Editoriales Antiguos

NÚMERO 158. Elecciones andaluzas: se confirman la debacle del PP y la caída del bipartidismo

Elespiadigital | Domingo 22 de marzo de 2015

Como suele suceder, las tendencias recogidas en los barómetros electorales (no hablamos de estimaciones concretas de votos o de escaños), han ido a misa también en las elecciones andaluzas. ‘Gloria bendita’ que dicen por aquellas tierras.

Del mismo modo, sus resultados ya contrastados en las urnas pasarán a realimentar la orientación del proceso electoral subsiguiente (elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo y generales de 2015), al igual que los resultados de las pasadas elecciones europeas apuntaron la caída del PSOE y sobre todo la del PP, junto con la emergencia nacional de Podemos e incluso de Ciudadanos.

La teoría de que los resultados de unas elecciones no son extrapolables a ámbitos distintos, pierde vigencia en un escenario de cambio social como el que caracteriza a España en estos momentos. Ahora, la rueda electoral se mueve en una dirección inequívoca, al menos hasta el asentamiento de un nuevo sistema político pluripartidista.

De hecho, los dos partidos que decrecieron en las elecciones europeas de 2014 (PP y PSOE) han decrecido también en las elecciones andaluzas de 2015; del mismo modo que Podemos y Ciudadanos, partidos entonces en crecimiento, han seguido en una línea ascendente. IU y UPyD han visto cercenado su crecimiento inicial precisamente por estar en competencia directa con los dos partidos emergentes.

Antes de la votación andaluza, ya se estimaban unos resultados dentro de esa tendencia de cambio, corroborados con el escrutinio de los votos. Pero, más allá de lo previsto, la realidad ha señalado con crudeza que el PSOE ya no es lo que era en Andalucía (su bastión electoral), donde ya no podrá gobernar hegemónicamente, y que el ruinoso tránsito electoral del PP, anuncia a este partido un panorama todavía más tortuoso en el camino pendiente hasta las próximas elecciones generales.

Paradoja: los ganadores decrecen y los perdedores crecen

Claro está que el PSOE ha ganado las elecciones anticipas para renovar el Parlamento de las Cinco Llagas (antiguo hospital en el que se alberga), y que el PP ha sido la segunda fuerza política en votos y escaños. Pero, aun así, como partidos con mejores resultados ambos han perdido un porcentaje muy alto de respaldo ciudadano situándose en mínimos históricos, pudiendo decirse que sus posiciones de cabeza han sido ciertamente pírricas.

En relación con los comicios de 2012, el PSOE ha perdido un 4,1% de votos, pasando de un 39,5% a un 35,4% %, aunque manteniendo los 47 escaños preexistentes, insuficientes de nuevo para un gobierno estable sin apoyos ajenos. Al PP le ha ido mucho peor, porque ha perdido el 13,9% de los votos, pasando del 40,6% de los votos y de los 50 escaños que obtuvo hace tres años como partido más votado al rebufo de su éxito en las elecciones generales de 2011, a obtener un 26,7% de votos y 33 escaños.

Unos resultados que, como decimos, se sitúan en la tendencia iniciada en las elecciones europeas del pasado 25 de mayo, cuando ambas fuerzas políticas mayoritarias (PP y PSOE) perdieron de forma conjunta un respaldo social nada menos que del 31,83% en relación con los porcentajes precedentes. Mientras que las dos fuerzas también nacionales emergentes (Podemos y Ciudadanos) conseguían un 9,86% de electores.

Ahora, en las elecciones andaluzas del 22 de marzo, PP y PSOE han perdido un 18%% conjunto de votos, también sobre el resultado preexistente. Mientras que Podemos y Ciudadanos han alcanzado un 24% conjunto partiendo de la cota cero.

La caída del PP y del PSOE y su tremenda pérdida conjunta de votos en comparación con el crecimiento de Podemos y Ciudadanos, que es otro vapuleo electoral mucho más significativo políticamente que el sufrido en las elecciones europeas, confirma a los analistas más incrédulos o reacios a comprender la realidad social, la caída del bipartidismo que hemos venido anunciando en nuestras Newsletters desde el inicio de la legislatura. A raíz de que los dos partidos mayoritarios se enrocaran en su tolerancia con la corrupción política y se negaran a instrumentar las reformas institucionales demandadas por la ciudadanía.

 

Una vez más, se demuestra también que cuando se rectifica de forma tardía, siempre se rectifica mal. Por eso, las nuevas llamadas electorales del PP, con su ‘Don Tancredo’ particular descendido de la peana presidencial al terreno del mitin electoral, en ayuda desesperada de un candidato sin peso específico impuesto por su ‘Dedo Divino’, sólo han servido para evidenciar su total falta de credibilidad social.

Si de forma conjunta, o cada uno por su lado, el PP y el PSOE -Rajoy y Sánchez- esperaban que el 22 de marzo el electorado andaluz volviese a respaldar el modelo bipartidista, les ha salido el tiro por la culata. Un intento fracasado, además, en la comunidad autónoma que, por su historia electoral, parecía ser la menos reactiva en ese sentido. Y ahí queda el problema, ya de imposible reconducción de cara a su segunda edición, corregida y seguramente aumentada, de las elecciones municipales y autonómicas del próximo 24 de mayo, es decir a dos meses vista.

Resultados Elecciones Andaluzas (1912 vs 11915)

 PARTIDOS

 Votos 1912

 Escaños 1912

Votos 1915

 Escaños 1915

 PSOE-A

 39,5%

 47

 35,4%

 47

 PP-A

 40,7%

 50

 26,7%

 33

 Podemos

 ---

 ---

 14,8%

 15

 Ciudadanos

 ---

 ---

 9,2%

 9

 IULV-CA

 11,3%

 12

 6,8%

 5

 UPyD

 3,4%

 0

 1,9%

 ---

 PA

 2,5%

 0

 1,5%

 ---

Con los resultados ciertos de las elecciones andaluzas encima de la mesa, y consumada la debacle absoluta del PP y la no recuperación del PSOE, la emergencia de Podemos y de Ciudadanos y la situación crítica de IU y UPyD, se abre un nuevo ciclo político. Y al mismo tiempo un paréntesis de reflexión inmediata y general para todos los partidos.

Empezando por el PSOE, que es la candidatura ganadora pero con los peores resultados de su historia, y en el predio que siempre le ha sido más favorable electoralmente, la realidad es que no ha logrado ninguno de los dos objetivos planteados con el adelanto electoral: ganar por mayoría absoluta (o muy próxima) y frenar a Podemos. La primera decisión a tomar es con qué acuerdos post electorales puede o prefiere afianzar la estabilidad en el gobierno de la Comunidad; sin dejar de considerar en paralelo su efecto sobre la estrategia de supervivencia política nacional para no quedar convertido en un partido regional.

Y contemplando incluso un gobierno en minoría hasta ver qué sucede en las próximas elecciones del 24 de mayo, para lo que debería agotar el plazo legal establecido a efectos de nombrar el nuevo gobierno. Una posibilidad favorecida por la ventaja lograda por Susana Díaz, gracias a la generosidad de IU, de tener ya aprobados los presupuestos de 2015.

El PP, por su parte, ha de considerar seriamente la reconducción de todos los errores, activos y pasivos, cometidos por Rajoy en la actual legislatura, sin obviar un posible golpe de timón en el propio liderazgo del partido. De no hacerlo, todo indica que seguirá por la misma senda extintiva que ya recorrió la UCD de Adolfo Suárez.

Podemos, partido confirmado de entrada como tercera fuerza política de una comunidad políticamente tan importante como la andaluza, a pesar de haber sido sometido en los últimos meses al brutal fuego del establishment, y quedar por tanto vacunado contra sus ineficaces ataques, sólo tiene que matizar sus mensajes y gestionar una convergencia razonable de la nueva izquierda con aspiraciones de gobierno. Su inteligencia y su generosidad políticas marcarán fácilmente su futuro más inmediato.

Y Ciudadanos, convertido en la fuerza tranquila que puede tomar el relevo del PP a nivel nacional, lo tiene todavía más fácil. No equivocarse ni precipitarse en su toma de decisiones le será suficiente para ponerse a tiro de alcanzar el Gobierno en las próximas elecciones generales.

Acosado por su devaluación ante la ciudadanía como gobernante nacional, Mariano Rajoy ha ido a por todas, poniendo tardíamente toda la carne en el asador de estas elecciones andaluzas. Ha dejado la chaise longe monclovita en la que languidecía al estilo cupletista de Sara Montiel y ha intentado otras suertes políticas distintas del ‘tancredismo’ a ultranza con el que ha gobernado durante más de tres años.

Ahora, ha prometido, ya sin credibilidad alguna, las reformas y la acción política que se había guardado celosamente en la bocamanga como un jugador de póker resabiado. Su exceso de confianza, confundido con una gran torpeza política y un desprecio abrasador de la voluntad popular, le han hecho perder la partida de forma estrepitosa.

Así de sencillo.

Fernando J. Muniesa