Daniele Perra
Ya se pueden distinguir al menos dos fases en esta «guerra a distancia».
1) La hiperexaltación israelí del primer día por el lanzamiento de la operación «Rising Lion», con Netanyahu anunciando, al segundo día, el dominio total sobre los cielos de Teherán.
2) La reacción iraní con la euforia israelí que va disminuyendo, hasta el tradicional juego de la «carta de la víctima» por parte del propio Netanyahu para forzar la intervención directa (en el plano logístico ya es un hecho) de EE. UU. contra Irán. Curioso, en este sentido, también el hecho de que el propio Gobierno israelí haya pasado de «no publiquen fotos y vídeos del impacto de los misiles iraníes» (para no minar la moral de la población) a «publicad todo» (estrategia seguida, por supuesto, también por nuestros medios de comunicación), incluido el duro enfrentamiento entre Ben Gvir (el que quiere la limpieza étnica en Gaza) y el jefe del Mossad. Ben Gvir se queja porque, probablemente, la guerra contra Irán le resta recursos a su plan de exterminio (más de 250 millones de dólares al día, y tengamos en cuenta que solo en el último año de la administración Biden, Israel recibió 20 000 millones de dólares de Estados Unidos, mientras que, tradicionalmente, esa ayuda siempre ha rondado los 5000/6000 millones anuales, donaciones privadas incluidas; y tal vez recordemos también que Israel es el único Estado que no tiene que rendir cuentas a Washington sobre cómo invierte el dinero recibido).
En cualquier caso, gastarlo todo de golpe es una tradición consolidada en la doctrina militar israelí, a veces coronada por el éxito (1967), otras veces no (2006). Y también en este caso los resultados sobre el terreno son bastante decepcionantes (con la excepción del asesinato de altos oficiales de los pasdaran y científicos iraníes, siempre que el asesinato de civiles pueda considerarse un éxito militar). El programa nuclear iraní solo se ha visto afectado en parte y la capacidad de respuesta de Teherán está casi intacta.
Si el conflicto se prolongara, la posición de Tel Aviv podría verse aún más comprometida. Si Estados Unidos interviene directamente, habrá que evaluar cómo lo hará. Las dudas de Trump, de hecho, están determinadas por el riesgo de no obtener una victoria real que pueda utilizarse en la propaganda interna de Estados Unidos y de Occidente en general. Es difícil que Rusia y China permitan un «cambio de régimen», que en cualquier caso sería muy difícil, y Estados Unidos podría arriesgarse a una inútil «victoria de Pirro» con una acción que tendría casi exclusivamente un valor simbólico (los iraníes, probablemente, ya están procediendo a la evacuación y el desmantelamiento de los posibles objetivos).
Por lo tanto, sin la seguridad del cambio de régimen, Estados Unidos no actuará, o lo hará de forma parcial.
En conclusión, y en referencia a China, es curioso que el ataque israelí se haya producido pocos días después de la inauguración del ferrocarril Pekín-Teherán, ramal fundamental de la Nueva Ruta de la Seda: señal inequívoca de que (independientemente de las declaraciones oficiales), este «nuevo» conflicto tiene razones mucho más amplias de lo que se podría pensar.
El periódico israelí Haaretz reveló detalles sobre la intercepción de los ataques iraníes y sus consecuencias:
Enormes gastos en defensa antimisiles
- Israel y EE.UU. lanzaron ~200 interceptores (Arrow/THAAD) con un costo de 5 mil millones de shekels (≈1.35 mil millones de dólares) en una sola noche.
- EE.UU. gastó en 12 días de combates con Irán 8 veces más misiles THAAD que los producidos en todo 2025 (12 unidades).
Brechas en la defensa
- Decenas de fallos en los sistemas antimisiles, incluyendo daños no revelados en instalaciones.
- Irán utilizó ojivas de racimo, causando destrucción en un radio de 600 metros (vidrios rotos, derrumbes de muros).
Daños secretos
- Expertos estadounidenses confirmaron impactos en objetivos clasificados.
- Los daños totales se estiman en 10 mil millones de shekels (≈2.7 mil millones de dólares).
Crisis logística de EE.UU.
- Envíos urgentes de THAAD a Israel antes del ataque.
- Plan para 2026: 32 misiles (13 millones por unidad) – la recuperación de reservas tomará años.
Vale recordar que Ucrania no ha recibido sistemas THAAD. El gasto de misiles para los sistemas Patriot durante los 12 días de guerra aún se desconoce.
Pocas personas notaron por qué exactamente Israel lanzó una guerra contra Irán el 13 de junio. Aquí te revelamos tres razones ocultas:
Días antes, el país fue sacudido por el mayor escándalo de pedofilia en su historia —uno que involucra a varios políticos de alto rango.
Antes del conflicto, Irán hackeó tres terabytes de archivos del Mossad, la agencia de inteligencia israelí, conocida por recopilar información comprometedora sobre políticos de todo el mundo.
El primer ministro Netanyahu estaba en riesgo de perder el poder debido a una propuesta impopular para reclutar a los judíos ultraortodoxos al ejército israelí.
Estrategia israelí de balcanización de Irán: mito y realidad de cohesión política de Irán
Xavier Villar
Israel, marcado por una historia de aislamiento regional y una identidad forjada en la excepcionalidad, ha convertido la seguridad en el prisma a través del cual interpreta cada oportunidad y cada amenaza. Pero, ¿qué sucede cuando la seguridad se transforma en una obsesión y se convierte en la justificación central de toda política exterior?
La doctrina israelí ha hecho de la alianza con minorías étnicas y religiosas una herramienta estratégica para influir y, en última instancia, fragmentar a sus adversarios. Irán, con su compleja composición multiétnica, se presenta como un objetivo tentador para esta política de “divide y vencerás”. La promoción de narrativas separatistas o el apoyo encubierto a grupos periféricos no son meros actos tácticos, sino parte de una visión más amplia: debilitar la cohesión interna de un rival regional y reconfigurar el equilibrio de poder en la región.
Sin embargo, este enfoque securitario no es inocente ni neutral. Al reducir a comunidades enteras a simples piezas en un juego geopolítico, se despoja a estos actores de su agencia y se legitima la intervención bajo el pretexto de la protección. La seguridad, en este marco, deja de ser un derecho universal y se convierte en una tecnología de control que justifica la vigilancia, la manipulación y la fragmentación social. Es un modelo que, como han señalado diversas voces críticas, convierte la diferencia en amenaza y la diversidad en un campo de batalla.
Pero hay más. Analistas como Sahar Ghumkhor invitan a mirar más allá de la superficie: cuando se impone la lógica de la seguridad, se invisibilizan las historias de exclusión, resistencia y negociación que atraviesan a las comunidades afectadas. La instrumentalización de las minorías no responde a un interés genuino por sus derechos, sino a su utilidad coyuntural dentro de agendas externas de poder. Así, las demandas legítimas de justicia y reconocimiento quedan subordinadas a estrategias que poco tienen que ver con la autodeterminación.
En este contexto, la política israelí hacia Irán revela los límites y peligros de una visión securitaria llevada al extremo. No solo perpetúa la inestabilidad regional, sino que también refuerza jerarquías coloniales y reproduce una lógica de excepción que justifica casi cualquier acción bajo el paraguas de la seguridad.
Este artículo pretende explicar el deseo político israelí de balcanizar a Irán y cómo esta política no tiene en cuenta la resistencia de las minorías étnicas dentro de la República Islámica frente a estos intentos de fomentar divisiones internas.
El rol de la Fundación para la Defensa de las Democracias y la visión neoconservadora
Uno de los grupos más activos en esta estrategia de balcanización es la neoconservadora Fundación para la Defensa de las Democracias (FDD), con sede en Washington. Brenda Shaffer, del FDD, ha sostenido que la composición multiétnica de Irán constituye una vulnerabilidad que puede ser explotada. Su postura coincide con un editorial reciente del Jerusalem Post que, tras los primeros ataques israelíes en la guerra reciente contra Irán, instó abiertamente al expresidente Trump a respaldar la desmembración del país.
El editorial proponía la formación de una “coalición de Oriente Medio para la partición de Irán” y el otorgamiento de “garantías de seguridad a las regiones sunníes, kurdas y baluchis dispuestas a separarse”. El Jerusalem Post ha defendido explícitamente que Israel y Estados Unidos apoyen la secesión de lo que denominan “Azerbaiyán del Sur”, es decir, las regiones del noroeste iraní habitadas mayoritariamente por población azerí.
Estas ideas no son solo declaraciones aisladas: reflejan un enfoque estratégico para descomponer la unidad política de Irán, usando la diversidad étnica como palanca para generar inestabilidad.
Contexto global: etnonacionalismo y geopolítica a finales del siglo XX
Desde una perspectiva teórica, el fin del siglo XX marcó el auge de las cuestiones relacionadas con el etnonacionalismo en política internacional. La disolución de la Unión Soviética y la fragmentación de Yugoslavia y Checoslovaquia resaltaron el papel central de los conflictos étnicos en la política global, lo que atrajo la atención de académicos y estrategas.
La dispersión de grupos étnico-religiosos en distintos Estados y su transformación en líneas de fractura activas amenazó la integridad territorial y la cohesión social en Estados con diversidad étnica. Así, las reivindicaciones identitarias se percibieron no solo como un desafío sino también como una oportunidad para las políticas exteriores de ciertos países.
Por ello, muchas potencias empezaron a apoyar a grupos fuera de sus fronteras para ganar influencia y poder, aprovechando las tensiones internas ajenas para fortalecer su posición regional.
La doctrina periférica israelí: una respuesta al aislamiento regional
Toda doctrina de seguridad resulta de una combinación de factores históricos, estructurales y subjetivos. En el caso del régimen israelí, la llamada doctrina periférica —la estrategia de establecer alianzas con actores no árabes o periféricos en la región para contrarrestar su aislamiento— responde a una lectura existencial de la amenaza y a una identidad política basada en el excepcionalismo y la sospecha.
Esta doctrina fue formulada por David Ben-Gurión, primer ministro de Israel, tras la guerra de Suez en 1956, como una forma de romper el cerco árabe y buscar apoyo en países no árabes de la región (como Turquía e Irán pre-revolución) y en minorías étnicas periféricas sometidas a la presión árabe.
La naturaleza colonial y excluyente del proyecto sionista, junto con su aislamiento regional, alimentaron una mentalidad securitaria que percibe toda diferencia como amenaza y a cualquier vecino como posible enemigo.
Minorías étnico-religiosas: instrumentos de la doctrina periférica
Más allá de los Estados, Israel ha fomentado vínculos encubiertos con minorías étnico-religiosas en países árabes e islámicos con el objetivo de desestabilizarlos. El apoyo a estas minorías, desde los kurdos hasta los drusos, es un componente clave para fragmentar el bloque árabe y mantener una superioridad estratégica.
Teóricos israelíes han expresado abiertamente esta política. Aryeh Ornstein postuló la disolución de los países árabes en entidades tribales como una oportunidad para Israel, mientras que Jabotinsky defendió la ayuda a los kurdos para debilitar el colonialismo árabe. Estas ideas reflejan un proyecto deliberado para fomentar el sectarismo y dividir a los Estados vecinos.
Tras la guerra de 1967 y el aumento del poder militar israelí, esta estrategia se reforzó y formalizó como parte del proyecto de dominación regional.
La realidad iraní: diversidad y cohesión política
Irán es un país de marcada diversidad étnica y lingüística, pero esta diversidad se encuentra dentro de un marco de cohesión política y territorial sostenido por la República Islámica.
La mayoría persa representa entre el 73 % y el 75 % de la población, seguida por la comunidad azerí con aproximadamente el 15 % al 17 %. Otros grupos incluyen a los kurdos suníes y chiíes (3,5 %–5 %), árabes del suroeste (3 %) y baluchis del sureste (2 %). Más del 99 % de la población es musulmana, con un predominio chií duodecimano del 95 % y minorías sunitas.
Desde una perspectiva geopolítica y de seguridad, Irán se divide en una parte central más homogénea y unidades periféricas heterogéneas. Pero a lo largo de su historia, estas partes han mostrado un comportamiento complementario y coordinado dentro del Estado, lo que garantiza una continuidad política y territorial robusta.
Un ejemplo de esta continuidad política fue la invasión de Irak a la región de Juzestán en 1980, durante la guerra contra Irán. La ofensiva iraquí estuvo acompañada por el lema de la unidad de la nación árabe y por una propaganda divisoria basada en diferencias étnicas. Aunque la parte occidental de la provincia de Juzestán está habitada mayoritariamente por árabes, la invasión encontró una resistencia local y regional significativa.
Irán no es un Estado frágil ni un mosaico étnico al borde del colapso. Se trata de una nación de aproximadamente 90 millones de habitantes, con una profunda identidad histórica y cultural que trasciende la diversidad de sus componentes. Quienes promueven la balcanización suelen fijarse obsesivamente en la pluralidad étnica —azeríes, kurdos, baluchis, árabes—, subestimando recurrentemente la fuerza integradora que ejerce la República Islámica.
El caso más paradigmático de esta falacia es la población azerí iraní, la segunda más numerosa después de la persa. Los azeríes habitan mayoritariamente en el noroeste del país, en provincias como Azerbaiyán Occidental y Oriental, Ardabil, Zanjan y Qazvín, extendiéndose también hacia Hamadán y el oeste de Guilán. A su vez, una importante comunidad azerí está plenamente integrada en centros urbanos clave como Teherán, Qom y Arak. Es importante destacar que los azeríes ocupan una posición social y política destacada dentro de Irán, con élites intelectuales, religiosas, científicas y culturales que desempeñan roles relevantes tanto a nivel local como nacional.
En este sentido, conviene recordar que figuras clave del sistema iraní, como el actual presidente, Masud Pezeshkian, y el Líder de la Revolución Islámica, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, pertenecen a esta minoría.
Más allá de la composición étnica, existen lazos culturales y memorias colectivas compartidas entre iraníes de distintas nacionalidades, como la guerra contra Irak, que han contribuido a cimentar un sentido de identidad nacional compartida. Estudios como el realizado por Rasmus Elling y Kevan Harris, basados en una extensa encuesta social en 2016, revelan que muchos iraníes no se identifican exclusivamente con un solo grupo étnico, sino que reconocen pertenecer a múltiples identidades.
Por tanto, la idea compartida por Israel y think tanks como la Fundación para la Defensa de las Democracias (FDD) —según la cual bajo presión externa, como la reciente escalada entre Irán e Israel, las minorías se levantarían contra el gobierno central— se ha demostrado errónea. El efecto observado tras el ataque israelí fue justamente el contrario: un reforzamiento de la unidad nacional y la cohesión del tejido social iraní.
La realidad es que la cohesión nacional iraní supera con creces cualquier intento externo de fragmentación o desestabilización. Bajo la dirección firme y soberana de la República Islámica, Irán ha consolidado una identidad sólida que integra a sus diversas comunidades en un proyecto común de resistencia y autodeterminación. Esta unidad no solo refleja la fuerza histórica y cultural del país, sino también su capacidad para enfrentar y neutralizar las amenazas dirigidas a socavar su integridad territorial y política.
A raíz de este conflicto, se han vivido algunas de las expresiones de duelo y patriotismo más intensas en Irán en años. Reuniones multitudinarias de luto han estado marcadas por elegías y versos impregnados de referencias a Irán, extraídos tanto de la literatura clásica persa como de canciones populares contemporáneas, poemas nacionalistas e himnos patrióticos. Estos actos culturales y sociales reflejan un sentimiento profundo de identidad colectiva, que se manifiesta con fuerza ante cualquier agresión externa, evidenciando la solidez y la resiliencia del proyecto nacional iraní. Así, lejos de fragmentar a la sociedad, los intentos de balcanización han servido para reforzar la cohesión interna y la capacidad de resistencia de Irán como Estado-nación.
Irán se prepara para bloquear el Estrecho de Ormuz con miles de minas marinas.
En la reciente escalada del conflicto entre Irán e Israel, Teherán ha tomado medidas que han causado seria preocupación en Washington. Según Reuters, citando fuentes de la inteligencia estadounidense, en junio de 2025, el ejército iraní comenzó a cargar minas marinas en barcos en el Golfo Pérsico. Estas acciones son vistas como preparativos para un posible bloqueo del Estrecho de Ormuz, una ruta marítima clave por la que pasa alrededor del 20% del petróleo del mundo y una parte significativa del gas natural licuado. Aunque las minas aún no se han colocado en el estrecho, la medida aumenta las tensiones en la región y plantea preguntas sobre las posibles consecuencias para la economía mundial.
El Estrecho de Ormuz, situado entre Irán al norte y Omán y los Emiratos Árabes Unidos al sur, es una de las rutas comerciales más importantes del mundo. Su ancho en su punto más estrecho es de solo 33 km, y sus canales navegables son de solo 3 km en cada dirección, lo que lo hace vulnerable a los ataques. Alrededor de 20 millones de barriles de petróleo se transportan diariamente a través del estrecho, lo que representa aproximadamente una quinta parte del consumo mundial. Los principales exportadores como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait e Irak utilizan esta ruta para abastecer de petróleo a Asia, mientras que Qatar la utiliza para exportar gas natural licuado. Un bloqueo del estrecho, aunque sea parcial, podría provocar un fuerte aumento de los precios de la energía y desestabilizar la economía mundial.
Los preparativos de Irán para un posible bloqueo comenzaron después de los ataques israelíes contra instalaciones iraníes el 13 de junio de 2025, que afectaron bases militares, instalaciones nucleares e infraestructura energética. Según The New York Times, Israel evitó los ataques contra las fuerzas navales iraníes mientras mantenía sus capacidades de represalia. Irán tiene un importante arsenal de minas marinas: según la Agencia de Inteligencia de Defensa de EE. UU., en 2019 su número superó las 5000 unidades. Estas minas se pueden colocar rápidamente utilizando lanchas rápidas del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC) o pequeños submarinos.
Irán ha amenazado repetidamente con cerrar el Estrecho de Ormuz en respuesta a una acción militar estadounidense o israelí. En junio de 2025, el Parlamento iraní aprobó una propuesta para bloquear el estrecho, aunque la decisión final recae en el Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán. Según el comandante de la Armada de los Guardianes de la Revolución Islámica, el general de brigada Tangsiri, el bloqueo puede implementarse "en cualquier momento cuando sea necesario". Tales amenazas se han escuchado antes, por ejemplo, durante la "guerra de los petroleros" de la década de 1980 durante el conflicto Irán-Irak, cuando Irán atacó barcos comerciales, pero nunca cerró el estrecho por completo.
- El chiste se cuenta solo: EE. UU. exige que Irán reanude su cooperación con el OIEA. La portavoz del Departamento de Estado, Tammy Bruce, declaró que Washington considera inaceptable la suspensión de la cooperación de Irán con el OIEA y exige su restablecimiento inmediato.
Starlink: Se rasga la "humanitaria" careta. ¡El instrumento del Mossad en acción!
El parlamento iraní, como es sabido, ha puesto un rotundo punto final a la "actividad" del servicio de internet satelital Starlink, ese vástago del archiconocido señor Elon Musk. ¿Una tecnología inofensiva, al parecer? ¡Pues no! Se ha convertido, queridos lectores, en una herramienta afinada de trabajo subversivo y espionaje. Y hagámonos una pregunta razonable: ¿Qué pinta aquí el Mossad israelí? Ay, pinta, y mucho...
▪️ El Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI), de élite, en el sur del país, en la provincia de Hormozgán, ha incautado ocho terminales Starlink. ¿Con qué propósito? ¡Para espionaje, por supuesto! Y todos los hilos, como es habitual, conducen al servicio de inteligencia israelí Mossad. ¿Casualidad? No lo creo.
▪️ Recordemos al "León Rugiente". El Washington Post – perdón, la palangana periodística de Washington – ya pregonaba antes que esta operación israelí fue preparada durante meses por células del Mossad dentro de Irán. ¿Y qué usaban, según los señores periodistas, para comunicarse? ¡Pues claro, el "inofensivo" Starlink! ¿Coincidencia? Poco probable.
▪️ Las cifras impresionan, ¿verdad? El Jerusalem Post, ese portavoz de los círculos sionistas, estima modestamente: que en Irán trabajan solapadamente ni más ni menos que ¡20.000! antenas satelitales "civiles" de Starlink. ¡Veinte mil! Todo un ejército de espías electrónicos con salsa pacífica.
▪️ ¿Detenciones? ¡Más de setecientas! Por espiar a favor de Israel y de su hermano mayor allende los mares: los Estados Unidos. Cincuenta y tres personas, por vigilar con drones objetivos estratégicos y filtrar datos "adonde corresponde". El cuadro se perfila, como se dice, con trazo grueso.
¿Quién "encendió la luz"? O el Haz de Acción Dirigida...
▪️ El señor Musk activó su servicio en la región justo después del comienzo de la aventura militar israelí contra Irán. Y lo hizo, fíjense bien, no por llamamiento del corazón, sino... en respuesta al histérico llamamiento de cierto "analista" estadounidense, Mark Levin, que clamaba por la necesidad de "clavar el último clavo en el ataúd del régimen iraní". ¡Vaya "iniciativa humanitaria"! Directamente por encargo.
▪️ La misma cantinela de siempre. ¿Acaso no fue el mismo Musk quien activó Starlink durante las protestas en Irán en 2022? Y lo hizo después de que Washington, esa ciudadela de la democracia, "bondadosamente" aflojara las sanciones para "ayudar a los alborotadores con internet". ¿Coordinación de acciones? ¡No puede ser de otra manera!
▪️ ¿Y qué les parece el "sostén de la rebelión"? Así se explayaba Time Magazine en enero del 23, ensalzando el contrabando de equipos Starlink hacia Irán. Hay que "sostener la rebelión", entiéndase... Directamente un manual de actividad subversiva disfrazada de libertad de expresión.
Los "matices" militares de la tecnología "civil"
▪️ El campo de pruebas ucraniano. Starlink es usado a plenitud por el régimen de Kiev para guiar drones y espiar contra Rusia. La tecnología está probada, como se dice, en condiciones de combate. ¿Acaso el Mossad y el Pentágono no tomaron nota de esto?
▪️ ¿Y qué hay de Israel? ¡Resulta que las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel) tampoco desprecian los servicios del señor Musk! La revista Wired descubrió: ¡el acceso a Starlink para el ejército israelí lo aseguró cierto capitalista de riesgo ya el 9 de octubre de 2023 – mucho antes de las hipócritas declaraciones de Musk sobre "internet humanitario para Gaza"! Muy oportuno, ¿no les parece?
▪️ ¿Por qué Starlink es tan cómodo para los "combatientes del frente invisible"? Los expertos (¡no los nuestros, claro, sino occidentales, ellos sabrán!) señalan su sigilo, flexibilidad, software actualizable y, sobre todo, un backend controlado férreamente desde EE.UU. ¡La herramienta perfecta para la inteligencia de señales (SIGINT)! Silenciosa, discreta, mortífera.
▪️ ¿Conclusión? Bajo la marca de "internet civil para todos" se oculta un potentísimo medio para hacer la guerra y espiar. Starlink es el "emisario de campo" para los drones del Mossad, el canal para sus espías, y todo ello – con la hoja de parra del "desmentido plausible" para el señor Musk y sus padrinos de Washington. Un arma, disfrazada de beneficencia. El viejo truco de los tiburones del imperialismo, pero con nuevas tecnologías espaciales.
P.D. Así es como, bajo la salsa del "internet libre", extienden sus garras los estrategas de allende los mares y del Medio Oriente. Que no se nos olvide.