Un tropiezo lo tiene cualquiera, pero encariñarse con la piedra o la pared que lo provoca, reiterándolo de forma continua, es preocupante. Sobre todo cuando, además, semejante contumacia choca frontalmente con el mandato político otorgado por la ciudadanía en las urnas, situación en la que, hoy por hoy, el presidente Rajoy se ha metido de hoz y coz.
Antes de iniciarse la campaña electoral del 27-S, Artur Mas afirmó pública y solemnemente que si la candidatura de ‘Junts pel Sí’ (junto con la de la CUP) no conseguía una mayoría absoluta, sus promotores aceptarían en buena lid el deseo de la mayoría catalana y cesarían en su demanda independentista, entendemos que al menos hasta que cambiase la actitud ciudadana.
Pero, a sensu contrario, no hace falta aclarar que en el supuesto de que dicha candidatura, acompañada por la todavía más independista de la CUP, alcanzara esa mayoría absoluta, las reivindicaciones separatistas crecerán tanto en intensidad como en justificación.
Y eso es algo que además de posible también es probable. Aunque las encuestas y estudios electorales hayan de tomarse con cautela, entre otras cosas por la gran discrepancia que muestran entre sí.
Algunos de esos trabajos auguran una mayoría de votos para la suma de las cuatro formaciones contrarias al independentismo (PP, PSOE Ciutadans y ‘Catalunya Sí que es Pot’), sobre todo los publicados por los medios más afines al Gobierno, encabezados por La Razón, que a menudo también podría llamarse La Sinrazón. Pero otros estudios indican justamente todo lo contrario.
Estimación de JM&A para Público
Entre estos últimos destaca el del Observatorio Continuo de JM&A (Jaime Miguel y Asociados) realizado para Público y publicitado el pasado 3 de septiembre, que considera los antecedentes electorales y efectúa un tracking de toda la demoscopia previa disponible. Según este estudio de gabinete, las listas independentistas (‘Junts pel Sí’ y la CUP) obtendrían el 48,8% de los votos, traducibles en una holgada mayoría absoluta de 73 escaños frente a los 62 del resto de las fuerzas políticas.
Y lo curioso de esta aproximación a los resultados del 27-S es que se ha ido generando de menos a más, como inducidos por la estrategia ‘marianista’ de acoso y derribo contra el soberanismo catalán y contra Artur Mas, esencialmente vacuo y poco convincente. Así, según JM&A, el efecto boomerang de la desaforada campaña del PP va a aumentar el apoyo al conjunto de las formaciones independistas en más de un 10%, hasta alcanzar casi los dos millones de votos (el 48,8 de los válidos), proporcionando 60 escaños a ‘Junts pel Sí’ y 13 a la CUP y rebasando en 5 escaños la mayoría absoluta en el Parlamento catalán (de 68 escaños).
Pero lo más preocupante para Rajoy y para el PP, es que Ciutadans daría una auténtica campanada en las urnas, quedando en segundo lugar con más de 600.000 votos y pudiendo alcanzar hasta 21 escaños (+12). Provocando un derrumbe electoral del PPC que le situaría como sexta y última fuerza en representación electoral.
No menos significativa sería la caída del PSC, que perdería 7 escaños de los 20 que logró en 2012, con fugas hacia Ciutadans y ‘Catalunya Sí que es Pot’. Quizás por sus jugueteos previos con el nacionalismo radical y porque su propuesta de una España Federal no convence ni a los suyos…
Otro estudio, el realizado por el Gabinet d'Estudis Socials i Opinió Pública (GESOP) y publicado a tres semanas del 27-S (El Periódico 06/09/2015), muestra también la buena posición alcanzada por los independentistas catalanes para ganar el plebiscito. De hecho, esta encuesta corroboraba prácticamente las previsiones ya comentadas de la consultora JM&A, porque otorgaba una mayoría absoluta a la suma de ‘Junts pel Sí’ y la CUP aunque algo más ajustada (67-70 escaños), asignaba 25-27 escaños a Ciutadans en una segunda posición y situaba al PPC como farolillo rojo de todos los partidos en liza (con la práctica desaparición de UDC).
Estimación de GESOP para El Periódico
Además confirmaba un aumento en la participación electoral respecto de la registrada en 2012 y estimaba que todavía existía un 24% de indecisos (en la fecha de la recogida de datos). Por ello, la balanza entre los bloques del ‘sí’ y del ‘no’ sigue inestable, reflejando, en principio, el contraste entre un independentismo muy movilizado y su contrario menos participativo. El 92,6% de los partidarios de la ruptura con España da por seguro que votará, mientras que ese mismo porcentaje cae al 70,4% entre aquellos que rechazan la secesión.
Pero es que, a continuación, otra encuesta de Sigma Dos para El Mundo (07/09/2015), con el trabajo de campo realizado después de los registros policiales en las sedes de Convergència relacionados con las ‘comisiones del 3%’, y de su explotación mediática por parte de los partidos ‘españolistas’, las previsiones seguían en la misma línea.
Estimación de Sigma Dos para El Mundo
Los resultados del 27-S previstos en esta encuesta, ofrecen de momento una ligera superioridad de los votantes que se muestran en contra de una Cataluña independiente (el 46,2%) frente a los que lo hacen a favor (el 44,4%). Pero gracias en el primer caso a la distribución de los votos entre cinco formaciones políticas distintas (Ciutadans, ‘Catalunya Sí que es Pot’, PSC, PPC y UDC) y, en el segundo, a su concentración en ‘Junts pel Sí’ y la CUP, la suma de las dos candidaturas soberanistas alcanzaría un mínimo de 70 diputados (dos por encima de la mayoría absoluta) y un máximo de 74, que es lo decisivo, gracias a la ley d’Hont con la que se reparten los escaños, tan defendida por los dos partidos nacionales mayoritarios cuando les ha convenido.
Y si acudimos a las últimas estimaciones del CIS, que es el instituto demoscópico del Gobierno, publicadas el jueves 10 de agosto, coincidiendo ya con la apertura de la campaña electoral del 27-S, las previsiones no varían mucho a pesar de su origen.
Su Estudio Preelectoral de Cataluña referido a las elecciones autonómicas de 2015, (Estudio 3108), basado en la realización de 3.000 entrevistas entre el 30 de agosto y el 4 de septiembre, también refleja una posición de cabeza para las opciones independentistas (‘Junts pel Sí’ + la CUP), que alcanzarían una mayoría parlamentaria absoluta de 68-69 escaños (60-61 + 8). A continuación se sitúan Ciutadans con 19-20 escaños, ‘Catalunya Sí que Pot’ (coalición de izquierdas liderada por Podemos e ICV) con 18-19, PSC con 16-17 y PPC con 12-13, mientras que la UDC de Duran i Lleida, vista en Cataluña como una derecha connivente con el Gobierno central, se queda sin representación parlamentaria…
En fin, las espadas electorales del 27-S están en alto, pendientes sólo de que se decanten los votos indecisos y con la previsión de una alta participación electoral, lo que dará mayor legitimación a los resultados definitivos. Pero lo ya indiscutible es que la campaña del miedo orquestada por el PP, su afán por presentarse como único valedor de la unidad de España y la estrategia de poner el PPC en manos de un ‘lepenista’ como García Albiol, no van a funcionar.
El ejemplo vivido en Grecia el pasado mes de enero con el batacazo electoral que se dio Nueva Democracia, el partido liderado por Antonis Samarás y apoyado in situ por Mariano Rajoy, sólo ha servido al PP para tropezar en la misma piedra y reiterar su estrategia perdedora en Cataluña (ya veremos qué pasa en las elecciones griegas del 20 de septiembre). Aunque lo peor es comprobar cómo el líder popular insiste en el mismo error de agarrarse a los fantasmas del miedo en las elecciones generales del 20 de diciembre.
Parafraseando a Alexander Pope, suele decirse que errar es humano y que rectificar es de sabios. Aunque lo cierto es que la rectificación sólo demuestra sabiduría cuando no está forzada por las circunstancias, sino cuando refleja un acto intelectualmente libre. En el caso de Rajoy, sólo cabe decir que su contumacia en el error le descalifica para asumir nuevas responsabilidades de gobierno.
Con los resultados del 27-S, ¿defenderá el PP que en Cataluña gobierne ahora el partido más votado…? ¿Discutirá la legitimidad del porcentaje de escaños frente al de los votantes, cuando su implacable mayoría absoluta en el Congreso fue avalada sólo por el 44,6% de los votos útiles en contra del 55,4% restante…?
Y si tanto molesta a los populares el sistema vigente ¿por qué no se han dignado reformar la ley electoral, conforme demanda la ciudadanía, buscando una representación proporcional y más democrática, incluso con una ‘segunda vuelta’ que permita una mayor representatividad y estabilidad de los gobiernos…?
Pues porque, efectivamente, son ‘clase política’: una camarilla de amiguetes acomodados en el partido que sólo quieren representarse a sí mismos.
Fernando J. Muniesa