Defensa

Un año después de caída de Al-Asad, una Siria dividida en ciclo de violencia. Análisis

Administrator | Martes 16 de diciembre de 2025
Hace un año, cayó el gobierno de Bashar al-Asad en Siria, el 8 de diciembre de 2024, y fue marcado el fin de más de 50 años de administración dinástica en el país árabe.
Una coalición de grupos rebeldes, liderada por Hayat Tahrir al-Sham (HTS), lanzó una ofensiva relámpago que, en tan solo 12 días, logró tomar Damasco, la capital de Siria, y otras ciudades clave, debilitando rápidamente las fuerzas gubernamentales. Al-Asad y su familia recibieron asilo en Moscú en diciembre de 2024.
Un año después de la caída de Al-Asad, los nuevos gobernantes de Siria han reintegrado al país en la comunidad internacional. Pero dentro de Siria, las tensiones siguen en ebullición. De hecho, viejas agravios están resurgiendo en nuevos ciclos de violencia, lo que amenaza los frágiles esfuerzos por reconstruir el Estado.
De insurgente a jefe del Estado
Tras la caída de Al-Asad, Abu Mohammad al-Golan —por quien Estados Unidos ofrecía 10 millones de dólares por su cabeza como líder de Hayat Tahrir al-Sham, la franquicia del terror de Al-Qaeda en Siria— emergió como líder de facto. En enero de 2025 fue formalmente designado presidente interino según acuerdos entre las facciones insurgentes. Este nombramiento incluyó la disolución del parlamento y la constitución anteriores, así como la reestructuración de las fuerzas armadas.
El pasado insurgente de Al-Golani plantea múltiples preguntas: ¿cómo convertirá la legitimidad militar en autoridad estatal? ¿Será capaz de garantizar derechos y seguridad a minorías y comunidades históricamente marginadas? ¿Cómo equilibrará la reconstrucción interna con las presiones de la geopolítica internacional? Su trayectoria personal anticipa los dilemas que enfrenta la nueva Siria: transición de la violencia al gobierno, negociación con actores externos y consolidación de un Estado devastado.
Siria y estallido de violencia
Cuatro días de masacres perpetradas por fuerzas gubernamentales y otras facciones armadas contra civiles mayoritariamente alauitas en la costa siria en marzo, y los asesinatos continuos, han dejado a esta minoría religiosa sintiéndose asediada.
Otra masacre en julio, en la que miembros de las fuerzas de seguridad del gobierno y elementos tribales mataron a civiles drusos en la provincia meridional de Sweida, puso aún más en alerta a las minorías religiosas y étnicas del país.
Desde las masacres, Sweida ha quedado prácticamente aislada del resto del país. La población de la provincia ha endurecido sus posiciones contra Damasco y se ha unido en torno al líder druso de línea dura Hikmat al-Hijri, quien exige autonomía.
En efecto, un año después de la llegada al poder de Al-Golani, se observa un tipo de dualidad en los discursos de los funcionarios del gobierno transitorio: una dualidad entre lo que se expresa hacia el exterior y lo que se refiere a los asuntos internos. Todo ello ocurre en ausencia de un discurso colectivo conciliador que pueda acelerar el proceso de unificar las partes dispersas del país, mientras continúan las tensiones sectarias y la justificación constante de los sucesos sangrientos en distintas zonas del país.
Durante su participación en el reciente Foro de Doha, Al-Golani insistió en la continuidad de sus políticas internas, afirmando que, conforme a la declaración constitucional que fija en cinco años el período transitorio, su mandato permanecerá vigente otros cuatro años.
En una postura tardía —y tras repetidas humillaciones por parte de los sionistas— finalmente describió a ese régimen como terrorista, lo cual constituyó una respuesta directa a declaraciones previas de funcionarios israelíes que se habían referido a su pasado y cuestionado su confiabilidad.
Al observar las declaraciones de los miembros del gobierno transitorio, especialmente las de Al-Golani, pueden identificarse dos tipos de discursos: el dirigido hacia el exterior y el dirigido hacia el interior del país. Las diferencias entre ambos son notables: mientras en el plano externo se habla de construir un Estado institucional e inclusivo para todos los sirios, las crisis continuas en el noreste y el sur del país se presentan como consecuencia directa de las posturas de “otros”, entre ellos las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), los drusos de Sweida y el propio régimen de Israel.
Justificación de los derramamientos de sangre
Al-Golani, en el marco de justificar los sucesos sangrientos ocurridos en Sweida durante julio y en la zona costera de Siria en marzo, afirmó que el gobierno había formado comités de investigación, recibido delegaciones internacionales y establecido tribunales, y que los responsables de esas atrocidades habían sido juzgados.
No obstante, las acciones de estos comités y los resultados de sus investigaciones —tanto respecto a la naturaleza de las pesquisas como a la narrativa oficial presentada para justificar los hechos que dejaron más de tres mil víctimas— han sido ampliamente criticados.
De hecho, este enfoque del gobierno transitorio ha facilitado considerablemente los movimientos del régimen de Tel Aviv en el sur de Siria, hasta el punto de que Israel busca trazar un nuevo mapa de influencia, intentando avanzar una parte del plan mediante ocupación y otra parte mediante el apoyo a la creación de una administración autónoma en Sweida.
Mientras el sur de Siria ha sido testigo, desde el primer día de la caída de Damasco, de un golpe de mano israelí contra el acuerdo de 1978 —que durante cinco décadas había constituido el marco legal y de seguridad para el control de las fronteras en los Altos del Golán ocupados—, no Israel ha convertido el territorio sirio, a la sombra de la inacción y traición de Al-Golani, en su propio campo de maniobras.
Mientras tanto, se han publicado imágenes e información que indican que convoyes del ejército turco han entrado en territorio sirio desde tres rutas —Afrin, Ras al-Ain (Kobani) y el norte de Alepo— y avanzan hacia Manbiy. Se informa igualmente que las fuerzas del ejército sirio están reforzando sus unidades de drones y artillería en Deir Ezzor, donde se concentran las fuerzas kurdas armadas. Anteriormente, Turquía había dado plazo a los kurdos del norte de Siria hasta principios de enero para integrarse en el gobierno de Al-Golani, advirtiendo que, una vez vencido el plazo, lanzaría una ofensiva militar en las zonas del norte con apoyo del ejército sirio.
Cabe señalar que, desde que se autoproclamó presidente provisional, Al-Golani insiste en que las prioridades de su gobierno son mejorar las relaciones con los países árabes y occidentales para sacar a Siria del aislamiento y lograr el levantamiento de sanciones. Al-Golani ha enviado múltiples mensajes indirectos al régimen sionista, afirmando que la “nueva Siria” no desea involucrarse en ninguna guerra. Sin embargo, el expediente de su primer año en el poder demuestra que, haga lo que haga o deje de hacer, una cosa es segura: ha entregado en la práctica el territorio sirio a manos extranjeras.
Así, un año después de la salida de Bashar al-Asad y bajo el lema de una “Siria libre”, el país se ha convertido en un territorio devastado, rodeado de crisis sociales, guerras sectarias y crisis de seguridad y económicas, transformado en el patio trasero de las potencias ocupantes.
El plan de las Naciones Unidas para la capitulación de la República Árabe Siria
Aunque parezca difícil de creer, la caída del presidente sirio Bachar al-Assad, presidente electo y reelecto, no fue fruto de una revolución ni de la arremetida de yihadistas extranjeros. Fue resultado de un plan británico puesto en aplicación por los discípulos de Leo Straus. El documento secreto que hoy publicamos fue redactado, en 2015, en la cúpula de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), bajo la dirección del alemán Volker Perthes y bajo la autoridad del estadounidense-israelí Jeffrey Feltman. Lo que se describía en ese plan, sólo pudo concretarse 10 años después, con Ahmed al-Charaa.
En esta imagen, el secretario general de la ONU, el surcoreano Ban Ki-moon, hace literalmente el papel de doméstico de su segundo, el estadounidense Jeffrey Feltman, en este caso ayudándolo a vestirse. Lo mismo sucedía en la cúpula de la ONU, Feltman la dirigía mientras que su “superior” jerárquico se debatía, atrapado en asuntos de corrupción. Antes de convertirse en secretario general adjunto de la ONU, el straussiano Jeffrey Feltman había sido alto funcionario en el Departamento de Estado, segundo de la secretaria de Estado Hillary Clinton. Desde su cargo en la alta jerarquía de las Naciones Unidas, el estadounidense Jeffrey Feltman dirigió la redacción del plan de capitulación para Siria.
Afinales de 2015, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) –cuya misión es en principio «preservar la paz y la seguridad internacionales»– redactaba un plan de 45 páginas para la capitulación de la República Árabe Siria. En aquel momento, publicamos en este sitio web un análisis de aquel plan, análisis que retomamos en el libro Sous nos yeux. Muchos historiadores y periodistas pusieron en duda la existencia de aquel documento.
Diez años después, y un año después del derrocamiento de Bachar al-Assad, revelamos al público el texto íntegro de aquel plan (Ver el documento en PDF disponible al final de esta nota).
Invitamos nuestros lectores a leerlo de principio a fin porque ese documento está escrito de manera tal que no define ninguna de las instancias a las que alude. Pero las numerosas referencias que contienen sus anexos permiten delimitar sus contornos.

El alemán Volker Perthes, adjunto del estadounidense Jeffrey Feltman, fue director general de Stiftung Wissenschaft und Politik (SWP) de Berlín, uno de los think tanks más importantes de Europa… fundado el general SS Reinhard Gehlen. En 2015, Volker Perthes se unió al straussiano Jeffrey Feltman en Nueva York y redactó para él el plan de capitulación para Siria.
Por otra parte, este documento demuestra que el presidente sirio Bachar al-Assad logró proteger a su país durante 9 años del cataclismo que los sirios están viviendo hoy. Los lectores sentirán estupor al compararlo con la realidad de hoy. Este plan para Siria, redactado en la sede de la ONU, describe lo que se deparaba a ese país desde hace una década.
Después de leer este proyecto es imposible creer que el gobierno del presidente autoproclamado Ahmad al-Charaa, alias Abu Mohammed al-Jolani, surgió por generación espontánea o que es un producto sirio. Ese régimen es sólo la aplicación del plan de la diplomacia británica, la denominada «primavera árabe», que a su vez no es sino la reedición de la “revuelta árabe” de 1916-1918, orquestada por el Reino Unido para poner fin al Imperio otomano y poner a la secta de los wahabitas en el poder en Arabia Saudita. Esta vez, se trataba de derrocar los regímenes nacionalistas árabes para poner a la Hermandad Musulmana en el poder. El yihadista al-Charaa/al-Jolani es, desde hace al menos 15 años, un agente remunerado de Jonathan Powell, el jefe del equipo de trabajo de Tony Blair.
Lecturas útiles:
Artículo de referencia
«Alemania y la ONU contra Siria», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 28 de enero de 2016.
Los neoconservadores y los halcones liberales que prepararon desde 2001 la guerra contra Siria se apoyaron, desde 2005, en varios países de la OTAN y del Consejo de Cooperación del Golfo. Aunque ahora se conoce el papel del general estadounidense David Petraeus en el inicio y la continuación de la guerra hasta el momento actual, hay otros dos personajes que se han mantenido en la sombra: el estadounidense Jeffrey Feltman, número 2 en la jerarquía de la ONU, y el alemán Volker Perthes, director del principal think tank de Alemania. Juntos, y con el apoyo de Berlín, Jeffrey Feltman y Volker Perthes utilizaron la ONU para destruir Siria.
El nuevo líder sirio: dice que una vez que sus fuerzas aseguraron el oeste de Alepo
-Quedó claro que el régimen ya había colapsado.
"Rusia intentó poner límites y les advirtió que no avanzaran más"
"Con la esperanza de contener la situación"
"Pero en lugar de frenarlos, estas señales sólo confirmaron lo debilitado que estaba el viejo sistema"
“Cuando tomamos el control de la zona rural occidental de Alepo, los rusos enviaron un mensaje:
'Detente en este límite, toma lo que has tomado y no continúes más, de lo contrario la situación se agravará.'
"Comprendí que el régimen había colapsado, así que no respondí y continuamos la operación"
Van apareciendo situaciones lamentables sobre Siria.

Extracto de una conversación telefónica entre el Comandante de la Fuerza Quds del CGRI, el Teniente General Qassem Soleimani, y el Director de Seguridad Nacional sirio bajo Assad, Ali Mamlouk:
Soleimani: '¿Quién es ella?'
Mamlouk: 'Luna Al-Shibl, la asesora del Presidente (Assad)'
Soleimani: 'Lo sé, lo sé. Pero ¿quién es ella realmente? ¿Dónde trabajaba?'
Mamlouk: 'En el canal Al Jazeera'
Soleimani: '¿Y cuál era su salario allí?'
Mamlouk: 'No lo sé'
Soleimani: 'Te lo diré. Era de 10.000 dólares. ¿Cuánto gana ahora?'
Mamlouk: 'No lo sé'
Soleimani: 'Te lo diré. Ahora gana 500.000 libras sirias (40 dólares). ¿Por qué iba a renunciar a 10.000 dólares por 40 dólares? Porque es una espía.'
Luna Al-Shibl fue una de las asesoras más confiables e influyentes del presidente Bashar Al-Assad, hasta que fue asesinada en un 'accidente de coche' en julio de 2024
En un video reciente publicado por primera vez por Al-Arabiya, se ve a Luna Al-Shibl sentada en el coche con Assad después de la ofensiva de Ghouta en 2018, burlándose de Hezbollah, insultando a los comandantes del ejército sirio y bromeando sobre Rusia. El video se hizo viral inmediatamente, planteando preguntas sobre su lealtad y sobre posibles espías de alto rango en el gobierno de Assad.
Dos meses antes de su muerte en julio de 2024, Assad retiró a Al-Shibl y a su marido del comité central del Partido Ba'ath, y sus responsabilidades fueron reducidas, después de que se supiera que había transmitido información sensible sobre las reuniones sirio-iraníes a Rusia.
Su hermano, el general de brigada Mulham Al-Shibl, fue detenido por la inteligencia siria por colaborar con Israel y proporcionar información sobre una reunión de líderes iraníes y de Hezbollah en el Consulado iraní en Damasco, que condujo al ataque israelí en abril de 2024.
  • Zelenski afirmó que los servicios secretos ucranianos ayudaron a la "oposición siria" a derrocar al gobierno de Bashar al-Asad.
Estados Unidos mueve fichas en Siria
Mohsen Khalif
El Ministerio de Exteriores sirio ha desmentido la existencia de un acuerdo con Washington para instalar una base militar en el sur del país.
El desmentido, en apariencia taxativo, encaja con la estrategia habitual de la diplomacia siria: guardar silencio cuando se trata de asuntos sensibles que podrían contener parte de verdad. La Cancillería —bajo la batuta del ministro Shebani— es, además, un engranaje esencial en la toma de decisiones de política exterior.
No obstante, proliferan los indicios de una coordinación tácita con Estados Unidos en el ámbito militar, lo que sugiere que la negativa siria puede ser cierta solo en el plano literal: quizás no exista una “base” en sentido estricto, pero sí una modalidad distinta de presencia estadounidense, adaptada a las nuevas necesidades estratégicas.
Un redespliegue cuidadosamente calibrado
Los movimientos de Washington en Siria parecen responder a un reposicionamiento interno, más que a un refuerzo cuantitativo de tropas. Estados Unidos ya mantiene efectivos en el este del país y en la base de Al-Tanf. Lo que busca ahora es reorganizar este dispositivo a la luz de varios acontecimientos: la reintegración de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) en la estructura del ejército nacional y el inminente acuerdo de seguridad entre Siria e Israel, cuya firma se prevé en el corto plazo.
El enviado estadounidense Thomas Brack deslizó la semana pasada, coincidiendo con la visita del presidente sirio, Ahmad Al-Golani, a Washington para formalizar la adhesión de Siria a la llamada coalición contra Daesh, que Damasco se ha convertido en un “socio esencial” para Estados Unidos. El propio mandatario sirio corroboró esa idea al definir a Siria como “aliado geopolítico” de Washington, expresión que revela una cooperación en materia de seguridad mucho más amplia de la que se admite públicamente.
En paralelo, se han registrado movimientos inusuales en la badiya (desierto sirio). El comandante del Mando Central estadounidense (CENTCOM), el almirante Brad Cooper, visitó Damasco en septiembre y octubre, una señal inequívoca de que ambas partes discuten el reposicionamiento militar. Delegaciones de la coalición internacional inspeccionaron instalaciones estratégicas como los aeropuertos de Al-Dumeir y Al-Seen, mientras nuevos blindados y aeronaves estadounidenses aterrizaban en Al-Tanf.
Todo apunta a que el cinturón rural de Damasco —desde el desierto hasta la frontera libanesa y el sur sirio— se ha convertido en el eje prioritario del nuevo dispositivo estadounidense, con operaciones de asalto recientes destinadas a neutralizar células extremistas.
Una arquitectura militar en transición
Los analistas apuntan a que la presencia norteamericana podría mutar hacia una sala de operaciones conjunta, orientada a la gestión de la seguridad y la lucha antiterrorista, como parte de una reconfiguración más amplia del despliegue estadounidense en Siria.
Las motivaciones estratégicas de Washington
Tres grandes vectores explican este rediseño:
  • Reinvención del papel estadounidense
  • La lucha contra Daesh ha dejado de ser una justificación suficiente. El grupo está debilitado, y las fuerzas locales han ganado capacidad. Washington intenta transformar su presencia militar en un proyecto geopolítico de mayor calado, que combine seguridad, política y economía para modelar las dinámicas del Levante en un momento de profundas mutaciones regionales.
  • Control de las dinámicas del Levante
    • Contener lo que llama influencia de Irán, bloquear rutas vulnerables, dificultar el avance de China e incomodar a Rusia.
    • Garantizar alertas tempranas ante episodios como la Operación Tormenta Al-Aqsa, en el marco de un diseño estadounidense para una futura arquitectura de paz que Donald Trump aspira a liderar.
    Simultáneamente, la Administración busca fijar las reglas del nuevo orden regional, desde las normas de enfrentamiento hasta los ritmos de la desescalada, con el propósito último de convertir Asia Occidental en lo que denomina “polo económico articulado”, donde las empresas estadounidenses participen en corredores comerciales, gasoductos y reconstrucción.
    Siria, situada en una encrucijada estratégica que conecta el Mediterráneo con Irak, Turquía, Jordania y los territorios ocupados por el régimen de Israel, deja así de ocupar la categoría de “territorio marginal” dentro de la visión estratégica de Washington.
    Una convergencia de intereses inédita
    El renovado interés estadounidense coincide con la voluntad de varios actores regionales de garantizar la unidad territorial siria y frenar los impulsos fragmentarios de Israel. Para muchos gobiernos vecinos, la implicación de Washington es la única vía viable para impedir escenarios de disgregación, aunque en la práctica el régimen de Tel Aviv está violando todas las normas internacionales lanzando ataques contra el país levantino.
    El nuevo liderazgo de Damasco, por su parte, calcula que la cooperación con Estados Unidos podría fortalecer su aparato de seguridad y proporcionarle recursos para reconstruir instituciones clave.
    Lo que viene
    La presencia estadounidense podría adoptar formas más discretas que las bases tradicionales. Algunos escenarios contemplan la integración de expertos militares estadounidenses en estructuras del ejército sirio, bajo el pretexto de entrenamiento y asistencia en la integración de fuerzas externas como las FDS o las milicias de Sweida.
    Sea como fuere, todo indica que la fase que se abre estará marcada por un refuerzo significativo de las medidas estadounidenses para reestructurar su presencia en Siria, alineándola con una arquitectura estratégica que Washington aspira a consolidar en toda la región.

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