Opinión

Pensadores del mundo árabe

Administrator | Viernes 07 de noviembre de 2025
Katehon
Viaje a los mundos de la renovación, la crítica y la formación de la identidad en el pasado y el presente
El panorama intelectual árabe está repleto de nombres destacados que han dejado una profunda huella en la formación de la conciencia y la comprensión de los retos a los que se enfrenta la región desde hace décadas. Entre estos pensadores destacan Taha Abdurrahman, uno de los filósofos contemporáneos más importantes, que ha replanteado la relación entre la filosofía y la ética; Edward Said, que ha cambiado nuestra percepción de las relaciones entre Oriente y Occidente; y Anton Saade, pionero del proyecto nacionalista sirio. Este artículo analiza y examina en profundidad su contribución intelectual, destacando las principales corrientes de su pensamiento y su influencia continua en el pensamiento árabe contemporáneo, haciendo hincapié en la importancia de preservar este legado intelectual en el contexto de los retos actuales.
Taha Abdurrahman: la ética como clave para el renacimiento intelectual y espiritual en el contexto islámico contemporáneo
El filósofo y pensador marroquí Taha Abdurrahman (nacido en 1944) es una de las figuras intelectuales contemporáneas más importantes, centrada en la renovación del pensamiento islámico y su conexión con la ética práctica. Se le conoce como «filósofo de la ética» o «faqíh de la filosofía», lo que refleja la esencia de su proyecto intelectual, que ve en la ética el pilar fundamental de cualquier renacimiento auténtico de la umma.
Taha Abdurrahman creció en un entorno amazigh con profundas raíces sufíes y recibió su educación primaria en la «kuttab» bajo la tutela de su padre, lo que enriqueció su experiencia intelectual con una perspectiva única que combina la autenticidad islámica y la renovación contemporánea. Completó su educación universitaria en filosofía en la Universidad Mohammed V de Rabat, y luego se trasladó a Francia, donde obtuvo dos doctorados en la Sorbona: el primero en 1972 sobre el tema «Lenguaje y filosofía: tratado sobre las estructuras lingüísticas del ser» y el segundo en 1985 con una tesis titulada «Tratado sobre el razonamiento argumentativo y natural y sus modelos». Esta doble formación, genuinamente oriental y académicamente occidental, le proporcionó las herramientas metodológicas necesarias para una lectura crítica tanto del legado como de la contemporaneidad.
Taha Abdurrahman se vio profundamente afectado por la derrota de 1967, que supuso un gran cambio en su vida y en su trayectoria intelectual. Esta derrota le llevó a la firme convicción de que la verdadera crisis que padecía la umma árabe e islámica no era la falta de conocimientos técnicos o el retraso material, sino lo que él denominó «el bloqueo de la mente y el estrechamiento de la ética». A partir de ahí, dedicó su vida a teorizar sobre la construcción de una «mente árabe creativa, no absorbida», es decir, capaz de producir un pensamiento original sin depender absolutamente de los modelos occidentales, y «libre, pero no desenfrenada» , es decir, abierto a la modernidad y sus retos, sin apartarse de sus valores y principios espirituales y morales. No participó ampliamente en la política, salvo por una limitada interacción con los movimientos estudiantiles de 1968, lo que se explicaba por su creencia en la necesidad de una renovación constante de las sociedades, y no de un cambio violento.
La singularidad del pensamiento de Tahi Abdurrahman radica en la justificación metodológica de la ética como puerta de entrada al conocimiento y la acción. Considera que la filosofía occidental contemporánea, con su sesgo hacia la racionalidad abstracta, ha excluido la dimensión ética práctica, lo que ha dado lugar a una especie de «secularismo» que separa los valores de la práctica.
Por el contrario, subraya la necesidad de una conexión dialéctica entre la eficacia teórica abstracta (la razón), el sentimiento subjetivo interno (la sensación o el corazón) y la acción (la aplicación y la práctica). A esta triple conexión la denomina «trabajo de purificación» o «fundamento fiduciario», cuyo objetivo es superar la dualidad y la contradicción entre la teoría y la práctica, que han paralizado la capacidad de la mente árabe para la auténtica creación filosófica.
Taha Abdurrahman también criticó duramente la transferencia de la modernidad occidental al mundo árabe e islámico sin un análisis minucioso, sin innovaciones y sin distinguir entre la realidad y el espíritu. Distingue claramente entre la «imagen de la modernidad», que se manifiesta en sus aspectos materiales, técnicos y externos, y el «espíritu de la modernidad», que se manifiesta en sus valores y principios fundamentales, en los que pueden participar y contribuir a su enriquecimiento diferentes civilizaciones, incluida la civilización islámica.
Considera que el verdadero renacimiento de la umma consiste en la búsqueda de la modernidad a través de valores, principios y fundamentos, y no a través de una realidad material abstracta o una imitación superficial. Subraya que el «despertar religioso» o «despertar doctrinal» que ha experimentado el mundo árabe e islámico desde finales del siglo XX necesita un «apoyo intelectual liberador», basada en «las condiciones de los métodos racionales y los nuevos criterios científicos», algo de lo que carecen muchos de estos despertares, a los que les falta «una formulación metodológica rigurosa, una teorización científica productiva o una reflexión filosófica fundamentada».
El proyecto filosófico de Tahi Abdurrahman, que combina un «análisis lógico» riguroso con un «desglose lingüístico» preciso (para analizar el significado de las palabras y los conceptos) y se basa en conceptos del legado islámico con un profundo matiz sufí, representa un profundo llamamiento no solo a la renovación del pensamiento religioso, sino también a la creación de una auténtica teoría ética islámica capaz de hacer frente a los retos éticos de la civilización moderna, y a la reconstrucción interna del ser humano para que se convierta en activo y creativo.
A pesar del «bloqueo informativo y cultural» al que se vio sometido en Marruecos debido al dominio del pensamiento de izquierda en la universidad, continuó su actividad intelectual durante más de cuatro décadas, escribiendo decenas de libros que recibieron prestigiosos premios, entre ellos dos veces el Premio Marroquí del Libro, el Premio ISESCO de Pensamiento y Filosofía Islámicos en 2006, el Premio Mohammed VI de Pensamiento y Estudios Islámicos en 2014, el Premio Najib Fadel de Cultura en Turquía en 2020-2021 y, por último, el Premio Doha del Libro Árabe en su ciclo inaugural en 2024. También ha impartido importantes conferencias en varios países, entre ellos Túnez y Turquía, donde fue recibido por el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, lo que confirma su destacada posición intelectual.
Edward Said: Deconstrucción del orientalismo y crítica del poder epistemológico en el espacio global
El pensador y crítico palestino-estadounidense Edward Said (1935-2003) es una de las figuras intelectuales más destacadas que revolucionaron el pensamiento crítico mundial, especialmente en el campo de los estudios poscoloniales, que abordaron las profundas consecuencias del colonialismo para la cultura y la identidad en el mundo. Said nació en Jerusalén en el seno de una familia cristiana acomodada, creció en El Cairo y luego se trasladó a Estados Unidos para cursar estudios superiores en las universidades de Princeton (licenciatura en 1957) y Harvard (máster en 1960 y doctorado en 1964). Posteriormente, fue profesor de literatura comparada en la Universidad de Columbia en Nueva York, donde pasó la mayor parte de su brillante carrera académica, y era conocido por su dominio del árabe, el inglés y el francés, así como por sus conocimientos de español, alemán e italiano.
Su libro Orientalismo (1978) es una obra emblemática que le valió gran renombre mundial y suscitó un importante debate académico y político tanto en círculos occidentales como árabes. En este innovador libro, Said no se limitó a criticar los prejuicios evidentes y los errores metodológicos de los estudios occidentales tradicionales sobre Oriente, sino que profundizó en el análisis de cómo se construyó el «conocimiento» sobre Oriente en el contexto del poder colonial y la dominación occidental. Said demostró que el orientalismo no era simplemente una disciplina académica o un conjunto de estudios neutrales, sino una doctrina intelectual con profundos connotaciones políticas y culturales que creaba una imagen estereotipada, simplificada y, a menudo, racista del Oriente (el Otro) que servía a los deseos de dominio y control colonial. Demostró cómo este «conocimiento» contribuyó a formar la conciencia occidental hacia los árabes y el islam desde un punto de vista negativo, vicioso y fanático.
Gran parte de la genialidad de Orientalismo radica en que no adoptó una postura defensiva hacia Oriente frente a las críticas occidentales, sino que se posicionó como crítico, desenmascarando los mecanismos de producción del conocimiento y su influencia en el poder. Abogaba por un nuevo enfoque de las relaciones interculturales que contribuyera a salvar la brecha entre Oriente y Occidente, basado en el respeto de la diversidad cultural y en la vinculación del conocimiento con el humanismo, en lugar del autoritarismo ideológico o la explotación política. Para ello, Said se esforzó por orientar a los estudiantes árabes hacia la necesidad de estudiar la historia de otros pueblos y civilizaciones, en lugar de limitarse al conocimiento de su propia historia, creyendo en la importancia de la apertura y el intercambio cultural e intelectual integral para construir una verdadera conciencia crítica.
Además de Orientalismo, Cultura e imperialismo (1993) se considera una de sus obras más importantes, en la que continuó su proyecto crítico, subrayando que el imperialismo no se limita al control militar y económico directo, sino que se extiende al dominio cultural e intelectual, que se infiltra en el arte, la literatura y la música. Edward Said también fue un ferviente defensor de la causa palestina y vinculó claramente su lucha académica con su lucha política, oponiéndose firmemente a los acuerdos de Oslo, que consideraba un «mal negocio» para los palestinos y una renuncia a sus derechos fundamentales y a la creación de un Estado palestino soberano. Said escribió más de veinte libros, traducidos a más de veinte idiomas, entre los que destacan: La cuestión de Palestina, Iluminando el Islam: cómo los medios de comunicación y los expertos determinan nuestra visión del mundo, así como su autobiografía,
Sin lugar (2000). También escribió numerosos artículos y estudios para los principales periódicos y revistas del mundo, como The Nation, The Guardian, London Review of Books y Le Monde diplomatique. Además de su pasión por la escritura, Said poseía un profundo conocimiento de la música y su historia, escribió dos libros (Suites musicales y Sobre el último modelo: música y literatura contra corriente) y fue pianista profesional.
Edward Said recibió decenas de premios, fue nombrado miembro de varias organizaciones prestigiosas, como la Academia Americana de las Artes y las Ciencias y el PEN Club Internacional, y recibió títulos honoríficos de universidades de todo el mundo. También recibió numerosos premios, entre ellos el Premio Boden de la Universidad de Harvard, el Premio Lionel Trilling, el Premio Williak de la Asociación Americana de Literatura Comparada, el Premio Spinoza y el Premio Princesa de Asturias. Edward Said falleció en un hospital de Nueva York el 25 de septiembre de 2003, tras una larga lucha contra la leucemia que duró más de diez años, dejando un enorme legado intelectual que sigue inspirando a generaciones y es una fuente fundamental en los estudios poscoloniales y la crítica cultural en todo el mundo.
Antun Saade: El proyecto de la nación siria y los retos del Estado nacional en Oriente Medio
Antun Saade (1904-1949) es uno de los pensadores y teóricos políticos más destacados de la historia del Levante árabe y fundador del Partido Social Nacionalista Sirio. Se le considera el padre espiritual del proyecto de unificación de la Siria Natural. Nació en la ciudad de Shuweir, en las montañas del Líbano, y recibió su educación primaria en la escuela de los Hermanos de El Cairo, pero se vio obligado a regresar al Líbano tras la muerte de su madre para vivir bajo la tutela de su abuela, después de que su padre, el científico, escritor y médico Khalil Saade, se marchara a trabajar a Argentina. Poco después, en 1919, Antun Saade emigró con sus hermanos a los Estados Unidos, donde trabajó en una estación de ferrocarril, y luego se trasladó a Brasil, el nuevo lugar de trabajo de su padre. Allí, Anton estudió con ahínco idiomas como el polaco, el alemán y el ruso, y profundizó en sus intereses por la filosofía, la historia, la sociología y la política, lo que enriqueció su visión global del concepto de nación y Estado.
Saade comenzó temprano su trayectoria intelectual, publicando entre 1922 y 1923 varios artículos en los que pedía el fin de la ocupación francesa y la independencia de Siria. También fue uno de los primeros en prever el proyecto sionista y su peligro para la «Siria natural», y relacionó claramente la «Declaración Balfour», que concedía a los judíos un hogar nacional en Palestina, con el «Acuerdo Sykes-Picot», que dividía la Siria natural en cinco entidades separadas.
Esta visión temprana de los peligros de la división y la fragmentación le llevó a plantearse la creación de un partido político, y el primer intento se llevó a cabo en 1925 con la creación de un partido para unir a los miembros de la comunidad siria en Brasil llamado «Guardia Joven Siria», pero no tuvo mucho éxito. Volvió a intentarlo en 1927, fundando el «Partido de los Sirios Libres», cuya actividad cesó tres años después.
Tras el cese de la publicación de la revista Al-Majalla en 1928, Saadeh se dedicó a la enseñanza en varios institutos de São Paulo y, durante ese periodo, escribió sus dos novelas, La tragedia del amor y La señora Saydanaya. Su alma ansiaba volver a la región árabe para encontrar un terreno fértil para sus ideas y su visión, por lo que regresó al Líbano en 1930 y, tras una breve estancia, se trasladó a Damasco para estudiar la posibilidad de dedicarse a la política allí, por lo que se dedicó a la enseñanza para ganarse la vida y escribió una serie de artículos para los periódicos de Damasco. Pero pronto regresó a Beirut y comenzó a enseñar alemán en la Universidad Americana de Beirut. La enseñanza le brindó la oportunidad de entablar un diálogo intelectual con los estudiantes y el entorno cultural, además de las tribunas intelectuales que le proporcionaron varias asociaciones culturales de Beirut, y estas conferencias estuvieron repletas de los primeros frutos de su pensamiento «social-nacionalista» en la etapa previa al anuncio del partido, lo que posteriormente condujo a la formación de la metodología intelectual del Partido Social Nacionalista Sirio, que fundó en 1932 y que fue un partido clandestino en sus inicios debido a las condiciones del mandato francés sobre el Líbano y Siria.
La esencia del proyecto político e intelectual de Saade consistía en unir el Levante, Irak, Chipre, Kuwait, el sanjacado de Alexandretta y el Sinaí en un único Estado denominado «Gran Siria» o lo que se conocía como «la Media Luna Fértil». Su llamamiento tuvo una gran difusión en el Líbano y Siria, especialmente entre quienes se oponían al principio del nacionalismo árabe en su sentido más amplio, que abogaba por un único Estado árabe que se extendiera desde el océano Atlántico hasta el golfo Pérsico, lo que lo enfrentó a otras corrientes intelectuales y políticas de la región, incluidos los nacionalistas árabes, los baazistas y los comunistas.
En 1933, Saade reanudó la publicación de la revista Al-Majalla, y en sus páginas aparecieron por primera vez en el Oriente árabe estudios analíticos sobre el tema de la «nación», basados en la sociología contemporánea y con una visión independiente de las teorías occidentales, que interpretaban filosóficamente la nación desde un punto de vista étnico o político estrecho. En sus obras principales, como El surgimiento de las naciones, cuya primera edición se publicó en 1938 y que se considera uno de los trabajos árabes más importantes sobre sociología contemporánea, y Diez lecciones, en las que explicó los conceptos ampliados de los principios del partido, Saade presentó estudios analíticos sobre el concepto de «nación» . Saadeh subrayó que la nación se forma sobre la base de la unidad de la tierra, la historia común, los intereses mutuos y la cultura homogénea, superando así los estrechos vínculos confesionales, étnicos y sectarios.
Saade fue arrestado en varias ocasiones por las autoridades del mandato francés y pasó varios períodos en prisión acusado de «crear una sociedad secreta y violar el orden público». Sin embargo, sus encarcelamientos no le impidieron seguir escribiendo y teorizando, sino que, por el contrario, se convirtieron en períodos de intensa creación intelectual, durante los cuales completó su obra científica «El surgimiento de las naciones» y terminó su libro «Explicación de los principios y objetivos del partido». Tras su tercera liberación, publicó el periódico Al-Nahda, que atrajo a la joven élite cultural.
Tras la retirada de las tropas francesas en 1946, Saade intentó regresar al Líbano, pero la alianza entre el presidente Bishara al-Khoury y el primer ministro Riad al-Sulh impidió su regreso con el pretexto de una sentencia judicial dictada contra él durante el mandato. Sin embargo, insistió en regresar en 1947 y, cuando el avión de Saade llegó a Beirut, el Gobierno libanés emitió una orden de arresto tras su gran recepción, que posteriormente fue revocada.
El período posterior a su regreso se caracterizó por una intensa actividad política, cuando Saadeh inició un enfrentamiento nacional generalizado y las milicias armadas de su partido (como la «Brigada de la Tormenta Roja») participaron en la guerra palestina de 1948, así como en las revoluciones posteriores hasta la Nakba. Sin embargo, su intensa trayectoria intelectual y política terminó trágica y controvertidamente con su fusilamiento el 7 de julio de 1949, tras un juicio rápido y ficticio que los historiadores calificaron de «farsa judicial» y de claro asesinato político, resultado de un acuerdo entre las autoridades libanesas y sirias de la época (Husni al-Zaim). Las autoridades sirias negaron entonces su extradición, afirmando que el Gobierno libanés lo había detenido mientras cruzaba la frontera entre ambos países. En represalia por su ejecución, tres miembros del partido asesinaron a Riad al-Sulh en la capital jordana, Ammán, en 1951.
El Partido Social Nacionalista Sirio siguió vinculado a la cuestión palestina y participó en el conflicto árabe-israelí en numerosas operaciones militares y fedayines desde principios de la década de 1980 hasta finales de la de 1990, donde Sanaa Mahidali es considerada una de las fedayines más famosas del partido en el sur, mientras que Khaled Alwan fue el autor de la operación en el café Wimpy contra los soldados de ocupación israelíes en el centro de Beirut. Saade publicó varios trabajos, entre los que destacan El surgimiento de las naciones, Diez lecciones, «La lucha ideológica en la literatura siria» e «El islam en sus dos mensajes: el cristianismo y el islam», en la que explicó la posición del partido con respecto a la religión. Sus artículos, discursos y correspondencia se recopilaron en un libro y se publicaron bajo el título «Obras completas de Anton Saade».
El Partido Social Nacionalista Sirio se vio envuelto en diversos conflictos políticos con partidos políticos de Siria y Líbano, y dentro del partido se produjeron divisiones que dieron lugar a la aparición de diferentes alas políticas. El partido fue prohibido en Siria tras ser acusado del asesinato del coronel Adnan al-Malki en 1955. A pesar del acercamiento de Hafez al-Assad a los nacionalistas sirios durante la resistencia popular a la invasión del Líbano en 1982, el partido siguió estando oficialmente prohibido en Siria hasta la muerte de Hafez al-Assad. Después de eso, el partido se unió al Frente Nacional Progresista liderado por Bashar al-Assad, y continuaron su trabajo oficialmente, se les permitió izar las banderas del partido sobre las sedes oficiales, convirtiéndose en el segundo grupo político más grande de Siria después del Partido Socialista Árabe Baaz. En el Líbano, el partido estuvo muy bien organizado durante más de 80 años de historia política del país y se convirtió en el grupo principal de la Alianza del 8 de Marzo.
A pesar de la realidad actual, en la que la influencia israelí y estadounidense se extiende por gran parte del territorio de la Siria natural y se intensifican las agudas divisiones en el mundo árabe, la idea que Anton Saade defendió y a la que dedicó su vida parece haber retrocedido bajo el peso de las oleadas de normalización y sectarismo. Sin embargo, muchos de los principios en los que creía Anton Saade siguen vivos en la conciencia de todos aquellos que creen en la unidad, la independencia y la dignidad nacional.

TEMAS RELACIONADOS:


Noticias relacionadas