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La falsa ciencia inunda las revistas y revela la ineficacia de la revisión por pares

Administrator | Viernes 05 de julio de 2024
Javier Vinós
Desde que los gobiernos tomaron el control de la ciencia y la llenaron de gente mediocre a los que solo se les exige publicar artículos en revistas para conseguir y mantener trabajos bien pagados donde no hay que hacer casi nada, el poder de las editoriales científicas no ha dejado de crecer en paralelo al fraude científico.
El negocio editorial científico es uno de los negocios legales con mayores márgenes del planeta. Mueve 30.000 millones de dólares, casi una cuarta parte del negocio editorial global, a pesar de ser un nicho dentro de dicho negocio. Su secreto es que todo lo paga el contribuyente. La investigación en universidades y centros la paga el contribuyente, el salario de los científicos que escriben el artículo lo pagan los contribuyentes, los gastos de publicación los pagan los contribuyentes, y la compra y acceso a los artículos publicados por parte de los científicos y el público lo pagan los contribuyentes. Por si fuera poco el trabajo de revisar los artículos por otros científicos también lo pagan los contribuyentes. Las editoriales no pagan nada por el contenido y le ponen un precio abusivo. Leer un solo artículo en internet en un solo ordenador llega a costar 35 €.
Ese es el poder que los gobiernos han dado a las editoriales científicas, que dependen completamente del dinero público, y lo único que tienen que hacer es rechazar los artículos que ponen en cuestión la ciencia que apoyan los gobiernos y agendas globalistas, como en el caso del origen del COVID, la bondad de las vacunas, o el cambio climático, donde hay casos sangrantes de artículos vetados o retractados por cuestionar que la ciencia apoye los postulados oficiales.
Pero el fraude creciente revela todo el tinglado. Hay cinco grandes editoriales científicas que acaparan el 50% de los ingresos. Wiley es la cuarta, y en los últimos dos años se ha visto obligada a retirar más de 11.300 artículos publicados por ser falsos y se ha visto obligada a cerrar cuatro revistas. El pasado 21 de mayo Wiley anunció que va a cerrar 19 revistas más, algunas afectadas por fraudes masivos. Las otras editoriales tienen el mismo problema que tratan de atajar en privado.
La inteligencia artificial (IA) es una herramienta fantástica para el fraude. Te escribe un artículo falso en un minuto, le hace las ilustraciones y le añade las citas. Un caso llamativo fue la rata con el pene gigante.

Rata con pene gigante y palabras sin sentido en un artículo fraudulento publicado en Frontiers in Cell and Developmental Biology
Un reciente artículo demuestra mediante análisis de lenguaje cómo los chatbots de la IA se han infiltrado en la ciencia de forma completa.

Con la introducción de los chatbots el uso de adjetivos y adverbios asociados a la IA se disparó, a pesar de haber menos artículos en el último año en la base de datos.
El sistema de revisión por pares está diseñado para que los científicos dominantes impidan la publicación de los resultados que les contradicen, no para lidiar con el fraude. Los e-mails del "Climategate" revelaron el complot de un grupo de científicos para evitar que los científicos climáticos escépticos publicaran sus resultados. Sin embargo los artículos falsos ahora retractados habían pasado dicha revisión.
Este fraude perpetrado por investigadores sin escrúpulos gracias al control de la ciencia y de las editoriales por parte de los gobiernos y agendas globalistas, es a costa de los ciudadanos, que pagan la factura, y deben aceptar políticas con las que no están de acuerdo porque "lo dice la ciencia".

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