
El 1 de marzo de 1978, «Blanco y Negro» publicaba una larga entrevista con Marcial Lafuente Estefanía (Toledo, 1903-Madrid, 1981). « Escritor famoso, hombre desconocido», rezaba el titular. Nada menos que cuatro páginas para el novelista que vendió más de seis millones de ejemplares a lo largo de su vida. En una de las últimas preguntas, sin dar muchos detalles, comentaba: «Yo he pasado mucho miedo, el miedo que puede pasar un hombre al que le dicen a las 19.00 horas que lo van a fusilar a las 23.00. En aquellos momentos llamé a una hermana que me preguntó si llevaba el escapulario de la Virgen del Carmen, y me recomendó que, ya que había luchado como un mal español, muriera como un buen cristiano». No especificaba ni la fecha ni el lugar, pero como se advertía el artículo, «el autor de las más de dos mil novelas del oeste se ha empeñado durante años en no hablar sobre su vida [...]. Y su silencio se aceptaba como algo natural y lógico, no como un capricho de famoso».
Ahora, 75 años después de su debut, «La mascota de la pradera» (Ediciones Maisal), ABC saca a la luz una serie de testimonios que demuestran que, durante la Guerra Civil, Lafuente Estefanía se jugó la vida para evitar que, desde las filas de su propio bando, el republicano, se asesinara a decenas de presos y amenazados. «Mucha gente dirá que eran presos franquistas, pero no. Eran personas supuestamente desafectas con el Frente Popular, ya que les podían fusilar por cualquier razón: por ser ricos, por envidia o por lo que sea», asegura Pedro Corral, concejal del PP en el Ayuntamiento de Madrid, investigador de la Guerra Civil y responsable del hallazgo de los documentos oficiales que demuestran «la labor humanitaria del novelista a favor de las personas perseguidas en Madrid entre 1936 y 1939». A raíz de ello, su partido presentó este martes, en el pleno de la Junta Municipal de Chamartín, una propuesta para colocar en su casa una placa en recuerdo de Lafuente Estefanía que recibió los votos a favor de todas las formaciones en el pleno municipal. «Creemos que es justamente el tipo de figuras que debemos reconocer de una guerra en la que perdieron todos los españoles. Es verdad que unos más que otros, pero en definitiva todos pagaron un precio altísimo en ambas zonas», defiende la también edil popular en Chamartín, Isabel Martínez-Cubells.
El hallazgo se produjo cuando esta concejala pidió información sobre la composición de la corporación del antiguo pueblo de Chamartín de la Rosa (hoy barrio de Madrid) entre 1936 y 1939, tras conocerse la pretensión del tercer teniente de alcalde, Mauricio Valiente (IU), de rendir homenaje con otra placa a los concejales que rigieron este ayuntamiento desde la etapa final de la Segunda República hasta marzo de 1939. «Como incluía parte de la Guerra Civil, nos ponemos en guardia –explica Corral–, ya que tuvimos el mismo ejemplo en Hortaleza y resulta que sus concejales republicanos eran los mismos del comité revolucionario que decidía a quién había que asesinar en el pueblo».
Fuente: ABC