Lorenzo Maria Pacini
Variaciones paradigmáticas
La geopolítica clásica incluye una máxima de Halford Mackinder que afirma: "Quien gobierna el Heartland, gobierna el mundo"[1]. Este principio ha sustentado un siglo y más de planificación y acción geopolítica en todo el mundo, sobre todo por parte de las potencias talasocráticas, la Civilización del Mar, contra las potencias telurocráticas, la Civilización de la Tierra, en un conflicto dual cuya comprensión es fundamental para entender lo que está ocurriendo en el mundo.
En el contexto de las guerras posmodernas y de su construcción estratégica y táctica, el advenimiento de la zona gris ha cambiado no poco las simetrías y ha abierto nuevos escenarios, casi siempre considerados sólo desde una perspectiva empírica. Quizá haya llegado el momento de plantearse preguntas: ¿es la zona gris un dominio de la guerra? ¿Es un espacio geográfico? En caso afirmativo, ¿qué significa controlar la zona gris? Hay que intentar responder a estas preguntas.
Geografías de espacios conceptuales
La zona gris se erige como una "zona" de límites difusos entre el mundo público y el privado, una dimensión semioculta en la que continúa el nivel encubierto de la guerra permanente, es decir, el que opera la inteligencia.
Como se ha elaborado recientemente:
"El concepto de zona gris (grey zone en inglés) tiene una génesis muy interesante, ya que no es separable del concepto de guerra híbrida (hybrid war). Veamos en qué sentido cada guerra tiene su propio dominio, o varios dominios, una tipología en función de su extensión geográfica y en el compromiso de fuerzas y armamento, una estrategia propia y una serie de tácticas para conseguirla, un objetivo primario a alcanzar que actúa como brújula para todos los secundarios; Dado que una guerra híbrida implica una contaminación continua de varios tipos de guerra y, por tanto, de dominios, fuerzas, recursos, etc., se hizo necesario conceptualizar un "espacio neutral", o un "espacio fronterizo pero sin fronteras" en el que pudiera tener lugar la transición entre las distintas guerras. Así nació la zona gris, cuya semántica ya dice que no es ni de un color ni de otro, sino de una pálida mezcla indefinida y adaptable con cualquier otro color de guerra"[2].
Un espacio indefinido, pues, no medible empíricamente con las herramientas tradicionales, que es un espacio conceptual, es decir, que se puede imaginar y racionalizar, pero que elude la capacidad común de medición. En el espacio de la imaginación, ya sea de un grupo pequeño o colectivo, la construcción de la egregiosidad geopolítica es un proceso delicado y puede requerir una precisión meticulosa. Sin perturbar los niveles más finos de la geopolítica, sin embargo, manteniéndose en el plano del razonamiento es posible asumir la zona gris como un espacio que a la vez está y no está, donde tienen lugar interacciones entre sujetos presentes y, por tanto, un dominio potencial de guerra. Para tener dominio, sin embargo, hay que ser capaz de "dominar", y las opiniones sobre el control de los espacios conceptuales es una cuestión delicada y entra en el horizonte de la filosofía y la ciencia cognitiva.
No es casualidad que en un mundo que pretende avanzar hacia la creación y la habitabilidad de una copia virtual, como el metaverso, los escenarios bélicos vayan también en la misma dirección, y de hecho lo hemos establecido de antemano[3]. La colonización progresiva, primero semántica y luego informativa, de los espacios digitales es un signo claro de la transposición de las estructuras de gobierno al mundo de los datos. Todo el sistema de redes se gestiona con plataformas y dispositivos sujetos a leyes, términos y condiciones, acuerdos y límites bien definidos, a los que la mayoría de la gente no presta atención porque lo digital aún no se considera un mundo en sí mismo, sino más bien una herramienta o un lugar/no lugar del que entrar y salir a voluntad, a pesar del rápido acercamiento y conexión de todas las acciones de la vida cotidiana "real" con el mundo digital.
La zona gris, sin embargo, no debe confundirse con la ciberguerra y la infoguerra. Tiene una dimensión calculable en la realidad geográfica del planeta, pero permanece en una especie de suspensión dimensional, un espacio-tiempo conceptual que se cruza con el definido como real, y en virtud de esta transversalidad es extremadamente importante para la estrategia global. La zona gris es, en este sentido, una dimensión intradimensional que toca magmáticamente todos los dominios y al mismo tiempo los elude; es real y virtual, a veces es sólidamente mensurable y otras veces gaseosa y escurridiza. Nos encontramos ante un espacio geográfico bélico y conceptual desconocido en su mayor parte y generado continuamente por la mezcla de los cinco dominios de la guerra (tierra, agua, aire, espacio, infosfera).
La propuesta china: el documento de la Iniciativa de Seguridad Global
El gobierno de la República Popular China publicó un documento el 24 de febrero de 2023, primer aniversario de la Operación Militar Especial de Rusia en el Donbás, que abre nuevos escenarios precisamente en lo que respecta a la zona gris.
Todo el texto se articula en torno a conceptos básicos, seis puntos que tratan precisamente de la zona gris e insinúan cómo China ha estudiado ampliamente sus dimensiones y el enorme potencial que encierra al convertirse en su líder. No es casualidad que el título elegido para el documento sea indicativo de la voluntad de situarse por encima de otros ámbitos y de liberarse, de manera indirecta, de las formas tradicionales de relaciones internacionales con otros países. La propuesta de paz para el conflicto ruso-ucraniano, que como es bien sabido es un conflicto de civilizaciones entre Occidente y Oriente, entre la OTAN y Eurasia, es una propuesta de aceptación de nuevas condiciones relacionales y diplomáticas, completamente asimétricas y, sobre todo, en un terreno aún inexplorado para muchos. Un territorio gris en el que China probablemente ya ha puesto el pie hace tiempo.
Entre las muchas partes interesantes, algunos extractos son útiles para enfocar mejor las intenciones subyacentes:
"La esencia de esta nueva visión de la seguridad es apoyar un concepto de seguridad común, respetando y salvaguardando la seguridad de cada país; un enfoque holístico, manteniendo la seguridad tanto en los campos tradicionales como en los no tradicionales y mejorando la gobernanza de la seguridad de forma coordinada"[4].
También se apoya la visión multipolar del mundo, proponiendo tanto la autodeterminación de los Estados como la no injerencia en los asuntos internos, con libertad de elección e independencia en los sistemas sociales y las vías de desarrollo, también a través de la protección de las Naciones Unidas como entidad supranacional de encuentro y resolución. Este pasaje aboga por la promoción de la gobernanza mundial en un sentido multilateral y no multipolar, en perfecta consonancia con las doctrinas políticas de la República de China.
Es interesante observar el amplio alcance del documento, que implica también a los países africanos y sudamericanos, así como a Oriente Próximo, proponiendo la "vía china" como metodología a aplicar también en aquellos contextos que han sido durante mucho tiempo prerrogativa de los países occidentales. La zona gris, por otra parte, también se ha difuminado hacia esas fronteras, y permite alcanzarlas sin dificultad estratégica.
Revelador del cuidado por el liderazgo en la zona gris es, sin embargo, el punto nº 14, seguido del nº 15 y del nº 17, en los que China hace hincapié en la necesaria cooperación en materia de bioseguridad (14 y 17) e inteligencia artificial (15), dos puntos esenciales de la Agenda2030 de la ONU y también los dos campos más populares de la guerra no convencional en los últimos treinta años. En la misma línea, el punto nº 5 de la Sección IV de la conclusión reza:
"China está dispuesta a ofrecer a otros países en desarrollo 5.000 oportunidades de formación en los próximos cinco años para formar profesionales que aborden los problemas de la seguridad mundial"[5].
Lo que sugiere que ya se ha trazado un amplio plan estratégico que implica a la pluralidad de sectores del mundo chino y más allá. Un documento que probablemente sea el resultado de largos meses de estudio y planificación y que al salir a la luz en el aniversario de la operación ruso-ucraniana ha provocado un repentino realineamiento para todos los países que orbitan en torno a los intereses del conflicto.
¿Paso de dominios o paso de doctrinas?
El axioma de Mackinder está sometido a una serie de dudas. ¿Sigue siendo válida la idea de que controlando el Heartland se puede controlar el mundo? La duda surge cuando, razonando hipotéticamente, se asume la asimetría de las guerras como estilo mayoritario y, por tanto, la actuación en la zona gris como necesaria para todo actor beligerante. Tampoco hay que olvidar que la presencia de la zona gris es un elemento constitutivo de las guerras híbridas, que siempre tienen como punto una asimetría dimensional, donde la topografía del espacio y del tiempo garantiza que nunca se abandone realmente la atmósfera del conflicto, que nunca se esté completamente excluido de ser un participante -activo o pasivo- en una guerra declarada o soterrada.
Si el Heartland es un espacio geográfico y etnosociológico delimitado y mensurable mientras que la zona gris no lo es, entonces es probable que la zona gris pueda superar al Heartland, englobándolo, o convertirse en el canal preferido para su dominación. El axioma clásico de Mackinder quedaría entonces o bien borrado por completo, o bien situado de nuevo en el centro de la ciencia geopolítica. En el primer caso, podría decirse que quien controla la zona gris, controla el mundo, y ahora mismo China ha proclamado no demasiado veladamente que está colonizando el nuevo dominio conceptual estratégico; en el segundo caso, en cambio, habría que entender hasta qué punto el Heartland interesa a China o hasta qué punto la jugada china podría favorecer a otros socios en las fronteras del Heartland, como se sigue viendo entre la estrecha cooperación que EE.UU. mantiene con China a pesar de sus desavenencias marítimas y aeroespaciales.
El empuje propulsor del documento chino no puede dejar indiferente a la hora de considerar las formas en que los axiomas de la geopolítica clásica están experimentando cambios graduales. Del mismo modo, es relevante cómo el principio Mackinderiano puede aplicarse también a la zona gris. La isla-mundo, otro concepto fundamental para la ciencia geopolítica, podría variar y convertirse precisamente en la zona gris, donde puede visualizarse conceptualmente como una isla a la que todos desembarcan pero que nadie controla, y el señor de la isla se convierte en el que decide el destino de todos los demás pueblos. Evidentemente, es necesario comprender mejor qué es la zona gris y preguntarse por qué uno de los países más poderosos del mundo ha virado de repente en dirección a esa isla gris. El desarrollo doctrinal en la geopolítica de la zona gris está aún casi en pañales y la esperanza es que la profundización pueda llegar a tiempo para evitar nuevos conflictos fatales para la humanidad o hegemonías variables en dimensiones sutiles.
[1] H. J. Mackinder, Democratic Ideals and Reality. A study in the Politics and Recontruction, National Defense University Press, 1996, p. 150.
[2] L. M. Pacini, “Un futuro che è già presente: la zona grigia nelle guerre contemporanee”, en Domus Europa, 19 de enero de 2023, recurso digital https://domus-europa.eu/2023/01/19/un-futuro-che-e-gia-presente-la-zona-grigia-nelle-guerre-contemporanee-di-lorenzo-maria-pacini/ .
[3] No hay que olvidar que Internet comenzó como una plataforma militar estadounidense en 1969.
[4] Documento conceptual de la Iniciativa de Seguridad Global, II, n.1.