armas para atacar a los demás”.
Despejando los malentendidos extendidos por sus adversarios, remarcó firmemente:
“Exportar la revolución no significa emitir guerra, agresión ni conquista. Significa transmitir su mensaje y misión: valores como la independencia, autosuficiencia, fe, honor, dignidad y apoyo inquebrantable a los oprimidos”
El Líder de la Revolución Islámica, ayatolá Seyed Ali Jamenei, ha seguido el mismo camino y ha condenado sin descanso la distorsión de este concepto por parte de Occidente.
“¡Los enemigos nos advirtieron que no exportáramos nuestra revolución! Y respondimos: ¡las revoluciones no son mercancías para ser enviadas a través de las fronteras! Sin embargo, al igual que el aroma de las flores primaverales que lleva el viento, la Revolución Islámica llegó a cada rincón del mundo musulmán, insuflando nueva vida al espíritu de la resistencia”, afirmó.
Y denunció aún más las narrativas falsas que pretendían desacreditar la influencia de Irán:
“La malicia de ellos radica en retratar la exportación de la revolución como la propagación de violencia, conflicto y destrucción. ¡Esto, como el resto de la propaganda occidental, es un engaño traicionero!”.
El ayatolá Jamenei ha reforzado de manera constante que la verdadera exportación de la revolución son sus valores: la postura inquebrantable contra la opresión y la tiranía.
“Exportar la Revolución Islámica significa difundir los ideales revolucionarios y exponer a los tiranos del mundo. Esto no es solo una postura política; es nuestro deber divino. No hacerlo sería una traición a nuestra misión”.
Desde las calles de Teherán hasta los movimientos de los oprimidos en todo el mundo, la Revolución liderada por el ayatolá Jamenei sigue inspirando, no a través de la fuerza, sino mediante el poder de su mensaje que pide justicia, dignidad y la liberación de los ocupados.
Movimientos de Resistencia inspirados por la Revolución Islámica
Palestina
En el corazón de la Revolución Islámica yace un principio definitorio: la resistencia contra la opresión.
En ningún lugar se ve más evidente este compromiso que en el firme apoyo de Irán a la causa palestina, que considera tanto un deber religioso como una obligación moral.
Desde el mismo inicio de la Revolución, el Imam Jomeini dejó claro que la República Islámica estaba firmemente detrás del pueblo palestino en su búsqueda de liberación de la ocupación sionista.
Este compromiso no fue meramente retórico, se materializó en acciones concretas, comenzando con el reemplazo simbólico de la “embajada israelí” en Teherán por la embajada palestina inmediatamente después de la Revolución.
El Imam Jomeini consolidó aún más esta postura al designar el último viernes de Ramadán como el Día de Al-Quds, un día mundial de solidaridad con Palestina. Esta declaración transformó la causa palestina en una lucha internacional por la soberanía y los derechos humanos, asegurando que permaneciera en la conciencia del mundo.
“El Imam Jomeini ha establecido el último viernes de Ramadán como un día mundial para Al-Quds (Jerusalén). La Umma (comunidad) islámica y los hombres libres del mundo celebran esta ocasión para que Al-Quds siga presente en la conciencia de la Umma y la del mundo”, dijo Yahya Sinwar, el líder del Movimiento de Resistencia Islámica de Palestina (HAMAS) martirizado por Israel en su guerra genocida contra Gaza, elogiando la defensa constante de Jomeini por Palestina.
Desde su establecimiento en 1979, la República Islámica de Irán ha trabajado sin descanso para apoyar al pueblo palestino, respaldando su lucha contra la ocupación y agresión sionista. Irán no solo ha proporcionado ayuda material y estratégica, sino también una poderosa base ideológica para los movimientos de resistencia en la región.
En un mensaje al líder de HAMAS, Ismail Haniya, antes de su martirio, el ayatolá Ali Jamenei reafirmó el compromiso arraigado de Irán con la causa palestina.
“La República Islámica de Irán, como en el pasado, tiene un deber religioso y humano basado en los principios de la Revolución Islámica, y no escatimará esfuerzos para apoyar al oprimido pueblo palestino y restaurar sus derechos y alejar del pueblo palestino al falso y usurpador régimen sionista”, decía el mensaje.
Las facciones de Resistencia en Gaza y Cisjordania ocupada han reconocido repetidamente el papel de Irán como la columna vertebral de su lucha. El apoyo de Irán ha sido fundamental para mantener movimientos como HAMAS y la Yihad Islámica, proporcionando tanto recursos como orientación ideológica.
Los líderes de la Resistencia palestina han expresado un profundo agradecimiento por el apoyo inquebrantable de Irán. En una conferencia de prensa de 2021, Sinwar reconoció el papel fundamental de Irán:
“La República Islámica ha traducido el pacto y la voluntad del Imam Jomeini, la mejor traducción durante estos años”, dijo en ese momento.
“Nos han proporcionado dinero, armas y experiencia. Nos han apoyado en todo, con la gracia de Alá. Merecen un gran crédito. No estuvieron con nosotros en el terreno, pero estuvieron con nosotros a través de esas capacidades, con las cuales aplastamos y sacudimos al enemigo”, aseveró.
Las contribuciones de Irán van más allá de la ayuda militar. En una entrevista de 2023 con un medio basado en Irak, Ziad al-Najala, secretario general de la Yihad Islámica Palestina, destacó el compromiso de Irán para reconstruir lo que las fuerzas de ocupación sionista destruyen:
“Si Israel demuele una casa en Cisjordania ocupada, es la República Islámica de Irán quien paga para reconstruirla”.
Tras la histórica operación Tormenta de Al-Aqsa del 7 de octubre, Abu Obeida, el portavoz de las Brigadas Ezzedin Al-Qassam de HAMAS, expresó su gratitud a Irán en un vídeo ampliamente compartido:
“Desde que Dios nos favoreció con este desarrollo [Tormenta de Al-Aqsa], y con esta victoria y esta humillación del enemigo, debemos dar las gracias a aquellos a quienes Dios enlistó para participar en este desarrollo... primero y ante todo, la República Islámica de Irán”.
Añadió aún más énfasis sobre el papel crítico de Irán:
“Irán no nos retuvo fondos, armas y otras formas de ayuda, y nos ayudó en nuestra resistencia suministrándonos misiles que pulverizaron los bastiones sionistas durante los ataques y batallas que libramos contra el ocupante, además de proporcionarnos misiles anti-tanque de calidad que destrozaron el legendario Merkava sionista”.
A través de su inquebrantable compromiso con Palestina, Irán sigue defendiendo el legado de la Revolución Islámica, manteniéndose firme contra la opresión, empoderando a la Resistencia y asegurando que el sueño de la liberación palestina siga vivo.
Yemen
Los ecos de la Revolución Islámica de Irán resonaron mucho más allá de sus fronteras, encontrando una profunda resonancia en Yemen. Entre los más profundamente influenciados estuvo Husein Badreddin al-Houthi, un líder revolucionario que vio el levantamiento iraní contra el régimen Pahlavi respaldado por Occidente como un faro de justicia y desafío contra la dominación occidental en Asia Occidental.
Al-Houthi vio en el Imam Jomeini la encarnación de un líder justo y recto, uno que no solo resistió la influencia occidental, sino que también sentó las bases para una nación independiente y autosuficiente. Para él, la transformación post-revolucionaria de Irán fue algo verdaderamente notable.
“Miren a aquellos que han logrado construir una gran nación. Esto puede aplicarse a Irán, que ha dado un salto enorme desde la Revolución Islámica. ¿No son esos (los iraníes) quienes aseguran la vida, producen hombres y construyen naciones?”, indicó Al-Houthi en una ocasión, destacando el éxito de Irán al remodelar su destino.
Aterrado por la persistente humillación de los árabes a manos de las potencias occidentales —sobre todo Estados Unidos e Israel— Al-Houthi imaginó a Irán como una fuerza orientadora, capaz de liderar al mundo árabe hacia la dignidad y la gloria.
El modelo revolucionario de la República Islámica, su desafío a las fuerzas imperialistas y su firme compromiso con la resistencia contra la opresión la convirtieron en una inspiración para la propia lucha de Yemen.
La alineación entre Yemen e Irán no fue solo estratégica, sino profundamente ideológica. Ambos compartían un espíritu revolucionario, un compromiso con la lucha contra la injusticia y la opresión.
Inspirados por el modelo iraní, el movimiento de Resistencia Ansarolá adoptó una narrativa de desafío, basándose en los lemas antimperialistas, antisionistas e islámicos que la República Islámica de Irán había defendido durante más de cuatro décadas.
Esta resistencia inquebrantable fue evidente en la postura de Yemen durante la reciente guerra genocida de Israel en Gaza. Con el pueblo palestino bajo un ataque implacable, la resistencia yemení emergió como una fuerza formidable de apoyo y solidaridad.
En un audaz acto de desafío, Yemen interrumpió el orden económico global bloqueando los buques israelíes, estadounidenses y británicos que cruzaban el mar Rojo, asestando un golpe severo a la economía de Israel.
Este bloqueo causó pérdidas económicas millonarias, desafiando directamente la capacidad del régimen sionista para mantener su embestida contra el pueblo sitiado de Gaza.
El compromiso de Yemen con la Resistencia, al igual que el de Irán, es un testamento del poder duradero de los ideales revolucionarios, manteniéndose firme contra la opresión, desafiando las fuerzas imperialistas y asegurando que la llama de la justicia arda con fuerza en toda la región.
Líbano
El impacto resonante de la Revolución Islámica de Irán en 1979 se sintió en toda la región, plantando las semillas de la resistencia en países que luchaban contra la opresión.
Esto también se vio en Líbano, donde el surgimiento del Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá) en la década de 1980 se convirtió en un momento decisivo en la historia moderna del país.
Hezbolá surgió como un producto directo de la ideología revolucionaria defendida por el Imam Jomeini. El movimiento se inspiró profundamente en su llamado a resistir al opresor, adoptando sus enseñanzas como la base de su lucha.
Durante la guerra civil de Líbano, el país estuvo sumido en el caos, y el pueblo libanés ansiaba una fuerza guía que pudiera restaurar la estabilidad, seguridad y un sentido de propósito. Fue en esta era turbulenta donde los ideales de la Revolución Islámica encontraron terreno fértil, ofreciendo a la población agotada por la guerra un camino hacia adelante basado en la resistencia, la justicia y la autodeterminación.
“La reverberación más importante de la Revolución iraní fue en Líbano”, escribe Augustus Norton, autor de Hezbollah: A Short History.
“Esta Revolución proporcionó un contexto para que emergiera otra organización, y esta fue Hezbollah, ‘el partido de Dios’”, añade.
Sin embargo, no fue solo la ideología lo que impulsó el ascenso de Hezbolá, la invasión del régimen sionista a Líbano en junio de 1982 y su brutal ocupación del sur de Líbano jugaron un papel crucial.
Frente a las masacres y la agresión israelí implacable, el pueblo libanés vio en Hezboá su escudo, la fuerza que podía hacer frente a la ocupación israelí.
Guiados por las enseñanzas del Imam Jomeini y el modelo revolucionario de Irán, Hezbolá movilizó rápidamente a las masas, uniéndolas bajo el estandarte de la resistencia.
El movimiento de Resistencia libró una lucha implacable que finalmente obligó a Israel a una retirada sin precedentes, marcando la primera vez que Israel se retiraba de territorio ocupado sin un acuerdo formal de alto el fuego.
Esta asombrosa victoria fue un testamento del compromiso inquebrantable de Hezbolá con la liberación.
Adherido a los principios de la Revolución Islámica, Hezbolá considera la resistencia contra la ocupación no solo como una estrategia política, sino como un deber sagrado. La lucha contra Israel sigue siendo su misión central, profundamente entrelazada con la postura de Irán contra las fuerzas imperialistas y sionistas.
Este compromiso compartido también ha hecho de Irán y Hezbolá aliados inseparables en la defensa de la causa palestina. En el reciente asalto israelí a Gaza, Hezbolá jugó un papel crucial en el apoyo a la resistencia, lanzando casi a diario ataques con cohetes sobre las posiciones militares israelíes dentro de los territorios ocupados, causando graves daños al régimen de apartheid.
Desde las calles de Beirut hasta los campos de batalla del sur de Líbano, Hezbolá sigue siendo la encarnación viva de los ideales revolucionarios que se encendieron por primera vez en Teherán, una fuerza inquebrantable que continúa desafiando la opresión y redefiniendo la resistencia en la era moderna.
Irak
El espíritu de resistencia encendido por la Revolución Islámica en 1979 también inspiró a la gente en Irak, donde años de dictadura, ocupación extranjera y terrorismo alimentaron un movimiento de desafío.
Conocido como Al-Muqawama al-Islamiyah fi al-Iraq (La Resistencia Islámica en Irak, o IRI), este término paraguas abarca las operaciones de varias facciones de Resistencia iraquíes.
Estos grupos se han mantenido firmes en su misión de liberar su patria de la dominación extranjera y proteger la soberanía de su nación.
Las primeras chispas del movimiento de resistencia de Irak surgieron en respuesta a las atrocidades del régimen baazista de Sadam Husein, que oprimió brutalmente a su pueblo. Sin embargo, fue la invasión estadounidense de 2003 la que convirtió la resistencia en una batalla a gran escala contra la ocupación.
Durante su ocupación, las fuerzas de ocupación estadounidenses cometieron violaciones de derechos humanos generalizadas, desde bombardeos indiscriminados que masacraron a civiles hasta desapariciones forzadas, torturas y trato inhumano de prisioneros.
Estos crímenes galvanizaron a los jóvenes iraquíes para tomar las armas y reclamar la dignidad de su nación.
Luchando para expulsar a las fuerzas militares estadounidenses y sus aliados, la Resistencia iraquí lanzó una serie de operaciones destinadas a poner fin a la ocupación estadounidense. Su objetivo final sigue siendo claro: la retirada total de todas las fuerzas extranjeras del suelo iraquí.
Reflexionando sobre el papel de la Resistencia, el ayatolá Jamenei enfatizó sus profundas raíces en el despertar islámico inspirado por la revolución liderada por el Imam Jomeini.
“En efecto, la presencia de fuerzas estadounidenses y británicas, en cualquier país islámico, provocaría la misma reacción que ha causado en Irak en la actualidad. Una ola de renacimiento islámico y despertar ha barrido el mundo islámico, y las naciones musulmanas expresan un fuerte deseo de volver al Islam y practicar esta religión elevada. Este despertar ha surgido de la gran revolución islámica del pueblo iraní bajo la dirección de nuestro generoso Imam [Jomeini].”
Más allá de su lucha contra la ocupación extranjera, las fuerzas de resistencia de Irak jugaron un papel clave en aplastar la presencia de Daesh y otros grupos terroristas takfiríes que habían aterrorizado al país.
Como explicó Nasif Yasim al-Jattabi, gobernador de Karbala:
“Educar a los jóvenes iraquíes e inspirarlos con las ideas de la Revolución Islámica de Irán y hacerles creer que pueden mantenerse por sí mismos ayudó a los jóvenes iraquíes a lograr una gran victoria sobre el terrorismo, el ISIS y los grupos takfiríes y desviados”.
“Lograr un éxito tan notable fue el resultado de estar inspirados por la Revolución Islámica de Irán”, añadió.
El compromiso de la Resistencia iraquí con la lucha islámica más amplia también se ha extendido a Palestina. En solidaridad con Gaza, los grupos de resistencia iraquíes han atacado bases militares estadounidenses en Irak y Siria, así como instalaciones clave israelíes dentro de los territorios ocupados.
Desde las calles de Bagdad hasta los campos de batalla de Gaza, la Resistencia Islámica en Irak continúa defendiendo el legado de la Revolución Islámica, demostrando que el fuego del desafío contra la opresión sigue ardiendo con fuerza.
Otros movimientos inspirados por la Revolución Islámica
La Revolución Islámica de 1979, liderada por el Imam Jomeini, marcó un cambio monumental en la política exterior de Irán. Alejándose de Occidente, Irán redefinió su papel en la escena global, enfocando sus energías en apoyar los movimientos de liberación en todo el mundo, especialmente en las naciones en desarrollo que habían sido oprimidas por las potencias imperiales.
Una de las primeras acciones significativas de política exterior del Imam Jomeini fue cortar los lazos con el régimen de apartheid de Sudáfrica, un aliado clave del régimen del Shah, respaldado por Occidente. Irán prometió su apoyo inquebrantable al Congreso Nacional Africano (ANC, por sus siglas en inglés), señalando una postura audaz contra la injusticia racial.
Nelson Mandela, el icónico líder del ANC, describiría más tarde al Imam Jomeini no solo como líder de la Revolución Islámica, sino también como líder de todos los movimientos que luchan por la libertad en todo el mundo.
Mandela, durante su presidencia, visitó Irán en dos ocasiones, reuniéndose con el ayatolá Jamenei en ambas ocasiones. En estas reuniones, subrayó que la Revolución Islámica y los principios del Imam Jomeini fueron una fuente profunda de inspiración para el pueblo sudafricano en su lucha contra el apartheid.
Gerard Horn, profesor de la Universidad de Houston, expresó este sentimiento, destacando que la Revolución Islámica y las ideas del Imam Jomeini sentaron las bases para la eventual victoria del pueblo sudafricano en su lucha contra el apartheid y el régimen respaldado por Occidente.
El espíritu de la Revolución Islámica también llegó a Nigeria, donde el Movimiento Islámico de Nigeria (IMN, por sus siglas en inglés) fue fundado por Ibrahim al-Zakzaky en 1984.
IMN, profundamente inspirado por los ideales revolucionarios del Imam Jomeini, aboga por el establecimiento de un estado islámico en Nigeria. El movimiento, que obtiene su fuerza de las enseñanzas del Sagrado Corán y las seminarias islámicas, ha crecido significativamente, con miles de seguidores participando en concentraciones y manifestaciones.
Durante estos eventos, los seguidores juran públicamente lealtad al Imam Jomeini, viéndolo como el símbolo eterno de la justicia y la resistencia.
Una creencia central del IMN es la liberación de Palestina, una causa que resuena profundamente con muchos africanos, especialmente en su lucha contra la opresión. El compromiso del movimiento nigeriano con Palestina subraya aún más la ola revolucionaria encendida por el Imam Jomeini, una que trascendió las fronteras nacionales.
En Pakistán, la Revolución Islámica desató una transformación en el paisaje religioso y político del país. Una figura destacada que emergió fue Sayyid ‘Arif Husain al-Husaini, quien lideró Tahrik-i-Nifaz-i-Fiqh-i-Ja‘fariyya (El Movimiento para la Aplicación de la Ley Yafari) en la década de 1980.
Al-Husaini era un ardiente admirador del Imam Jomeini, a menudo descrito como “probablemente el más ardiente admirador del Imam Jomeini” y de la Revolución Islámica.
Su liderazgo fue fundamental para difundir los ideales de la Revolución Islámica, especialmente en el desafío a la influencia arraigada de los terratenientes ricos y las élites poderosas del país, que históricamente oprimieron al pueblo común.
Los esfuerzos de Al-Husaini, impulsados por las enseñanzas del Imam Jomeini, también desataron una ola de resistencia y fortaleza en Pakistán, uniendo al pueblo bajo el estandarte de la justicia.
Su trabajo para promover la unidad interconfesional y fomentar la armonía entre la población chií de Pakistán, particularmente a través de Millat e Jafariya Pakistán, fue una fuerza poderosa contra las divisiones sectarias.
Su compromiso con el anti-sectarismo y la unidad interconfesional, sin embargo, alarmó al dictador militar de Pakistán, el general Zia ul-Haq, y sus aliados occidentales. En 1988, Al-Husaini fue martirizado por las mismas fuerzas contra las que había pasado su vida opuesta, pero su legado como símbolo de resistencia continúa inspirando generaciones.
El compromiso inquebrantable del Imam Jomeini con la justicia, el antimperialismo y la liberación de los pueblos oprimidos dejó una huella indeleble en la lucha global por la libertad.
A través de su liderazgo, nació una nueva ola de movimientos de resistencia, unidos por los ideales compartidos de dignidad, libertad y soberanía.
La realidad de la República Islámica de Irán frente a las representaciones occidentales
Nahid Poureisa *
En gran parte de los principales medios de comunicación occidentales, a menudo se presenta a Irán como un país atrasado, un lugar donde la Revolución Islámica de 1979 generó opresión, particularmente hacia las mujeres, y atrapó a la nación en las garras del autoritarismo.
La imagen pintada es la de una nación en decadencia, con sus mujeres silenciadas y su pueblo sufriendo bajo un “régimen opresivo”.
Sin embargo, esta descripción no refleja la realidad sobre el terreno, donde desde la Revolución Islámica de 1979 el país ha logrado avances significativos en diversas esferas a pesar de presiones externas de diferentes formas.
Hoy se conmemora el 46 aniversario de la Revolución Islámica, un momento histórico en el que el pueblo iraní derrocó al régimen de Pahlavi, respaldado por Occidente, una monarquía corrupta y opresiva que sólo servía a sus propios intereses y a los de una pequeña élite privilegiada.
La revolución no fue sólo una resistencia a la influencia extranjera, sino un movimiento para liberar al pueblo iraní de décadas de explotación y abandono. Durante demasiado tiempo, el régimen de Pahlavi, un títere de las potencias occidentales, reinó sobre una nación en crisis, impulsando políticas que profundizaron la desigualdad y sofocaron el progreso.
La narrativa occidental, que presenta la Revolución Islámica como un paso atrás para el país, no tiene en cuenta la brutalidad y la injusticia del régimen que fue derrocado en un movimiento popular.
El régimen tiránico y elitista de los Pahlavi
El gobierno de Pahlavi fue una tragedia para el pueblo iraní, un período marcado por la represión, la pobreza y la desigualdad generalizada.
Bajo este régimen, el desarrollo no consistía en mejorar la situación de las masas, sino en enriquecer a un puñado de élites urbanas, que disfrutaban de una vida de lujo mientras la mayoría de los iraníes sufrían.
Este sistema de elitismo fue una traición al pueblo iraní, dejando a las zonas rurales y a los iraníes comunes abandonados y a las mujeres marginadas.
En 1978, bajo el régimen del Shah, sólo el 43 por ciento de las zonas rurales tenían electricidad, un ejemplo impactante de su fracaso a la hora de invertir en las necesidades de la gran mayoría.
Las mujeres rurales quedaron analfabetas: un asombroso 94 por ciento no sabía leer ni escribir. La atención sanitaria era un privilegio de los ricos, mientras que las zonas rurales, donde vivía la mayor parte de la población, no tenían acceso a servicios médicos básicos.
Las tasas de mortalidad materna eran atroces: en 1978 superaban las 200 muertes por cada 100 000 nacidos vivos, una clara señal de la indiferencia del régimen hacia las vidas de los iraníes comunes.
La educación bajo el régimen del Sha era otra herramienta de opresión. La educación superior estaba reservada a la élite urbana, lo que dejaba a los niños rurales, especialmente a las niñas, sin oportunidades de mejorar sus vidas.
Las mujeres fueron excluidas de la educación superior y de las carreras profesionales, conformándose como ciudadanas de segunda clase en una sociedad que hacía tiempo que había abandonado cualquier pretensión de igualdad.
El empoderamiento de la mujer a través de la Revolución Islámica
La Revolución Islámica de 1979 liderada por el imán Jomeini marcó un punto de inflexión, una ruptura con las políticas opresivas del Sha y un enorme salto hacia la justicia y la igualdad.
La revolución popular centró la atención en el pueblo iraní en su conjunto, en particular en las mujeres que habían estado subyugadas durante tanto tiempo bajo el gobierno del Shah.
Antes de la revolución, la tasa de alfabetización de las mujeres rurales era de un triste 6 por ciento. En 2016, esa cifra se disparó al 83 por ciento, gracias a inversiones masivas en educación, programas de capacitación docente y escuelas construidas en zonas rurales.
En la actualidad, más del 60 por ciento de los estudiantes universitarios en Irán son mujeres, que se destacan en diferentes campos, como la medicina, la ingeniería y la ciencia. De hecho, las mujeres iraníes han logrado avances notables en los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM), y el país es líder en la región en cuanto a representación femenina en ciencia y tecnología.
La salud de las mujeres también experimentó mejoras espectaculares después de la Revolución Islámica. La mortalidad materna, que había sido una consecuencia devastadora de la negligencia del régimen del Sha, se redujo de más de 200 muertes por cada 100 000 nacidos vivos en 1978 a sólo 16 en 2020.
La esperanza de vida de las mujeres aumentó de 54 años en 1978 a 78 años en 2020, lo que demuestra el éxito de las iniciativas de ampliación de la atención sanitaria que el régimen del Sha había ignorado deliberadamente.
Desarrollo rural: superando el legado del abandono
Aunque las políticas del régimen del Sha ignoraron deliberadamente las necesidades del Irán rural, después de 1979 la República Islámica de Irán priorizó el desarrollo de esas zonas abandonadas.
En 2020, más del 99 por ciento de los hogares rurales contaban con electricidad y los proyectos de suministro de agua potable llegaban incluso a las aldeas más remotas. Se construyeron más de 200 000 kilómetros de carreteras que conectaban las zonas rurales con las ciudades y mejoraban el acceso a los mercados, la educación y la atención sanitaria.
Bajo el régimen del Sha, el Irán rural quedó abandonado a su suerte, pero la revolución proporcionó infraestructura y servicios esenciales, demostrando que el desarrollo puede y debe ser para todos, no sólo para los ricos y poderosos.
Se construyeron más de 17 000 casas de salud rurales, proporcionando atención sanitaria primaria a comunidades que habían sido abandonadas por el régimen Pahlavi durante décadas.
Sostenibilidad ambiental: una visión de futuro
Irán ha logrado avances notables en materia de sostenibilidad ambiental desde 1979, impulsado por las 15 directivas ambientales emitidas por el líder de la Revolución Islámica, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, para promover el cuidado ecológico y un futuro verde.
Estas directivas proporcionan el marco para un enfoque integral para abordar los desafíos ambientales, incluidos la desertificación, la contaminación y el cambio climático.
Algunos de los elementos clave de estas directivas son:
Desarrollo Sostenible: Incorporar el cuidado del medio ambiente en los planes nacionales de desarrollo, asegurando un equilibrio entre el crecimiento económico y la preservación ecológica.
Conservación forestal: prevenir la destrucción de los bosques y promover iniciativas de reforestación, incluidos programas como la "Iniciativa de plantación de mil millones de árboles".
Eficiencia energética: Promover el uso de fuentes de energía renovables, como la solar y la eólica, para reducir la dependencia de los combustibles fósiles y disminuir las emisiones.
Protección de la biodiversidad: esfuerzos para proteger las especies en peligro de extinción y los hábitats naturales, garantizando la supervivencia de la flora y fauna únicas de Irán.
Tecnología verde: fomentar el desarrollo de tecnologías verdes y prácticas agrícolas sostenibles para reducir el daño ambiental.
Desarrollo urbano ecológico: diseño de ciudades e infraestructura para minimizar el impacto ambiental, con énfasis en los espacios verdes y el transporte sostenible.
Mitigación del cambio climático: desarrollo de políticas para abordar y adaptarse a los impactos del cambio climático, especialmente en el contexto de los ecosistemas vulnerables de Irán.
Educación Ambiental: Concienciar al público sobre la importancia de la conservación del medio ambiente y las prácticas sostenibles.
Protección de los ecosistemas marinos: garantizar la preservación de los recursos costeros y marinos de Irán, particularmente en el Golfo Pérsico.
Un ejemplo de estas directivas en acción es la “Iniciativa de plantación de mil millones de árboles”, que tiene como objetivo combatir la desertificación, restaurar los ecosistemas y mejorar la calidad del aire.
Este proyecto se centra en la reforestación en regiones áridas y en los esfuerzos de ecologización urbana para abordar la contaminación del aire y el cambio climático.
La iniciativa ejemplifica el compromiso a largo plazo de Irán con la sostenibilidad ambiental y muestra cómo el liderazgo del país ha integrado el cuidado ecológico en el desarrollo nacional.
Enfrentando los desafíos económicos
A pesar de todos estos logros desde la Revolución Islámica de 1979, Irán también enfrenta desafíos importantes, especialmente en el sector económico.
Las sanciones impuestas por Estados Unidos han causado pérdidas económicas por más de 200 000 millones de dólares, y la inflación, la devaluación de la moneda y las políticas económicas neoliberales siguen presionando a la población. La excesiva dependencia de las exportaciones de petróleo, un legado del corrupto sistema económico del régimen del Sha, ha hecho que el país sea vulnerable a las fluctuaciones del mercado mundial.
Sin embargo, la resiliencia de Irán sigue siendo inigualable. El país se ha convertido en líder en campos como la nanotecnología, la biotecnología y la energía renovable, demostrando su capacidad de innovación a pesar de las sanciones. Las mujeres han desempeñado un papel crucial en estos avances, contribuyendo al progreso científico y tecnológico.
La revolución iraní de 1979 no fue un movimiento contra el progreso, como han sugerido a menudo los expertos occidentales. Fue una revolución en pro del progreso, la soberanía nacional y la equidad. El derrocamiento del régimen del Sha, respaldado por Occidente, marcó el comienzo de una nueva era para Irán, centrada en el empoderamiento de su pueblo.
Si bien Irán sigue enfrentándose a desafíos económicos debidos principalmente a las sanciones ilegales estadounidenses, no se pueden ignorar los logros de la Revolución Islámica de 1979.
La educación y la salud de las mujeres han mejorado enormemente, el desarrollo rural ha florecido y se está dando prioridad a la sostenibilidad ambiental. El progreso de Irán, impulsado por el trabajo duro y la resiliencia de su pueblo, demuestra que la revolución no sólo era necesaria sino transformadora.
Al conmemorar el 46 aniversario de la revolución, reconozcamos que Irán no es la nación atrasada y opresiva que a menudo retratan los medios occidentales.
Es un país que, a pesar de los enormes desafíos, ha avanzado hacia el progreso, el desarrollo y el empoderamiento. El legado de la revolución perdura y su impacto es evidente en el progreso que ha logrado Irán en los últimos 46 años.
* Nahid Poureisa es una analista e investigadora académica iraní centrada en Asia Occidental y China.

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