Alberto Buela*
En estos días de confinamiento obligado por el coronavirus, uno aprovecha para leer o, mejor aun, releer algunos libros que en su momento lo entusiasmaron. Y a mí me pasó con el texto de Serenidad=Gelassenheit de Heidegger.
Fue una conferencia que el Mago de Friburgo dictó en su pueblito natal a propósito de una conmemoración local. El texto es breve, llano, claro y didáctico. Subrayé varios párrafos que ya tenía subrayados, pero encontré uno que me llamó la atención: “Los poderes que acosan al hombre bajo alguna forma de instalación técnica, estos poderes hace ya tiempo que han desbordado la voluntad y capacidad de decisión humana porque no han sido hechos por el hombre”. Y entonces nos preguntamos: ¿quién los hizo?
Y más adelante aclara a sus paisanos: “Sería miope querer condenar el mundo de la técnica como tarea del diablo”.
Pero si no es el poder del hombre y no es el poder del diablo, ¿de quién proviene ese poder?
De la técnica misma que se transformó en tecnología y pasó a tecnocracia, que escapó al poder del hombre y al poder del diablo. Tiene poder “en sí” como el motor inmoto de Aristóteles, su Dios, que mueve sin ser movido.
Esta técnica con poder, que otra cosa no es la tecnocracia -cracia=cratos=poder- encierra un sentido oculto pues nos hace bien –libera el sujeto del esfuerzo- y nos hace mal –nos esclaviza a su poder-. Encierra un misterio que hay que develar y Heidegger nos ofrece dos salidas: ejercer el pensar meditativo, propio del hombre y evitar el pensar calculador, propio de la técnica. Siendo la primera opción óptima.
Esto se proyecta en el obrar con la serenidad para con el trato de las cosas técnicas. Es decir, “manteniéndonos, a la vez, tan libres de ellas que en todo momento podamos desembarazarnos, podamos dejarlas de lado” y seguir nuestra vida normal, liberándonos de la dependencia tecnológica.
Hoy estamos viviendo desde hace tres o cuatro meses una situación de pandemia universal porque un virus creado a partir de una manipulación tecnológica escapó de un laboratorio y el hombre no lo puede aun controlar. La tierra se ha transformado, en miles de ciudades, en un lugar inseguro porque hay un poder que está actuando, el coronavirus, más allá del poder del hombre y del diablo. ¿Qué hacer? Si seguimos la analogía con el texto de Heidegger: recuperar el pensar reflexivo, lo que nos permitirá escapar a las fake news y darle un nuevo sentido a nuestra vida y recuperar la serenidad para con las cosas.
* profesor y licenciado en filosofía por la UBA (1972) y doctor en filosofía por la Sorbona de París (1984)