Pascual Serrano
Según lo filtrado, millonarios italianos pagaban entre 80.000 y 100.000 euros por viajar en un vuelo de Trieste a Belgrado de la compañía serbia Aviogenex, para desempeñarse como francotiradores contra los civiles.
La prensa italiana ha destapado que la Fiscalía de Milán abre esta investigación sobre los francotiradores que, desde 1992 a 1996, asesinaron en la ciudad sitiada de Sarajevo a más de 11.000 civiles. Desde las colinas, los francotiradores disparaban a los transeúntes que no tenían más remedio que pasar por esa calle y exponerse a ser abatidos.
Según lo filtrado, millonarios de ese país pagaban entre 80.000 y 100.000 euros por viajar en un vuelo de Trieste a Belgrado de la compañía serbia Aviogenex, para desempeñarse como francotiradores contra los civiles.
La documentación mostrada en su juicio, según revelaba Los Ángeles Times el 1 de marzo de 2009 explicaba que, “durante ocho años, Stanisic fue el principal contacto de la CIA en Belgrado. En reuniones secretas celebradas en barcos y casas seguras a lo largo del río Sava, compartió detalles sobre el funcionamiento interno del régimen de Milosevic. Proporcionó información sobre el paradero de los rehenes de la OTAN, ayudó a los agentes de la CIA en la búsqueda de fosas comunes y contribuyó a que la agencia estableciera una red de bases secretas en Bosnia”.
Stanisic fue reclutado por el agente de la CIA William Lofgren. Los dos espías forjaron una relación clandestina que permaneció oculta.
La verdad la sacó a la luz el serbio cuando se vio frente al Tribunal Internacional para los crímenes de la Antigua Yugoslavia. La CIA presentó ante el tribunal un documento clasificado que detallaba las contribuciones de Stanisic y daba fe de su valioso papel. El documento permanecía sellado, pero fuentes de The Ángeles Times revelaron su contenido.
El agente Lofgren, ya jubilado en las fechas del juicio, dijo que la agencia redactó el documento para demostrar “que esta persona supuestamente malvada hizo mucho bien”, en referencia a su colaboración con la inteligencia estadounidense.
Otros agentes de la CIA que prestaron servicio en la región defendieron a Satanisic como uno de los suyos y afirmaron que nunca vieron en él que estuviera involucrado en crímenes de guerra. Al contrario, lo consideraban un aliado clave en una situación que se descontrolaba rápidamente.
Al ser preguntado por el fiscal sobre el origen y la veracidad de esta información, Roberts respondió que el gobierno británico «no le permitía hablar de estas cosas» y que había sido advertido «recientemente» de que debía respetar la Ley de Secretos Oficiales.
Al preguntársele «qué sabía el gobierno británico sobre Stanišić», el testigo dijo que «no quería entrar en detalles», ya que una condición para su testimonio era que no se le preguntara sobre «recopilación de inteligencia». Pero el embajador británico recordó que Londres había aprobado el contenido de su libro donde señalaba el papel de agente de la CIA del serbio, lo que suponía la confirmación por parte del Reino Unido de su afirmación.
La complicidad de Stanisic con la CIA le llevó a contribuir a la liberación de 388 soldados de la OTAN que habían sido tomados como rehenes, despojados de sus uniformes y atados a árboles como escudos humanos contra los bombardeos de la OTAN. En su propio relato escrito, Stanisic afirmó haber negociado la liberación «con el apoyo de la dirección de la agencia».
El jefe de espías serbio fue llevado a escuchar jazz al club Blues Alley en Georgetown, Virginia, y conducido hasta la costa este de Maryland para una cacería de aves. Deutch incluso le regaló a Stanisic una escopeta Parker de 1937, un arma clásica admirada por los coleccionistas.
En el Tribunal Internacional, la CIA se vio en el compromiso de tener a un agente suyo acusado de crímenes de guerra. Por ello, la agencia se negó a comentar el documento. Debido a que su contenido es clasificado, la carta solo podría ser considerada por el tribunal en sesión privada. Funcionarios judiciales indicaron que no estaba claro si el documento sería de gran utilidad para la defensa de Stanisic, o si se utilizaría principalmente para solicitar una sentencia más leve en caso de ser declarado culpable.
En conclusión, se escribirá mucho sobre esos tremendos “safaris” de multimillonarios europeos que pagaron grandes cantidades de dinero por ir a asesinar a civiles a Sarajevo. Y se extenderán sobre las implicaciones del ejército serbio, pero parece que se está olvidando el detalle que esos oficiales serbios que organizaban las cacerías más que al servicio de Milosevic, estaban a la orden de la CIA de Estados Unidos.