Opinión

Teoría de Europa de Daria Dugina

Administrator | Jueves 19 de junio de 2025
Perrin Lovett
El odio mutuo de Francia y Rusia hacia Inglaterra y Estados Unidos ha llevado a Rusia a ser francófila. Dejando a un lado las guerras, las diferencias económicas, políticas y doctrinas religiosas, existe una historia compartida entre los numerosos pueblos europeos, divergentes, por supuesto, aunque unidos por un gran predominio general que trasciende el idioma, la cultura local y las diversas herencias étnicas. Europa Occidental, Francia incluida, ha caído en el caos. Europa del Este, aunque convulsa, sigue siendo, sobre todo bajo la égida rusa, un Estado-civilización coherente. En un libro que examina las cuestiones de la Europae Restitutio, existe una autora rusa que mira con esperanza, a través de su visión particular, aunque articulada alrededor de la filosofía clásica griega y una copiosa experiencia transcultural, principalmente francesa influida por el legado y la evolución de la Nouvelle Droite. Se trata de un enfoque académico. Es, como sugiere el título, una teoría o una amalgama de teorías. Sin embargo, también es una propuesta optimista basada en la promesa, el potencial y una disquisición fascinante que invita a la reflexión.
Daria Platonova Dugina era la estrella emergente del pensamiento intelectual ruso, una interesante filósofa y talentosa escritora, artística, que amaba la vida y honraba a Dios. Era hija de Alexander Dugin y Natalya Melentyeva. El 20 de agosto de 2022 fue asesinada por terroristas nazis ucranianos apoyados por Occidente. Esta es mi tercera reseña de un libro de Dugina, tras Optimismo escatológico y Para una vida radical. Teoría de Europa es un conjunto magistral de conferencias, ensayos, debates y entrevistas que avanzan como una narración bien hilada. Para los lectores familiarizados con Daria Dugina, el pensamiento político europeo posmoderno y sus puntos de vista dejaron atrás la idea de «izquierda» o «derecha», algo que resume aproximadamente medio siglo de rebelión contra la podredumbre imperante. Como cualquier obra que lleve el estandarte de Dasha Platonova, contiene sorpresas y revelaciones que pueden cautivar a quienes lo leen, al igual que las obras anteriores de Dugina traducidas póstumamente al inglés, por lo que recomiendo encarecidamente leer A Theory of Europe. Puedes conseguir un ejemplar solicitándolo a Arktos o Amazon. No obstante, examinaré algunos puntos importantes del libro.
El tono del libro lo marca el prólogo del profesor Dugin, que escribe de su hija, en la página 10: «Dasha creía en la Nueva Derecha y se inspiraba en sus opiniones sobre la necesidad de una gran restauración de los valores primordialmente europeos: clásicos, antiguos y medievales». La mayor parte o gran parte de mi público habitual es europeo, de ascendencia europea, adyacente a Europa o está interesado en Europa al menos tangencialmente. Los europeos y los descendientes de europeos se enfrentan ahora a un cambio de época, elegir entre perdurar o, por defecto, debilitarse o incluso desaparecer. Uno espera que la visión de Dugina sobre la restauración de los valores europeos les inspire también a ellos.
En la página 16 llega al meollo de la cuestión: «…la Nouvelle Droite francesa representa una revolución tradicionalista, cultural y conservadora. La Nueva Derecha podría llamarse los nuevos enciclopedistas o la nueva “Ilustración” europea – la Ilustración 2.0 –, pero al revés». La Ilustración original, uno de los timos más grandes de la historia, rompió las tradiciones de Europa y de la civilización europea occidental mediante un ataque insidioso. Representó el fin de las monarquías tradicionales, el fin del cristianismo europeo occidental, la destrucción del legado jurídico y filosófico grecorromano, la alteración de la organización de los Estados-nación y las políticas europeas. Dar marcha atrás significa poner fin a la farsa y las mentiras de los últimos quinientos años y restablecer el antiguo orden de la Cristiandad.
El restablecimiento del orden perdido podría requerir una coalición de lo que podría denominarse extraños compañeros de cama. Para influir tanto en la política como en la cultura, la derecha debe plantearse al menos alianzas tácticas con algunos grupos de la izquierda, como los trabajadores, los ecologistas, etc., grupos que no suelen considerarse aliados de los conservadores. «Para [Carl] Schmitt, la política es siempre una confrontación entre diferentes unidades políticas (grupos y colectivos de diversas escalas) y presupone una multiplicidad permanente, que Schmitt denomina el “pluriverso”», A Theory of Europe, página 24. Tal multiplicidad contrarresta la hegemonía universal artificial impuesta por el globalismo liberal. «[E]l Occidente moderno enmascara la persecución de su agenda bajo la égida del «establecimiento de la democracia» y la «defensa de los derechos humanos», Id., 25, mientras destruye ambos. Al perseguir o empujar la individualidad como su sujeto primario, «el liberalismo niega la identidad colectiva y proclama derechos humanos abstractos, lo que lleva a centrarse sólo en el individuo aislado.» Id., 43-44. Así liberado de sus tradiciones y cultura, el individuo se encuentra en un estado vacuo de autodestrucción.
Otro vínculo que la Nueva Derecha, en particular Alain de Benoist, fomenta y trata de establecer es el que existe entre Europa y el Tercer Mundo. Aunque tal proposición pueda sonar extraña en un principio, tiene sentido ya que ambas poblaciones, aunque de distinta manera, son víctimas de la modernidad global. De Benoist dice: «Estamos unidos en nuestra revuelta común contra la hegemonía de Occidente». Id., 48. Los europeos, tanto en Europa como en lugares como Estados Unidos y Canadá, deberían considerar detenidamente esta opción, tanto por deferencia al aspecto de rebelión contra el statu quo como por conveniencia geográfica: si bien los europeos pueden encontrar puntos en común con el Tercer Mundo, saben que ahora la gente del Tercer Mundo vive entre ellos. Para los que viven en Estados Unidos, quizás especialmente los Dixies, puede interesarles como Dugina aborda la manifestación de las antorchas de Charlottesville, Virginia, en 2017, página 117.
Dugina también aborda la cooperación de las diferentes religiones. Europa (y América) surgieron bajo los auspicios del cristianismo. Muchos siguen considerando que Europa y América son cristianas, de mayoría cristiana o simpatizantes del cristianismo. Hasta cierto punto, esto es correcto. Sin embargo, vastas franjas de la población europea se han sumido en el ateísmo, el cultismo, la herejía y el nihilismo. Los remanentes cristianos, sean del tamaño que sean, tendrán que arreglárselas con otros aliados inesperados. En este sentido, Dugina señala el predominio del paganismo en las filas de la Nueva Derecha. «Hay bastantes neopaganos entre la Nueva Derecha, prácticamente el 90% del movimiento». Id., 66. También alude a la anterior divergencia entre Oriente y Occidente a la hora de tratar la tradición popular (pagana) preexistente: incorporación frente a eliminación. «El cristianismo ortodoxo absorbió una cantidad bastante grande de antiguas creencias eslavas orientales. Tenemos lazos más estrechos con la tradición indoeuropea que los católicos. Además, la ortodoxia está más cerca de la cultura helénica, tal como se conservó en Bizancio hasta sus últimas épocas» Id., 67. Algo relacionado con la idea de la incorporación holística de múltiples facetas culturales, lo que lleva a Dugina a expresar los estrechos vínculos entre la Nueva Derecha, de Benoist y otros, y la Cuarta Teoría Política de su padre.
También explora las filosofías de Estados Unidos y cómo han llegado a dominar gran parte del pensamiento y el discurso económico-político europeos. Mientras que ella califica el modo de proceder estadounidense de «pragmatismo» (Id., 84), otros, como el Dr. Michael Hudson, han descartado rotundamente a Estados Unidos (y a otros Estados-nación occidentales poswestfalianos) por no ser más que un agente de la clase financiera internacional (cuyas preocupaciones, aunque generalmente frías y plausiblemente irracionales en su estrategia, son ciertamente pragmáticas en cuanto a los objetivos últimos de esclavizar a la humanidad y robarlo todo).
En cuanto a las sanguijuelas rentistas internacionales, en la entrevista incluida de Dugina con de Benoist, después de discutir cómo el sistema reduce al hombre a un mero consumidor, comenta del capitalismo (financiero) lo siguiente: «El capitalismo es un sistema de gobierno mundial, un sistema que se mueve por lo ilimitado, lo infinito, y que siempre necesita más: más beneficios, más mercados, más mercancías. El lema de esta tendencia es: siempre se necesita más. Esto significa que, para convertir el planeta en un gigantesco mercado, es necesario eliminar todas las barreras políticas, sociales y culturales, lo que significa eliminar todas las diferencias» Id., 182.
Resumiendo, los efectos finales de la Ilustración, de la filosofía obsesionada con «el fin de la historia», Dugian señala: «En resumen, hoy Occidente ha muerto. La cultura europea ha muerto. La cultura francesa ha muerto con ella» Id., 254. Termina el libro hablando de cómo la Operación Militar Especial de Rusia en Ucrania ha echado por tierra las maquinaciones de los luciferinos globalistas. Lamentablemente, su vida fue aniquilada poco después de que comenzara la Operación Militar Especial. Sin embargo, sus primeras observaciones han demostrado ser clarividentes. La represalia marcial de Rusia, junto con la mayor guerra económica y geopolítica librada por la mayoría mundial soberana contra los globalistas, ha demostrado varios éxitos, para aquellos que pueden o quieren verlos, de soluciones a muchos de los dilemas analizados en A Theory of Europe. Enormes partes del mundo ya han aprendido grandes lecciones de la última rebelión. Queda por ver, en su totalidad, si Europa y su Nueva Derecha, junto con los movimientos asociados en otras partes del Occidente colectivo que se desvanecen o seguirán su ejemplo. Rusia, China y otros, al menos, han dado a los disidentes antiliberales un pequeño respiro y han ganado tiempo. Tal vez el amable lector del excelente tratado de Dugina pueda notar una diferencia positiva en ese sentido. Aunque sólo sea para poner en marcha los engranajes del cerebro. Y como con cualquier gran libro, merece la pena leerlo. Por favor, háganlo pronto.
*Sería una negligencia como crítico y amigo si no diera las gracias al profesor Alexander Dugin por su excelente y sincero comentario dentro de Una teoría de Europa (y por regalarnos al autor), a Constantin von Hoffmeister por su destreza editorial, a Jafe Arnold por sus habilidades de traducción y su Prefacio, y a Daniel Friberg de Arktos por el permiso para utilizar las citas anteriores. Gracias, señores.
Deo vindice.

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