Análisis: El Gran Marruecos, la gran amenaza del Mediterráneo Occidental
Koldo Díaz
El término «Gran Marruecos» hace referencia a una ideología nacionalista e irredentista que busca expandir las fronteras actuales del Reino de Marruecos para incluir territorios considerados históricos, culturales o religiosos como parte de su legado. A lo largo del siglo XX, esta idea ha sido utilizada con diferentes propósitos políticos y territoriales, influyendo en la política interna y en las relaciones internacionales del país.
El concepto surge en el contexto del nacionalismo marroquí del siglo XX, promovido por figuras como Allal el Fassi. En sus inicios, el «Gran Marruecos» fue un movimiento que buscaba unificar diferentes territorios que, según esta visión, deberían pertenecer a Marruecos por razones históricas, religiosas y políticas. Sus raíces se encuentran en movimientos de resistencia contra la colonización europea, particularmente frente al dominio francés y español en África del Norte. Durante las décadas de 1920 a 1940, estos movimientos evolucionaron desde reivindicaciones culturales y religiosas hacia demandas políticas y anticoloniales.
De hecho, la teoría de Al Fassi toma como suya la idea del Imperio Jerifiano y transforma la autoridad religiosa del Sultán de Marruecos en derecho de soberanía política sobre pueblos del Rif y algunas tribus del norte del Sáhara Occidental, no todas.
Recordemos que en la escuela malikita magrebí, el Rey de Marruecos es el comendador de los creyentes, pero eso no otorga derechos de soberanía ni sobre las cabilas rifeñas, políticamente independientes, ni sobre las tribus saharauis, autogobernadas por la institución de la Djemaa, (consejos tribales), así como las tribus mauritanas o argelinas, y menos aún en época colonial, cuando se trazan las fronteras actuales de África.
Reivindicaciones Territoriales y Política
La teoria del «Gran Marruecos» propugna el hecho de que el actual territorio marroquí es el centro del Imperio Jerifiano y niega los derechos de los rifeños, saharauis, mauritanos y argelinos a existir, amenaza las Canarias, Ceuta y Melilla.
Consideran que esos territorios son las piezas de ese imperio que debe ser, de nuevo compactado, en un territorio. Esto incluye nociones de anexión no solo del Sahara Occidental, que hoy en día es uno de los puntos más conflictivos, sino también de los países ya citado y hace que Marruecos tenga una relación muy negativa con Argelia, ejerza una presión insoportable sobre Mauritania, vea con agrado la debilidad de Malí y, sobre todo, ejerza una presión contra España, país que Marruecos odia profundamente, con intención de destruir a los españoles.
Estos planteamientos, que tampoco ocultan, han sido utilizados por partidos políticos como el Istiqlal para movilizar el apoyo popular y fortalecer la identidad nacional. La reactivación de estas ideas tras la independencia se vio en las políticas de los monarcas Mohamed V, Hassan II y Mohamed VI y se intuyen en su hijo, el futuro Hassan II, quienes centraron inicialmente sus esfuerzos en la conquista del Rif (bajo ocupación con Mohamed V), el Sahara Occidental (bajo Hassan II y Mohamed VI) y con los siguientes objetivos en Mauritania, Ceuta, Melilla y, por lo menos, las aguas canarias.
Conflictos y Repercusiones Internacionales
Uno de los eventos más emblemáticos relacionados con el «Gran Marruecos» fue la Guerra de las Arenas o la Marcha Verde de 1975, una movilización masiva cuyo objetivo era reclamar el Sahara Occidental. Aunque Marruecos logró anexar parte del territorio, esta acción no fue reconocida internacionalmente y generó tensiones con países vecinos, en particular Argelia, que apoya a la República Árabe Saharaui Democrática, y con el Frente Polisario, que lucha por la independencia del Sahara Occidental.
Este conflicto ha impactado en la política regional y en las relaciones diplomáticas, además de poner en evidencia las ambiciones del nacionalismo marroquí con respecto a territorios considerados por algunos como parte inseparable del reino.
De hecho, el ultranationalismo marroquí, su profundo supremacismo y racismo así como sus ansias de ampliación territorial recuerdan mucho a la teoría nazi del Lebensraum. Un gran imperio excluyente, intolerante religiosa y políticamente con cualquier forma no aceptable dentro de su ideario.
En medios de comunicación y discursos oficiales, el concepto de «Gran Marruecos» se ha utilizado en ocasiones para promover la idea de unidad política y cultural en el Magreb. Sin embargo, también representa un punto delicado, ya que las reivindicaciones territoriales pueden generar conflicto y tensiones internacionales.
Allal al Fassi, veía también en el «Gran Marruecos», (reedición del Imperio Jerifiano), un punto de poder en el Islam, el conservadurismo de Al Fassi ponía el centro en la educación musulmana, el rechazo de las ideas de Occidente y la modernización intelectual, sólo técnica, tecnológica e industrial. El resto, debía ser regido por la sharia con el Rey como Emir.
Interpretaciones y Contexto
El «Gran Marruecos» puede ser interpretado como una ideología ultranacionalista, que jamás sería aceptaba en un ambiente razonable y geopolíticamente sano, y como una expresión de ultranacionalismo que busca crear una identidad imperial y territorial que algunos consideran perdida por las circunstancias históricas. Es, en esencia, una forma de irredentismo, donde se reivindica la reunificación de territorios con la historia y cultura marroquí.
A nivel interno, la promoción de esta idea ha sido utilizada por la monarquía y los partidos políticos para fortalecer su legitimidad y unidad nacional. Sin embargo, también plantea retos en la política internacional, especialmente en un contexto de soberanía de los pueblos implicados en los delirios ultranacionalistas de los teóricos como Al Fassi, pueblos como el rifeño y el saharaui están bajo brutal ocupación, pero la ferocidad y el ansia marroquí de dominación y sojuzgamiento radical es una amenaza a la libertad y dignidad de los pueblos argelino, maliense, mauritano y español.
Conclusión
El concepto de «Gran Marruecos» continúa siendo una influencia significativa en la política y en la identidad nacional del Reino de Marruecos. Aunque en la práctica muchos de sus objetivos territoriales no han sido logrados, su presencia en el discurso político y mediático refleja una visión de nación que busca consolidar su identidad y posición en la región. Sin duda, su evolución y las reacciones internacionales seguirán siendo aspectos fundamentales en la dinámica del Magreb y del Norte de África.