El rigor militar por encima de la manipulación política
FÉLIX MIRANDA nació el 14 de julio de 1934 en Burgos, en el seno de una familia con ascendencia militar y en la que su progenitor alcanzó los entorchados de teniente general.
Ingresó en el Ejército el 1 de octubre de 1950, obteniendo el empleo de teniente de Infantería en 1955, el de capitán en 1963 y el de comandante en enero de 1975. En 1982 ascendió a teniente coronel y en 1985 a coronel. Fue promovido al generalato en febrero de 1989, ascendiendo a general de división en junio de 1992.
Cursó la licenciatura de Ciencias Económicas y complementó su formación militar obteniendo los diplomas de Estado Mayor del Ejército (1967) y de Estados Mayores Conjuntos. También realizó diversos cursos de especialidad, entre ellos los de paracaidismo, mando de carros de combate, adiestramiento físico-militar, programador de informática...
Entre sus destinos profesionales destacan los vinculados a unidades operativas: Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas "Tetuán" nº 1, Regimiento de Infantería "Soria" nº 9, Batallón Expedicionario de Ifni, Regimiento de Infantería "Tenerife" nº 49, Regimiento de Infantería "San Marcial" nº 7... En su condición de diplomado de Estado Mayor del Ejército, desempeñó destinos en la Escuela Superior del Ejército y en la Capitanía General de la VI Región Militar, siendo nombrado también jefe de Estado Mayor de la Región Militar Pirenaica Occidental (Burgos). Fue agregado militar en Méjico, Honduras y Guatemala.
Como general de división, Félix Miranda estuvo al mando de la Jefatura Logística de la Región Militar Pirenaica Occidental, designación acompañada con el nombramiento de gobernador militar de La Coruña. Posteriormente fue nombrado comandante general de Ceuta, destino en el que se mantuvo hasta el 7 de julio de 1995, momento en el que asumió la dirección general del CESID.
Ese nombramiento se produjo en una situación ciertamente conflictiva, caracterizada por la acumulación de presuntas actividades ilegales del CESID, por el obligado cese de su director precedente, el general Alonso Manglano, y por la proximidad de unas elecciones generales (marzo de 1996) que anunciaba una alternancia política en el Gobierno. En ese contexto, el nombramiento de Félix Miranda como nuevo responsable de los Servicios de Inteligencia sólo se pudo entender en los círculos informados bajo la presunción de un eventual intento de manipulación política por parte del Ministerio de Defensa, ya que se trataba de un militar con escasa experiencia aplicable al cargo y a punto de pasar a la reserva. Pero esa posibilidad ignoraba en todo caso que su sentido de la rectitud y el honor militar no se doblegarían ni siquiera ante el señuelo de su ascenso a teniente general, que él desdeñó.
Lo cierto es que Félix Miranda sólo aceptó formar parte de una terna de candidatos al cargo por una petición personal del ex ministro de Defensa Julián García Vargas, dimitido también por el escándalo de las escuchas ilegales del CESID, quien le aseguró que la inclusión de su nombre en la lista de candidatos era una mera formalidad y que con toda probabilidad el designado sería otro. Sin embargo, el proceso de selección se complicó dado que, salvo él, ninguno de los propuestos contaba con suficientes informes favorables, incluido el del director precedente.
En todo caso, la hipótesis de un nombramiento marcado más por el interés político de coyuntura que por la eficacia en la función a desempeñar, se vio corroborada cuando el nuevo ministro de Defensa, Gustavo Suárez Pertierra, creó el cargo de director adjunto del CESID, hasta entonces inexistente, sin consultarle ni advertirle al respecto. Y porque para dicho cargo nombró, también sin el conocimiento previo de Félix Miranda, a Jesús Del Olmo, recién ascendido a general del Cuerpo Jurídico Militar y hasta ese momento director de su Gabinete y de la DRISDE (Dirección de Relaciones Informativas y Sociales de la Defensa): un "comisario político" en toda regla.
Aquella espectacular y sospechosa promoción del "adjunto" a la dirección del CESID fue realmente poco ortodoxa, ya que contaba tan sólo con dos años de empleo como coronel, fue realizada perjudicando gravemente a tres compañeros mejor clasificados que él para el ascenso al generalato y, sobre todo, porque no existía la plaza vacante preceptiva.
De cualquier forma, Félix Miranda no se prestó a ningún juego de marionetas y cuando concluyó el proceso electoral en marcha hizo efectiva su dimisión (advertida privadamente a los dirigentes del PP), alegando para ello su reglamentario paso a la reserva y renunciando de forma ejemplar a la posibilidad que se le había ofrecido de culminar su carrera como teniente general, petición que el 8 de marzo de 1996 le aceptó el Gobierno socialista en funciones, agradeciéndole los servicios prestados. El 24 de mayo de 1996, se nombró nuevo director del CESID a Javier Calderón, teniente general ya en la segunda reserva y con destino de favor como representante del Ministerio de Defensa ante la Cruz Roja Española.
Las diferencias de fondo que el general Miranda mantuvo con el ministro Suárez Pertierra, alcanzaron su cenit de forma inmediata a su nombramiento, cuando ante los requerimientos del juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón para que le entregase una copia de los "papeles de los GAL", documentos internos clasificados y supuestamente con una copia en manos del coronel Juan Alberto Perote, el titular de la cartera de Defensa le conminó a no hacerlo. Félix Miranda solicitó entonces que le confirmara su advertencia como orden por escrito, lo que obligó al ministro a asumir su propia responsabilidad. De hecho, Garzón tuvo que dirigir su requisitoria personalmente a Suárez Pertierra, indicándole que, de no entregarle la documentación, podría incurrir en un delito de falta de colaboración con la justicia.
El Gobierno interpuso in extremis un conflicto de jurisdicción con el magistrado de la Audiencia Nacional, que finalmente fue resuelto por el Tribunal de Conflictos a favor del titular de Defensa y de su negativa a entregar los documentos clasificados como "secretos".
Tras aquel suceso, el director del CESID tampoco se prestó a maquillar la contabilidad de los presupuestos asignados y no consumidos en el ejercicio de 1995.
Félix Miranda se casó con María de las Mercedes Fernández, matrimonio del que nacieron dos hijos. A lo largo de su vida profesional fue distinguido con varias condecoraciones, destacando entre ellas cinco Cruces del Mérito Militar, la Gran Cruz del Mérito Militar, la Cruz de la Campaña Ifni-Sáhara, la Medalla de Sufrimientos por la Patria, la Encomienda de Isabel la Católica, la Medalla de Oro de la Cruz Roja...
FJM (Actualizado 05/09/2011)
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