El pasado 25 de octubre, y exactamente en nuestra Newsletter 189, fuimos adelantados en advertir que Albert Rivera podía ser el próximo presidente del Gobierno. Cinco semanas después, el 30 de noviembre, y pocos antes de que esta misma semana se iniciara la campaña electoral del 20-D, los dos diarios políticamente más influyentes (El País y El Mundo) nos tomaban el relevo en la misma posición analítica.
No menos significativo ha sido el amplio reportaje dedicado a Albert Rivera el pasado fin de semana por el diario estadounidense The New York Times (NYT), de referencia mundial. En él se le presenta como ‘el líder del centro político’ y se apunta la posibilidad de que, finalmente, sea quien dirija el próximo gobierno.
Su autor, Raphael Minder, corresponsal del periódico en España, se desplazó a Barcelona para entrevistar a Rivera, tomando también opiniones al respecto de gente como el politólogo José Ignacio Torreblanca (militante del PSOE), el portavoz del PP Pablo Casado y el ex ministro socialista Josep Borrell, quien últimamente no oculta su simpatía hacía la formación naranja.
Torreblanca define a Rivera como “el único político catalán preparado para denunciar la mitología de la nación catalana desde el primer día”. Un mensaje que sin duda debería acusar el PP y, aún más, el PPC, cuyos devaneos con el soberanismo son un verdadero lazo al cuello del candidato nacional del PSOE Pedro Sánchez.
La extensa crónica de Minder destaca también cómo Ciudadanos es un caso especialmente raro dentro de la fragmentación política que se percibe actualmente tanto en España como en otros muchos países europeos. Y refuerza esta percepción recordando que todos los nuevos partidos que han subido en sondeos y elecciones, son de extrema derecha o de extrema izquierda, mientras que Ciudadanos lo ha encontrado acertadamente su hueco en el espacio de centro.
El propio Rivera apostilla: “Nosotros no tenemos que viajar al centro porque ya estamos ahí, lo que es mucho más fiable que el rumbo de un partido como Podemos, que empezó desde una posición mucho más extrema a la izquierda”. Esta comparación con el otro partido emergente revolotea en el reportaje del NYT con detalles de cómo Podemos se ha ido desinflando y Ciudadanos ha ido escalando puestos en las preferencias de los votantes. Y Rivera sostiene, como repite en muchas ocasiones, que mientras Podemos insiste en lo que se ha hecho mal, Ciudadanos va más allá y contesta a la pregunta del ‘¿qué hacer ahora?’.
La visión que el NYT ofrece de Rivera es la de un líder que defiende una agenda económica ‘liberal’ al corte del Partido Demócrata que gobierna en Estados Unidos, señalando que se mueve “entre las políticas de austeridad del Gobierno conservador de Mariano Rajoy y sus oponentes, los socialistas”. Y destaca que su partido, Ciudadanos, es capaz de combatir la corrupción destapada durante los últimos años en España.
De hecho, la posición de Rivera sobre el escabroso tema de la corrupción es rotunda. “No pretendemos cambiar la condición humana y decir que no habrá más ladrones, pero sí queremos asegurarnos de que vayan a la cárcel en lugar de seguir en sus cargos: queremos acabar con la impunidad”, sostuvo en su conversación con Minder.
El líder de Ciudadanos aprovecha la plataforma del NYT para insistir de forma muy significativa en que no pactará ni formará parte de un gobierno del PP o del PSOE, atento sin duda a lo que ha ocurrido en el Reino Unido con los liberal-demócratas de Nick Clegg, borrados del mapa electoral por sus pactos de acompañamiento con David Cameron. Para Rivera eso es una consecuencia “de entrar en un Gobierno que no cree en tus cambios”, pudiendo arrastrar a quien así actúe “a una situación de incoherencia y desencanto”.
El prestigioso diario estadounidense destaca algo ciertamente sorprendente. El hecho de que, si Ciudadanos ganase en efecto las elecciones del 20-D, se convertiría en el primer partido europeo en llegar al Gobierno sin tener previamente representación en el parlamento nacional.
Ante tal posibilidad, el popular Pablo Casado advertía irónicamente en el mismo reportaje: “¿Usted prefiere a un joven guapo y alto para pilotar su avión o a uno que haya sobrevivido a varias tormentas?”. Y Rivera le respondía que durante su mandato de gobierno Rajoy ha dirigido una administración que no ha estado en contacto con los problemas reales de la gente y que “nunca ha salido del simulador de vuelo”…
En octubre, señalábamos que, oleada a oleada, el barómetro electoral de Metroscopia ratificaba el subidón de Ciudadanos, gracias a un corrimiento de expectativas de votos de circulación variable: del PP a Ciudadanos, de Podemos al PSOE, del PSOE a Ciudadanos… Lo que iba dibujando en torno al partido de Albert Rivera una imagen de utilidad para desbancar del Gobierno al PP y mantener aún al PSOE en la oposición.
Y el 30 de noviembre, el mismo instituto demoscópico ratificaba un triple empate entre PP (22,7% en estimación de votos), Ciudadanos (22,6%) y PSOE (22,5%), con Podemos descolgado en cuarta posición (17,1%); es decir, que cualquiera de los tres partidos empatados podría alcanzar la victoria final. Pero, lo innegable es que la posición centrista de Ciudadanos todavía le permitiría crecer a costa del PP y del PSOE, mientras que el trasvase inverso es, obviamente, menos probable (con independencia de lo que pueda suceder con los indecisos o con el voto ‘inútil’ que todavía flota sobre Vox, UPyD o IU).
Ahora, a dos semanas del 20-D, los analistas que no han querido ver con suficiente perspicacia la caída del bipartidismo y el batacazo simultáneo del PP y del PSOE, se caen de la burra y empiezan a fijar posiciones más afines al pulso social, por si acaso. Mientras que en el PP se tientan la ropa con Ciudadanos y en el PSOE con Podemos.
De hecho, Casimiro García-Abadillo publicaba en El Mundo (30/12/2015) un artículo titulado justamente ‘¿Rivera presidente?’ y apoyado no en las encuestas realizadas por Metroscopia para El País, sino en las de Sigma Dos patrocinadas por el diario que aloja sus propios análisis y sus comentarios políticos. Y eso que aún se agarraba a la hipotética distribución de escaños propuesta con muy escaso fundamento por Sigma Dos, especialmente favorable para el PP y a un cálculo de la media de todas las encuestas publicadas durante el mes de noviembre que, lógicamente, incluye las patrocinadas por el PP en sus medios más afines y, por tanto, bajo fuerte sospecha de manipulación interesada.
En cualquier caso, el autor del artículo-pregunta reconocía que si los datos de Sigma Dos se confirmaban conllevarían -y en eso llevaba razón- un batacazo tan monumental para el PP y el PSOE que ni Rajoy ni Sánchez podrían sobrevivir políticamente. Y se agarraba al consabido ‘escape’ del alto porcentaje de indecisos, ignorando que, en realidad, éstos terminan decantándose en proporciones muy similares a los de los no indecisos…
Cierto es que el último barómetro del CIS (que es el instituto demoscópico del Gobierno), realizado con una gran muestra de 17.452 entrevistas y hecho público con suma oportunidad justo al comienzo de la campaña electoral, coloca al PP en primera posición con el 28,6% de los votos, seguido del PSOE con el 20,8%, de Ciudadanos con el 19,0% y de Podemos con el 9,1%. Pero no lo es menos que, al final, sus datos no se suelen acercar a la realidad final ni por asomo, así que cuidado con la manipulación estadística venga de donde venga.
Sin ir más lejos, la última estimación de votos del CIS en las elecciones catalanas del pasado 27 de septiembre, en base a otra espectacular macro encuesta, fueron de un 32,3% para Junts pel Sí (que finalmente obtuvo un 39,59), de un 8,8% para Ciutadans (que obtuvo nada menos que un 17,9%), de un 7,4 para el PSC (que obtuvo un 12,72%), de un 3,9% para el PPC (que obtuvo un 8,49%)… Eso es lo que hubo (errores monumentales le duela a quien le duela), y no sería extraño comprobarlos de nuevo en la noche del 20-D.
Puestos a lanzar teorías aventuradas, como en el fondo se hace con las encuestas electorales, nosotros podíamos sostener sin el menor rubor que, si la sociedad española está verdaderamente harta del bipartidismo, la partitocracia y la corrupción política impuestas de consuno por el PP y el PSOE, que parece ser que sí, la utilidad del voto a Ciudadanos se puede disparar en el último momento y hacerle ganar las elecciones de calle. Sin más.
Fernando J. Muniesa