La sombra religiosa de Trillo-Figueroa en el Ministerio de Defensa
FERNANDO DÍEZ MORENO nació el 30 de mayo de 1941 en Toledo, en el seno de una familia de fuertes convicciones religiosas. Con el paso del tiempo llegó a ser miembro destacado del Opus Dei, circunstancia que le otorgó una gran ascendencia sobre Federico Trillo-Figueroa, de quien terminó siendo “número dos” en el Ministerio de Defensa.
Abogado del Estado desde 1971 y del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid desde 1976, ya en 1977 se afilió a la antigua Alianza Popular, posteriormente convertida en el Partido Popular. Se tituló doctor en Derecho por la Universidad de Salamanca en 1985. También ha ejercido la docencia como profesor de Derecho Comunitario en la Universidad Pontificia de Comillas.
Entre 1978 y 1982, Fernando Díez ocupó la jefatura del Servicio de Asuntos Constitucionales en la Dirección General de lo Contencioso del Estado. A continuación, y tras permanecer dos años en la asesoría jurídica del Instituto Nacional de Hidrocarburos (INH), en 1986 pasó a ocupar la secretaría general de Unidad Eléctrica S. A. (UNESA), cargo en el que se mantuvo hasta 1996.
Ha sido consultor de la Comisión de la CEE y miembro del Comité Consultivo de la Comisión para la apertura de la contratación pública, presidiendo el Grupo Jurídico Permanente de la Unión Internacional de Productores y Distribuidores de Electricidad y el Grupo Jurídico de la Agrupación Europea de Interés Económico.
Asimismo, ha colaborado como asesor jurídico del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso, estando el PP en la oposición. Muchos de sus recursos de inconstitucionalidad han sido redactados por él, a petición expresa de José María Aznar, con quien ha mantenido una magnífica relación personal.
En mayo de 1996 fue nombrado subsecretario del Ministerio de Economía y Hacienda, cargo que le situaba prácticamente como número dos del Vicepresidente Segundo del Gobierno, Rodrigo Rato.
Desde esa posición, en mayo de 1998, y apoyado de forma solapada por Jaime Mayor Oreja, ministro del Interior y miembro como él del Opus Dei, lideró una operación de acoso y derribo contra Miguel Ángel Rodríguez por la tarea que éste desarrollaba en aquellos momentos como secretario de Estado para la Comunicación y portavoz del Gobierno. La operación alcanzó su cenit durante una sesión de la Junta Directiva Nacional del PP, de la que ambos formaban parte, en la que lanzó duras críticas contra él, aun cuando aquél se encontraba ausente. Su profundo malestar se justificaba sobre todo por la etiqueta de “centro izquierda” con la que Rodríguez había definido en su función informativa algunas políticas del Gobierno.
En su intervención, Fernando Díez retomó una queja tan manida como recurrente entre numerosos dirigentes políticos, y que en buena parte expresaba su gran autoestima personal: la deficiente política informativa del Ejecutivo. Para ilustrar su discurso, contó a los asistentes una anécdota atribuida al torero Santiago Martín “El Viti”, natural de la localidad salmantina de Vitigudino, tras protagonizar una corrida triunfal en la plaza de toros de Castellón. Un grupo de aficionados incondicionales que le seguían en su campaña taurina, acudió a felicitarle al culminar su espléndida faena. Entonces, “El Viti” les contestó con cierta decepción: “Sí, ha sido una buena tarde, pero no sirve de nada si no se enteran en Vitigudino”…
Tras el mal gusto de plantear aquel debate sin que el ausente acusado de incompetencia se pudiera defender, fue el propio Aznar, que presidía el acto, quien rebatió sus afirmaciones, sosteniendo que, en los tiempos actuales, las banderas ideológicas clásicas ya no tienen mucho sentido. No obstante, el inmediato 11 de julio se hizo público el cese de Miguel Ángel Rodríguez “a petición propia y por motivos personales”, siendo sustituido en sus funciones por el “independiente” Josep Piqué, de escaso recorrido en las mismas.
Claro está que Fernando Díez se encontraba todavía lejos del escenario político que, tras alcanzar el PP una mayoría electoral absoluta en el año 2000, vivió de forma tan inconveniente en la siguiente legislatura, sin ningún Miguel Ángel Rodríguez que se lo arruinara.
Al iniciarse la VII Legislatura, Díez Moreno fue designado Secretario de Estado de Defensa (SEDEF), el 6 de mayo de 2000. En esa nueva responsabilidad, asumió con un gran protagonismo mediático la coordinación con los organismos internacionales y los Estados implicados de las actividades relativas a la reconstrucción de Irak. Una tarea para la que dispuso de un equipo especial en el que se integró, entre otras personas, el general Feliú, y en la que España quedó prácticamente descolgada de inmediato.
Con anterioridad, el Gobierno español se había brindado como anfitrión de la “Conferencia Internacional de Donantes para la Reconstrucción de Irak”, finalmente celebrada en Madrid los días 23 y 24 de mayo de 2003. Pero en ella no se cumplieron ninguno de sus objetivos fundamentales: el primero pretendía conciliar las posturas de los dos grandes bloques internacionales con divergencia de criterios sobre el conflicto (por un lado Estado Unidos, Gran Bretaña y España, y por otro Francia, Alemania, Rusia y China), y el segundo buscaba un compromiso económico de la comunidad internacional para la reconstrucción del país devastado. De hecho, la conferencia quedó resuelta como una bochornosa “feria de contratos” copados por las multinacionales norteamericanas desde posiciones de privilegio.
Es más, mientras a los empresarios españoles dedicados al equipamiento militar ni siquiera se les permitía tramitar sus ofertas para dotar a la policía y el nuevo ejército iraquí, el propio general Feliú, que fue nombrado responsable de Defensa en la CPA (Administración Provisional de la Coalición, dirigida por Estados Unidos), tampoco podía disponer, siquiera, de un despacho adecuado… Un fracaso político en toda regla, con una única autocrítica gubernamental salida precisamente de la boca del propio SEDEF, cuando reconoció ante sus colaboradores más íntimos que en el tema de Irak “se habían cometido errores de previsión”, publicada discretamente en algún medio de comunicación.
Sin dejar de valorar su capacidad profesional, tanto en el ámbito jurídico como en el económico, Fernando Díez Moreno fue arrastrado por el estrepitoso fracaso personal de Federico Trillo-Figueroa al frente del Ministerio de Defensa. Como ejemplo de esta desafortunada simbiosis, baste recordar su encendido pronunciamiento sobre la “reconquista” del islote de Perejil: “Las Fuerzas Armadas han arriesgado su vida y han escrito una página heroica; una página que querían leer los españoles”.
En esa misma estela de torpezas y responsabilidades compartidas en el Ministerio de Defensa, él fue quien, ya como ex SEDEF, solicitó de forma infructuosa ante la Audiencia Nacional el archivo de la causa instruida sobre el accidente del “Yak-42” ocurrido el 26 de mayo de 2003, en el que fallecieron 62 militares españoles que regresaban de Afganistán, junto con los 13 tripulantes del aparato. Un suceso trágico y doloso que se vio acompañado de la falsa identificación de los cadáveres, con una reiterada sucesión de engaños a los familiares de las víctimas, a la opinión pública y al Parlamento, ciertamente impresentable en los dos máximos responsables del ministerio implicado (Federico Trillo-Figueroa y el propio Fernando Díez), miembros, por demás, de una institución religiosa señera como el Opus Dei.
Al margen del conocido caso del “Yak-42”, y con independencia de sus resultados en el ámbito jurisdiccional, también son conocidas otras actuaciones competencia directa de Díez Moreno, quizás más cuestionables. En concreto, la promoción de un centro de armas NBQ (nucleares, biológicas y químicas) de “destrucción masiva”, dentro, además, de un espacio natural protegido y situado a tan sólo tres kilómetros del parque temático infantil de Warner Bros, en la localidad madrileña de San Martín de la Vega.
Efectivamente, el 6 de mayo de 2003 Díez Moreno explicó ante la Comisión de Defensa del Congreso de los Diputados el plan propiciado por su departamento para concentrar en “La Marañosa”, fábrica histórica de armas convencionales y agentes químicos de guerra, un nuevo laboratorio central de armas nucleares, bacteriológicas y químicas, así como el Centro de Investigación y Desarrollo de la Armada (CIDA), el Taller de Precisión y Centro Electrotécnico de Artillería (TPYCEA) y el polígono de experiencias del Ejército de Tierra de Carabanchel. Definió el proyecto como un pomposo instituto tecnológico militar, que bautizó en inglés como "Marañosa Institute of Technology", con las mismas siglas que el reconocido MIT de Massachusetts.
Ese tipo de centros militares realizan aplicaciones tan diversas como la medición de armamentos convencionales y la comprobación de municiones o la investigación de los sistemas de degeneración de explosivos y de la eficacia de las armas químicas y bacteriológicas. Actividades todas ellas de alto riesgo y clasificadas como secretas. En su intervención, Díez Moreno explicó que el nuevo complejo se financiaría con fondos I+D y manifestó que ya se trabajaba en la planificación del traslado de los distintos centros dispersos, dando por inminente el comienzo de las obras.
Díez Moreno cesó como SEDEF el 19 de abril de 2004, tras la victoria electoral del PSOE en las elecciones legislativas del 14-M.
Asiduo conferenciante y autor de diversos artículos sobre temas jurídicos y religiosos, también ha publicado varios libros sobre la misma temática: un “Manual de Derecho de la Unión Europea” (Civitas, 4ª edición, 2006), “El Estado Social” (Centro de Estudios Constitucionales, 2004) y “Pensamiento social de Juan Pablo II” (Grafite Ediciones, 1998).
Casado y padre de tres hijos, Fernando Díez Moreno es hombre de trato correcto pero distante. Ha sido distinguido con varias condecoraciones, entre ellas la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica.
FJM (Actualizado 30/04/2009)
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