A lo largo de 2019-2022 se cumple el 500º aniversario de la primera circunnavegación que acercó Asia a Europa por el occidente de la mano de Juan Sebastián Elcano. Si la llegada, casual e inesperada, al Nuevo Mundo fue importante al convertir América de extremo oriental de Asia en extremo occidental de Europa, hemos de subrayar que la vuelta al mundo de Elcano fue el hecho global más importante de la Modernidad, desde todos los puntos de vista que planteemos, desde el comercial y económico, al cartográfico, folclórico, cultural, musical y gastronómico, así como en el mundo de la ciencia y la medicina... todo cambió, desde los olores de los mercados, sembrados ahora de especias, hasta los colores de las ropas, la música, la multiplicidad de los barrocos hispanos... todo cambió radicalmente. Asia llegó a España y a Europa a través de Nueva España y nada fue igual a partir de ese momento. La visión general del mundo cambió por completo. Estos personajes, Magallanes, Elcano, Gómez de Espinosa y sus compañeros, y tantos navegantes olvidados, unen en sí la tradición exploradora de España que llegó a ser en aquel momento una primera potencia, por no decir la primera, tanto comercial como naval. España con la circunnavegación comprobó la redondez de la tierra tal como le explica Elcano en su carta al emperador nada más desembarcar, realizando con esta expedición una serie de aportaciones, tanto geográficas como culturales y científicas, que añadidas al posterior hallazgo del tornaviaje por Andrés de Urdaneta, crean el primer mercado global y su primera moneda, de similar significado a lo que hoy es el dólar, que fue el peso duro o real de a ocho de plata, que llegaría a ser la primera moneda circulante en los nacientes EE.UU. de América. La expedición circunnavegadora que partió de Sevilla en el mes de agosto de 1519, amplió, más de lo que pudo imaginar, los límites del mundo conocido hasta el momento, y otros tantos exploradores les siguieron, buscando accesos desde el Atlántico al Pacífico tanto por el norte como por el sur y centro de América, surcaron el Mar Español o Mar del Sur, como se conoció al océano Pacífico, partiendo tanto de Nueva España como del Perú, ejecutando intrépidas exploraciones hacia el estrecho de Magallanes e incluso hacia Alaska, describiendo, nombrando y cartografiando de forma incansable aquella inmensidad marítima.
Españoles olvidados del Pacífico es una disculpa y una oportunidad. Tenemos una historia tan rica que debemos aprovechar cualquier tipo de efeméride para recordar todo lo que fuimos a lo largo de nuestra historia. La circunnavegación, 1519-1522, abarca un trienio fundamental en la historia de España, el esfuerzo por llegar a las Indias por el oeste, a las Molucas, para obtener las especias. Así que se me ocurrió la idea de un libro sobre esa exploración y su gestación, sobre Magallanes, que es rechazado cuatro veces por el rey Manuel y que al final se naturaliza español, renuncia a su nacionalidad y recibe el hábito de Santiago como máximo reconocimiento, y que es almirante y capitán general de la flota de las especias. Quería documentar ese viaje y otras exploraciones para llegar a las Molucas y superar el obstáculo que supone América. Hay un primer intento de atravesar Centroamérica por parte de Colón, a los que seguirán otros, e intentos de bordear América por el sur y por el norte. Y también quería enlazar estos intentos con las expediciones continentales para encontrar un brazo de mar que uniera los océanos, como la de Coronado en 1535 o la de Juan de Oñate en 1598. Quería hablar de estos marinos y exploradores y recordar sus gestas.
Como organización, decisión y apuesta, fue totalmente una empresa de la corona española y todos los que fueron, fueron como españoles. Muchas veces se emplea la palabra “imperialista” denostándola, pero España fue una nación imperial en el sentido de integradora. Había hombres de territorios de la Monarquía Hispánica y otros que no lo eran, pero iban como españoles. Con Magallanes había hasta un hombre de Bristol o un alemán del norte.
Un hecho poco conocido es que el Pacífico era denominado como el Mar Español. Los españoles fueron los primeros que penetraron en ese espacio, ese camino de vuelta en 1565 con Andrés de Urdaneta, y son sus primeros exploradores. Tendrían que pasar más de cien años para que se aventuraran otras potencias. Hay itinerarios, como el que empleó Elcano para ir desde las Molucas, desde Timor, hacia África del Sur, que pasarían cien años sin volver a ser utilizados, e incluso no fueron rutas habituales hasta la llegada de los barcos de vapor. A Elcano no se le reconoce el mérito de recorrer este itinerario. Lo que se conoce como la ruta portuguesa bordeaba la India, el golfo de Adén, donde existía el peligro permanente de la salida de la flota turca desde el puerto de Yeda, y luego seguía por Mozambique y Madagascar hasta llegar a Sudáfrica. Elcano tomó una decisión muy valiente, dadas las informaciones recibidas de Pedro Alfonso de Lorosa, un luso que se pasó a los españoles porque se sentía maltratado por el Rey de Portugal, que le avisó de que los portugueses pretendían destruir la flota. Por eso, ¿qué puede reclamar Portugal de la vuelta al mundo si lo que hizo fue intentar abortarla? Primero mandó una flota a Buena Esperanza y otra al cabo de Santa María, a la entrada del Mar de la Plata, pero llegaron tarde. Y cuando Esteban Gómez deserta en el estrecho de Magallanes y llega a Sevilla, el Rey Manuel, nada más enterarse, manda otra flota al Índico para poder capturarlos en las Molucas. Pero la flota portuguesa no llega a tiempo porque es atacada por los turcos en el golfo de Adén. Elcano decide entonces cruzar el Índico en diagonal por el Índico sur, el mar más desabrido de los océanos terrestres y sin puntos de parada, salvo la isla Ámsterdam rodeada de acantilados y donde no pudieron detenerse, llegando hasta el cabo de Buena Esperanza sin poder aprovisionarse. Tampoco pueden parar en Mozambique, por miedo a ser capturados, ni en Gambia, por los arenales, y llegan hasta la isla de Santiago en Cabo Verde.
Y dentro de la expedición no solamente la epopeya de Elcano desde Timor hasta el cabo de Buena Esperanza es digna de mención. La desgracia que pasó Gómez de Espinosa, que desde las Molucas intentó regresar por el Pacífico a Nueva España en un viaje de casi ocho meses para no obtener nada. Parte con cincuenta hombres hacia el norte y sufren unos temporales brutales, y solo retorna la mitad al punto de partida en las Molucas. Además, cuando llegan encuentran que el asentamiento que habían dejado allí como base había sido capturado por el capitán portugués Antonio de Brito. Gómez de Espinosa le pide ayuda y acaba detenido con sus hombres y despojado de sus diarios de navegación. Cuando reclama que levanten acta, de Brito le amenaza con colgarlos a todos. Los españoles son obligados a realizar trabajos forzados y pasan por Malaca y la India. Solo cuatro supervivientes llegarán a la cárcel de Limonero en Lisboa y solo tres logran regresar a España. Para mí, esta historia es digna de una gran película. El Emperador concedió a Gómez de Espinosa un escudo de armas en cuya cimera figura “tú también fuiste de los primeros que me dieron la vuelta”.
Este libro también narra otras grandes epopeyas. Por ejemplo, los intentos de encontrar la Terra Australis Incognita, a finales del siglo XVI, las expediciones de Álvaro de Mendaña, o de Pedro Fernández de Quirós y Váez de Torres. Parten desde Perú e intentan llegar a esa Terra Australis, creen encontrarla cuando llegan a las Salomón y Fernández de Quirós regresa, mientras que Torres continúa y pasa entre Nueva Guinea y el extremo norte, el cabo York, de la península Carpentaria en Australia. De hecho, ahora lleva su nombre, el estrecho de Torres, y llega hasta Filipinas. España en aquel momento está en su período de máxima expansión, guerras en Europa y reorganización en América, y realmente no tenía los medios para lanzarse a esa nueva expedición hacia Australia. Lo lamentable es que esa información quedó recogida en gran parte en Filipinas y, durante la ocupación británica de las islas en el siglo XVIII, toda la información cartográfica cayó en manos de los ingleses. Un navegante y botánico, Alexander Dalrymple, recogió la información y se la llevó a Londres, ofreciéndose al Almirantazgo para protagonizar esas expediciones en los mares del Sur. Al final, para que no pareciera muy evidente, se lo encargaron a Cook. El inglés llega a Hawái y dice no haber encontrado las islas Mesa, Vecina y Monjes que aparecen en los mapas españoles, sino que ha encontrado nuevas islas y las dibuja más hacia el este renombrándolas como islas Sándwich, actualmente las islas Hawái. Realmente lo que hizo fue llegar a unas islas que estaban en los mapas y habían sido dibujadas por los españoles hacía muchísimos años. Es el apropiamiento de nuestra historia. España muchas veces no la reclama con justo orgullo y otros se apropian de ella.
Vivimos todavía bajo un clima de Leyenda Negra, en muchos casos sobre todo por nuestra culpa. En general todos los pueblos tienen una tendencia a menospreciar a los vecinos, y los términos en los que ese menosprecio se expresa siempre tiene sus dejes históricos. Pero la leyenda negra nace en las potencias rivales y del entorno español dando cada una su toque peculiar para menospreciar y negativizar el legado español, y ello a gran escala pues ha llegado a ser asumido dentro de España por las corrientes políticas de la izquierda más radical y por los separatismos. La historia española es fascinante y no lo es sólo para nosotros sino también para muchos historiadores extranjeros. Es una historia magnífica, una historia imperial, con dos vertientes, como tiene el espíritu humano, un lado bueno y también otro malo. Pero con una historia así de impresionante hay muchísimos motivos para estar orgulloso de ser español.
Como escribió Sancho de Londoño en 1568 para definirnos: “Son españoles los que aman más la honra que la vida, y temen menos la muerte que la infamia.”
Perfil del autor
JOSÉ ANTONIO CRESPO-FRANCÉS Y VALERO, Doctor en Artes y Humanidades por la Universidad de Navarra, Carrera Superior Militar, Coronel de Infantería, Escala Superior del Cuerpo General de las Armas, nacido en Madrid el 11 de mayo de 1957. Se inició en el mundo de la Historia a través de sus Ciencias Auxiliares como la Heráldica, la Vexilología, la Uniformología, la Genealogía y la Paleografía o el mundo de las Órdenes Militares. Tras realizar trabajos sobre esas materias, se adentró en el ámbito de las grandes exploraciones y de la expansión española en América y el Pacífico, centrándose en los personajes olvidados de la Historia. Sus últimos libros se han centrado en materias como la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén, el tan traído tema de permanente actualidad de la Leyenda Negra, en personajes como Blas de Lezo y la defensa de Cartagena de Indias (Editorial Actas, 5 ediciones), Juan de Oñate, Pedro Menéndez de Avilés o su última obra de gran éxito Españoles olvidados de Norteamérica (Editorial Actas, dos ediciones). Durante 2019 presentó en el Museo Naval de Madrid, con enorme aceptación, el libro de su tesis doctoral Estudio histórico y edición crítica del Memorial de Solís de Merás: La Florida de Pedro Menéndez de Avilés, por la que recibió la calificación de Sobresaliente Cum Laude. Ha participado en obras colectivas con la Biblioteca do Exército de Portugal, tratando la figura del maestre de campo general de los Países Bajos Carlos Coloma de Sáa, con el Ministerio de Defensa en el libro Rojo, Amarillo, Rojo en el 175º aniversario de la Bandera Nacional, en los tomos de la Historia Militar de España con su trabajo dedicado a la Batalla de Nördlingen, y de una forma más extensa en el libro George Washington y España: El legado del Ejército Español en los Estados Unidos de América. Adherido al Manifiesto por la Historia y la Libertad, en respuesta al partidista proyecto de ley presentado en el Congreso para reformar la mal llamada Ley de Memoria Histórica de diciembre de 2007. En 2019 recibe el Premio Nacional Cultura Viva en el apartado Historia. Concedidas diversas condecoraciones y reconocimientos nacionales, militares y estatales, internacionales y de la Santa Sede. Mérito Militar, Naval, Aeronáutico, así como las Encomiendas de la Orden del Mérito Civil, de la Orden de Isabel la Católica y de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio.