Editoriales Antiguos

NÚMERO 168. Rajoy y el PP, contumaces en el error

Elespiadigital | Domingo 31 de mayo de 2015

Con su habitual ironía, y al rebufo de los magníficos resultados alcanzados por el PP como partido más votado en las urnas (y botado del poder) en las elecciones del 24-M, Miguel Ángel Aguilar mandaba a Mariano Rajoy el siguiente telegrama, leído en la Cadena SER (27/05/2015):

“Señor presidente del Gobierno, presidente del Partido Popular, reciba nuestras felicitaciones como ganador indiscutible de las elecciones del domingo 24 de mayo donde sin ser candidato multiplicó su presencia en actos de campaña que dejarán memoria indeleble. Cuánta ingratitud en quienes reclaman autocrítica y cambios en el partido y en el gobierno. Mejor continuar con sus acertadas políticas y hacer oídos sordos a los cantos de sirena del oportunismo. Mejor, permanecer, impasible el ademán, hasta el advenimiento de la derrota final de otoño invierno. Todo por España”.

Y lo cierto es, coñas aparte, que Aguilar lleva razón; porque, en una segunda lectura más afinada de su telegrama, intuye que Rajoy seguirá trasmutado en una especie de Don Tancredo político (es decir en el político anti-político) hasta el final de la legislatura, evitando cambiar de suerte para no quedar en evidencia hasta que concluya el último acto de la tragedia electoral. Asumida esa contumaz actitud de inmovilidad hierática a ultranza, sólo cabe guardar la compostura y aguantar sin moverse un pelo hasta el final, porque, de lo contrario, el ciudadano-morlaco descubrirá las torpezas y engaños previos, precipitando su venganza con nuevas cornadas en la femoral de las urnas.

Nada, pues, de congresos extraordinarios, de cambios ministeriales o siquiera de sincera y constructiva autocrítica; nada de refundaciones ni de nuevos liderazgos; nada de menearle la silla al sabio profesor Arriola; nada de prescindir de los corifeos de partido que han llevado al PP a una marginalidad política irreversible política en los territorios con aspiraciones soberanistas (Cataluña, País Vasco y Navarra) y encumbrado a Podemos mediáticamente con mentiras, excesos verbales gratuitos y acusaciones falsas que no mermarían para nada su emergencia electoral pero sí la propia imagen ‘popular’ como partido civilizado de centro derecha…

Nada de eso desplazará, de verdad, la contumacia en el error de Rajoy y su corte de alfombrillas (a lo sumo moverá el banquillo con las de repuesto). Mejor morir sable en mano y con las botas puestas, como está haciendo la otrora aplaudida lideresa Aguirre…

Ahora, fuera de tiempo, el pretendido remedio ante el castigo infligido al PP   por uno de cada tres de sus anteriores votantes, podría ser bastante peor que la enfermedad. Y, así, también parecería razonable dejar que Rajoy finiquite su carrera política en posición todavía erguida, sin la indignidad de verse rendido y arrodillado ante el gran enemigo de la verdad, aunque sea con el riesgo de ser apuñalado por los senadores más airados, como se apuñaló a Julio César en el Foro de Roma.

 

Lamentablemente, el tiempo de la rectificación ha pasado de largo. Y lo que conviene -piensan Don Mariano y sus ‘marianitos’- es que, por ejemplo, el empresariado catalán monte un golpe de Estado encubierto para que Ada Colau se coma sus votos con patatas fritas y termine en la oposición. O que Esperanza Aguirre se venda al diablo para que Manuela Carmena, según ella ‘roja’ (además de atea, terrorista, anti demócrata y no sabemos cuántas malas cosas más), chinche y rechinche de por vida en el ostracismo de la política.

O que Ana Palacio -toda una ex ministra popular de Asuntos Exteriores- haya regresado de los desiertos iraquíes, por supuesto sin haber encontrado las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein que nos metieron de hoz y coz en la segunda guerra del Golfo, para rebuznar ante un auditorio de empresarios ¿respetables? identificando a Podemos con los depravados asesinos del Estado Islamista. Confundiéndolo además -inculta ella- con el esplendoroso califato de los Omeya.

O que el sobrado alcalde vallisoletano en funciones, Francisco Javier León de la Riva (otro cafre popular), diga que se pasa por la faja la sentencia de inhabilitación con la que acaba de ser agraciado por un delito de desobediencia a la Justicia. Eso sin olvidar la destrucción urgente y masiva de documentos en los ayuntamientos y consejerías autonómicas ahora en riesgo de caer en manos del rojerío; alegando por supuesto el respeto al medio ambiente y la eficiencia organizativa.

O que Teófila Martinez, alcaldesa popular de Cádiz desde la época de Aznar, reproche el hambre de la gente que las pía, con esta sobresaliente reflexión: “Tanto Twitter y tanta opinión y lo más llamativo para esta alcaldesa es que hay gente que viene a pedir ayudas al ayuntamiento social para comer y resulta que tiene una cuenta en Twitter. Que sepa yo eso cuesta dinero”

Ahora hay que dedicarse a defender la santabárbara del partido a sangre y fuego. Y, para ello, nada mejor que apoyarse en los bomberos de Telemadrid, de La Razón, de los medios digitales más sectarios y ultra montanos, de los columnistas pagados, de los Floriano y los Hernando…, que son gentes de confianza y que con tanto acierto han escoltado al partido hasta la victoria del pasado 24-M…

Ellos, mejor que nadie, sabrán acallar la ingratitud que ahora destilan las aceradas plumas de Herman Tertsch o de Catalina Luca de Tena (puestos, claro está, bajo observación de la Inquisición Popular). Y también poner en su sitio a los depravados que piden la dimisión del ministro Soria o del ministro Montoro (para que hablar de la de Díaz Fernández, bien llamado ‘ministro Pisacharcos’), que quieren acabar con el jugoso pluriempleo de Cospedal o que pretenden asaltar el palacio de invierno de Don Tancredo para rebanarle la cabeza en corto y por derecho.

Por favor, mantengamos la calma: prietas las filas que aquí no pasa nada. Seamos civilizados y esperemos, sin perder los nervios, a que, como dice Aguilar, llegue la derrota final, que al fin y al cabo ya está a la vuelta de la esquina. El ‘Profesor Bacterio’ se la garantiza al PP con el honor de ser el vencedor vencido (nada más y nada menos que el partido más votado), y la ‘Niña Asesina’ con el reconocimiento indiscutible de haber puesto todo su empeño en empapelar al ‘Pequeño Nicolás’, su enemigo personal número uno (ella sabrá por qué), dado que al fin y al cabo nadie había pagado los platos rotos de la ‘Gürtel-Bárcenas’ y del saqueo valenciano…


Todo en orden y bajo el control de la Moncloa, donde su corte de atildados cocinillas permanecerá en perfecto estado de revista. Para que aprendan los mindundis que, creídos ellos, han venido metiéndoles el dedo en el ojo con eso de que la que se avecinaba era gorda.

Sin ir más lejos, y por lo que tenemos de culpa en esa refriega, hemos de reconocer que en estas mismas Newletters, antes de las pasadas elecciones europeas, en marzo de 2014, clamamos irracionalmente contra ‘los tiempos perdidos de Mariano Rajoy’. Y acto seguido, en abril, anticipamos, sin duda equivocados, la imparable caída del bipartidismo PP-PSOE.

En mayo señalamos, también con gran torpeza, el absurdo de “el PP o la nada”: el estéril invento del agujero negro electoral que lanzó Cospedal en la ‘Convención Nacional 2014’ del PP, culminado con el eslogan-revelación de ‘España en la buena dirección’. Y anticipamos, por supuesto de mala fe, el previsible fracaso electoral del PP y del PSOE en las elecciones europeas del 25-M.

En agosto advertimos, igualmente errados, que, sin un verdadero e inmediato regeneracionismo institucional, Podemos iba a barrer en las elecciones municipales. Y, acto seguido, y de nuevo sin punto alguno de razón, señalamos que el desaforado ataque colectivo del establishment político a Podemos, era el mejor sustrato para su crecimiento electoral.

Terminamos 2014 señalando a Rajoy, arteramente, como el responsable exclusivo de una crisis sin precedente en el ámbito de la Justicia. Y empezamos 2015 denunciando, con endiablada malicia, que la vocación autoritaria de Rajoy era otro obstáculo más para la recuperación electoral del PP. Y también, ya vomitando veneno, que la corrupción, sin el menor tratamiento curativo en el ‘caso Gürtel-Bárcenas’, arruinaría el año electoral del PP.

Después anticipamos, como visionarios enloquecidos, que el resultado de las elecciones andaluzas marcaría el futuro de la política nacional, anticipando, con total inconsistencia argumental, la debacle del PP y de paso una mentirosa ruptura del bipartidismo. Y, tras confirmarse el batacazo de los populares y la emergencia de Podemos y Ciudadanos, sostuvimos, ya en el colmo de nuestra irreflexiva locura, que el bueno de Rajoy estaba agotando su cuaresma política sin la menor rectificación para evitar el desastre electoral ‘cantado’ del 24-M, su incidencia en una pérdida brutal de poder político y lo que esto supondría como anuncio de la debacle final en las elecciones generales…


Pero, todo eso ha pasado a mejor vida. Nuestros análisis estaban errados, porque -Arriola dixit- el PP ha ganado las elecciones municipales y autonómicas y, como partido más votado, va a seguir gobernando allá donde ningún otro partido le supere en votos (que pena que a la mayoría parlamentaria popular se le haya olvidado sancionar la ley correspondiente). Y añadiendo que, por supuesto, el PP será el partido vencedor en las legislativas de otoño-invierno.

Así que todos quietos. Marcando el primer tiempo del saludo militar, o mejor brazo en alto, impasible el ademán, con la mirada fija en los luceros que brillan en el cielo de la España eterna. Firmes, hasta la derrota final. Sin dar un paso atrás ni para coger impulso.

Fernando J. Muniesa