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NÚMERO 187. La dura advertencia de Aznar sobre el desastre electoral del PP inducido por Rajoy

Por Elespiadigital
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infoelespiadigitales/4/4/19
sábado 10 de octubre de 2015, 13:01h

El estallido-hartazgo de José María Aznar ante el fracaso del PP en las elecciones catalanas del 27-S ha sido inmediato porque venía realimentado por cuatro derrotas previas continuadas (comicios europeos, andaluces, municipales y autonómicos). Por eso, a las pocas horas de consumarse el quinto desastre popular en las urnas, desde que el 11 de noviembre de 2011 lograra una mayoría absoluta en las elecciones generales, Aznar ha sacado la guadaña para segar la hierba sobre la que han venido sesteando políticamente Rajoy y sus acólitos del Gobierno y del partido que le sustenta.

Y lo ha hecho desde FAES (el think-tank del imperio popular) para dejar claro que su opinión no es personal, sino una preocupación corporativa compartida. Tragándose, además, el sapo de haber sido él mismo quien nombró digitalmente al ínclito Rajoy para sustituirle al frente del PP…

Tarea, pues, doblemente dolorosa, la de tener que ponerse en el papel de rezongón para alertar por enésima vez de la trágica deriva electoral por la que viene transitando el partido señero de la derecha española, y por ello más valiente y meritoria aunque no lo parezca. Sobre todo porque Aznar ha venido a poner el dedo en la llaga de la mala acción política del Gobierno y no en el plano de la economía; es decir, en el tramo de decisiones más fáciles y esperadas por el electorado, y que deberían haber servido para sanear el deterioro institucional recrecido con el zapaterismo y compensar en parte el malestar ciudadano ante los recortes sociales de la presente legislatura.

Durante sus cuatro años de mandato electoral con mayoría parlamentaria absoluta, Rajoy no ha querido hacer las reformas institucionales reales y positivas demandadas por sus propios electores (antes al contrario ha politizado aún más el Poder Judicial y el Tribunal Constitucional); ha coartado los derechos y libertades fundamentales como nunca se ha hecho en democracia (por ejemplo con el ‘tasazo’ y la ‘ley mordaza’); se ha mostrado incapaz de promover un modelo de economía productiva (de hecho seguimos dependiendo del ladrillo y del turismo); ha protegido a los salteadores de las cajas de ahorro; ha contemporizado con la corrupción propia y ajena y, en fin, ha cargado el coste económico de la crisis sobre las clases sociales más débiles, de forma que cada vez hay más pobres mientras los ricos son más ricos…

Que Aznar ha acertado en el fondo de sus críticas internas no lo duda nadie fuera y dentro del PP; aunque algunos de sus correligionarios más afines a Rajoy y contumaces en ciertos errores de inacción política, sostengan su falta de oportunidad, metidos ya en las elecciones generales que se van a afrontar con una pésima valoración social del Gobierno y tras los malos resultados cosechados en las municipales y autonómicas del pasado 24 de mayo. Una posición compartida por los comentaristas y tertulianos más afines al Gobierno, preocupados porque en la próxima legislatura se les pueda acabar el chollo palmero de a tanto la hora.

Unos y otros -todos los exasperados con las críticas de Aznar- conforman las mesnadas inmovilistas a ultranza que, después de hacer oídos sordos durante cuatro años a todo lo que se les ha advertido también desde fuera y desde dentro del partido (dale que dale), ahora afirman que, con la actual actitud del otrora sumo pontífice y dedo divino del PP, se traslada una imagen pública de división interna. Y también -en el mejor de los casos- que Aznar ha podido acertar en el fondo de la crítica, pero no en el momento de hacerla…

A estas lumbreras del PP, puras alfombrillas de Rajoy, hay que decirles que la cuestión no es el dar o no dar una imagen de división interna del partido, sino que esa división existe realmente desde hace tiempo, y provocada por su soberbia y su inmovilidad ante los verdaderos retos de la España actual: no en vano todos ellos son la pura traslación del ‘tancredismo político’. Y también hay que aclararles que, en el fondo, los tres avisos con los que se les está yendo al corral el toro de la legislatura, por incapacidad manifiesta de liquidarlo con suficiente acierto y solvencia torera, no se los da José María Aznar, que es el presidente de honor y un referente innegable del partido, sino los ciudadanos que opinan en las encuestas y los electores que votan en las urnas.

¿Avisos inoportunos…? Pero, ¿es que estas críticas y malas valoraciones sociales del Gobierno, sistemáticamente desoídas por Rajoy, acaso no son ya de larga trayectoria y efectos contrastados a partir de las elecciones europeas de mayo de 2014…? ¿Y es que sería más eficaz -piensa la tropa marianista- hacer estas advertencias cuando el PP termine de pasar a la oposición en todas las instituciones de representación política…?

Lo esencial es que, en esto, Aznar lleva razón

Tras los pésimos resultados electorales del PP en las elecciones catalanas del 27-S, Aznar arremetió desde FAES contra la dirección de su propio partido en un comunicado que no tiene desperdicio, y de forma razonable, al margen de las simpatías o antipatías que se le puedan tener y de lo que en el pasado haya podido hacer mejor o peor. En él consideraba que el fracaso en Cataluña, que ya tuvo su previa en las elecciones de 2012, ha dejado a los populares ante “el peor escenario posible”, por lo que “algunos” -dice- deberían pensar “seriamente por qué el partido del Gobierno no ha sido capaz de representar a la mayoría de las fuerzas constitucionales”.

En su nota de prensa, el ex presidente Aznar advertía a sus correligionarios: “Tu rival de la izquierda queda fortalecido, tu espacio queda mermado, los secesionistas van a continuar el proceso. Tu posición está seriamente comprometida…”. Y destacaba que el último descalabro en Cataluña no ha sido cosa aislada y coyuntural sino un nuevo aviso del electorado del PP: “Ya va el quinto aviso y no se puede desoír”. En ese sentido cree necesario, y lleva razón, emprender “un proceso muy profundo de reflexión para extraer todas las consecuencias y ponerse a ello”.

En relación con la grave torpeza marianista en el tratamiento del ‘problema catalán’, que ha sido de puro pasotismo político, Aznar ha señalado:
“No hay nada más peligroso que tener encima de la mesa un problema de carácter existencial con el que te juegas la continuidad histórica de la Nación. No puede haber dudas; ni para el que recibe el mensaje ni para el que tiene que darlo. Hay que reafirmar el orden constitucional”. En su misiva de admonición a Rajoy, sostiene que “la primera regla de la política es que pierdes todas la batallas que no das. Lo que ha pasado en España en los últimos años es que solamente ha jugado un equipo y ese equipo ha ido ganando terreno”.

Aznar, que de cualquier forma ha sido el político más exitoso del PP, y al que Rajoy y sus marianistas han ninguneado durante cuatro años como si fuera de otro partido, metió el puñal dialéctico en la herida electoral de Rajoy de forma tan sangrante como inevitable, recordando -a efectos de la pasividad de Rajoy- que lo sucedido en el 27-S es algo que en FAES ya “veníamos advirtiendo desde hace tiempo, un fraccionamiento y división de Cataluña”. Y remarcando la trascendencia de los hechos: “Siempre hemos dicho que este era un intento condenado al fracaso y que antes de romperse y dividirse España, se rompería y dividiría Cataluña. El grado de fraccionamiento y división en Cataluña se va a agravar como consecuencia de las elecciones de ayer”.

Haciendo gala del sentido de la realidad política que le falta a Rajoy, Aznar añadía sin tapujo alguno: “Los constitucionalistas tenemos que decir que las elecciones autonómicas en Cataluña las han ganado los secesionistas, pero que han fracasado en sus intenciones plebiscitarias. Eso quiere decir que el proceso secesionista va a continuar y va a continuar más radicalizado porque los más radicales tienen más fuerza”. No obstante, también ha reconocido que “el constitucionalismo tiene espacio en Cataluña”, pero  “siempre que los que defienden los principios constitucionales se dediquen a eso y no a hacer extravagancias ni hablar de terceras vías o a abrir nuevos procesos de negociación que debiliten las posiciones constitucionales”, en alusión a las tibias posturas del PSOE.

Tras afirmar que “nosotros tenemos que defender y ampliar el espacio constitucional en Cataluña”, el ex presidente Aznar insistió en que “estamos en un punto muy interesante para volver a rearmar los movimientos constitucionales que se han desarmado en Cataluña”, pero que “si los partidos constitucionalistas se meten unos a hablar de un Estado federal, otros de tercera vías, otros de reforma constitucional, será un paso atrás muy grande". Un mensaje olvidado por Rajoy y que, hoy por hoy, parece mejor recogido por Ciudadanos, formación política que, al paso trotón de la actual dirección del PP, amenaza seriamente con arrollar a los populares en las elecciones del próximo 20 de diciembre.

Y Aznar concluía: “El electorado del PP ha dado un aviso en las elecciones europeas, muy serio; otro en las municipales; otro en las autonómicas; otro en las andaluzas, y le acaba de dar otro aviso en las elecciones catalanas. Son cinco veces consecutivas en pocos meses en los que el electorado te está diciendo que no está contento con cómo están las cosas. Ya va el quinto aviso y no se puede desoír”. Y aunque en este sentido cree obligado acometer de inmediato “un proceso muy profundo de reflexión, extraer todas las consecuencias y ponerse a ello”, todo indica que Rajoy no es el hombre necesario para afrontar esa reacción y que, además, ya llega tarde, y con el espacio de centro-derecha, que es el preferido de los electores, con representantes socialmente más atractivos que el abrasado candidato Rajoy.

Lo que pasa ahora, dicho llanamente, es que la imposición del ‘mal menor’ (votar de forma obligada al PP para que no gobierne el PSOE, o viceversa), ha saltado por los aires. Ahora, como ha visto Aznar y cualquiera que tenga dos dedos de frente, los votantes más o menos conservadores pueden optar también por Ciudadanos (y los de ideología progresista a Podemos), porque el nefasto bipartidismo español ha pasado a mejor vida.

Y, por eso, la campaña iniciada por los populares para asimilar a Pedro Sánchez con ZP, pidiendo el voto para que no se repita el desastre del zapaterismo, no va a funcionar. Es más, dará pie para que tampoco se repita el desastre antisocial del marianismo, sin que, además, la contumacia de Rajoy abandone la apelación al miedo (‘el PP o la nada’ que en su día sostuvo María Dolores de Cospedal), ya de muy dudosa eficacia.


Considerando el actual escenario electoral, parece que un enfrentamiento entre Mariano Rajoy (hoy por hoy lo más recalcitrante de una derecha lastrada por la corrupción) y Albert Rivera (que es una promesa política limpia y reformista) para disputar el espacio de centro-derecha, será letal para el PP. De hecho, al margen de sus enfrentadas políticas sociales, el zapaterismo y el marianismo son el cara y cruz de una misma ineptitud gubernamental, de una contemporización similar con la corrupción y de una idéntica pasividad ante las reformas institucionales más necesarias y demandadas por la ciudadanía: la separación de poderes, el fortalecimiento del Estado, las reformas administrativas, la potenciación de la economía productiva…

Todo ello mientras los independentistas catalanes y vascos se radicalizan y el voto de la izquierda clama por una unidad popular. Algo que tampoco ayuda al PP y que puede desplazarle a posiciones marginales de extrema derecha…

Pero al torpe Rajoy, experto en esconderse tras la pantalla de plasma y en correr por los pasillos del Senado huyendo de los periodistas (¡vaya espectáculos!), lo único que se le ocurre ahora es contestar de esta guisa en una entrevista apañada sobre la marcha con Antena 3 (01/10/2015): “Yo nunca he hecho un comunicado para dirigirme a Aznar ni a nadie. Yo a la gente le hablo a la cara, no con comunicados”. Y aclarar que no considera decisiva la opinión del ex presidente (“Aznar dice lo que cree oportuno y yo hago lo que tengo que hacer”), o sea que se la pasa por la entrepierna, apuntillando sobre la opinión que le merecía el comunicado de FAES: “Ni coincido ni dejo de coincidir”.

Es obvio que el galleguismo pasota de ‘Don Tancredo’ es malo, malo, malo, para el PP y en general para la derecha española, que recibirán en su trasero la patada electoral destinada al de Rajoy. Y su aferramiento a la ‘mieditis’ electoral, peor.

Su contumacia ha llevado a que siete días después, el lunes 5 de octubre, y nada menos que en un foro de la Fundación Vocento (ABC y derecha dura y pura), Aznar tuviera que reiterar en público que los jóvenes centristas liderados por Rivera (que parecen definirse como liberales-reformistas con conciencia social) les van a robar votos a manos llenas. Y, de nuevo, la respuesta del marianismo (sin réplica argumentada) ha sido de una gran simpleza: el centro-derecha sólo es del PP, Ciudadanos es centro-izquierda, el PSOE es la izquierda radical, Podemos es un partido bolivariano y la gente de IU soviéticos puros…

Entonces uno se pregunta si es que van a regalarle a Vox el espacio de la derecha conservadora y por qué extraña razón durante toda la legislatura el PP ha gobernado en clave de ultra derecha y a veces facistoide. Es decir, que Rajoy anda descolocado y con los papeles más perdidos que nunca, yéndole ahora al pelo aquella reflexión del devoto que había ofrecido el tronco de un ciruelo para tallar sobre el la efigie de San Pedro: “Quien te conoció ciruelo, ¿cómo te tendrá devoción?”.

Lo más lamentable y dramático del caso es que todos los populares saben desde hace tiempo que la faena política de Rajoy ha sido y sigue siendo penosamente autista. Lo único que ha hecho Aznar es recordárselo de vez en cuando como corrección fraterna o buen consejo del pater familias, mostrando los hechos y pidiendo una reflexión al respecto.

Pero, entonces, ¿a santo de qué viene la torpeza conjunta del Comité Ejecutivo Nacional del PP (nada menos que 97 pesos pesados del partido) de dejarle proclamarse candidato-perdedor para las próximas elecciones generales…? Quizás sea porque a su inmensa mayoría les priva el que no se les apee de las listas electorales (chupa que te chupa), aunque, como dicen los castizos, a Rivera se lo estén poniendo a huevo… y a Sánchez también.

Sin Rajoy, el PP podría ganar las elecciones legislativas y además volver a formar gobierno; pero con Rajoy de cabeza de cartel tendrá menos votos y muchas más dificultades para recibir apoyos externos. Lo peor del caso es que Don Tancredo, además de salir de La Moncloa por la puerta de atrás, dejará al PP con un roto descomunal: una buena lección sobre la falta de democracia interna para los que vengan detrás.

Si Rajoy no hubiera sido elegido líder del partido de forma digital (y por quien le señaló), sino por méritos propios en un proceso de primarias, no existiría ningún problema doméstico, porque hoy las opiniones de Aznar serían intrascendentes. Muy pronto veremos a dónde llega de verdad el PP con tanta miopía política y tantas apelaciones electorales equivocadas.

Fernando J. Muniesa