El instrumento del golpismo pro monárquico
JAIME MILANS DEL BOSCH nació el 8 de junio de 1915 en Madrid. Perteneció a una familia aristócrata y de profunda raigambre militar, siendo el sexto general de la misma por línea directa. Su padre fue teniente general y su abuelo capitán general de Cataluña y jefe del Cuarto Militar del Rey Alfonso XIII. Con su fallecimiento, acaecido el 26 de julio de 1997 en su domicilio madrileño de La Moraleja como consecuencia de padecer un tumor pulmonar, se truncó definitivamente la continuidad de esa larga vinculación familiar al generalato.
Ingresó en la Academia de Infantería de Toledo en diciembre de 1934, donde le sorprendió el inicio de la Guerra Civil. Como cadete defendió el Alcázar toledano, que entonces era sede de la propia Academia Militar, durante las diez semanas que duró el terrible asedio al que fue sometido por las fuerzas republicanas, recibiendo en él su primera herida de guerra.
Una vez ascendido al empleo de alférez, Milans del Bosch se incorporó a la VII Bandera de La Legión en la que permaneció durante el resto de la contienda, ascendiendo sucesivamente a teniente y capitán, y siendo herido en tres ocasiones más. En 1941 se alistó como voluntario en la División Azul, combatiendo en el frente ruso durante un año, donde fue herido por quinta vez.
Entre los cursos profesionales que realizó destacan los de Estado Mayor del Ejército, de la Marina y del Aire, y el de Altos Estudios Militares. También fue profesor de la Escuela de Guerra Naval.
En 1945 ascendió a comandante y en 1957 a teniente coronel. En 1962 fue destinado como agregado militar a la Embajada de España en Buenos Aires, con jurisdicción sobre Argentina, Uruguay Chile y Paraguay. En 1965 fue promovido al empleo de coronel, ocupando primero el mando del Regimiento “Asturias” nº 31 y después la segunda jefatura del Estado Mayor de la capitanía general de la I Región Militar, con sede en Madrid.
Milans del Bosch ascendió a general de brigada en 1971, siendo designado entonces jefe de la Brigada Mecanizada nº 11, integrada en la División Acorazada “Brunete”, unidad emblemática del Ejército que mandó definitivamente cuando en septiembre de 1974 fue promovido al empleo de general de división. El 9 de diciembre de 1977 fue ascendido a teniente general, asumiendo a los pocos días, el 12 de enero de 1978, el mando de la III Región Militar, con sede en Valencia, destino en el que terminaría protagonizando la intentona golpista del 23-F.
De hecho, en la tarde de autos, poco después de que el teniente coronel Tejero asaltara el Congreso de los Diputados, Milans del Bosch decretó el “estado de excepción” en la III Región Militar bajo su mando. Decisión que acompañó con el despliegue de un notable contingente de fuerza armada, incluyendo artillería, carros de combate y tropas de Infantería, en los puntos más estratégicos de la capital valenciana, que de esa forma quedó bajo control militar.
Procesado por su participación en aquellos sucesos, el Tribunal del Consejo Supremo de Justicia Militar que los juzgó (Causa 2/1981) le condenó a la pena de treinta años de reclusión, con baja definitiva en el Ejército, como autor de un delito consumado de rebelión militar, sentencia que fue firme al no ser recurrida en casación ante el Tribunal Supremo. Aunque fue la mayor condena efectiva de la Causa 2/1981, pidió expresamente que nadie solicitara su indulto y cumplió en todos sus términos la pena que le fue impuesta, obteniendo la libertad condicional reglamentaria el 1 de julio de 1990, al cumplir los 75 años de edad.
A lo largo del proceso nunca acusó a persona o institución alguna, ni se arrepintió de ninguno de sus actos. De hecho, sus últimas palabras ante el tribunal que le juzgó, contundentes y lapidarias, describirían su actitud de forma bien precisa: “Quiero afrontar mi responsabilidad en los hechos. Y para quienes han jugado con dos barajas y no han querido hacerse responsables de sus cargas, vaya mi mayor desprecio... En idénticas circunstancias, yo volvería a actuar de la misma manera”.
En cualquier caso, mientras consumía su condena en prisión, y tal vez también el título irrepetible de “guía” del estamento militar, Milans del Bosch evidenciaba el vicioso círculo de silencios que caracteriza los sucesos del 23-F cuando, al ser requerido por Antena 3 TV para saber si alguna vez se conocería la verdad de los mismos, respondió: “Yo creo que nunca... Porque la verdad es siempre relativa... La verdad mía no será seguramente la verdad de Armada, ni la verdad de Tejero, ni la verdad de otras muchas personas...”. Una actitud, ciertamente sintomática, que enterraba también su verdad personal.
Antes de aquellos acontecimientos, Milans del Bosch llegó a ser presidente del Consejo de Administración del diario “El Alcázar”, portavoz del franquismo residual más reaccionario. En sus páginas se le calificaba de forma reiterada como “espada del Ejército de la Victoria”.
Casado con Amparo Portolés y Balaguer, el general Milans del Bosch fue padre de tres hijos. Uno de ellos, Juan Milans del Bosch Portolés, a la sazón capitán de Caballería, protagonizó un incidente significativo en relación con el papel que, en su opinión, el rey Juan Carlos podría haber jugado antes, durante o después del 23-F. Sucedió el 19 de mayo de 1981, en el bar del Club de Campo de Madrid, cuando en una conversación que mantenía con algunos familiares, y en un tono algo elevado, afirmó: “El Rey es un cerdo y un inútil”. El capitán de Infantería Salvador Aymerich, que se encontraba en el mismo lugar, recriminó sus palabras, resultando herido levemente cuando ambos se enzarzaron en un altercado más acalorado.
Tras la denuncia interpuesta por el capitán Aymerich, el Consejo de Guerra que juzgó aquella manifestación, admitida como cierta por el propio encausado, falló la correspondiente Causa 171/1981 condenando a Juan Milans del Bosch, como autor de un delito de injurias leves al Jefe del Estado, a la pena de un mes y un día de arresto, con la accesoria de suspensión de cargo público, profesión, oficio y derecho de sufragio durante el tiempo de la condena, junto con el correspondiente efecto militar de suspensión de empleo y pérdida de tiempo para el servicio. Considerando las dificultades políticas afectas a su carrera profesional, en 1990 solicitó pasar a la reserva transitoria, ya ascendido a teniente coronel.
Durante su prestigiosa carrera militar, empañada por los lamentables sucesos del 23-F, Jaime Milans del Bosch fue distinguido con numerosas condecoraciones, destacando entre ellas la Medalla Militar Individual, una Laureada y dos Medallas Militares colectivas, tres Medallas Rojas del Mérito Militar, Grandes Cruces del Mérito Militar y Naval, la Cruz de Hierro alemana, la Cruz al Mérito de Guerra italiana... Con independencia de estos reconocimientos militares, que sería prolijo completar, en su hoja de servicio puede comprobarse también la sustitución de la constancia del “valor acreditado” por la del “valor distinguido”. Tras fallecer en 1997 fue enterrado en la cripta del Alcázar de Toledo con los honores propios de quien, como heroico defensor del mismo en el verano de 1936, tenía acreditado ese derecho.
Cuando se le pidió opinión pública sobre el general Franco, a raíz de su fallecimiento, manifestó lo siguiente:
Mi impresión personal de Franco está contenida en la orden general extraordinaria que dicté y mandé publicar y distribuir a las unidades de mí dependientes el 21 de noviembre de 1975, siendo jefe de la División Acorazada. Dice así:
A las 05:25 horas ha fallecido el Jefe del Estado, Caudillo de España y Generalísimo de los Ejércitos, tras una vida inigualable en lo ejemplar, llena de servicios y de total entrega a la Patria. Al comunicároslo oficialmente, siento el dolor que acongoja al soldado y al patriota ante la pérdida del héroe legendario que lo ha sacrificado todo en el altar de la Patria, pero soy consciente de que su ausencia en nada va a modificar nuestra entereza, nuestra voluntad de servir y nuestra confianza en el futuro de España, porque previsoramente fue nombrado sucesor al trono el Príncipe de España -hoy nuestro Rey-, cuya preparación y extraordinarias virtudes de todos son conocidas.
En torno a su egregia persona, cerramos filas desde ahora con patriotismo de españoles, disciplina de soldados, lealtad de caballeros, alegría en el servicio y nuestra total entrega.
Lo espera así de vosotros, generales, jefes y oficiales, suboficiales y cabos, vuestro general, que, una vez más, siente el orgullo y la satisfacción de mandaros.
Quizás, aquel posicionamiento retrospectivo, encadenando la imposible sucesión franquista con la figura del Rey emergente, fuera el preludio subconsciente del papel que, apenas seis años más tarde, él mismo terminaría desempeñando como instrumento armado del golpismo pro monárquico.
Entre ambos hitos, el periodista y escritor Carlos Fernández Santander relató que durante una demostración militar presidida por el Rey en las instalaciones que la División Acorazada “Brunete” tenía en el extrarradio madrileño de Campamento, Jaime Milans del Bosch, que ya estaba al frente de la misma, le precisó: “Majestad, con este tanque puedo alcanzar la Puerta del Sol”. En aquellos momentos nadie supo con certeza si se trataba de una información o de una amenaza, pero lo historia vivida con posterioridad motivó que algunos analistas reinterpretaran la anécdota cuando menos como una advertencia de la asonada que, en efecto, ya se estaba avecinando.
FJM (Actualizado 05/09/2011)
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