Detrás de la defensa de la libertad de expresión, se esconden discursos islamófobos que violan el derecho de confesiones religiosas de millones de personas del mundo.
El reciente incidente de la quema de una copia del sagrado Corán en Suecia ha generado preguntas más amplias, si tal acto podría describirse como un crimen de odio o no, ¿cuáles son los límites de la libertad de expresión? y, ¿por qué el culpable, un iraquí, cometió tal acto?
Salwan Momika, de 37 años, ciudadano iraquí que vive en Suecia desde hace dos años, quemó páginas del Corán frente a una mezquita de Estocolmo, el pasado 27 de junio, después de colocarle un trozo de tocino, considerado impuro por los musulmanes, y pisotearlo.
Aparentemente, había publicado un vídeo en línea, declarando su intención de quemar el Corán el día de la fiesta de Eid-al Adha, e incluso había pedido donaciones y apoyo de su familia y amigos en el vídeo. Justificando aún más su acto, dijo que había recibido permiso de la Policía de Estocolmo para quemar un ejemplar del sagrado libro.
El jueves 20 de julio, Momika, después de recibir los permisos necesarios de la Policía sueca, volvió a profanar el libro sagrado de los musulmanes por segunda vez en las últimas semanas, lo que provocó una fuerte reacción de los países islámicos.
Líderes de países musulmanes condenan blasfemia contra el Corán
Obviamente, el acto provocó la ira en todo Asia Occidental y más allá. El Líder de la Revolución Islámica de Irán, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, calificó la profanación del Corán en la capital sueca, como un incidente amargo, conspirativo y peligroso. Enfatizó que el castigo más severo para el perpetrador de este crimen, es el consenso de todos los eruditos islámicos.
Por su parte, el presidente de Irán, Seyed Ebrahim Raisi, consideró el respaldo del Gobierno de Suecia a la profanación del Corán, como una postura de guerra contra el mundo islámico.
A su vez, el secretario general de Hezbolá, Seyed Hasan Nasralá, elogió la postura de Irán e hizo un llamado a los países del mundo árabe para que corten sus lazos diplomáticos con Suecia.
El movimiento popular yemení Ansarolá también denunció que insultar el Islam, se ha convertido en una acción sistemática y el lobby sionista y el incrédulo Occidente lo respaldan.
Irak expulsó a la embajadora de Suecia de su país, y la Cancillería iraquí subrayó su compromiso de dar seguimiento a los acontecimientos relacionados con estos hechos atroces, y declaró que tales acciones no pueden ser consideradas como un ejemplo de libertad de expresión y de manifestación.
¿Crimen de odio o no?
Momika alega que su idea era resaltar la importancia de la libertad de expresión, ya que fue citado en los informes diciendo: “Esto es democracia. Está en peligro si nos dicen que no podemos hacer esto”.
No obstante, aquí surgen preguntas más importantes: Si bien se condena de forma correcta las expresiones de racismo y de antisemitismo, ¿porque no se hace lo mismo con las expresiones de islamofobia que no tienen en cuenta las creencia millones de personas?, ¿si este acto sacrílego, puede interpretarse como un crimen de odio o no?
En ausencia de una definición universalmente aceptada de Delito de Odio, y la manera en que los delitos contra la comunidad musulmana en Europa y en otros lugares no se denominan Delito de Odio, existe una necesidad urgente de dar una definición universalmente aceptada de Delito de Odio.
Al igual que condenar la xenofobia en cualquier forma, el mundo occidental debe actuar de manera unida contra los actos o palabras contra la comunidad islámica. De lo contrario, el abismo entre el mundo occidental y el oriental se puede profundizar.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) había proclamado el 18 de junio como el Día Internacional para Contrarrestar el Discurso de Odio.
Pero, como expresó el secretario general de la ONU, António Guterres, en el lanzamiento el 18 de junio, “pero estamos lejos de ser impotentes frente al discurso de odio. Podemos y debemos crear conciencia sobre sus peligros, y trabajar para prevenirlos y acabar con ellos en todas sus formas”.
Según lo expuesto, las naciones occidentales y también a otras naciones, deben actuar con rapidez para establecer una definición universalmente aceptada de los crímenes de odio, que abarque todas las formas de discurso de odio y otros actos hostiles contra la comunidad musulmana, además de decidir cuáles son los límites de la libertad de expresión; de lo contrario, incidentes como el de Suecia seguirán ocurriendo.