Con el libro de Ricardo E. Rodriguez, Stalin Insólito (2 tomos) todo han sido trabas, primero se le quiso vetar en la feria marxista de Barcelona con fuertes presiones de la alcaldesa de Barcelona Ada Colau, luego su video charla en Vallecas fue restringida por You Tube. Parece que hay líneas rojas que el sistema y parte de la izquierda no deja pasar sobre todo lo relacionado con la figura histórica que edificó el socialismo y llevó a la URSS a ser una superpotencia mundial.
Los últimos ochos de su vida Ricardo E.Rodriguez Sifres los paso en Barcelona estudiando, leyendo y buscando información sobre Jose Stalin, un tema doloroso e incluso tabú en una izquierda latinoamericana donde las polémicas "soviéticas" se veían con cierto desinterés.
Ya libre de todas estas ataduras Ricardo con espíritu constructivo y abierto se dispuso a "abrir el melón" y fruto de ello son estos dos tomos de "Stalin Insólito".
Sin duda, puede afirmarse con certeza que Stalin, sobrepasó con creces el número, el sentido y la virulencia de las diatribas arrojadas contra Marx y Lenin, tanto en vida, como después de muerto. Stalin no ha tenido reposo en este aspecto y este hecho, es de por sí, sorprendente. Y aunque han pasado decenas de años desde que Stalin murió aquel día 5 de marzo de 1953, sus enemigos y adversarios en el proyecto emprendido, aún continúan lanzando ataques a su figura y a sus logros, a la cabeza efectiva del gobierno de la ex Unión Soviética que ocupó desde prácticamente, la muerte de Lenin, hasta el año 1953.
Una cuestión es inequívoca: es muy difícil, sino imposible, ocultar los logros de su debatido y muchas veces objetado gobierno en beneficio de las naciones de la ex URSS. Prácticamente, todo lo que posee hoy Rusia, y su destacada posición en el mundo se debe acreditar, sin lugar a dudas, al colosal esfuerzo de los pueblos soviéticos y al gobierno de Stalin.
Es de sobras conocido que la figura de Stalin ha generado (y genera) una cantidad de bibliografía ingente, que resulta prácticamente imposible abarcar. Además, debemos considerar más factores que dificultan su valoración como personaje histórico. En primer lugar, la contundencia con que ha quedado fijada la imagen arquetípica de un Stalin perverso, cruel y tirano. En segundo término, la dificultad, para quien no sabe ruso, de poder acceder a los archivos y a la reciente bibliografía escrita en ese idioma sobre el político georgiano. En tercer lugar, el problema que supone discernir entre el estudio histórico (que aspira a la objetividad, a pesar de que esta sea imposible) y la ideología política del autor que escribe un texto.
La obra de Rodríguez Sifrés resulta incómoda porque no constituye una apología hagiográfica de Stalin. El autor no duda en reconocer los errores de su gobierno, y lo hace explícito en reiteradas ocasiones (“hubo muchas equivocaciones, errores, derrotas, arbitrariedades, violencia, injusticias, avances y retrocesos”, p. 55, y también en p. 41, 56-58, 467). Además, y de manera inteligente, el autor no duda en emplear fuentes claramente críticas con la obra política de Stalin (entre otros, Conquest, los hermanos Medvedev, Locqueur o Rayfield), de manera que el lector se siente desconcertado en diversas ocasiones, ya que no sólo se han empleado fuentes que pudieran resultar útiles para conseguir vindicar la figura de Stalin.
Para el autor, a pesar de los errores que se cometieron, la valoración sobre Stalin es eminentemente positiva. A pesar de los errores, considera que la Revolución se consagró, y la URSS que dejó tras su muerte era más fuerte que la que se encontró cuando llegó al poder.
Perfil del autor
RICARDO E. RODRÍGUEZ nació en Santiago de Chile, en 1946 y ha fallecido recientemente, a principio de este año 2019. Estudió en la escuela Gabriela Mistral y posteriormente en el Instituto Nacional y en la Escuela Militar. Desde muy joven militó en organizaciones comunistas y trabajó en diversas emisoras; en 1964 abandonó Chile, recorrió diversos países y comenzó a estudiar periodismo en la Universidad de Navarra. En los años setenta regresó a su país y se integró de lleno en el proceso político surgido tras la victoria de Salvador Allende. Tras el golpe militar, fue detenido y encerrado en el Estadio Nacional junto con miles de chilenos. Consiguió escapar y se refugió en la Embajada de Suecia de donde salió al exilio y llegó enfermo a un hospital de Gran Bretaña. Una vez recuperado, se integró en la revolución de Nicaragua, donde trabajó como redactor en los periódicos Barricada y El Nuevo Diario y como director en Managua de Radio Venceremos. En 1991 regresó a Chile, donde escribió ¿Cuántas veces en un siglo mueve las alas un colibrí? También ha publicado con Txalaparta La ruta del esqueleto y El desafío de Ben Laden.