geoestrategia.eu

Extractos del libro de Boris Nad: “el resurgimiento del Mito”

Por Elespiadigital
x
infoelespiadigitales/4/4/19
miércoles 27 de enero de 2021, 17:00h

En la jerga del mundo moderno, la palabra "mito" normalmente es usada para referirse a algo falso, a un concepto erróneo, tonto o supersticioso perteneciente a sociedades primitivas y cosmovisiones arcaicas que han sido desacreditadas y superadas por medio de la razón empírica secularizada. En su libro, El Resurgimiento del Mito, Boris Nad sostiene que nada podría estar más lejos de la realidad. El Mito de lo Sagrado, argumenta el mismo Nad, se ocupa de realidades atemporales que expresan principios fundamentales, mientras que las diversas mitologías que existen alrededor del mundo son los ricos depósitos de una sabiduría y una experiencia que nos permiten estar en contacto con la esencia de la condición humana. Las fuerzas, los seres y las realidades míticos pueden muy bien haberse “retirado” fuera del alcance de nuestros ojos, pero su realidad no ha desaparecido. El mito continúa expresándose al interior de la historia, ya sea que seamos conscientes o no de su verdad, y así como los mitos parecen haberse "retirado", ellos mismos también pueden "regresar".

Boris Nad

Boris Nad

En la jerga del mundo moderno, la palabra "mito" normalmente es usada para referirse a algo falso, a un concepto erróneo, tonto o supersticioso perteneciente a sociedades primitivas y cosmovisiones arcaicas que han sido desacreditadas y superadas por medio de la razón empírica secularizada. En su libro, El Resurgimiento del Mito, Boris Nad sostiene que nada podría estar más lejos de la realidad. El Mito de lo Sagrado, argumenta el mismo Nad, se ocupa de realidades atemporales que expresan principios fundamentales, mientras que las diversas mitologías que existen alrededor del mundo son los ricos depósitos de una sabiduría y una experiencia que nos permiten estar en contacto con la esencia de la condición humana. Las fuerzas, los seres y las realidades míticos pueden muy bien haberse “retirado” fuera del alcance de nuestros ojos, pero su realidad no ha desaparecido. El mito continúa expresándose al interior de la historia, ya sea que seamos conscientes o no de su verdad, y así como los mitos parecen haberse "retirado", ellos mismos también pueden "regresar".

El Resurgimiento del Mito reúne una selección sin precedentes de las distintas meditaciones que ha hecho Boris Nad sobre el mito en diversos géneros, que van desde los ensayos y comentarios hasta cuentos, novelas y relatos acerca de sus experiencias visionarias. Nad no solo vuelve a contar, investigar y comparar los mitos antiguos que existen en el Norte, el Sur, el Este y el Oeste, sino que va más allá de eso para observar como los conflictos y las crisis del presente pueden descifrarse mediante los mitos. Desde las epopeyas de la antigua Grecia y la India hasta las visiones cristianas del fin de los tiempos, desde las misteriosas tierras de Hiperbórea, la Atlántida y Agartha hasta la geopolítica moderna, desde las visiones de los paraísos prehistóricos hasta las distopías posmodernas, el libro El Resurgimiento del Mito de Boris Nad representa un modo de sumergirnos en el Mito y entender como los procesos de “desmitologización” y “remitologización” afectan constantemente nuestro mundo, nuestra historia y a nosotros mismos.

"El regreso del mito"

La historia, volvemos a repetir, no ha durado tanto como el tiempo que el hombre a habitado la Tierra. Pero para llegar a ser conscientes de ese problema, necesitábamos primero aproximarnos a lo más tardío de la misma historia y quizás incluso al final de la historia como tal, cuando los límites del tiempo y el espacio han cambiado: el tiempo nos lleva descubrir el pasado distante del hombre al igual que las muchas civilizaciones perdidas, y luego nos ha llevado a descubrir el pasado del planeta y el cosmos. Por el otro, por medio del espacio descubrimos las profundidades de los Océanos y el interior de la Tierra con sus múltiples capas arqueológicas y geológicas que son una especie de reminiscencia de las novelas de Julio Verne. Semejantes perspectivas nos provocan sin duda mucho mareo. La prehistoria y la poshistoria adquieren una verdadera importancia solo cuando la historia se convierte en un edificio en ruinas. Sin embargo, el giro que le acontece al hombre una vez que pasa de la historia hacia algo que todavía no es capaz de definir o ver con claridad, parece adquirir la forma de una especie de escape.

De una forma u otra, este universo tecnológico y su civilización consumista llegarán a su fin del mismo modo en que la época de la historia clásica terminó con el advenimiento completo de la tecnocracia y el orden totalitario. Ese final no surgió del coraje o de la fuerza sino de la cobardía, la debilidad y el miedo. Es imposible decir cuánto tiempo transcurrirá hasta que algo parecido ocurra. También es irrelevante si esto sucederá debido a un desgaste interno producto de haber sobrepasado sus propios límites o a un desastre o quizás a una combinación de todos esos factores juntos. Pero en cada uno de estos casos, el colapso es la consecuencia final de la incapacidad del hombre para habitar dentro del mundo histórico y gobernarlo como un ser soberano y supremo.

Sin embargo, el resurgimiento del mito no sería posible en el sentido de un regreso al estado de la “prehistoria”. Las fuerzas mitológicas permanecen presentes, tal como lo han estado durante todo el período histórico, pero no pueden re-establecer ese estado anterior si hacen falta las condiciones previas necesarias. En primer lugar, falta el "sustrato", la tierra fértil, ya que el hombre moderno es demasiado débil tanto en lo espiritual como en lo psicológico e incluso en lo "fisiológico"...

En los dominios que se encuentran más allá de la utopía tecnocrática, la cultura deberá, por lo tanto, asumir un papel más tradicional que el que asume bajo la civilización del consumo. La desintegración del mundo histórico en su etapa final, que estamos presenciando hoy día, nos permite ver algo fuera de esa ella misma.

Durante gran parte de este período histórico, la cultura fue el dominio privilegiado de las fuerzas sagradas y míticas. Esta es una de las formas en que las fuerzas del Mito pueden volver a penetrar en el mundo de la historia, realizando su realidad en la historia, a diferencia del universo tecnológico, donde generalmente se manifiestan a través de los elementos incontrolados de las subculturas folclóricas y a menudo se distorsionan hasta el punto de ser simulacros irreconocibles de las verdaderas mitologías que una vez fueron expresadas por los hombres. Tales testimonios dan prueba de la necesidad eterna e insaciable del hombre por el contenido del Mito como un signo de la presencia real de lo mítico.

En la era pos-tecnocrática, la cultura estará muy ligada a la re-mitologización bajo el signo de re-reconocer y re-despertar el verdadero contenido de lo mítico, y estará dedicada a la revitalización y a la innovación de las formas antiguas y tradicionales en lugar de, como antes, exorcizarlas por completo de ese contenido.

La Crisis de Occidente

El proceso mediante el cual Occidente se ha transformado de un modo cada vez más acelerado ha sido denominado como "destrucción creativa": Occidente ha destruido constantemente sus propias tradiciones, incluida su propia religión, la cual es sometida a toda clase de dudas, incluso esa duda ha cuestionado los mismos cimientos sobre los cuales Occidente fue construido como una civilización europea. Al mismo tiempo, Occidente no está construyendo nada: aunque es un producto o una desviación de la Tradición y la civilización europea, no es Europa, sino una negación de la Europa tradicional, una Anti-Europa... La consecuencia de este desarrollo es una "civilización materialista" distinta: es una sociedad basada sobre el consumo y que está compuesta por individuos atomizados para los cuales no importa ningún principio superior y en la que se permite "dudar" de todo excepto de la misma "duda". De hecho, se trata de una desintegración interior y una profunda crisis espiritual, de una disolución que no crea absolutamente nada, sino que se mueve sin rumbo fijo, una crisis que todavía espera su desenlace. Una sociedad como esa es muy inestable y frágil por dentro: es un hecho que se está produciendo la desintegración interna de la propia sociedad (occidental). Desde hace algún tiempo, en el propio Occidente han surgido premoniciones y presagios que pronostican el fin de esta misma civilización.

Hasta hace poco, Occidente creía firmemente en un dogma: el desarrollo infinito o el “progreso” infinito hacia un objetivo que es absolutamente obligatorio y que de ninguna manera puede ser detenido. Todos los demás pueblos simplemente han terminado por "rezagarse" (y con el tiempo aceptarán, humildemente, la "superioridad occidental"). La ilusión fundamental de todo ello es la convicción de que la civilización occidental tiene un "lugar privilegiado en la historia del mundo". Sin embargo, ya a principios del siglo XX, si no es que mucho antes, aparecieron ciertos individuos que “percibían, aunque de una manera vaga y confusa, que la civilización de Occidente no siempre puede seguir desarrollándose en una misma dirección, sino que puede que algún día llegue a un punto en el que se detenga, o incluso se sumerja por completo en un cataclismo”. [1] La conciencia acerca de esta crisis ha sido en sí misma algo esencialmente favorable para todos, ya que es una señal de que esas quimeras e ilusiones han comenzado a disiparse...

Ya hemos llegado al momento de esta crisis, pero, nuevamente, somos incapaces todavía de superarla. Etimológicamente, “crisis” es, entre otras cosas, la hora de la decisión: “La fase que puede calificarse propiamente de 'crítica' en cualquier orden de cosas es la que precede inmediatamente a una resolución, ya sea favorable o desfavorable; en otras palabras, uno situación en la que se da un giro ya sea para bien o para mal”. [2] Sin embargo, está lejos de ser el caso de que los posibles resultados de esa crisis sean arbitrarios o accidentales. El caos del mundo moderno también es algo ilusorio. Esta regido por leyes cíclicas definidas. Lo que parece ser un desorden y una anomalía es, de hecho, un elemento constitutivo y necesario de un orden superior; la "totalidad del desorden" constituye el orden del mundo...

El "orden liberal internacional", que aparentemente resulta sólido e inmutable, y que ha sido establecido por las potencias occidentales durante las últimas décadas, está demostrando ser extremadamente inestable, o no ser más que una mera ilusión, y lo mismo puede decirse de la estructura interna de muchos países occidentales. La crisis del mundo occidental se extiende sin control, peor que cualquier epidemia, en todos los campos y esferas...

Ningún virus o pandemia causó la crisis actual. La crisis de Occidente se ha desarrollo desde hace mucho tiempo, sus efectos simplemente se han por fin acumulado. Esta crisis es tanto espiritual como civilizacional, política, cultural, social, económica y financiera, y es a la vez una crisis sanitaria, migratoria y ambiental: toda esta serie de crisis sólo pueden tener un único resultado, uno que podría convertirse en un devastador tsunami que hundirá nuestra civilización y sacudirá al mundo entero... Metafóricamente hablando, "Occidente fue el primero en infectarse", y su infección terminó por "se extenderse al resto del mundo", que considera al Occidente como el actor que interpreta el “papel de ser un moho”, un virus que destruye lo que ya se encuentra debilitado. Si no prestamos atención a las advertencias que plantea esta situación, la pandemia actual no será ciertamente la última.

[1-2] René Guénon, The Crisis of the Modern World (Hillsdale: Sophia Perennis, 2004).

Viaje a Agartha

La historia de los pueblos es el resultado de la historia no escrita y que es producto de los grandes viajes y de los grandes viajeros que recorrieron el mundo, una historia que comenzó mucho antes de Heródoto o Marco Polo, en el Neolítico o incluso antes, en alguna época fantástica de la humanidad. Quizás incluso en el crepúsculo de la mismísima Edad de Oro, durante las glaciaciones o inundaciones, y que es la primera de una serie de catástrofes a las que se enfrentó la especie humana.

Luego siguieron épocas donde migraban los pueblos y las razas. Si le creemos a Platón, entonces los Atlantes fueron los primeros colonialistas del mundo y ellos provenían de Occidente. Otros dicen que sus antepasados ??fueron los hiperbóreos, y estos últimos habían huido de la nieve y el hielo que cubrieron un continente ubicado en el Extremo Norte. A lo largo de la historia posterior, los pueblos se trasladaron del Norte al Sur y del Oriente al Occidente, y no de otra forma. Este fue el curso que los constituyó a lo largo de la historia, un camino que fue desde el envejecimiento a la degeneración, que algunas veces sucedía más rápido y otras veces sucedía más lento, pero se mantenía aquella decadencia inexorable. Así fue como comenzaron las grandes conquistas, aquellas que abarcaron inmensas regiones o continentes enteros, y así es como comenzaron las grandes guerras, como aquella que estalló frente a las murallas de Ilión, o ¿todo ello no fue sino una sombra de alguna otra guerra mítica librada en lo más profundo pasado, durante una época desconocida de la Tierra? Quizás al principio de los tiempos, "in illo tempore".

Los hombres nunca se apresuran en buscar tierras desconocidas y exóticas, sino que se dirigen hacia sus patrias perdidas, hacia las tierras míticas de sus orígenes, donde se encontraban las riquezas de la Edad de Oro. Hacia la abundancia de ese Edén primordial. Hacia ese Paraíso Perdido, que es narrado en la Biblia, y que no hemos dejado de buscar aquí en la Tierra hasta el día de hoy.

Un místico islámico, llamado Suhrawardi, afirmó que después de la muerte el alma regresa a su patria, porque el misericordioso Alá había ordenado que esto sucediera y tal cosa no sería posible si no hubiera residido previamente en ella. Esta patria mítica se encuentra en algún lugar del "Oriente espiritual". Para hallar la fuerza necesaria para emprender su búsqueda, debemos partir del Occidente espiritual, de los “pozos occidentales del exilio” ...

En cualquier caso, no hay una sola tierra, isla o continente en el mundo que sea una simple realidad geográfica. La Tierra entera es un texto sagrado, un libro sagrado escrito por medio de signos muy especiales, o al menos eso es lo que creen los místicos y los esoteristas. Se cree que las palabras de ese texto fueron escritas por el mismo Dios. Cada viaje es, de hecho, una peregrinación, porque siempre caminamos sobre un terreno sagrado. Cada tierra y paisaje, lejano y cercano, posee un significado oculto y un significado secreto, ya sea que ese significado sea espiritual, simbólico, escatológico e incluso profundamente místico. Un paisaje es a la vez una realidad física y espiritual. Ese paisaje es el dominio de una ciencia secreta y misteriosa, parte de la geografía mística y sagrada, cuyo conocimiento, como sucede a menudo, se ha perdido para siempre hace largos siglos o incluso milenios...

Una leyenda afirma que, en algún lugar, en las profundidades de la Tierra, en cuevas oscuras y pasadizos secretos, todavía vive un pueblo secreto y misterioso, un pueblo que permanece oculto ante los ojos de los demás pueblos y que solo unos pocos elegidos en la superficie de la tierra saben de su existencia. El conocimiento sobre ese pueblo es un secreto estrictamente guardado. O tal vez permaneció oculto hasta hace poco tiempo.

Ese reino secreto se llama Agartha. Es una leyenda muy antigua y al parecer proviene de una prehistoria muy remota. Muchas leyendas alrededor del mundo hablan de Agartha, sea que estas procedan de pueblos blancos, rojos o amarillos, o vengan de Oriente o de Occidente.

Los viajeros que se han propuesto encontrar esa tierra han susurrado historias acerca de ella. Los comerciantes que dirigen caravanas han contado historias emocionantes sobre esos viajeros en las posadas y en los senderos de las montañas, en los desiertos y en los rincones más remotos del mundo. Su leyenda es conocido por los sabios tibetanos cuyas enseñanzas conocen los monjes y los lamas.

Mientras tanto, las multitudes se burlan y se ríen de semejantes cuentos como si se trataran de supersticiones propias de ignorantes y crédulos...

No recuerdo el momento exacto en que comenzó mi búsqueda de Agartha... Estoy revisando mis recuerdos. La memoria es inestable y engañosa. ¿Por dónde empezar la historia de Agartha, ese mundo que desapareció bajo la tierra? ¿Por qué una historia como esa despertaría el interés de un lector en particular? ¿Una historia acerca de un mundo que se encuentra a más de 20.000 pies bajo la superficie de la Tierra? En algún lugar, en su cálido interior, está el corazón escondido de la existencia. No sé si ese corazón está vivo o si lo que vemos son las sombras del Hades de Homero. Algunas de esas sombras, nos dicen, son tan viejas como este mundo, o incluso aún más.

Este libro, aunque dudo en llamarlo libro, probablemente nunca sea publicado, y ciertamente no durante mi vida. Quizás estas notas no estén destinadas a ver la luz del día. De hecho, creo que eso es lo más seguro. A pesar de ello, intento describir una historia tan increíble que parece como si fuera una fantasía producto de la imaginación de una mente que ha perdido el juicio, ha caído en un delirio o es víctima de la ebriedad. Pero esta historia es cierta. Me atrevo a decir que es auténtica en cada una de sus palabras y siempre y cuando mi memoria, que es poco fiable, no lo haya distorsionado. O tal vez sea un sueño, un espejismo similar al que experimentan los viajeros que se han perdido en el desierto.

Inmediatamente después de mi muerte, estoy completamente seguro de que personas desconocidas entrarán a mi apartamento, y con una cara que permanecerá totalmente inexpresiva e indiferente, vendrán a eliminar meticulosamente cualquier rastro de mi vida en la Tierra. Algunos de ellos serán viejos conocidos míos. Dejare al lector, si es que lo hay, y mientras no sea un lector que solo busque una especie de entretenimiento superficial, se olvide de los nombres y los años. Estoy escribiendo estas notas tal como las recuerdo. El lector no debe perder el tiempo en visitar archivos o bibliotecas para verificar todo lo que afirmo aquí. Los nombres aquí son falsos por razones que pronto serán aclaradas. Solo aquellos que ya conocen el secreto de Agartha serán capaces de entenderlo y ahí radica la paradoja. Esta historia no es para nadie más que para un lector que se encuentre predestinado a conocerla por sus símbolos. Solo será capaz de cobrar vida en sus manos.

Biografía:

Boris Nad (n. 1966) es un filósofo tradicionalista de Serbia y autor de más de una docena de libros de diversos géneros. Nacido en Vinkovci, Eslavonia y graduado de la Universidad de Belgrado, desde 1994 Nad ha escrito extensamente sobre temas espirituales y geopolíticos. Nad es el director del blog Arktogeja y escribe regularmente en publicaciones serbias como Pe?at y Novi Standard, así como para varios medios internacionales. Además, Nad es miembro de la Asociación de Artistas de Eurasia y colaborador del proyecto de música conceptual T.S.I.D.M.Z. Vive a las afueras de Belgrado, Serbia.

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera