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Libia

Elespiadigital | Domingo 24 de agosto de 2014
El descrédito de la democracia

Autor: Eduardo Velasco

Categoría: Sociología / Teoría del Poder

Editorial: Ediciones CAMZO

P.V.P.: 14’5 €

Contacto: edicionescamzo@yahoo.es

Web: www.edicionescamzo.com

240 Págs.



La Primavera Árabe en general y la Guerra de Libia en particular, son los acontecimientos estelares del 2011, junto con los movimientos de protesta supuestamente espontáneos que están teniendo lugar en todo Occidente. A diferencia de Iraq, con Libia no se han visto a las masas populares gritando "No a la guerra". Existen varios motivos. Uno de los más importantes es que la Guerra de Libia no ataca a los intereses de la oligarquía capitalista de Francia, sino que los defiende. El otro es la desinformación: según nuestros medios de comunicación, el mundo árabe ha decidido "perrofláuticamente" que quiere ser demócrata como sus "admirados" prohombres de Occidente, y Gadafi era simplemente un "sátrapa" que había que derribar. Pero ¿acaso no lo era Saddam Hussein? ¿Y no lo siguen siendo Mohamed VI (la familia real acumula el 75% del PIB de Marruecos) y el rey saudí Abdulá? ¿Y qué pasa con las dictaduras de Qatar, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin? ¿Por qué ha atacado la OTAN a Libia y por qué se ha armado, en tiempo récord, un extraño movimiento "rebelde", que en buena parte no es ni siquiera libio?

Para ver el origen de los problemas actuales, es necesario retroceder en el tiempo. Toda la orilla sur del Mediterráneo fue, durante la Antigüedad, de influencia fuertemente europea. Desde los bereberes del Rif hasta los faraones egipcios, los norafricanos eran de orígenes más europeos que africanos. Los fenicios (fundadores de Tripoli), cartagineses, griegos (fundadores de Cirene), macedonios y romanos, batallaron y conquistaron la orilla sur del Mare Nostrum. Durante el Imperio Romano, toda la costa norte de África era de cultura genuinamente europea-clásica, y florecieron ciudades que aun hoy dejan translucir su esplendor pasado. Fue con la caída del Imperio Romano que el norte de África —la mitad del Mediterráneo— se perdió para Europa. Y aunque los bizantinos, españoles, venecianos y genoveses mantuvieron muchas plazas, el Islam, la entrada de la cultura árabe y finalmente el Imperio Otomano, haría que el Magreb se alejase definitivamente de Europa hasta la época colonial. En el Siglo XIX, con la revolución industrial y el progresivo retroceso del Imperio Otomano, Europa vuelve a ganar protagonismo en NorÁfrica.

En su prólogo, Manuel Galiana señala: “La obra escrita por Eduardo Velasco, documenta aspectos de la política inter africana que muchas veces pasamos por alto al leer las noticias publicadas por la prensa políticamente correcta. Muchas veces, la información que afecta a la mayor parte de los países de continente negro, la percibimos con bastante lejanía, especialmente cuando afecta a aquellos que están por debajo de la primera línea de éstos en la franja norte, quizás porque estos están más cercanos y porque no son de población negra.

Al profundizar en el contenido del libro, nos vamos familiarizando con el papel que cada uno de ellos ha jugado recientemente, tanto desde el punto de vista neo-colonial, como en los intentos de agruparse para formar un colectivo o bloque que pudiera permitirles ejercer una voz más potente en el concierto internacional, el último de los cuales fue el promovido por la Libia de Gadafi”.

Perfil del autor

EDUARDO VELASCO, pseudónimo de un joven escritor español que durante los últimos años ha mostrado una visión alternativa sobre diversos acontecimientos históricos y geopolíticos. Entre sus obras, publicadas por Ediciones Camzo, se destaca “Esparta y su ley”, “El mito de la homosexualidad en la antigua Grecia” y “La furia del norte: Los berserkers y la expansión vikinga”.